14/11/2020

Juan Meléndez Valdés: "De la primavera"; análisis y propuesta didáctica

 

Nigrán (VIII-2020) © SVM

JUAN MELÉNDEZ VALDÉS - “De la primavera”


De la primavera


[1] La blanda primavera          1

derramando aparece

sus tesoros y galas

por prados y vergeles.


[2] Despejado ya el cielo        5

de nubes inclementes,

con luz cándida y pura

ríe a la tierra alegre.


[3] El alba de azucenas

y de rosa las sienes               10

se presenta ceñidas,

sin que el cierzo las hiele.


[4] De esplendores más rico

descuella por oriente

en triunfo el sol y a darle        15

la vida al mundo vuelve.


[5] Medrosos de sus rayos

los vientos enmudecen,

y el vago cefirillo

bullendo les sucede,              20


[6] el céfiro, de aromas

empapado, que mueven

en la nariz y el seno

mil llamas y deleites.             


[7] Con su aliento en la sierra 25

derretidas las nieves,

en sonoros arroyos

salpicando descienden.


[8] De hoja el árbol se viste,   

las laderas de verde,              30

y en las vegas de flores

ves un rico tapete.          


[9] Revolantes las aves

por el aura enloquecen,         

regalando el oído                    35

con sus dulces motetes;


[10] y en los tiros sabrosos

con que el Ciego las hiere

suspirando delicias,               

por el bosque se pierden,       40


[11] mientras que en la pradera

dóciles a sus leyes

pastores y zagalas

festivas danzas tejen         


[12] y los tiernos cantares 45   

y requiebros ardientes

y miradas y juegos

más y más los encienden.


[13] Y nosotros, amigos,    

cuando todos los seres      50

de tan rígido invierno

desquitarse parecen,


[14] ¿en silencio y en ocio

dejaremos perderse          

estos días que el tiempo     55 

liberal nos concede?


[15] Una vez que en sus alas

el fugaz se los lleve,

¿podrá nadie arrancarlos    

de la nada en que mueren?  60


[16] Un instante, una sombra

que al mirar desaparece,

nuestra mísera vida

para el júbilo tiene.              


[17] Ea, pues, a las copas,  65

y en un grato banquete

celebremos la vuelta

del abril floreciente.







1. ANÁLISIS


1. Resumen

Juan Meléndez Valdés, conocido también por el seudónimo de Batilo, (Ribera del Fresno, Badajoz, 1755 - Montpellier, Francia, 1817) es un un excelente poeta de la España neoclásica. Sus poemas, de corte anacreóntico, describen una naturaleza atractiva y armoniosa y anima al discreto goce de los placeres naturales.

El poema que ahora nos disponemos a analizar. En la primera estrofa, la primavera, personificada, aparece regalando bienestar y placer. La segunda estrofa describe el cielo azul y limpio, agradable de ver. La tercera estrofa se fija en las flores, las azucenas y las rosas, hermosas de ver, sin miedo a que el viento frío del norte las hiele. La cuarta estrofa describe el sol y los días largos, alegrando a las personas. La quinta estrofa insiste en que el frío viento se retira y, a cambio, una suave brisa lo reemplaza. En la sexta estrofa se presenta el céfiro (viento suave del sur, o del oeste) como portador de aromas placenteros y agradables. Los arroyos, cargados de agua por el deshielo, descienden alegres por las laderas, pinta en en séptima estrofa. En la octava se fija el sujeto lírico en los colores del campo: el verde predomina, por el color de las hojas y de las hierbas. La novena estrofa se fija en el canto de las aves, alegre y risueño, llenándolo todo. La décima estrofa parece referirse a los cantos de amor (Ciego parece aludir a Cupido, el ser mitológico que propicia el amor; se representa con los ojos vendados). En la undécima estrofa aparecen los humanos por primera vez; los pastores se divierten con cantos y bailes, festejando la llegada del buen tiempo. La duodécima estrofa narra el nacimiento y crecimiento de pasiones amorosas entre los pastores. Las estrofas número trece y catorce forman una sola unidad sintáctica y semántica; apela a sus amigos, para que aprovechen y celebren la llegada de la primavera. La décimo quinta estrofa advierte que lo que el tiempo se lleva, nunca volverá, pues todo está destinado a perecer. La décimo sexta estrofa advierte que la vida es breve, y conviene celebrar, aunque sea efímero, el momento de la alegría. La décimo séptima y última estrofa apostrofa a sus amigos para que celebren con un banquete la llegada de la primavera.

2. Tema

El tema del poema es la celebración de la llegada de la primavera. También se desarrollan otros subtemas, como son: el buen tiempo aumenta la alegría y la felicidad; y, finalmente el exhorto a los amigos del sujeto lírico para que celebren con regocijo la llegada de la primavera.

3. Apartados temáticos

El poema presenta una estructura tripartita bien reconocible. Tenemos:

-Las doce primeras estrofas (vv. 1-48) forman un primer apartado. Posee un tono descriptivo; pinta con palabras los distintos aspectos y sensaciones placenteros que trae la naturaleza (cromáticas, táctiles, olfativas y auditivas).

-Las estrofas 13-16 (vv. 49-64) constituye el segundo apartado temático. Exhorta a los amigos a celebrar placenteramente la llegada de la primavera porque se irá, como se va todo, y finalizará, como sus mismas vidas, en la muerte. 

- La décimo séptima estrofa (vv. 65-68) conforma el último apartado. Posee un claro tono conclusivo. Reitera la invitación a los amigos para celebrar con un banquete, y lo que implica de fiesta y regocijo, la llegada de la primavera.

4. Aspectos métricos y de rima

Este poema está compuesto por sesenta y ocho versos agrupados en diecisiete estrofas de cuatro versos cada una. Los versos son heptasílabos (siete sílabas; arte menor, por tanto). La rima asonante en é-e entre los versos pares (coinciden solo las vocales desde la última vocal tónica de la última palabra de cada verso) queda establecida así: -a-a. Meléndez Valdés ha empleado el romancillo como estrofa de su composición. Se trata de una variante del romance (en este, los versos son octosílabos y se agrupan en tiradas o series de extensión indeterminada, a voluntad del poeta). Es una estrofa popular, propia de la poesía folclórica, de origen anónimo, colectivo y oral, cuyo origen se hunde en el final de la Edad Media. Meléndez Valdés agrupa los versos en estrofas de cuatro versos (recordando levemente a la redondilla o a la cuarteta), lo que sirve para crear una cadencia suave y melodiosa.

5. Comentario estilístico

El poema posee un tono descriptivo y exhortativo muy importante. El yo lírico pinta con palabras cómo es la llegada de la primavera. Todo es positivo, alegre, placentero a los sentidos. El poema se abre con una sinestesia que anuncia esas sensaciones: “blanda primavera” (v. 1); inmediatamente se personifica esa estación a través del verbo “derramando aparece” (v. 2); las dos bimembraciones y el paralelismo consiguiente en los versos 3 y 4 refuerzan la idea de bienestar: “tesoros y galas”, “prados y vergeles”. El sujeto lírico crea un marco físico y otro mental donde se desarrolla su percepción de la naturaleza. Los hipérbaton y encabalgamientos, constantes en todo el poema, contribuyen poderosamente a la creación de una melodía de fondo que recorre el poema; como una música suave y cadenciosa que se crea en la propia lectura.

En la segunda estrofa se destaca la percepción visual: la primavera trae luz y el cielo está “despejado” (v. 5). En esta estrofa los adjetivos, epítetos en su mayor parte, crean una sensación de bienestar. La luz es “cándida y pura” (v. 7), la tierra es “alegre” (v. 8), frente a las nubes “inclementes” (v. 6); se crea así una antítesis que realza el bienestar primaveral.

La tercera estrofa es de naturaleza cromática y floral. Las “azucenas” y la “rosa” imponen su presencia alegre, sin peligro de que el viento frío del norte las hiele, pues este ha desaparecido. El amanecer primaveral es tan hermoso como el de una persona con su cabeza ceñida por una corona de flores.

La cuarta estrofa se dedica al sol. Se narra su llegada como algo positivo. Su venida es un “triunfo” (v. 15), metáfora de la victoria primaveral. El astro revivifica al mundo, como si fuera un dios lleno de “esplendores” (v. 13), metáfora de lo vivificante. Obsérvese la metonimia por la que la primavera entera se identifica con un amanecer de un solo día.

La quinta estrofa describe las percepciones acústicas y táctiles del viento. Personificado (“los vientos enmudecen”), el viento frío se retira y, a cambio, un “cefirillo”, el viento cálido del sur, lo sustituye. También se personifica este a través del gerundio “bullendo” (v. 20), significando que traen vida.

La sexta estrofa, toda ella formada por una oración, se dedica a ese viento benéfico. Trae aromas suaves y remueve los deseos y pasiones de las personas (aludidos metafóricamente a través de “llamas y deleites”). Otra vez las bimembraciones y el paralelismo (“nariz y seno”, “llamas y deleites”, vv. 23 y 24) aportan una musicalidad suave y agradable. Notemos que ahora han surgido reacciones humanas; hasta ahora solo eran descripciones del mundo natural.

En la séptima estrofa se vuelve al marco natural: se describen los “sonoros arroyos” (v. 27), cargados de agua por el deshielo. Tenemos una percepción auditiva y otra visual, formando un efecto sinestésico de una sensación agradable. Las personificaciones de “sierra” y “arroyos” potencian la significación de armonía natural.

En la octava estrofa predominan las percepciones cromáticas, en concreto el color “verde” (v. 30), aplicado a tres elementos naturales: los árboles, las laderas y las vegas cubiertas de flores. El marco natural, ahora, visto en un plano más vertical, es placentero y bello. Nótese como el sujeto lírico se dirige a un lector implícito, a través del verbo es segunda persona “ves” (v. 32); este se ve incluido en la percepción de la naturaleza y, de algún modo, participa de su belleza. Ese color verde se potencia con la metáfora “rico tapete” (v. 32) referido a la capa vegetal de la tierra. 

La novena estrofa se concentra en las percepciones auditivas, todas alegres, pues estas son los cantos de las aves; entonan verdaderas canciones sentimentales y espirituales, a las que se alude a través de la metáfora personificada “dulces motetes” (v. 36); un motete es una breve composición musical de carácter religioso en torno a alguna palabra de la Eucaristía. El efecto benéfico se expresa con el verbo “regalando” (v. 35); la persona se calma escuchando esta música. Nótese también la abundancia de verbos y perífrasis verbales, en esta primera sección del poema, en gerundio; crean una sensación de alargamiento de la acción, como si se estirara en el tiempo. La sinestesia generada en “dulces motetes” incrementa la atmósfera de felicidad.

La décima estrofa advierte de la presencia del amor; se alude a él a través del “Ciego” (creemos que se refiere al dios Cupido), que lanza “tiros sabrosos” (v. 37) con su arco para herir de amor a las aves del campo. La paradoja de la expresión anterior potencia la significación de la alegría indescriptible traída por la primavera.

La undécima estrofa es continuación de la anterior (sintácticamente, forman una única oración, junto con la duodécima). Ahora aparecen personajes humanos: “pastores y zagalas” (v. 43) celebran con “danzas” (v. 44) la llegada de la primavera. El sujeto lírico se ha fijado en individuos sencillos y de vida campestre, metáfora de la simplicidad natural. “Dóciles a sus leyes” (v. 42) advierte que la reacción festiva de los pastores es algo inevitable, pues la primavera lo exige así.

La duodécima estrofa alude al nacimiento del amor y de las pasiones, que crecen como un fuego (al que se alude a través de la metáfora “los encienden”, v. 48) en las personas. Es muy llamativo el polisíndeton de esta estrofa (se repite cinco veces la conjunción “y), al menos una vez cada verso. Refuerza la significación de lo impetuoso e imparable del efecto sentimental que trae la primavera. La repetición “más y más” (v. 48) no hace sino insistir en ese tema; lo mismo que ocurre con las sinestesia “tiernos cantares” (v. 45) referida a la música que incrementa el amor.

En la décimo tercera estrofa el sujeto lírico se dirige a sus amigos, en un tono conversacional, intimista y amistoso (justo lo que hicieron los poetas de la Generación del 50, en España, tras la guerra civil; Meléndez Valdés se adelantó un siglo y medio; en las artes, no hay nada nuevo bajo el sol). La estrofa entera es la primera parte de la oración que llama a celebrar con regocijo la llegada de la primavera, que nos libra del “rígido invierno” (v. 51). La antítesis intensifica el valor de aquella frente a este.

La décimo cuarta estrofa, segunda parte de la oración, se resuelve en una interrogación retórica interpelando a los amigos para que ellos también celebren el advenimiento primaveral, pues, de lo contrario, esos días se perderán. Nótese la personificación de los días y el tono reflexivo y existencial que ahora se añade al poema.

La elipsis de “días” en la décimo quinta estrofa ya advierte de que pronto desaparecerán. El tiempo vuela (se expresa a través de la metáfora “en sus alas / el fugaz se los lleve”, vv. 56-57) y no hay modo de volver atrás. La terrible metáfora, muy sombría, “la nada en que mueren”, referidos a los días, advierte que la muerte es el destino final de todo y de todos. La interrogación retórica de los dos últimos versos es una afirmación enfática del siniestro panorama.

La décimo sexta estrofa intensifica este mensaje. Es una oración enunciativa de sentido metafísico. La “mísera vida” (v. 63) del hombre ha de entretenerse con estos instantes muy breves y fugaces, como advierte la metáfora de “sombra” (v. 61) aplicada a esos momentos. Se trata de un razonamiento que refuerza la idea de la brevedad de la vida.

La décimo séptima y última estrofa muestra una naturaleza exhortativa, casi imperativa. Se abre con una interjección, “Ea” (v. 65), para animar a los amigos a la conmemoración, todos juntos, como expresa el verbo en primera persona del plural (“celebremos”, v. 67). La metonimia de “a las copas” significa que es el momento de entregarse al placer y al gusto más sensorial, para compensar el invierno y la muerte. El “abril floreciente”, verso final del poema, es metáfora y metonimia en sí mismo de la alegría, la felicidad y la esperanza; ha venido, será breve, pero alegrémonos con él, pues todo es demasiado breve en esta vida.

Como hemos podido ver, el poema posee un tono exaltatorio de la primavera, pero también contiene una reflexión sobre la vida humana, de tintes sombríos y lúgubres. Precisamente porque la vida es breve, gocemos de los breves ratos de felicidad y alegría entregándonos a los discretos placeres a nuestro alcance. El poema posee un tono de contención y sencillez, como queriendo acompasar la expresión al contenido. Sin embargo, en el fondo, bien visto, descubrimos un ejercicio poético de sencillez elaboradísima que busca transmitir un exhorto en un sentimiento de melancolía, celebrando la amistad y la primavera.

6. Contextualización

Como ya afirmamos, Juan Meléndez Valdés, conocido también por el seudónimo de Batilo, (Ribera del Fresno, Badajoz, 1755 - Montpellier, Francia, 1817) es un un excelente poeta de la España neoclásica. Su formación humanista y jurídica en la Universidad de Salamanca (donde formó tertulia amistosa y literaria con Cadalso, Quintana e Iglesias, todos ellos preclaros escritores neoclásicos) le permitió ocupar puestos de juez y otras instancias políticas y dedicarse a la poesía, su verdadera vocación, para la que poseía un enorme talento.

Alcanzó gran prestigio en vida, sobre todo a raíz de la publicación de Batilo y de sus Poesías por el prestigioso e influyente impresor madrileño Joaquín de Ibarra, en 1785. Sus ideas de progreso, justicia y racionalidad lo llevaron a colaborar con el gobierno francés de José Bonaparte. Cuando este cayó en 1813 y hubo de huir a su país de origen precipitadamente, Francia, tratando de robar un inmenso patrimonio artístico español, Meléndez Valdés y otros muchos “afrancesados” también abandonaron España. De ahí su muerte en Francia, aunque sus restos volvieron a España con posterioridad. Sus Discursos forenses (1821) alcanzaron notoriedad. Sin embargo, su Oda a José Bonaparte (1810-1811) no hizo sino propagar su imagen de “afrancesado” y traidor a la patria, lo que no es del todo justo. 

7. Interpretación y valoración

Este hermoso y equilibrado poema transmite asuntos aparentemente sencillos, pero bien hondos si los examinamos con cierto detenimiento. Parece que todo se resuelve en una loa a la primavera, pero lo que descubrimos es una reflexión melancólica sobre la vida humana, un canto a la amistad y una invitación a vivir los momentos felices con la mayor intensidad posible, pues todo es breve y efímero.

La belleza de la primavera es captada con muchos matices sensitivos, pues el sujeto lírico aplica una mirada intensa y atenta. Descubre armonía en la naturaleza, belleza en sus componentes naturales (un arroyo, los árboles, las aves, el suave viento, algún aroma, etc.) y una llamada al disfrute de la existencia, pues todo es demasiado breve. En este sentido, el poema es una alegoría de los instantes de felicidad, que debemos disfrutar; la primavera son esos pequeños instantes que no debemos dejar escapar.

El poema es transparente, equilibrado y proporcionado. El fondo y la forma sintonizan a la perfección. Esta composición es anacreóntica, pues canta a la alegría y al hedonismo, al disfrute de la vida, que no siempre es fácil.


2. PROPUESTA DIDÁCTICA

(Las siguientes actividades se pueden realizar de modo individual o en grupo; de manera oral o escrita; en clase o en casa; utilizando medios tradicionales o recursos TIC, según las circunstancias lo aconsejen).

2.1. Comprensión lectora 

1) Resume el poema (100 palabras, aproximadamente). 

2) Señala su tema principal y los secundarios. 

3) Delimita los apartados temáticos, atendiendo a las modulaciones de sentido. 

4) Analiza los aspectos métricos y de rima; deduce la estrofa empleada. 

5) ¿Qué tono tiene el poema: positivo, optimista, esperanzado, o todo lo contrario? 

6) Señala las imágenes más importantes que jalonan el poema, sobre todo referidas a las percepciones sensoriales de la primavera, y cómo impactan en el poeta y, después, en el lector. 

7) Localiza y explica una docena de recursos estilísticos y cómo crean significado. 


2.2. Interpretación y pensamiento analítico 

1) ¿Qué significa la primavera para el sujeto lírico? 

2) El poeta, ¿qué sentimientos existenciales y espirituales muestra? 

3) Localiza las imágenes naturales con las que se explica la belleza primaveral. ¿Qué sensación aportan? 

4) ¿Cómo se aprecia en el texto la importancia de los amigos? ¿Ejerce una influencia positiva o negativa?

5) ¿Cuáles son los componentes del mundo natural reseñados en el poema? ¿Es una imagen realista y objetiva? 

6) Observa detenidamente la última estrofa. ¿Qué palabra incita a la celebración hedonista? “Copa” y “abril floreciente, a qué se refieren? ¿Se puede decir que sintetizan el sentido del poema? 

2.3. Fomento de la creatividad

1) Elabora un poema o texto en prosa que exprese el estado interior de una persona, real o imaginaria a través de la contemplación de un paisaje, un fenómeno atmosférico o elemento natural concreto. Puedes imprimir un sentido intimista, como ha realizado Meléndez Valdés.

2) Imagina y transcribe una conversación o plática entre la clase y el poeta Juan Meléndez Valdés a propósito de su poema y de su vida. 

3) Realiza una exposición sobre Juan Meléndez Valdés, su poesía y su tiempo, para ser presentada ante la clase o la comunidad escolar, con ayuda de medios TIC o pósteres, fotografías, pequeña exposición bibliográfica, etc. 

4) Aporta o crea imágenes que sirvan para expresar un estado espiritual, anímico o existencial a través de una contemplación (por ejemplo: el mar, un árbol, un paisaje, el sol, etc.); serán reflejo de un sentimiento especialmente relevante para ti, siguiendo el ejemplo de Meléndez Valdés.

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