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León (XI-2020) © SVM |
MANUEL JOSÉ QUINTANA - A la expedición española para propagar la vacuna en América bajo la dirección de don Francisco Balmis (diciembre de 1806)
[1] ¡Virgen del mundo, América inocente! 1
Tú, que el preciado seno
al cielo ostentas de abundancia lleno,
y de apacible juventud la frente;
tú, que a fuer de más tierna y más hermosa 5
entre las zonas de la madre tierra,
debiste ser del hado,
ya contra ti tan inclemente y fiero,
delicia dulce y el amor primero,
óyeme: si hubo vez en que mis ojos, 10
los fastos de tu historia recorriendo,
no se hinchesen de lágrimas; si pudo
mi corazón sin compasión, sin ira
tus lástimas oír, ¡ah!, que negado
eternamente a la virtud me vea, 15
y bárbaro y malvado,
cual los que así te destrozaron, sea.
[2] Con sangre están escritos
en el eterno libro de la vida
esos dolientes gritos 20
que tu labio afligido al cielo envía.
Claman allí contra la patria mía,
y vedan estampar gloria y ventura
en el campo fatal donde hay delitos.
¿No cesarán jamás? ¿No son bastantes 25
tres siglos infelices
de amarga expiación? Ya en estos días
no somos, no, los que a la faz del mundo
las alas de la audacia se vistieron
y por el ponto Atlántico volaron; 30
aquéllos que al silencio en que yacías,
sangrienta, encadenada, te arrancaron.
[3] «Los mismos ya no sois; pero ¿mi llanto
por eso ha de cesar? Yo olvidaría
el rigor de mis duros vencedores: 35
su atroz codicia, su inclemente saña
crimen fueron del tiempo, y no de España.
Mas ¿cuándo ¡ay Dios! los dolorosos males
podré olvidar que aun mísera me ahogan?
Y entre ellos... ¡Ah!, venid a contemplarme, 40
si el horror no os lo veda, emponzoñada
con la peste fatal que a desolarme
de sus funestas naves fue lanzada.
Como en árida mies hierro enemigo,
como sierpe que infesta y que devora, 45
tal su ala abrasadora
desde aquel tiempo se ensañó conmigo.
Miradla abravecerse, y cuál sepulta
allá en la estancia oculta
de la muerte mis hijos, mis amores. 50
Tened, ¡ay!, compasión de mi agonía,
los que os llamáis de América señores;
ved que no basta a su furor insano
una generación; ciento se traga;
y yo, expirante, yerma, a tanta plaga 55
demando auxilio, y le demando en vano».
[4] Con tales quejas el Olimpo hería,
cuando en los campos de Albión natura
de la viruela hidrópica al estrago
el venturoso antídoto oponía. 60
La esposa dócil del celoso toro
de este precioso don fue enriquecida,
y en las copiosas fuentes le guardaba
donde su leche cándida a raudales
dispensa a tantos alimento y vida. 65
Jenner lo revelaba a los mortales;
las madres desde entonces
sus hijos a su seno
sin susto de perderlos estrecharon,
y desde entonces la doncella hermosa 70
no tembló que estragase este veneno
su tez de nieve y su color de rosa.
A tan inmenso don agradecida
la Europa toda en ecos de alabanza
con el nombre de Jenner se recrea; 75
y ya en su exaltación eleva altares
donde, a par de sus genios tutelares,
siglos y siglos adorar le vea.
[5] De tanta gloria a la radiante lumbre,
en noble emulación llenando el pecho, 80
alzó la frente un español: «No sea»,
clamó, «que su magnánima costumbre
en tan grande ocasión mi patria olvide.
El don de la invención es de Fortuna,
gócele allá un inglés; España ostente 85
su corazón espléndido y sublime,
y dé a su majestad mayor decoro,
llevando este tesoro
donde con más violencia el mal oprime.
Yo volaré; que un Numen me lo manda, 90
yo volaré: del férvido Oceano
arrostraré la furia embravecida,
y en medio de la América infestada
sabré plantar el árbol de la vida».
[6] Dijo; y apenas de su labio ardiente 95
estos ecos benéficos salieron,
cuando, tendiendo al aire el blando lino,
ya en el puerto la nave se agitaba
por dar principio a tan feliz camino.
Lánzase el argonauta a su destino. 100
Ondas del mar, en plácida bonanza
llevad ese depósito sagrado
por vuestro campo líquido y sereno;
de mil generaciones la esperanza
va allí, no la aneguéis, guardad el trueno, 105
guardad el rayo y la fatal tormenta
al tiempo en que, dejando
aquellas playas fértiles, remotas,
de vicios y oro y maldición preñadas,
vengan triunfando las soberbias flotas. 110
[7] A Balmis respetad. ¡Oh heroico pecho,
que en tan bello afanar tu aliento empleas!
Ve impávido a tu fin. La horrenda saña
de un ponto siempre ronco y borrascoso,
del vértigo espantoso 115
la devorante boca,
la negra faz de cavernosa roca
donde el viento quebranta los bajeles,
de los rudos peligros que te aguardan
los más grandes no son ni más crueles. 120
Espéralos del hombre: el hombre impío,
encallado en error, ciego, envidioso,
será quien sople el huracán violento
que combata bramando el noble intento.
Mas sigue, insiste en él firme y seguro; 125
y cuando llegue de la lucha el día,
ten fijo en la memoria
que nadie sin tesón y ardua porfía
pudo arrancar las palmas de la gloria.
[8] Llegas en fin. La América saluda 130
a su gran bienhechor, y al punto siente
purificar sus venas
el destinado bálsamo: tú entonces
de ardor más generoso el pecho llenas;
y obedeciendo al Numen que te guía, 135
mandas volver la resonante prora
a los reinos del Ganges y a la Aurora.
El mar del Mediodía
te vio asombrado sus inmensos senos
incansable surcar; Luzón te admira, 140
siempre sembrando el bien en tu camino,
y al acercarte al industrioso chino,
es fama que en su tumba respetada
por verte alzó la venerable frente
Confucio, y que exclamaba en su sorpresa: 145
«¡Digna de mi virtud era esta empresa».
[9] ¡Digna, hombre grande, era de ti! ¡Bien digna
de aquella luz altísima y divina,
que en días más felices
la razón, la virtud aquí encendieron! 150
Luz que se extingue ya: Balmis, no tornes;
no crece ya en Europa
el sagrado laurel con que te adornes.
Quédate allá, donde sagrado asilo
tendrán la paz, la independencia hermosa; 155
quédate allá, donde por fin recibas
el premio augusto de tu acción gloriosa.
Un pueblo, por ti inmenso, en dulces himnos,
con fervoroso celo
levantará tu nombre al alto cielo; 160
y aunque en los sordos senos
tú ya durmiendo de la tumba fría
no los oirás, escúchalos al menos
en los acentos de la musa mía.
1. ANÁLISIS
1. Resumen
Manuel José Quintana (Madrid, 1772 - 1857) es un importantísimo literato y filólogo del final del Neoclasicismo y del Prerromanticismo español. Su labor política, a favor de la educación general, su incansable actividad como periodista y abogado defendiendo justas y nobles causas es una parte fundamental de la historia de España en el turbulento siglo XIX. Afortunadamente, sus compatriotas supieron reconocer y valorar sus desvelos por el progreso de la patria, como se testifica en el coronamiento como poeta nacional en 1855, por parte de Isabel II.
El poema que ahora analizamos, titulado “A la expedición española para propagar la vacuna en América bajo la dirección de don Francisco Balmis”, compuesto en 1806, justo al finalizar la empresa médica, es de gran aliento, contenido grave y tono exaltatorio y de celebración hacia España.
En la primera estrofa se dirige o apostrofa a América, se entiende que a la América española. La describe como una tierra feraz y generosa, pero con mala suerte histórica, pues su “hado” ha sido “inclemente y fiero”. Se refiere a las conquistas y violencias que han sufrido sus gentes y pueblos. El sujeto lírico confiesa que se emociona leyendo o reflexionando sobre la historia americana; ha reaccionado con compasión o con enfado al oír las “lástimas” de América.
En la segunda estrofa asevera que el dolor de los habitantes americanos primigenios son imborrables. Los gritos se oyen hasta en los cielos, especialmente los dirigidos contra los primeros conquistadores; las atrocidades superaron a las hazañas. Se pregunta el sujeto lírico si no acabarán nunca. Para que cesen, presenta dos argumentos de peso: ya van tres siglos de “amarga expiación” de los pecados de la conquista; por otro lado, los españoles de hoy poco tienen que ver con los que llevaron a cabo la colonización americana, acabando con el aislamiento del nuevo continente.
En la tercera estrofa se cede la voz a América. Es una intervención en estilo directo. En ella reconoce que los españoles de hoy no son los de entonces, pero eso no es razón para detener su llanto. Disculpa el “rigor” y “la atroz codicia” de los “duros vencedores” por los tiempos en que ocurrió, no por culpa de España. Los males la asedian. En concreto, lamenta la “peste fatal” que recorre todo el continente, con origen en Europa; América contempla cómo los niños mueren a raudales, generación tras generación, sin poder remediarlo. Solicita ayuda para acabar con esa calamidad, pero nadie reacciona.
La cuarta estrofa se abre con la advertencia de que los lamentos de América subían hasta los cielos, pero no había respuesta. De pronto, en Inglaterra, un médico nombrado Jenner, descubre que el tratamiento (“venturoso antídoto”) para la peste (la viruela) está en las vacas. Su leche alimenta generosamente a muchas personas; ahora, además, se une el tratamiento contra la viruela; una mujer se “estraga”, o se frota, con el veneno de las vacas, y ahí está la cura. Las madres pueden criar a sus hijos con salud y seguridad, sabiendo que no morirán en tierna edad. Toda Europa está muy agradecida a Jenner, de ahí que le levanten monumentos; su nombre será recordado laudatoriamente durante muchos siglos venideros.
La quinta estrofa refiere que un español (no se da su nombre todavía) decide tomar el descubrimiento del inglés y llevarlo a América, donde más estragos hacía la enfermedad. Actuando con generosidad y valentía, arrostrando peligros, decide tratar de erradicar la enfermedad en la América española.
En la sexta estrofa se narra que se pasa de las palabras a los hechos inmediatamente. Una nave con la medicina zarpa de España a América. El sujeto lírico pide a los americanos que le ayuden en su camino, con sus buenos deseos, pues lleva “ese depósito sagrado”, la cura, en sus bodegas. Desea que las tormentas y los accidentes marítimos no malogren la travesía y espera ver ll nave de regreso a España tras haber completado con éxito su misión.
La séptima estrofa se abre desvelando el nombre del español que comanda esta noble misión médica y humanitaria: Balmis. Pide respeto para él, lo trata de héroe. Le advierte que las tormentas marítimas no son el peligro mayor que le espera, sino de otros hombres envidiosos, estúpidos y crueles, que querrán hacerse con su gloria. Le pide a Balmis que persevere con ahínco en su empeño y que recuerde que la gloria se gana con mucho tesón y sufrimientos.
La expedición llega a América y se empieza a distribuir la cura, con gran eficacia y alivio de las personas. Pero Balmis no para ahí. Se dirige a Oriente, a las Islas Filipinas (parte del Imperio español) y a China, guiado por los buenos guiones y su generosidad. Allí donde llega, cura a los niños y es admirado. Una leyenda dice que Confucio, el pensador chino, se levantó de su tumba y alabó el altruismo virtuoso de Balmis y sus acompañantes.
La novena y última estrofa es una alabanza a Balmis, a quien se considera un hombre virtuoso, grande y digno de alabanza. Le pide que no regrese (tal vez de América, tal vez del otro mundo, pues parece que está muerto), para que su “acción gloriosa” sea celebrada por todos los siglos, en una época de paz y de independencia. Aunque él ya no pueda oírlo, pues yacerá en su tumba, al menos le llegará el eco de este poema, escrito en su alabanza.
2. Tema
El tema del poema es la celebración del éxito de la expedición española para llevar la vacuna de la viruela a América y a Asia. También se desarrollan otros subtemas, como son: la generosidad virtuosa del médico jefe, Francisco Balmis; y, finalmente la resolución y virtud de España, que ha llevado la cura a la viruela a todo el mundo.
3. Apartados temáticos
El poema presenta una estructura tripartita bien reconocible. Tenemos:
-La primera estrofa (vv. 1-17) forma un primer apartado. Posee un tono introductorio y de apelación al continente americano. Es una introducción subjetiva a la historia de América y a su accidentada historia.
-Las estrofas 2-8 (vv. 18-146) constituye el segundo apartado temático. Se narra la proeza de la expedición española liderada por el doctor Balmis. Funciona como el núcleo narrativo y explicativo de la gran hazaña médica española.
- La novena estrofa (vv. 147-164) conforma el último apartado. Posee un claro tono conclusivo. Reitera las alabanzas a Balmis y su expedición, insiste en su generosidad y virtud y asegura que su nombre nunca será olvidado, incluso después de su muerte.
4. Aspectos métricos y de rima
Este poema está compuesto por ciento sesenta y cuatro versos agrupados en nueve estrofas; cada una de ellas tiene un número variable de versos; la primera está conformada por diecisiete versos; la cuarta, por veintidós; etc. En general, cada estrofa contiene alrededor de veinte versos. Los versos son heptasílabos (siete sílabas; arte menor, por tanto) y endecasílabos. No existe una rima como tal, aunque en cada estrofa se distinguen perfectamente pareados, tercetos, serventesios y cuartetos (a veces, por ser versos heptasílabos, corresponde a la misma estrofa en arte menor: tercetas, cuartetas y redondillas). En conjunto, se puede afirmar que estamos ante una silva, composición poética en la que alternan libremente heptasílabos y endecasílabos.
5. Comentario estilístico
El poema posee un tono de alabanza y loa de primer orden. En este sentido, estamos ante una oda, poema que celebra y alaba un hecho memorable; algún toque de poema épico también se percibe, pues la acción del equipo de Balmis es una verdadera hazaña digna de memoria. Quintana emplea un estilo elevado, solemne y un poco retórico o excesivamente adornado. Por mor de la brevedad, analizaremos solo la primera estrofa para evidenciar estas características; con las demás se podría hacer lo mismo.
La primera estrofa se abre con una apóstrofe doble dirigida a América; en su interior contiene una metáfora (“Virgen del mundo”), una personificación metaforizada (“América inocente”) y un paralelismo; ocupa el primer verso del poema. Sigue una metáfora para significar la feracidad y generosidad de América, junto con la corta edad de sus habitantes. La invocación sigue en el verso 2, a través del pronombre “Tú”, que se repetirá anafóricamente en el verso 5. Los encabalgamientos y los hipérbatos, bastantes violentos, jalonan el discurrir de los versos. La adjetivación es muy rica, a veces se trata de epítetos, pero otras veces no. Así se ve en “América inocente”, “preciado seno”, “apacible juventud”, etc. Da una impresión de cierta ampulosidad verbal.
Las bimembraciones (con adjetivos, sustantivos, sintagmas completos, etc.) abundan: “más tierna y más hermosa” (v. 5), “inclemente y fiero” (v. 8), “delicia dulce y amor primero” (v. 9); en este último ejemplo apreciamos el paralelismo, relativamente frecuente. El circunloquio también es muy frecuente; en general, está metaforizado, como ocurre en “debiste ser del hado, / ya contra tan inclemente y fiero, / delicia dulce y amor primero” (vv. 7-9); desea significar que América es una tierra afortunada por su feracidad y desgraciada por su destino histórico.
La apóstrofe se hace evidente en el verso 10, donde aparece el verbo “óyeme” (el sujeto es el “tú” del verso 2. Esa forma imperativa reclama la atención de América por parte del sujeto lírico. Este habla de sí mismo y, a través de un largo circunloquio, le confiesa a América que siempre se ha condolido de su mala fortuna, de sus padecimientos y desgracias históricas de todo tipo. Los ojos del sujeto lírico se han henchido “de lágrimas” (v. 12) por los padecimientos americanos. El paralelismo de las dos construcciones condicionales (“si hubo vez…”, “si pudo / mi corazón…”) alargan el desenlace, aumentan la tensión poética y el dramatismo. Este, precisamente, se ve acentuado con la interjección “¡ah!” (v. 14). Emplea ocho versos para afirmar que siempre se ha emocionado recorriendo la historia de América y que merecería un fin desastrado si mintiese afirmando eso; podemos ver el circunloquio en toda su plenitud. Los símiles (“cual los que así te destrozaron”, v. 17) y otra vez los paralelismos y las bimembraciones van poblando el poema.
Como se puede apreciar fácilmente, estamos ante un poema con un léxico culto; unido al uso intenso de los recursos sintácticos (hipérbatos y encabalgamientos, principalmente), crean una sensación de cierto recargamiento retórico. Este se ve atenuado por la carga emocional subjetiva, relativa al sujeto lírico, que se transparenta llanamente. Habla de lo que de verdad lo conmueve, sin grandes disimulos (de hecho, en la última estrofa, existe una clara alusión a la opinión favorable a la independencia respecto de España).
6. Contextualización
Como afirmamos al comienzo, Manuel José Quintana (Madrid, 1772 - 1857) es un importantísimo literato y filólogo del final del Neoclasicismo y del Prerromanticismo español. Su enorme talento y dedicación fructificó en grandes y memorables trabajos literarios y filológicos con repercusión hasta mediados del siglo XX, uno después de su muerte. Hoy, sin embargo, su vigencia ha disminuido sensiblemente, seguramente con injusticia.
Su obra más conocida es, seguramente, la tragedia Pelayo (1805). Su poesía se recogió en varios volúmenes en vida, como Poesías (con sucesivas ediciones desde 1788), Poesías patrióticas (1808), etc. En prosa ensayística, nos dejó Vida de españoles célebres (3 vols., de 1807 en adelante). Como filólogo y compilador se leyó mucho su Poesías selectas castellanas (3 vols., 1830-1833); se ha alabado invariablemente su buen gusto, su tino filológico y su ponderación valorativa.
Quintana gozó de una sólida formación neoclásica. Su producción comenzó bajo el canon neoclásico e ilustrado, pero fue evolucionando hacia postulados románticos más o menos exteriorizados, como se percibe en la poesía que hemos comentado, a un paso del estilo y tono de un Espronceda, sin ir más lejos. Subjetivismo, atención a la naturaleza, tono algo grandilocuente, cierto retoricismo, tendencia al verso libre, etc. son algunas de las características comunes.
La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (su nombre oficial), o la expedición de Balmis (1803-1806), como se conoce popularmente, constituye una de las grandes aportaciones españoles al humanismo internacional. Se tomaron 22 niños expósitos españoles (madrileños y gallegos); se iban “contagiando” uno a uno, introduciendo unas gotas de líquido de las pústulas del niño afectado escalonadamente, cada diez días aproximadamente, para que se mantuviera vivo el virus de la viruela a lo largo de la travesía. Estamos ante el inicio de la vacuna como procedimiento curativo. La increíble hazaña de Francisco José Balmis (Alicante, 1753 - Madrid, 1819), Isabel Zendal (Ordes, La Coruña, 1771 - Puebla, México, s.f., la enfermera coruñesa que cuidaba de los niños) y los dos médicos auxiliares del propio Balmis es una gran proeza médica con sello español. América, Filipinas y China (fuera del territorio del Imperio) recibieron los beneficios de esta gran empresa sanitaria, guiada por el altruismo y la generosidad, acompañados por unas dosis de intrepidez y aventura. El resultado final, a la vista está, fue un éxito increíble, acaso injustamente olvidado. Motivos no le faltaban a Quintana para componer su poema.
7. Interpretación y valoración
Este hermoso y ejemplar poema se dedica a la loa de una de las grandes hazañas humanistas de España: la propagación de la vacuna de la viruela entre la infancia de América y Asia, de influencia española. Lo hace con un sentimiento de orgullo porque la acción fue positiva y benefactora para millones de niños; también porque España lo hizo a su costa y sin que existieran precedentes que sirvieran de modelo.
Quintana distribuye la materia poética en una introducción, un desarrollo y una conclusión intimista y sintética. El orden de la disposición de la materia contribuye a una lectura clara y comprensiva. Su amor a América y su mala conciencia por los episodios más sangrientos y tristes de la época de la conquista y la colonización son expresados con claridad y sentimiento. Más allá de la razón que le pueda acompañar, es destacable su franqueza de ánimo y su limpieza de corazón, lo que son virtudes no menores.
El poema es bastante transparente, equilibrado y proporcionado. El fondo y la forma sintonizan a la perfección, pues se trata de celebrar en una oda en forma de silva un gran triunfo médico. Este tipo de poesía se denomina cívica o patriótica, pues se crea para celebrar las proezas de una nación o cantar sus bondades naturales.
2. PROPUESTA DIDÁCTICA
(Las siguientes actividades se pueden realizar de modo individual o en grupo; de manera oral o escrita; en clase o en casa; utilizando medios tradicionales o recursos TIC, según las circunstancias lo aconsejen).
2.1. Comprensión lectora
1) Resume el poema (100 palabras, aproximadamente).
2) Señala su tema principal y los secundarios.
3) Delimita los apartados temáticos, atendiendo a las modulaciones de sentido.
4) Analiza los aspectos métricos y de rima; deduce la estrofa empleada; con ejemplificar con la primera estrofa es suficiente.
5) ¿Qué tono tiene el poema: positivo, optimista, esperanzado, o todo lo contrario?
6) Señala las imágenes más importantes que jalonan el poema, sobre todo referidas a las percepciones sensoriales de la primavera, y cómo impactan en el poeta y, después, en el lector.
7) Localiza y explica una docena de recursos estilísticos y cómo crean significado, ciñendo a la primera estrofa.
2.2. Interpretación y pensamiento analítico
1) ¿Qué opinión tiene el sujeto lírico de América?
2) El poeta, ¿qué sentimientos muestra respecto de la expedición Balmis?
3) Localiza las imágenes naturales con las que se explica la generosidad de América y su mala suerte histórica, según el poeta.
4) ¿Cómo se aprecia en el texto la importancia de los amigos? ¿Ejerce una influencia positiva o negativa?
5) ¿Qué movió a Balmis a organizar la expedición?
6) Los niños, ¿adquieren una importancia especial en el poema? ¿Por qué?
2.3. Fomento de la creatividad
1) Elabora un poema o texto en prosa que exprese un hecho destacable o importante realizado por alguien o por tu comunidad (pueblo, región, o nación) que sea digno de ser recordado. Puedes imprimir un sentido de loa y admiración, como ha realizado Quintana.
2) Imagina y transcribe una conversación o plática entre la clase y el poeta Manuel José Quintana a propósito de su poema y de su vida.
3) Realiza una exposición sobre Manuel José Quintana, su poesía y su tiempo, para ser presentada ante la clase o la comunidad escolar, con ayuda de medios TIC o pósteres, fotografías, pequeña exposición bibliográfica, etc.
4) Aporta o crea imágenes que sirvan para expresar una gran hazaña, hecho heroico o aventurero, que haya redundado en beneficio de los demás (filantrópico), sin esperar beneficios económicos por ello. Pueden ser reflejo de una acción admirable con intención humanitaria.
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