26/03/2021

Luis de Góngora: "De un caballero que llamó soneto a un romance"; análisis y propuesta didáctica

 

León (III-2021) © SVM

LUIS DE GÓNGORA: De un caballero que llamó soneto a un romance

 

Música le pidió ayer su albedrío                  1

A un descendiente de don Peranzules;

Templáronle al momento dos baúles

Con más cuerdas que jarcias un navío.

 

Cantáronle de cierto amigo mío                 5

Un desafío campal de dos Gazules,

Que en ser por unos ojos entreazules

Fue peor que gatesco el desafío.

 

Romance fue el cantado, y que no pudo

Dejarle de entender, si el muy discreto    10

No era sordo, o el músico era mudo.

 

Y de que le entendió yo os lo prometo,

Pues envió a decir con don Bermudo:

«Que vuelvan a cantar aquel soneto».

 

1.    ANÁLISIS

1)   Resumen

Luis de Góngora y Argote (Córdoba, 1561 - 1627) es el máximo representante del culteranismo, corriente estética literaria dentro del Barroco, más o menos opuesta al conceptismo representado por Quevedo y el clasicismo de Lope de Vega. Sus presupuestos estéticos parten de una poesía intrincada, deliberadamente oscura; para ser entendida se necesita una amplísima base de cultura greco-latina y unas entendederas notables, si no sobresalientes. Sin eso, la frustración lectora está asegurada. Los recursos típicos de Góngora, en su tendencia críptica, son: metáforas de segundo o tercer grado, cultismos, latinismos, alusiones mitológicas, hipérbatos extremos, juegos de palabras, anfibologías y la famosa “alusión y elusión”, según acuñó su mejor exégeta, el poeta de la Generación del 27 Dámaso Alonso. Y todo ello, muy intensificado, hasta colocar la lengua al límite de sus posibilidades expresivas y al lector, al de su entendimiento. También se le ha llamado gongorismo a este modo de componer poesía. Ya desde su momento, los detractores y los seguidores han sido muy abundantes, pues no deja indiferente a nadie.

El poema que ahora analizamos, “De un caballero que llamó soneto a un romance” es un poema satírico-humorístico. Su tono es festivo, desenfadado y provocador de la risa; en el fondo, se ríe de las escasas entendederas de un sujeto poderoso. Ofrecemos un resumen. Un hombre, del que no se da el nombre, pero noble y rico, “descendiente de los Peranzules”, supuesta familia noble y de abolengo. Los músicos templan dos “baúles”, en vez de dos “laúdes” (instrumento musical de cuerda); da a entender que el señor no entiende nada, ni de música, ni de poesía, pues no distingue un baúl de un láud. Aquellos están llenos de cuerdas, en tanto que el laúd tiene, como máximo, catorce. El poema que le cantan procede de una composición de un amigo del yo poético. Cuenta una historia trágica de amor; dos hombres, del linaje de los Gazules, acaso emparentados lejanamente con el señor, se desafían por una dama bella. El lance fue trágico y peleado, como el de los gatos en época de celo. La composición era un romance; y no pudo dejar de entenderlo el destinatario, pues ni él era sordo, ni el músico, mudo. El yo poético atestigua que lo entendió porque el señor envió a un sirviente, un tal don Bermudo, a advertir a los músico que repitieran el cantado, que él entiende que es un soneto. Es decir, el señor no había entendido nada, pues su mente es roma y él mismo es muy zoquete. El yo poético se burla y se ríe del señor, que se las da de sensible, pidiendo escuchar poesía cantada, pero en realidad es un zopenco.

2. Tema

El tema del poema es: burla y sarcasmo contra un señor rico y ostentoso que aparenta sensibilidad artística, pero un torpe y romo.

3) Apartados temáticos

El poema presenta dos apartados temáticos bien discernibles:

-Las tres primeras estrofas (vv. 1-11): exponen o presentan la situación poetizada. El señor rico y ostentoso que pide escuchar música, pues su espíritu cultivado lo necesita. Ya se introduce un elemento de burla. Los músicos utilizan baúles en vez de laúdes, y no se entera del cambio. El yo poético certifica que el poema era un romance, compuesto por un amigo suyo.

-La segunda parte la compone la cuarta y última estrofa (vv. 24-30): el señor queda muy ufano de la canción; tanto le gustó que manda repetirla; pero delata su ignorancia al nombrar el poema como soneto, y no romance. El efecto de la risa en el lector salta inmediatamente.

4) Análisis métrico y de la rima

El poema está compuesto por catorce versos endecasílabos distribuidos en cuatro estrofas. Las dos primeras son cuartetos (ABBA, ABBA), con rima consonante; las dos últimas, tercetos encadenados ( CDC, DCD), también con rima consonante. Todas combinadas dan lugar a la estructura estrófica del soneto.

5) Comentario estilístico

El poema “De un caballero que llamó soneto a un romance” es de naturaleza festiva, humorística y satírica. El yo poético, que se deja ver explícitamente en varias ocasiones, se burla de un señor (“caballero”; persona noble, por tanto), que es incapaz de distinguir un romance de un soneto, cosa sencilla para alguien cultivado y sensible. Al no poder diferenciarlos, está declarando su ignorancia, más ridícula si pensamos que manda repetir su recitado o cantado.

El yo lírico omite el nombre de los personajes que intervienen. Solo lo nombra como “un descendiente de don Peranzules” (v. 2); se entiende que es un señor noble y poderoso, aunque el nombre tiene bastante de ridículo en sí mismo; parece de broma. Los músicos disponen dos laúdes que debían de ser muy malos, pues el yo poético los nombra como “baúles” (v. 3). Con esta paronomasia implícita, se ríe de la poca capacidad de discernimiento del caballero. El humor se acrecienta al comparar las cuerdas con las “jarcías” de un navío (v. 4); la comparación es degradante.  Lo que era fácil porque, además, los baúles estaban llenos de cuerdas, mientras que el laúd se limita, normalmente, a catorce.

En la segunda estrofa el yo poético abunda en detalles burlescos. Primero afirma que el poema lo ha compuesto un “cierto amigo mío” (v. 5); parece indicar que su valor no es muy alto. El contenido es cómico y ridículo: dos hombres se enfrentan por una mujer de ojos “entreazules” (v. 7). Este color, el azul, es como un “leit motiv” que recorre todo el poema con mucha gracia. El choque entre ambos fue tan grotesco como todo lo demás: se asimila a una pelea de gatos (“gatesco”, el adjetivo en sí es despectivo): ruidosa, ruin y salvaje.

El yo poético explica con didactismo, también con retranca, en el primer terceto, con énfasis, que el recitado fue el de un romance, claramente discernible para todo el mundo. Esto lo expresa con paradojas hiperbolizantes y ridiculizantes: solo si el oyente era sordo, o el músico era mudo no se podía entender. Obviamente, ninguna de las dos circunstancias se dieron, ni podían darse, pues no hubiera habido comunicación viable. El efecto degradante y risible es inmediato.

En el último terceto el yo poético promete que el “caballero” (como se le nombra en el título” entendió muy bien el poema. Envía a un sirviente, un tal don Bermudo, para avisar “Que vuelvan a cantar aquel soneto” (v. 14). Obviamente, aquí se declara que no había entendido nada. La ironía es brutal y sangrante, a la par que divertida. Se trata como una pequeña venganza del yo poético contra este señor rico y petulante que es un zoquete integral. Incluso le hace hablar, en estilo directo, para dar más énfasis a la ignorancia supina del caballero.

El poema es festivo y alegre. Su estructura es perfecta. La ironía subterránea va recorriendo todo el poema, entre sarcasmos y ridiculizaciones, para declarar lo zopenco que resulta ese hombre rico y presumido, pero de cortas entendederas. El conjunto del soneto resulta, simplemente, delicioso.

6) Contextualización

Luis de Góngora y Argote (Córdoba, 1561 - 1627) es el máximo representante del culteranismo, corriente estética literaria dentro del Barroco, más o menos opuesta al conceptismo representado por Quevedo y el clasicismo de Lope de Vega. Nació en el seno de una familia acomodada cordobesa, formada por Francisco de Argote y la noble Leonor de Góngora.

Estudió en la Universidad de Salamanca, donde ya era conocido por su talento poético. Tomó órdenes menores en 1575 y fue canónigo beneficiado de la catedral cordobesa (había heredado el puesto de un tío carnal). En la década de 1590 realizó varios viajes por España, al tiempo que componía poesía ya estimada por muchos.

Durante una estancia en Valladolid, donde residía la Corte, se enemistó con Quevedo; se ve que dos genios no son compatibles en el mismo lugar y tiempo. En 1609 regresó a Córdoba y empezó a intensificar la extremosidad expresiva y oscura de sus versos. Entre 1610 y 1611 escribió la Oda a la toma de Larache; en 1613 dio a conocer el Polifemo (recrea el asunto mitológico de los amores frustrados del gigante, con un ojo, Polifemo, por Galatea, que prefiere a Acis). También distribuyó (sin publicar en la imprenta) en la Corte su poema más ambicioso, las incompletas Soledades. Al ser un texto puramente culterano, las opiniones se dividieron de manera irreconciliable. Unos lo adoraban por sublime y otros lo execraban por inextricable.

Felipe III le nombró capellán real en 1617. Vivió en Madrid, con ese cargo eclesiástico, hasta 1626. Colocó a muchos familiares en la Corte, en lo que invirtió mucho dinero. Eso, unido a su afición al juego en los tugurios madrileños, lo dejaron arruinado. En 1627 regresó a Córdoba definitivamente. Dejó una nutrida lista de seguidores literarios, que lo adoraban. Otros lo vituperaban, como Quevedo, quien le dedicó un epitafio feroz; lo trata de ludópata, tabernario, mal sacerdote, etc. El bellísimo y enigmático retrato que pintó  Velázquez lo presenta como un hombre mayor, como retraído y soberbio. Está enterrado en la mezquita-catedral de Córdoba.

En sus poesías se solían distinguir una etapa tradicional y transparente (donde emplea romances, letrillas, principalmente); dura hasta 1610; ahí es el “Príncipe de la Luz”. Luego, otra oscura y culterana (donde usa sonetos, décimas y silvas, entre otras estrofas), a base del uso de la mitología, cultismos… Ahora es el “Príncipe de las Tinieblas”.

Dámaso Alonso, el poeta de la Generación del 27, lo estudió lúcidamente y demostró que, en realidad, se trata de una evolución hacia la intensificación y adensamiento de rasgos poéticos y compositivos presentes desde el principio. Sus restos se encuentran en la Mezquita-catedral de Córdoba.

Góngora no publicó sus obras (un intento suyo en 1623 no fructificó); sin embargo, circularon ampliamente en copias manuscritas que se coleccionaron y recopilaron en cancioneros, romanceros y antologías, publicados con su permiso o sin él. El manuscrito más autorizado es el llamado Manuscrito Chacón (copiado por Antonio Chacón, Señor de Polvoranca, para el conde-duque de Olivares, valido del rey Felipe IV).  El mismo año de su muerte Juan López Vicuña publicó ya unas Obras en verso del Homero español.

 Primera etapa, de aprendizaje (hasta 1610): Góngora compuso numerosos romances, de inspiración literaria, como el de Angélica y Medoro, de cautivos, de tema pícaro o de tono más personal y lírico, algunos de ellos de carácter autobiográfico en los que narra sus recuerdos infantiles, y también numerosas letrillas líricas, satíricas o religiosas y romances burlescos. La gran mayoría son una constante acumulación de juegos conceptistas, equívocos, paronomasias, anfibologías, retruécanos, hipérboles y juegos de palabras típicamente barrocos. Entre ellos se sitúa el largo romance Fábula de Píramo y Tisbe (1618). En estos poemas suele satirizar tipos sociales y costumbres negativas; algún dardo también va hacia sus colegas de letras, como Quevedo.

En la madurez siguió escribiendo poemas sueltos de gran calidad; sonetos de temática muy variada (de asuntos graves a otros cómicos, burlescos o de ocasión).

Segunda etapa, de madurez culterana (1610-1627): aquí compuso los poemas mayores. En la Fábula de Polifemo y Galatea (1612) aborda los amores frustrados del gigante Polifemo y Galatea, enamorada de Acis; Polifemo mata a este con una roca; la madre de Galatea convierte a Acis en un río de aguas cristalinas.  Aquí emplea ya el estilo culterano, caracterizado por el empleo masivo de simetrías, transposiciones, metáforas de metáforas o metáforas puras, hipérbaton, perífrasis, giros latinos, cultismos, alusiones y elusiones de términos, procurando sugerir más que nombrar, diluyendo la significación.

Las Soledades quedó inconclusa (solo le dio tiempo a componer las dos primeras). Se trata de un poema alegórico, en cuatro secciones; cada una representa una edad de la vida del hombre, en correspondencia con las cuatro estaciones del año. Escrito en silvas (combinación de heptasílabos y endecasílabos, con rima a voluntad del poeta), las secciones eran “Soledad de los campos”, “Soledad de las riberas”, “Soledad de las selvas” y “Soledad del yermo” (más o menos correspondientes a la niñez, juventud, adultez y senectud). La fuente principal de inspiración son las Metamorfosis del poeta latino Ovidio.

En un marco idílico, de naturaleza apacible y risueña, presenta la llegada de un náufrago a ese lugar; lo recogen y cuidan unos cabreros muy bien dispuestos. Esta obra provocó mucha controversia en el mundo literario: o la admiraron e imitaron, o la criticaron ásperamente.

Luis de Góngora compuso también dos piezas teatrales, Las firmezas de Isabela (1613) y la Comedia venatoria.

7) Interpretación y valoración

Este soneto es de naturaleza festiva y alegre; su gracia desborda el contenido. Cuenta una anécdota trivial, pero llena de humor chispeante, con un poco de mala leche. Góngora se ríe, vía ridiculización, del típico señor rico, noble e ignorante. Lo despedaza con sus ironía, hipérboles y alusiones envenenadas acerca de su sensibilidad y gusto literario o artístico. Todo el soneto (la forma estrófica elegida por Góngora no es ajena al contenido; es la que piensa el caballero que se ha utilizado, siendo las antípodas de un romance) transmite risa, humor y ridiculización. También encierra un mensaje de fondo: muchas personas agraciadas con bienes materiales son unos perfectos zopencos que no merecen tanta fortuna.

Y no solo eso, sino que hacen ostentación de su supuesta educación o agudeza artística cuando todos sabemos que son de mente roma; es decir, perfectos zoquetes. La mala leche y la ironía sangrante de Góngora queda más que justificada.

 

2.   PROPUESTA DIDÁCTICA

2.1. Comprensión lectora

1) Resume el poema.

2) Expresa su tema y sus apartados temáticos.

3) Estudia la medida de los versos y la rima, indica las estrofas y la composición estrófica empleada por Góngora.

4) Explica los recursos estilísticos más interesantes que nos permitan comprender el poema. Es interesante explicar la ironía de fondo que recorre el poema.

5) Indica cómo se deja ver el yo lírico y con qué intención. ¿Cómo valora al caballero?

2.2. Interpretación y pensamiento analítico

1) Indica los rasgos propios de la literatura barroca culterana visibles en el poema.

2) ¿Por qué Góngora hace el juego de palabras entre “laúd” y “baúl”? 

3) Explica el contenido del “cantado”. Al llamar al choque “gatesco”, ¿la acción queda ennoblecida o degradada?

4) ¿Es un poema serio o cómico, o las dos cosas a la vez? Aporta razones.

2.3. Fomento de la creatividad

1) Explica o recrea en un texto creativo, en prosa o en verso, el contenido del poema. Se trata de recoger y discutir la idea de cómo muchas personas ricas y vanidosas creen poseer una sensibilidad artística de la que carecen, cayendo en el ridículo más aparotoso.

2) Imagina una entrevista de tu clase con Luis de Góngora. ¿Qué preguntas harías?

3) Redacta un diálogo teatral más o menos fiel al contenido del poema. Tendrá como personajes al yo lírico y el “caballero”, o poderoso, o ambicioso. Puedes introducir otros de tu invención.

4) Prepara una exposición o presentación ante la clase o la comunidad educativa, con un cartel, o con medios TIC, sobre Luis de Góngora y su tiempo barroco.

 


Luis de Góngora: "Dejadme llorar / orillas del mar"; análisis y propuesta didáctica

 

León (III-2021) © SVM


LUIS DE GÓNGORA: Dejadme llorar

 

[1] La más bella niña             1

De nuestro lugar,

Hoy viuda y sola

Y ayer por casar,

Viendo que sus ojos               5

A la guerra van,

A su madre dice,

Que escucha su mal:

 

Dejadme llorar

Orillas del mar.                     10

 

 [2]Pues me distes, madre,

En tan tierna edad

Tan corto el placer,

Tan largo el pesar,

Y me cautivastes                   15 

De quien hoy se va

Y lleva las llaves

De mi libertad,

 

Dejadme llorar

Orillas del mar.                      20

 

[3] En llorar conviertan

Mis ojos, de hoy más,

El sabroso oficio

Del dulce mirar,

Pues que no se pueden          25

Mejor ocupar,

Yéndose a la guerra

Quien era mi paz,

 

Dejadme llorar

Orillas del mar.                      30    

 

[4] No me pongáis freno

Ni queráis culpar,

Que lo uno es justo,

Lo otro por demás.

Si me queréis bien,                35

No me hagáis mal;

Harto peor fuera

Morir y callar,

 

Dejadme llorar

Orillas del mar.                      40

 

[5] Dulce madre mía,

¿Quién no llorará,

Aunque tenga el pecho

Como un pedernal,

Y no dará voces                    45

Viendo marchitar

Los más verdes años

De mi mocedad?

 

Dejadme llorar

Orillas del mar.                    50

 

[6] Váyanse las noches,

Pues ido se han

Los ojos que hacían

Los míos velar;

Váyanse, y no vean              55

Tanta soledad,

Después que en mi lecho

Sobra la mitad.

 

Dejadme llorar

Orillas del mar.                    60      

 

 

1.    ANÁLISIS

1)   Resumen

Luis de Góngora y Argote (Córdoba, 1561 - 1627) es el máximo representante del culteranismo, corriente estética literaria dentro del Barroco, más o menos opuesta al conceptismo representado por Quevedo y el clasicismo de Lope de Vega. Sus presupuestos estéticos parten de una poesía intrincada, deliberadamente oscura; para ser entendida se necesita una amplísima base de cultura greco-latina y unas entendederas notables, si no sobresalientes. Sin eso, la frustración lectora está asegurada. Los recursos típicos de Góngora, en su tendencia críptica, son: metáforas de segundo o tercer grado, cultismos, latinismos, alusiones mitológicas, hipérbatos extremos, juegos de palabras, anfibologías y la famosa “alusión y elusión”, según acuñó su mejor exégeta, el poeta de la Generación del 27 Dámaso Alonso. Y todo ello, muy intensificado, hasta colocar la lengua al límite de sus posibilidades expresivas y al lector, al de su entendimiento. También se le ha llamado gongorismo a este modo de componer poesía. Ya desde su momento, los detractores y los seguidores han sido muy abundantes, pues no deja indiferente a nadie.

El texto que ahora analizamos, “Dejadme llorar”, es un hermosísimo poema lírico en el que una mujer joven lamenta y llora la ausencia de su marido; este se ha ido a la guerra, y es probable que no vuelva. Provoca en su compañera un dolor desconsolado, que expresa en un diálogo trunco mantenido con su madre, a partir de la segunda estrofa. En la primera estrofa el yo lírico explica la situación de la “bella niña”; está “viuda y sola”; acaso su marido haya muerto en la guerra. Lamenta su mala suerte y su desconsuelo platicando con su madre, a través del estribillo: “Dejadme llorar / orillas del mar” (vv. 9-10) y así en cada una de las seis estrofas que componen el poema. La joven le confiesa a su madre, en la segunda estrofa, que esta contribuyó al enamoramiento feliz de ella con el chico que “hoy se va”. Le ha entregado su corazón y ahora está angustiada.

En la tercera estrofa expresa el deseo que sus ojos no cesen de llorar, pues ya no pueden mirar a su hombre, que le aportaba paz; eso se acabó porque se ha ido a la guerra. Le pide a su madre que no le mande parar, ni que busque culpables, pues no los hay. En la cuarta estrofa le pide que esté a su lado, sin hacerle mal. Todavía peor fuera si ella hubiera callado y muerto de amor.

En la quinta estrofa afirma que sería imposible que nadie pudiera soportar semejante dolor por la pérdida del amado sin llorar a raudales y gritar su desesperación. Habría que ser de corazón duro para actuar así. Y todo porque su juventud se va y no la puede disfrutar con su amor. En la sexta y última estrofa desea que se vaya las noches, pues ya no hace falta que estén ahí. Ella las pasaba con su marido, en amor. Ahora, en soledad, no las necesita, pues se halla sola. Cierra la estrofa pidiendo a las orillas del mar que la dejen expresar su desconsuelo amoroso.

 

2)Tema

El tema del poema es: lamento de la amada, ante su madre. por la ausencia de su compañero, de camino a la guerra.

 

3) Apartados temáticos

El poema presenta dos apartados temáticos bien discernibles:

-La primera parte la forma la primera estrofa (vv. 1-10): el yo lírico explica o introduce a la joven desconsolada porque su marido ha sido enviado a la guerra. Ella es la más hermosa de su pueblo y su felicidad ha durado poco, pues él se ha ausentado.

-La segunda parte está compuesta por el resto de las estrofas, cinco en total (vv. 11-60). La joven se desahoga y expone su lamentable situación sentimental: está sola porque el hombre al que quiere lo han enviado a la guerra, con altas probabilidades de que no vuelva. Le pide a su madre que, al menos, la deje desahogarse; peor sería callar.

4) Análisis métrico y de la rima

El poema está compuesto por sesenta versos hexasílabos, distribuidos en seis estrofas de diez versos cada una. Los ocho primeros versos forman la estrofa y los dos últimos, el estribillo. La rima es: -a-a-a-a cc; en cada estrofa, los ocho primeros versos forman un romancillo; los dos últimos, un pareado. El conjunto forma una letrilla, forma estrófica muy popular en la poesía clásica española (definido en el DLE como “Composición poética, amorosa, festiva o satírica, que se divide en estrofas, al fin de cada una de las cuales se repite ordinariamente como estribillo el pensamiento o concepto general de la composición, expresado con brevedad”).

5) Comentario estilístico

Esta maravillosa composición presenta una asombrosa perfección y originalidad. Su naturaleza oscila entre lo narrativo (sobre todo, la primera estrofa) y lo lírico, el resto. En la primera estrofa el yo poético nos presenta a la joven, de la que señala su belleza a través de un símil ponderativo. Una bimembración nos informa que ha perdido a su marido: “viuda y sola” (v. 3). La metonimia “sus ojos” (v. 5), nos refiere que su amado no es menos hermoso; ella está cautivada por sus ojos, precisamente; en la última estrofa, volverá sobre este motivo. La joven se dirige a su madre (que nunca contesta; es un diálogo frustrado) para expresarle su desconsuelo, que es lo que señala el estribillo: “dejadme llorar / orillas del mar” (vv. 9-10). Solo puede llorar ante la inmensidad el mar, metáfora de su dolor inconmensurable.

En la segunda estrofa ya habla la joven, dirigiéndose a su madre. Ahí confiesa que desde joven se enamoró de su amado, pero duró poco la dicha, porque “hoy”, es decir, en el momento de la enunciación, se va. Ella se confiesa esclava emocional de él (quien lleva las “llaves” de su corazón, metáfora de sus sentimientos); esta es una metáfora del amor encendido, según la antigua tradición de la poesía amatoria occidental (trovadoresca, provenzal y galaico-portuguesa).

En la tercera estrofa razona que, ya que sus ojos no pueden admirar la hermosura de su amado (lo que era un “sabroso oficio”, v. 23, metáfora sinestésica de su amor), al menos pueden llorar desconsoladamente. En la antítesis “guerra” y “paz” (vv. 27-28) expresa con viveza su amor encendido y su amargura por su abandono forzado.

La cuarta estrofa apostrofa a su madre y le pide que la deje llorar libremente, pues es un modo de consuelo. Otra antítesis muy viva, entre “bien” y “mal” (vv. 35-36) expresa la profundidad de su amor y su correspondiente amargura. Razona (toda la estrofa tiene una estructura argumentativa muy marcada) que esto, al menos, la salva de la muerte, que es a donde la conduciría el silencio.

La quinta estrofa también tiene un tono apostrófico. Una interrogación retórica ocupa nueve versos, aportando más viveza a la expresión de su dolor. A su madre la adjetiva de “dulce” (v. 41), metáfora sinestésica de la afición que le muestra; es su cómplice y su consuelo en esos momentos dolorosos.  Es imposible no llorar ante su situación, incluso para una persona dura y seca (enfatizado a través del símil “aunque tenga el pecho / como un pedernal”, vv. 43-44). Ahora añade una nueva acción de expresión de la tristeza: “dar voces” (v. 45); es una imagen de la tradición literaria amorosa occidental. La metáfora donde la juventud se presenta como una flor, a su vez aludida en “Los más verdes años” (v. 47), ya marchitándose, es muy efectiva para significar su amargura. La muchacha es muy consciente de su mala suerte, y la lamenta.

La última estrofa apostrofa a las noches; las personifica, pidiéndoles que se vayan, pues ya no las necesita. Con su amado, era el momento del amor; ella velaba mirando, extasiada, los ojos de él. De nuevo, una metáfora a alusiva a su profundo enamoramiento. No quiere que llegue la noche porque él ya no está; ahí ve delante “tanta soledad” (v. 56); este verso es clave porque encierra toda la significación del poema: está sola, ha sido abandonada, bien que involuntariamente. La metonimia del “lecho” (v. 57) alude al goce amoroso y a la compañía del amado. Así, solo puede concluir con su estribillo: llora sin fin ante la orilla del mar.

Como hemos podido apreciar, la elaboración literaria es altísima. Góngora toma un motivo bastante común en la poesía tradicional, lírica y popular, para componer un magnífico poema de expresión del abandono de la joven enamorada. El poema posee un ritmo vivo y dinámico, muy cadencioso. Es metáfora de su propia agitación interior.

6) Contextualización

Luis de Góngora y Argote (Córdoba, 1561 - 1627) es el máximo representante del culteranismo, corriente estética literaria dentro del Barroco, más o menos opuesta al conceptismo representado por Quevedo y el clasicismo de Lope de Vega. Nació en el seno de una familia acomodada cordobesa, formada por Francisco de Argote y la noble Leonor de Góngora.

Estudió en la Universidad de Salamanca, donde ya era conocido por su talento poético. Tomó órdenes menores en 1575 y fue canónigo beneficiado de la catedral cordobesa (había heredado el puesto de un tío carnal). En la década de 1590 realizó varios viajes por España, al tiempo que componía poesía ya estimada por muchos.

Durante una estancia en Valladolid, donde residía la Corte, se enemistó con Quevedo; se ve que dos genios no son compatibles en el mismo lugar y tiempo. En 1609 regresó a Córdoba y empezó a intensificar la extremosidad expresiva y oscura de sus versos. Entre 1610 y 1611 escribió la Oda a la toma de Larache; en 1613 dio a conocer el Polifemo (recrea el asunto mitológico de los amores frustrados del gigante, con un ojo, Polifemo, por Galatea, que prefiere a Acis). También distribuyó (sin publicar en la imprenta) en la Corte su poema más ambicioso, las incompletas Soledades. Al ser un texto puramente culterano, las opiniones se dividieron de manera irreconciliable. Unos lo adoraban por sublime y otros lo execraban por inextricable.

Felipe III le nombró capellán real en 1617. Vivió en Madrid, con ese cargo eclesiástico, hasta 1626. Colocó a muchos familiares en la Corte, en lo que invirtió mucho dinero. Eso, unido a su afición al juego en los tugurios madrileños, lo dejaron arruinado. En 1627 regresó a Córdoba definitivamente. Dejó una nutrida lista de seguidores literarios, que lo adoraban. Otros lo vituperaban, como Quevedo, quien le dedicó un epitafio feroz; lo trata de ludópata, tabernario, mal sacerdote, etc. El bellísimo y enigmático retrato que pintó  Velázquez lo presenta como un hombre mayor, como retraído y soberbio. Está enterrado en la mezquita-catedral de Córdoba.

En sus poesías se solían distinguir una etapa tradicional y transparente (donde emplea romances, letrillas, principalmente); dura hasta 1610; ahí es el “Príncipe de la Luz”. Luego, otra oscura y culterana (donde usa sonetos, décimas y silvas, entre otras estrofas), a base del uso de la mitología, cultismos… Ahora es el “Príncipe de las Tinieblas”.

Dámaso Alonso, el poeta de la Generación del 27, lo estudió lúcidamente y demostró que, en realidad, se trata de una evolución hacia la intensificación y adensamiento de rasgos poéticos y compositivos presentes desde el principio. Sus restos se encuentran en la Mezquita-catedral de Córdoba.

Góngora no publicó sus obras (un intento suyo en 1623 no fructificó); sin embargo, circularon ampliamente en copias manuscritas que se coleccionaron y recopilaron en cancioneros, romanceros y antologías, publicados con su permiso o sin él. El manuscrito más autorizado es el llamado Manuscrito Chacón (copiado por Antonio Chacón, Señor de Polvoranca, para el conde-duque de Olivares, valido del rey Felipe IV).  El mismo año de su muerte Juan López Vicuña publicó ya unas Obras en verso del Homero español.

 Primera etapa, de aprendizaje (hasta 1610): Góngora compuso numerosos romances, de inspiración literaria, como el de Angélica y Medoro, de cautivos, de tema pícaro o de tono más personal y lírico, algunos de ellos de carácter autobiográfico en los que narra sus recuerdos infantiles, y también numerosas letrillas líricas, satíricas o religiosas y romances burlescos. La gran mayoría son una constante acumulación de juegos conceptistas, equívocos, paronomasias, anfibologías, retruécanos, hipérboles y juegos de palabras típicamente barrocos. Entre ellos se sitúa el largo romance Fábula de Píramo y Tisbe (1618). En estos poemas suele satirizar tipos sociales y costumbres negativas; algún dardo también va hacia sus colegas de letras, como Quevedo.

En la madurez siguió escribiendo poemas sueltos de gran calidad; sonetos de temática muy variada (de asuntos graves a otros cómicos, burlescos o de ocasión).

Segunda etapa, de madurez culterana (1610-1627): aquí compuso los poemas mayores. En la Fábula de Polifemo y Galatea (1612) aborda los amores frustrados del gigante Polifemo y Galatea, enamorada de Acis; Polifemo mata a este con una roca; la madre de Galatea convierte a Acis en un río de aguas cristalinas.  Aquí emplea ya el estilo culterano, caracterizado por el empleo masivo de simetrías, transposiciones, metáforas de metáforas o metáforas puras, hipérbaton, perífrasis, giros latinos, cultismos, alusiones y elusiones de términos, procurando sugerir más que nombrar, diluyendo la significación.

Las Soledades quedó inconclusa (solo le dio tiempo a componer las dos primeras). Se trata de un poema alegórico, en cuatro secciones; cada una representa una edad de la vida del hombre, en correspondencia con las cuatro estaciones del año. Escrito en silvas (combinación de heptasílabos y endecasílabos, con rima a voluntad del poeta), las secciones eran “Soledad de los campos”, “Soledad de las riberas”, “Soledad de las selvas” y “Soledad del yermo” (más o menos correspondientes a la niñez, juventud, adultez y senectud). La fuente principal de inspiración son las Metamorfosis del poeta latino Ovidio.

En un marco idílico, de naturaleza apacible y risueña, presenta la llegada de un náufrago a ese lugar; lo recogen y cuidan unos cabreros muy bien dispuestos. Esta obra provocó mucha controversia en el mundo literario: o la admiraron e imitaron, o la criticaron ásperamente.

Luis de Góngora compuso también dos piezas teatrales, Las firmezas de Isabela (1613) y la Comedia venatoria.

7) Interpretación y valoración

Esta letrilla es de naturaleza amorosa y tono triste y melancólico. Góngora recrea un motivo lírico de honda tradición literaria. De hecho, engarza con las jarchas en forma y contenido. La joven quejándose ante su madre por la ausencia del amado, en estrofas breves, con versos de arte menor y un estribillo son elementos compositivos tomados de las jarchas. El poeta cordobés recrea el motivo con una perfección absoluta.

La frescura y potencia verbal son asombrosas. El lector tiene la sensación de que está asistiendo a la queja de la joven ante su madre, cerca del mar. Las imágenes y los contrastes (expresados a través de las antítesis) poseen una gran intensidad evocadora. El verso corto, con esa combinación tan feliz del romance con el pareado, resulta de una belleza feliz.

El poema es muy original, aun siguiendo una tradición literaria. Justamente, Góngora se obliga a reelaborar un asunto poético frecuente con un aire de frescura increíble; como si fuera la primera vez que un poeta lo aborda. Aquí, justamente, descansa el valor de este hermoso y conmovedor poema: sencillez elaborada y originalidad fresca para un tema que hunde sus raíces en los orígenes de la poesía lírica española.

 

2.   PROPUESTA DIDÁCTICA

2.1. Comprensión lectora

1) Resume el poema.

2) Expresa su tema y sus apartados temáticos.

3) Estudia la medida de los versos y la rima, indica las estrofas y la composición estrófica empleada por Góngora.

4) Explica los recursos estilísticos más interesantes que nos permitan comprender el poema. Es interesante explicar las antítesis que recorren el poema.

5) Indica el significado del estribillo.

6) ¿Quiénes hablan en el poema? ¿Por qué ocurre esto?

2.2. Interpretación y pensamiento analítico

1) Indica los rasgos propios de la literatura barroca culterana visibles en el poema.

2) ¿Qué órgano de la cara, o qué elemento, utiliza el poeta para expresar la intensidad amorosa? 

3) ¿Es mejor llorar o guardar silencio ante el dolor, según la joven?

4) ¿Es un poema triste o alegre? Aporta razones.

2.3. Fomento de la creatividad

1) Explica o recrea en un texto creativo, en prosa o en verso, el contenido del poema. Se trata de recoger y expresar el desconsuelo ante una desgracia personal.

2) Imagina una entrevista de tu clase con Luis de Góngora. ¿Qué preguntas harías?

3) Redacta un diálogo teatral más o menos fiel al contenido del poema. Tendrá como personajes al yo lírico y la joven, junto con su madre. Puedes introducir otros de tu invención.

4) Prepara una exposición o presentación ante la clase o la comunidad educativa, con un cartel, o con medios TIC, sobre Luis de Góngora y su tiempo barroco.