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LUIS DE GÓNGORA: De un caballero que llamó soneto a un romance
Música
le pidió ayer su albedrío
1
A un
descendiente de don Peranzules;
Templáronle
al momento dos baúles
Con
más cuerdas que jarcias un navío.
Cantáronle
de cierto amigo mío 5
Un
desafío campal de dos Gazules,
Que
en ser por unos ojos entreazules
Fue
peor que gatesco el desafío.
Romance
fue el cantado, y que no pudo
Dejarle
de entender, si el muy discreto 10
No
era sordo, o el músico era mudo.
Y de
que le entendió yo os lo prometo,
Pues
envió a decir con don Bermudo:
«Que
vuelvan a cantar aquel soneto».
1. ANÁLISIS
1)
Resumen
Luis
de Góngora y Argote (Córdoba, 1561 - 1627) es el máximo representante del
culteranismo, corriente estética literaria dentro del Barroco, más o menos
opuesta al conceptismo representado por Quevedo y el clasicismo de Lope de
Vega. Sus presupuestos estéticos parten de una poesía intrincada,
deliberadamente oscura; para ser entendida se necesita una amplísima base de
cultura greco-latina y unas entendederas notables, si no sobresalientes. Sin
eso, la frustración lectora está asegurada. Los recursos típicos de Góngora, en
su tendencia críptica, son: metáforas de segundo o tercer grado, cultismos,
latinismos, alusiones mitológicas, hipérbatos extremos, juegos de palabras,
anfibologías y la famosa “alusión y elusión”, según acuñó su mejor exégeta, el
poeta de la Generación del 27 Dámaso Alonso. Y todo ello, muy intensificado,
hasta colocar la lengua al límite de sus posibilidades expresivas y al lector,
al de su entendimiento. También se le ha llamado gongorismo a este modo de
componer poesía. Ya desde su momento, los detractores y los seguidores han sido
muy abundantes, pues no deja indiferente a nadie.
El
poema que ahora analizamos, “De un caballero que llamó soneto a un romance” es
un poema satírico-humorístico. Su tono es festivo, desenfadado y provocador de
la risa; en el fondo, se ríe de las escasas entendederas de un sujeto poderoso.
Ofrecemos un resumen. Un hombre, del que no se da el nombre, pero noble y rico,
“descendiente de los Peranzules”, supuesta familia noble y de abolengo. Los
músicos templan dos “baúles”, en vez de dos “laúdes” (instrumento musical de
cuerda); da a entender que el señor no entiende nada, ni de música, ni de
poesía, pues no distingue un baúl de un láud. Aquellos están llenos de cuerdas,
en tanto que el laúd tiene, como máximo, catorce. El poema que le cantan
procede de una composición de un amigo del yo poético. Cuenta una historia
trágica de amor; dos hombres, del linaje de los Gazules, acaso emparentados
lejanamente con el señor, se desafían por una dama bella. El lance fue trágico
y peleado, como el de los gatos en época de celo. La composición era un
romance; y no pudo dejar de entenderlo el destinatario, pues ni él era sordo,
ni el músico, mudo. El yo poético atestigua que lo entendió porque el señor
envió a un sirviente, un tal don Bermudo, a advertir a los músico que
repitieran el cantado, que él entiende que es un soneto. Es decir, el señor no
había entendido nada, pues su mente es roma y él mismo es muy zoquete. El yo
poético se burla y se ríe del señor, que se las da de sensible, pidiendo
escuchar poesía cantada, pero en realidad es un zopenco.
2. Tema
El
tema del poema es: burla y sarcasmo contra un señor rico y ostentoso que
aparenta sensibilidad artística, pero un torpe y romo.
3) Apartados temáticos
El
poema presenta dos apartados temáticos bien discernibles:
-Las
tres primeras estrofas (vv. 1-11): exponen o presentan la situación poetizada.
El señor rico y ostentoso que pide escuchar música, pues su espíritu cultivado
lo necesita. Ya se introduce un elemento de burla. Los músicos utilizan baúles
en vez de laúdes, y no se entera del cambio. El yo poético certifica que el
poema era un romance, compuesto por un amigo suyo.
-La
segunda parte la compone la cuarta y última estrofa (vv. 24-30): el señor queda
muy ufano de la canción; tanto le gustó que manda repetirla; pero delata su
ignorancia al nombrar el poema como soneto, y no romance. El efecto de la risa
en el lector salta inmediatamente.
4) Análisis métrico y de la rima
El
poema está compuesto por catorce versos endecasílabos distribuidos en cuatro
estrofas. Las dos primeras son cuartetos (ABBA, ABBA), con rima consonante; las
dos últimas, tercetos encadenados ( CDC, DCD), también con rima consonante.
Todas combinadas dan lugar a la estructura estrófica del soneto.
5) Comentario estilístico
El
poema “De un caballero que llamó soneto a un romance” es de naturaleza festiva,
humorística y satírica. El yo poético, que se deja ver explícitamente en varias
ocasiones, se burla de un señor (“caballero”; persona noble, por tanto), que es
incapaz de distinguir un romance de un soneto, cosa sencilla para alguien cultivado
y sensible. Al no poder diferenciarlos, está declarando su ignorancia, más
ridícula si pensamos que manda repetir su recitado o cantado.
El
yo lírico omite el nombre de los personajes que intervienen. Solo lo nombra
como “un descendiente de don Peranzules” (v. 2); se entiende que es un señor
noble y poderoso, aunque el nombre tiene bastante de ridículo en sí mismo;
parece de broma. Los músicos disponen dos laúdes que debían de ser muy malos,
pues el yo poético los nombra como “baúles” (v. 3). Con esta paronomasia
implícita, se ríe de la poca capacidad de discernimiento del caballero. El
humor se acrecienta al comparar las cuerdas con las “jarcías” de un navío (v.
4); la comparación es degradante. Lo que
era fácil porque, además, los baúles estaban llenos de cuerdas, mientras que el
laúd se limita, normalmente, a catorce.
En
la segunda estrofa el yo poético abunda en detalles burlescos. Primero afirma
que el poema lo ha compuesto un “cierto amigo mío” (v. 5); parece indicar que
su valor no es muy alto. El contenido es cómico y ridículo: dos hombres se
enfrentan por una mujer de ojos “entreazules” (v. 7). Este color, el azul, es
como un “leit motiv” que recorre todo el poema con mucha gracia. El choque
entre ambos fue tan grotesco como todo lo demás: se asimila a una pelea de
gatos (“gatesco”, el adjetivo en sí es despectivo): ruidosa, ruin y salvaje.
El
yo poético explica con didactismo, también con retranca, en el primer terceto,
con énfasis, que el recitado fue el de un romance, claramente discernible para
todo el mundo. Esto lo expresa con paradojas hiperbolizantes y ridiculizantes:
solo si el oyente era sordo, o el músico era mudo no se podía entender.
Obviamente, ninguna de las dos circunstancias se dieron, ni podían darse, pues
no hubiera habido comunicación viable. El efecto degradante y risible es
inmediato.
En
el último terceto el yo poético promete que el “caballero” (como se le nombra
en el título” entendió muy bien el poema. Envía a un sirviente, un tal don
Bermudo, para avisar “Que vuelvan a cantar aquel soneto” (v. 14). Obviamente,
aquí se declara que no había entendido nada. La ironía es brutal y sangrante, a
la par que divertida. Se trata como una pequeña venganza del yo poético contra
este señor rico y petulante que es un zoquete integral. Incluso le hace hablar,
en estilo directo, para dar más énfasis a la ignorancia supina del caballero.
El
poema es festivo y alegre. Su estructura es perfecta. La ironía subterránea va
recorriendo todo el poema, entre sarcasmos y ridiculizaciones, para declarar lo
zopenco que resulta ese hombre rico y presumido, pero de cortas entendederas.
El conjunto del soneto resulta, simplemente, delicioso.
6) Contextualización
Luis
de Góngora y Argote (Córdoba, 1561 - 1627) es el máximo representante del
culteranismo, corriente estética literaria dentro del Barroco, más o menos
opuesta al conceptismo representado por Quevedo y el clasicismo de Lope de
Vega. Nació en el seno de una familia acomodada cordobesa, formada por
Francisco de Argote y la noble Leonor de Góngora.
Estudió
en la Universidad de Salamanca, donde ya era conocido por su talento poético.
Tomó órdenes menores en 1575 y fue canónigo beneficiado de la catedral
cordobesa (había heredado el puesto de un tío carnal). En la década de 1590
realizó varios viajes por España, al tiempo que componía poesía ya estimada por
muchos.
Durante
una estancia en Valladolid, donde residía la Corte, se enemistó con Quevedo; se
ve que dos genios no son compatibles en el mismo lugar y tiempo. En 1609
regresó a Córdoba y empezó a intensificar la extremosidad expresiva y oscura de
sus versos. Entre 1610 y 1611 escribió la Oda
a la toma de Larache; en 1613 dio a conocer el Polifemo (recrea el asunto mitológico de los amores frustrados del
gigante, con un ojo, Polifemo, por Galatea, que prefiere a Acis). También
distribuyó (sin publicar en la imprenta) en la Corte su poema más ambicioso,
las incompletas Soledades. Al ser un
texto puramente culterano, las opiniones se dividieron de manera
irreconciliable. Unos lo adoraban por sublime y otros lo execraban por
inextricable.
Felipe
III le nombró capellán real en 1617. Vivió en Madrid, con ese cargo
eclesiástico, hasta 1626. Colocó a muchos familiares en la Corte, en lo que
invirtió mucho dinero. Eso, unido a su afición al juego en los tugurios
madrileños, lo dejaron arruinado. En 1627 regresó a Córdoba definitivamente.
Dejó una nutrida lista de seguidores literarios, que lo adoraban. Otros lo
vituperaban, como Quevedo, quien le dedicó un epitafio feroz; lo trata de
ludópata, tabernario, mal sacerdote, etc. El bellísimo y enigmático retrato que
pintó Velázquez lo presenta como un
hombre mayor, como retraído y soberbio. Está enterrado en la mezquita-catedral
de Córdoba.
En
sus poesías se solían distinguir una etapa tradicional y transparente (donde
emplea romances, letrillas, principalmente); dura hasta 1610; ahí es el
“Príncipe de la Luz”. Luego, otra oscura y culterana (donde usa sonetos,
décimas y silvas, entre otras estrofas), a base del uso de la mitología,
cultismos… Ahora es el “Príncipe de las Tinieblas”.
Dámaso
Alonso, el poeta de la Generación del 27, lo estudió lúcidamente y demostró
que, en realidad, se trata de una evolución hacia la intensificación y
adensamiento de rasgos poéticos y compositivos presentes desde el principio.
Sus restos se encuentran en la Mezquita-catedral de Córdoba.
Góngora
no publicó sus obras (un intento suyo en 1623 no fructificó); sin embargo,
circularon ampliamente en copias manuscritas que se coleccionaron y recopilaron
en cancioneros, romanceros y antologías, publicados con su permiso o sin él. El
manuscrito más autorizado es el llamado Manuscrito
Chacón (copiado por Antonio Chacón, Señor de Polvoranca, para el
conde-duque de Olivares, valido del rey Felipe IV). El mismo año de su muerte Juan López Vicuña
publicó ya unas Obras en verso del Homero
español.
Primera etapa, de aprendizaje (hasta 1610):
Góngora compuso numerosos romances, de inspiración literaria, como el de
Angélica y Medoro, de cautivos, de tema pícaro o de tono más personal y lírico,
algunos de ellos de carácter autobiográfico en los que narra sus recuerdos
infantiles, y también numerosas letrillas líricas, satíricas o religiosas y
romances burlescos. La gran mayoría son una constante acumulación de juegos
conceptistas, equívocos, paronomasias, anfibologías, retruécanos, hipérboles y
juegos de palabras típicamente barrocos. Entre ellos se sitúa el largo romance Fábula de Píramo y Tisbe (1618). En
estos poemas suele satirizar tipos sociales y costumbres negativas; algún dardo
también va hacia sus colegas de letras, como Quevedo.
En
la madurez siguió escribiendo poemas sueltos de gran calidad; sonetos de
temática muy variada (de asuntos graves a otros cómicos, burlescos o de
ocasión).
Segunda
etapa, de madurez culterana (1610-1627): aquí compuso los poemas mayores. En la
Fábula de Polifemo y Galatea (1612)
aborda los amores frustrados del gigante Polifemo y Galatea, enamorada de Acis;
Polifemo mata a este con una roca; la madre de Galatea convierte a Acis en un
río de aguas cristalinas. Aquí emplea ya
el estilo culterano, caracterizado por el empleo masivo de simetrías,
transposiciones, metáforas de metáforas o metáforas puras, hipérbaton,
perífrasis, giros latinos, cultismos, alusiones y elusiones de términos,
procurando sugerir más que nombrar, diluyendo la significación.
Las
Soledades quedó inconclusa (solo le
dio tiempo a componer las dos primeras). Se trata de un poema alegórico, en
cuatro secciones; cada una representa una edad de la vida del hombre, en
correspondencia con las cuatro estaciones del año. Escrito en silvas (combinación
de heptasílabos y endecasílabos, con rima a voluntad del poeta), las secciones
eran “Soledad de los campos”, “Soledad de las riberas”, “Soledad de las selvas”
y “Soledad del yermo” (más o menos correspondientes a la niñez, juventud,
adultez y senectud). La fuente principal de inspiración son las Metamorfosis del poeta latino Ovidio.
En
un marco idílico, de naturaleza apacible y risueña, presenta la llegada de un
náufrago a ese lugar; lo recogen y cuidan unos cabreros muy bien dispuestos.
Esta obra provocó mucha controversia en el mundo literario: o la admiraron e
imitaron, o la criticaron ásperamente.
Luis
de Góngora compuso también dos piezas teatrales, Las firmezas de Isabela (1613) y la Comedia venatoria.
7) Interpretación y
valoración
Este
soneto es de naturaleza festiva y alegre; su gracia desborda el contenido.
Cuenta una anécdota trivial, pero llena de humor chispeante, con un poco de
mala leche. Góngora se ríe, vía ridiculización, del típico señor rico, noble e
ignorante. Lo despedaza con sus ironía, hipérboles y alusiones envenenadas
acerca de su sensibilidad y gusto literario o artístico. Todo el soneto (la
forma estrófica elegida por Góngora no es ajena al contenido; es la que piensa
el caballero que se ha utilizado, siendo las antípodas de un romance) transmite
risa, humor y ridiculización. También encierra un mensaje de fondo: muchas
personas agraciadas con bienes materiales son unos perfectos zopencos que no
merecen tanta fortuna.
Y
no solo eso, sino que hacen ostentación de su supuesta educación o agudeza
artística cuando todos sabemos que son de mente roma; es decir, perfectos
zoquetes. La mala leche y la ironía sangrante de Góngora queda más que
justificada.
2. PROPUESTA
DIDÁCTICA
2.1. Comprensión lectora
1)
Resume el poema.
2)
Expresa su tema y sus apartados temáticos.
3)
Estudia la medida de los versos y la rima, indica las estrofas y la composición
estrófica empleada por Góngora.
4)
Explica los recursos estilísticos más interesantes que nos permitan comprender
el poema. Es interesante explicar la ironía de fondo que recorre el poema.
5)
Indica cómo se deja ver el yo lírico y con qué intención. ¿Cómo valora al
caballero?
2.2. Interpretación y
pensamiento analítico
1)
Indica los rasgos propios de la literatura barroca culterana visibles en el
poema.
2)
¿Por qué Góngora hace el juego de palabras entre “laúd” y “baúl”?
3)
Explica el contenido del “cantado”. Al llamar al choque “gatesco”, ¿la acción
queda ennoblecida o degradada?
4)
¿Es un poema serio o cómico, o las dos cosas a la vez? Aporta razones.
2.3. Fomento de la
creatividad
1)
Explica o recrea en un texto creativo, en prosa o en verso, el contenido del
poema. Se trata de recoger y discutir la idea de cómo muchas personas ricas y
vanidosas creen poseer una sensibilidad artística de la que carecen, cayendo en
el ridículo más aparotoso.
2)
Imagina una entrevista de tu clase con Luis de Góngora. ¿Qué preguntas harías?
3)
Redacta un diálogo teatral más o menos fiel al contenido del poema. Tendrá como
personajes al yo lírico y el “caballero”, o poderoso, o ambicioso. Puedes
introducir otros de tu invención.
4)
Prepara una exposición o presentación ante la clase o la comunidad educativa,
con un cartel, o con medios TIC, sobre Luis de Góngora y su tiempo barroco.