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RUBÉN DARÍO: “LO FATAL” (DE CANTOS
DE VIDA Y ESPERANZA, 1905)
“Lo fatal”
Dichoso el
árbol, que es apenas sensitivo, 1
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto, 5
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos, 10
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
- ANÁLISIS
- Resumen
El poema “Lo fatal” procede del libro Cantos de vida y esperanza (1905), de marcado tono pesimista, casi angustioso, se resuelve en una reflexión sobre el origen y destino del hombre. El enunciador poético primero alaba y envidia al árbol porque apenas puede sentir su muerte; ese último sentimiento es más intenso aplicado a la piedra, ser inerte que no puede sentir, de modo que no puede sentir el dolor y la pesadumbre de la vida pensada. La falta de certezas sobre la vida humana y la obligación de vivir producen al enunciador “terror”, a lo que se añade la única certeza: la muerte más bien temprana. En el camino, queda mucho sufrimiento, provocado por los temores existenciales, por la renuncia a los placeres y, en fin, por la inexorabilidad de la muerte. Se cierra el poema con un lamento amargo por la ignorancia que envuelve la existencia humana.
- Tema
El tema del poema se puede enunciar así: Lamento reflexivo sobre la incertidumbre de la vida humana, cuyo único y terrible horizonte es la muerte. También se puede enunciar de otro modo: Visión amarga y angustiosa sobre los sufrimientos de la vida y la angustia ante la muerte.
- Apartados temáticos
El poema
presenta tres apartados temáticos o secciones de contenido:
-Un primer
apartado, que coincide con la primera estrofa, muestra el dolor y la pesadumbre
por el hecho de vivir y de morir, de ahí que se envidie la suerte del árbol o
de la piedra.
-Un segundo
apartado, que toma la segunda y tercera estrofa (de hecho, forman una única
unidad sintáctica) se dedica a desarrollar la idea expuesta en la primera
parte. El hombre vive a ciegas, extraviado, con la única certeza de la muerte
angustiosa y la renuncia a los placeres mundanos.
-El tercer apartado, la última estrofa, es un epifonema en sí mismo. Se lamenta exaltadamente, valga la contradicción, el desconocimiento de nuestro origen y de nuestro fin.
- Aspectos métricos, de rima y estrofa
La estructura métrica del poema es muy original, lo que está en consonancia con la renovación formal que Darío aportó a la poesía en español. El poema está compuesto por trece versos distribuidos en cuatro estrofas. Las dos primeras son dos serventesios en alejandrinos o tetradecasílabos (ABAB). La tercera estrofa constituye un terceto en alejandrinos (CDC). La última estrofa está formada por dos versos, de nueve y siete sílabas, respectivamente; repiten la rima del cuarteto de modo consecutivo (Cd). El conjunto del poema no forma una composición estrófica clásica, aunque recuerda lejanamente al soneto. El empleo del verso alejandrino es muy común en el poeta nicaragüense; de hecho, lo rescató del olvido y lo renovó sustancialmente al incorporarle efectos rítmicos con la distribución de los acentos al modo de la poesía latina.
- Análisis estilístico
El poema
desprende una musicalidad bien perceptible en la lectura, gracias a una muy
meditada distribución de los acentos en las palabras. La primera estrofa
contiene una comparación implícita, no desarrollada del todo, entre el ser
humano, el mundo vegetal y el mineral. El yo poético envidia la suerte del
árbol y de la piedra porque no son conscientes del hecho de estar vivo, y no
sufren porque apenas sienten, en el caso del árbol, o no lo hacen en absoluto,
en el caso de la piedra. Los adjetivos epítetos poseen una extraordinaria
fuerza significativa. A la piedra se la califica de “dura” (v. 2), y a vida de
“consciente” (v. 4). La repetición de “dolor” en el mismo verso (v. 4) connota
muy bien el campo semántico abordado: el sufrimiento inherente e inevitable del
ser que se sabe vivo. El hipérbaton que forman los dos primeros versos aporta
una potente y fresca expresividad.
En la segunda y
tercera estrofas aparece un recurso muy destacado: el polisíndeton; la
conjunción “y” se repite doce veces, uniendo sintagmas y oraciones en un continuum de ideas, sensaciones, miedos
y aprensiones que impactan vivamente en el lector. De nuevo la repetición de
“ser” en el verso 5 insiste en el núcleo semántico del poema: la existencia, de
por sí incierta, es enigmática y angustiosa. El uso de cuatro infinitivos en
los versos 5 y 6 transmiten muy bien la idea de atemporalidad indefinida,
incierta, sin acotación previa ni posterior. También lo expresa certeramente la
metáfora “ser sin rumbo cierto” (v. 5): la vida se equipara con un barco que
navega por el inmenso océano desconociendo su destino. La suspensión contenida
en “y un futuro terror...” (v. 6) enfatiza la angustia del yo poético, temeroso
del porvenir elidido, es decir, la muerte inevitable. Es lo que declara,
justamente, la expresión “Y el espanto seguro de estar mañana muerto” (v. 7).
El adjetivo “seguro” añade tintes de dramatismo; además, “mañana”, empleado de
forma metonímica, refuerza la idea de que la muerte no es nada lejana, sino
todo lo contrario.
El último verso
de la segunda estrofa introduce un nuevo elemento de pesimismo existencial: el
sufrimiento. El enunciado en infinitivo aporta una atemporalidad inquietante y
como desalentadora. El yo poético enumera, creando una sensación de agobio, las
causas del sufrimiento: la vida, la sombra (metáfora de lo inaprensible, acaso
de la propia muerte), la ignorancia de nuestro futuro (expresado a través de la
perífrasis hermosa “lo que no conocemos y apenas sospechamos”, v. 9), los
placeres terrenales (a los que se alude a través de una metáfora con sentido
religioso: “y la carne que tienta con sus frescos racimos”, v. 10) y,
finalmente, la muerte (evocada por medio de una metonimia: “y la tumba que
aguarda con sus fúnebres ramos”, v. 11). El matiz final de “fúnebres ramos”
aporta una nota irónica, casi cínica y sarcástica; lo único bello vendrá
después de estar muerto. El lector se siente tan abrumado como el yo poético al
enterarse de los motivos de sufrimiento que nos aguarda.
Se cierra el
poema con un epifonema muy bello, que encierra, por supuesto, un sentimiento de
angustia y desesperación. En sí mismo, es una ironía intensa, pues el epifonema
posee una significación negativa que excluye todo pensamiento positivo u
optimista. Dentro de él también se observa una antítesis doble (vamos / venimos; a dónde / de dónde), cuyo sentido
de amargura angustiada se refuerza con la suspensión final, clara metáfora en
sí misma de la incertidumbre del destino del hombre.
Es muy
interesante comprobar que los verbos en las dos primeras estrofas aparecen en
infinitivo o en tercera persona: es la expresión de la impersonalidad, o de la
indefinición del sujeto. Sin embargo, en la tercera y cuarta estrofas, los
verbos se conjugan en primera persona del plural: el poeta forma una comunidad
de destino con los lectores; a todos nos aguarda el mismo fin incierto y
angustioso.
Como se ha podido comprobar, la alta riqueza retórica del poema contribuye poderosamente a expresar con dramatismo y viveza los sentimientos y aprensiones del yo poético sobre la vida humana.
- Contextualización
Rubén Darío
(Metapa, hoy rebautizada como Ciudad Darío en honor del poeta, Nicaragua, 1867
- León, Nicaragua, 1916) es el máximo representante del movimiento literario y
artístico conocido como Modernismo; se desarrolló en el mundo hispano entre
1890 y 1920, aproximadamente. En concreto, la publicación de su libro Azul... (1888) en Valparaíso, Chile, se
considera el nacimiento o irrupción de tal corriente en las letras españolas.
Supuso una renovación interesante del lenguaje poético (métrica, léxico, modos
de expresión, etc.) y una aportación importante de temas y símbolos poéticos.
Recordemos que la poesía previa de 1860 y décadas posteriores, fuera de los
tardorrománticos, era de corte realista, ceñida a asuntos cotidianos, digamos
que vulgares, expresada con un lenguaje corriente en formas clásicas que
sonaban muy repetidas; Campoamor, Núñez de Arce, etc.
La propia
poesía de Rubén Darío evolucionó desde un estilo más aparatoso y deslumbrante,
a tono con temas más intrascendentes, a otro más denso y sobrio, en
correspondencia con una poesía de contenido más intimista, existencial, cívico
y de tono grave. Muy influido por la poesía francesa, sobre todo la simbolista
encarnada en Paul Verlaine, poeta que Darío veneraba, el poeta nicaragüense
impulsó los aspectos musicales de la poesía, la importancia de lo sensitivo, el
cromatismo, la creación de imágenes con una correspondencia natural muchas
veces oculta, etc.
Rubén Darío
rescató del olvido metros y léxico antiguos que habían sido arrumbados, como el
verso alejandrino y el lenguaje más sofisticado y culto de ámbito poético. La
importancia que concede al ritmo, creando poemas con la distribución acentual
del latín adaptada al castellano (en base al pie yámbico y trocaico), es una
aportación de enorme importancia.
El poema que estamos analizando, “Lo fatal”, procede de Cantos de vida y esperanza (1905); por ello, pertenece a una fase de su producción más meditada, reflexiva y existencialista; es un paso adelante en una poesía más densa en fondo y forma, dejando atrás las piruetas verbales y los temas agradables, pero intrascendentes previos (faunos, princesas, damas, jardines versallescos, jugueteos amorosos...). Darío contaba con 38 años en el momento de su publicación, pero parecería que es una persona ya metida en años, a juzgar por el tono filosófico, pesimista y grave que lo envuelve.
- Interpretación
“Lo fatal” es
un poema muy hermoso e incitador a la reflexión grave sobre el sentido de la
vida del hombre. Las originales y bellas comparaciones iniciales sobre la
situación del hombre, con el árbol y la piedra, abren la puerta a una lectura
atenta que podría parecer risueña. Ahora bien, apenas continuamos con la
lectura se nos presenta un contenido sombrío e inquietante. El ser humano
carece de certezas que le ayuden a darle un sentido pleno y seguro a su
existencia; esto lo llena de zozobra y angustia no fácilmente superables.
El poema
comienza con un tono general e indefinido, pero en la segunda parte, “nosotros”
es el sujeto de las oraciones, de modo que el yo poético nos involucra en la
acción significada. Es muy llamativo el polisíndeton, que provoca un efecto de
acumulación abrumadora. Como si el conjunto de calamidades que envuelven al
hombre subiera tan alto como una montaña.
Darío utiliza un lenguaje natural, llano y muy expresivo. “Árbol”, “piedra”, “ramos”, etc. aluden a realidades cotidianas, que inmediatamente se ven transcendidas a una categoría simbólica. También es interesante señalar que estos objetos concretos y cotidianos alternan con otros abstractos, ideales o mentales, como “dolor”, “espanto”, “vida”, etc. Esta mezcla produce un sorprendente y vivo efecto lector, pues se abordan temas hondos con palabras cotidianas: lo concreto y lo abstracto se alían para presentarnos asuntos serios e inquietantes con una perspectiva cotidiana, casi coloquial. Es un hallazgo de la poesía del poeta nicaragüense que la hace imperecedera.
- Valoración
En apenas trece
versos, Rubén Darío nos invita a una reflexión amarga sobre la vida del hombre
y a una valoración pesimista sobre las posibilidades de la existencia. Las
imágenes de objetos naturales, los magníficos efectos producidos a través de
recursos acumulativos o de elisión y alusión crean un efecto lector realmente
sorprendente.
El poema es
claro, transparente y llamativo porque combina lo abstracto con lo concreto, la
generalización con la concreción, la reflexión con la impulsividad innata al
ser humano, etc. Estos contrastes chocantes enriquecen la lectura y permiten
una interpretación más libre y espontánea del contenido. Es decir, envuelve al
lector silenciosa pero eficazmente. Al finalizar la lectura, no queda más
opción que asentir con lo expresado por el yo poético.
El efecto
musical del poema es un valor muy positivo y destacado. Aporta una belleza
fónica que envuelve al contenido en su conjunto. Unido a la adjetivación
sensitiva, cromática y sinestésica, hacen del poema una verdadera joya de la
literatura en español.
- PROPUESTA DIDÁCTICA
(Estas actividades se pueden desarrollar y
realizar de modo oral o escrito, en el aula o en casa, de modo individual o en
grupo. Algunas de ellas, sobre todo las creativas, requieren material o
herramientas complementarias, como las TIC).
2.1. Comprensión lectora
1) Resume el
poema (aproximadamente, 100 palabras).
2) Señala su
tema y sus apartados temáticos. Para ello, contesta a la cuestión ¿de qué se
habla y cómo se expresa?
3) Establece
la métrica, la rima y la forma estrófica utilizada.
4) ¿Por qué
el poeta alaba al árbol y a la piedra? ¿Qué relación tiene con “la tumba que
aguarda”? (v. 11).
5) Localiza una docena de recursos estilísticos y explica su eficacia significativa y estética.
2.2. Interpretación y pensamiento analítico
1) La palabra
“dolor” se repite dos veces (v. 3) ¿Qué está indicando esta iteración? ¿Por qué
el yo poético insiste tanto en ello?
2) La
conjunción “y” se repite doce veces a lo largo del poema. ¿Cómo se denomina
este recurso estilístico? ¿Qué efecto de lectura produce?
3) El poema
comienza con verbos en tercera persona y en infinitivo, pero no siempre es así.
Localiza cuándo y cómo cambia (qué persona gramatical se utiliza) y explica el
efecto que produce sobre la significación del poema.
4) Indica los rasgos de la poesía de Rubén Darío, principal representante del Modernismo en español, perceptibles en este poema.
2.3. Fomento de la creatividad
1)
Documéntate sobre el poeta Rubén Darío y realiza una exposición en la clase con
ayuda de medios TIC, creando un póster, etc.
2) Algunos
elementos naturales se emplean en el poema para expresar pensamientos graves y
solemnes. Expresa alguna reflexión honda a través de la comparación de algún
elemento natural que te parezca apropiado. Puedes hacerlo en papel, por imagen
–dibujo, fotografía--, con música, o todos los medios combinados a la vez.
3) Escribe un
relato literario basado en el contenido del poema, con personajes concretos y
ambientación determinada. Un personaje puede contradecir al otro, por ejemplo,
mostrándole que el sentimiento de dolor y angustia no está justificado.
4) Se puede realizar un recital poético o una declamación de poemas de Rubén Darío, acompañado de imágenes alusivas y música, ante la clase o la comunidad educativa. Ahí se pondrá de manifiesto la enorme hondura expresiva y la gran musicalidad de los poemas de nuestro poeta nicaragüense.
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