06/11/2020

Fomento de la creatividad en la clase de Lengua y Literatura

Ourense (XI-2020) © SVM

 

EL FOMENTO DE LA CREATIVIDAD EN LA CLASE DE LENGUA Y LITERATURA

(Una relectura de Gianni Rodari: Gramática de la fantasía)

Lamentablemente, las clases de lengua castellana y literatura en Secundaria y Bachillerato son, en una buena parte, conceptualistas, gramaticalistas, memorísticas y repetitivas. Lo digo con disgusto porque creo que es un error seguir unos procesos pedagógicos tan obsoletos y, sobre todo, tan poco eficaces. Los profesores estamos demasiado preocupados por impartir todos los contenidos (sobre todo, teóricos) del programa. En general, nos aterra que nuestros alumnos no adquieran los conocimientos conceptuales sobre lengua y literatura. Finalmente, solemos evaluar a través de exámenes y pruebas objetivas de contenido conceptualista donde casi lo único que se demuestra es la capacidad memorística.

En una medida excesivamente elevada, las clases de lengua y literatura son como las que los profesores de hoy recibimos hace décadas.  Si sabemos las clases que nos hubiera gustado recibir, ¿por qué no las ofrecemos a nuestros alumnos? Es tiempo de introducir ciertas innovaciones, sin alharacas ni excesivo ruido, pero con constancia y, sobre todo, con la certeza de que es el camino correcto.

También la LOMCE atiende al cultivo de la creatividad, de modo que no ha sido un elemento descuidado u olvidado. En el artículo 2, en el que se explicitan los fines del sistema educativo español, en su apartado f), se establece que éste debe buscar “El desarrollo de la capacidad de los alumnos para regular su propio aprendizaje, confiar en sus aptitudes y conocimientos, así como para desarrollar la creatividad, la iniciativa personal y el espíritu emprendedor”. La razón que desde el propio sistema se anula toda posibilidad de mejora es falsa.

Lo que todos los profesores pretendemos es que nuestros alumnos puedan comunicarse con corrección, fluidez, coherencia y eficacia, contemplado ello desde el campo de la lengua.Que los alumnos lean, comprendan y disfruten de la literatura, desde la otra parcela. Pero si dedicamos muchas  clases al análisis sintáctico y morfológico, por ejemplo, no es posible avanzar en el  camino de la comunicación eficaz. Si empleamos mucho tiempo a presentar las obras, los autores, los movimientos culturales, etc., se lo estamos quitando a la lectura, a la escritura y al comentario oral y escrito. Mi opinión es que dilapidamos mucho tiempo y esfuerzo en asuntos de poca relevancia pedagógica. Y es aquí donde entra la creatividad como una poderosa herramienta de aprendizaje y disfrute en la clase de lengua.

El fomento de la creatividad es un asunto capital en todo sistema educativo que se precie. Las buenas y sólidas culturas fomentan la creatividad para innovar y fortalecer la red social y cultural compartida por los ciudadanos, recordaba Torrente Ballester en uno de sus luminosos ensayos.La sociedad sin creatividad está abocada al fracaso más pronto que tarde. A los profesores de lengua y literatura nos corresponde, desde nuestro campo, fomentar y experimentar con la creatividad lingüística y literaria.

Tenemos la herramienta: la lengua; tenemos el camino señalado con los hitos de nuestros grandes escritores: la literatura. No hace falta más, ni romperse la cabeza con programaciones casi siempre inútiles, ni aprender nuevas herramientas (TIC, o cualesquiera que sean) para practicar asuntos de dudosa consistencia educativa. La mayor parte de nuestros alumnos están demandando una oportunidad para escribir o hablar de lo que inventan, imaginan, crean o fantasean. Les gusta explorar el sendero de la imaginación a través de la palabra. Démosles la oportunidad, en vez de cercenar su ímpetu creativo.

Leer y escribir, escuchar y contar historias reales, verosímiles o fantásticas es una excelente herramienta para el desarrollo intelectual e integral de los jóvenes. Con ello, aprenden a enfrentarse a situaciones problemáticas, a buscar soluciones a escollos peliagudos, a desarrollar la empatía, a practicar valores cívicos de gran valía (respeto a otras opiniones, relativización de las propias, etc.).

Desde una perspectiva puramente concreta y práctica, conviene señalar que, como les gusta lo que hacen, los chicos están más atentos, tranquilos y satisfechos con lo que hacen en el centro escolar. Me gustaría avanzar algunas propuestas y consejos para practicar en clase:

  1. La práctica de la escritura creativa es válida para todos los cursos y grupos, independientemente de sus características. Cualquier alumno puede tomar un papel y un bolígrafo (o contar oralmente) y practicar su “gramática de la fantasía”. No hace falta sino poner en marcha la imaginación.
  2. A propósito de ciertos textos o libros objeto de lectura en clase, el alumno puede practicar, imitando libremente, el modelo leído: desde una fábula de Samaniego a un capítulo del Lazarillo, son opciones válidas.
  3. Las piezas de teatro son especialmente productivas. Si se lee una obra de teatro infantil o juvenil, pueden componer una pieza del mismo tenor. La lectura dramatizada en clase es un ejercicio, simplemente, maravilloso y de gran eficacia pedagógica.
  4. El profesor ha de regirse por los principios de libertad, flexibilidad e incentivación de la imaginación del alumno. Las rigideces (formales, temáticas, etc.) entorpecen el vuelo imaginativo.
  5. Se debe trabajar con realismo, sencillez e ilusión. Ya sabemos que no van a escribir una Antígona, ni un Campos de Castilla. Sin embargo, a su manera, crean cosas humildemente maravillosas, dignas y encomiables.
  6. Desde principio de curso, a través de un cronograma claro y preciso, los alumnos han de saber lo que se espera de ellos en el cultivo de su creatividad literaria o lingüística. No vale la repentización de un día para otro; necesitan tiempo, reposo, maduración de ideas; simplemente, como siempre se hizo en la literatura.
  7. Se debe valorar cuidadosamente su peso en la nota. Debe ser lo suficiente para animar a toda la clase. Si no tiene repercusión en la nota, un grupo remoloneará, y con razón. Quien se esfuerza en algo, es justo que obtenga su recompensa.
  8. La variedadtemática, estilística y tipológica garantiza el interés y la productividad pedagógica. Repetir el mismo ejercicio es pesado para ellos y para el profesor.
  9. Encaja perfectamente en el currículo actual, mucho más ambicioso y acertado de lo se podría creer desde fuera. Necesita una lectura reposada, y se verá que ofrece amplias posibilidades pedagógicas.
  10. La satisfacción emocional que proporciona a los alumnos es enorme. Se sienten felices al verse capaces de crear mundos, imaginar personajes, enfrentarse a un tema que deben exponer o argumentar con convicción, etc. Aunque sólo fuera por este aspecto, deberíamos cultivar esta práctica docente.
  11. La creación de un archivo o portafolio de creatividad es importante porque ordena el material, permite un seguimiento diacrónico y facilita el acceso a toda la producción en un momento dado.

Me gustaría finalizar este ensayo con unas palabras de Rodari extraídas  del libro citado (p. 12):

Confío en que el librito sea también útil para quien cree en la necesidad de que la imaginación tenga su puesto en la enseñanza; para quienes tienen fe en la creatividad infantil; para quien sabe qué virtud liberadora puede tener la palabra. “Todos los usos de la palabra para todos”, me parece un lema bueno y con agradable sonido democrático. No para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo.

Estas maravillosas y profundas palabras de Rodari nos deben servir de inspiración para ser mejores profesores, que, en una buena parte, consiste en escuchar a nuestros alumnos y facilitarles el uso reconfortante de la palabra creativa, de la invención literaria.

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