![]() |
Ourense (XII-2021) © SVM |
LUIS DE GÓNGORA: Mientras
por competir con tu cabello
Mientras por competir con tu cabello 1
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;
Mientras a cada labio, por cogello, 5
Siguen más ojos que al clavel temprano,
Y mientras triunfa con desdén lozano
Del luciente cristal tu gentil cuello,
Goza cuello, cabello, labio y frente,
Antes que lo que fue en tu edad dorada 10
Oro, lilio, clavel, cristal luciente,
No sólo en plata o vïola troncada
Se vuelva, más tú y ello juntamente
En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
1.
ANÁLISIS
1)
Resumen
Luis
de Góngora y Argote (Córdoba, 1561 - 1627) es el máximo representante del
culteranismo, corriente estética literaria dentro del Barroco, más o menos
opuesta al conceptismo representado por Quevedo y el clasicismo de Lope de
Vega. Sus presupuestos estéticos parten de una poesía intrincada,
deliberadamente oscura; para ser entendida se necesita una amplísima base de
cultura greco-latina y unas entendederas notables, si no sobresalientes. Sin
eso, la frustración lectora está asegurada. Los recursos típicos de Góngora, en
su tendencia críptica, son: metáforas de segundo o tercer grado, cultismos,
latinismos, alusiones mitológicas, hipérbatos extremos, juegos de palabras,
anfibologías y la famosa “alusión y elusión”, según acuñó su mejor exégeta, el
poeta de la Generación del 27 Dámaso Alonso. Y todo ello, muy intensificado,
hasta colocar la lengua al límite de sus posibilidades expresivas y al lector,
al de su entendimiento. También se le ha llamado gongorismo a este modo de
componer poesía. Ya desde su momento, los detractores y los seguidores han sido
muy abundantes, pues no deja indiferente a nadie.
El
poema que ahora analizamos es una recreación del tópico literario Carpe diem (o Collige, virgo, rosas): disfruta de la vida mientras eres joven y
vital porque pronto llegará la vejez y la muerte. Góngora no es el primero en
recrear el tópico en español. Antes, Garcilaso de la Vega, en el Renacimiento,
compuso un soneto magistral que, de algún modo, gravita sobre el de Góngora.
En
el primer cuarteto el yo lírico celebra la belleza de una joven: destaca su
cabello, rubio y su frente blanca. Ambos vencen, en esplendor, al amarillo sol
y al blanco lilio. En la segunda estrofa, el yo lírico se fija en los rojos
labios de la joven, anhelados por todo aquel que los mira; son más rojos y
bellos que el propio clavel. El último elemento físico destacado es el cuello,
brillante y grácil, de modo que puede mirar desdeñosamente al cristal luciente.
En
la tercera estrofa apremia a la joven a “gozar”, es decir, disfrutar de la
vida. Lo hace con un verbo en imperativo abriendo la estrofa. Se dirige a ella
apostrofando a los cuatro miembros mentados, enumerados: “cuello, cabello,
labio y frente” para que gocen de la vida. El apremio se debe a que todo lo que
es belleza y lozanía, en la “edad dorada” de la joven, se estropee y deteriore
y, finalmente, se transforme, como se expresa en la última estrofa, en “nada”,
porque la muerte es el horizonte irreversible que espera.
2)
Tema
El
tema del poema es: invitación a disfrutar de la vida en la juventud, mientras
la belleza y la vitalidad acompañan a la persona, porque, mucho antes de lo
esperado, la vejez y sus calamidades llegarán, como anuncio de la muerte
próxima.
3)
Apartados temáticos
Como
es de esperar por la estructura estrófica empleada, el soneto, se distinguen
muy bien dos secciones de contenido, en su distribución habitual:
- Las dos primeras estrofas forman la
presentación y exposición de una situación, un caso o un problema. En este
caso, se describe la belleza extrema de la mujer, y se le advierte que es
temporal, pues no es muy duradera en el tiempo.
- Las dos últimas estrofas conforman la
segunda sección temática; se apremia a la joven a disfrutar o “gozar” de la
vida y sus placeres. La vida es breve, la belleza efímera y todo acaba en la
muerte.
4) Análisis
métrico y de la rima
El
poema es un soneto. Está compuesto por dos cuartetos y dos tercetos, todos
ellos formados por versos endecasílabos, con rima consonante, conforme a la
estructura: ABBA, ABBA, CDC, DCD. Los tercetos son encadenados, lo que confiere
una musicalidad más marcada y cohesionada, digamos.
5) Comentario estilístico
Estamos
ante un soneto que aborda un tópico literario. Como tal, procede de la
tradición literaria greco-latina. El yo lírico describe la belleza extrema de
una joven; inmediatamente la invita a gozar de ella, pues pronto será nada. En
el primer cuarteto se describen dos componentes de la joven: el cabello y la
frente. El cabello es tan rubio como el “oro bruñido” (v. 2), según expresa la
metáfora. Esta es seguida de otra, “el sol relumbra en vano” (v. 2), con un
tinte ya hiperbólico. La frente, personificada mir “con menosprecio” (v 3) al
lilio, pero su blancura es muy superior a la de la flor, que, por otro lado, es
bella. La anáfora creada con “Mientras” (vv. 1 y 3) insisten mucho en el
carácter efímero de la belleza.
En
la segunda estrofa, que repite la anáfora comentada, se fija en los labios y en
el cuello de la joven. Los labios son de un rojo encendido, más cautivadores
que el “clavel temprano” (v. 5). Lo expresa a
través de dos metáforas no totalmente desarrolladas, referidas a las
personas (mentadas a través de la metonimia de “ojos”, v. 6) que se sienten
admiradas por la belleza de los labios, y a la viva elegancia del clavel. El
cuello, calificado de “gentil” (v. 8) es el cuarto elemento del retrato de la
joven que traza el yo lírico. Es tan hermoso, que “triunfa” desdeñosamente del
cristal brillante. El cristal y el triunfo son metáforas que aluden a la
elegancia exitosa del cuello de la dama.
Hasta
ahora, los dos cuartetos son oraciones subordinadas adverbiales temporales, de
las que todavía no conocemos su apódosis. Es la oración que comienza en el
primer terceto. La primera palabra es un imperativo, “goza” (v. 9), de carácter
apremiante y apostrófico. La orden va dirigida a los cuatro elementos del
rostro de la joven antes descrito y que ahora se enumeran, comenzando por el
último, el “cuello”, y luego, los demás. Y es razonable actuar así porque lo
que fue bello y lozano un día, lo que se nombra a través de las metáforas
desarrolladas previamente (“oro, lilio, clavel, cristal luciente”, aplicado a
cabello, frente, labios y cuello, respectivamente), pronto serán nada.
En
el último terceto desarrolla el deterioro de la belleza y la vitalidad juvenil
a través de varias metáforas. Primero advierte de la decadencia afirmando que
el cabello se cubrirá de canas, volviéndose en “plata” (v. 12), y el rojo de
los labios pasará a color violeta (emplea la variante “vïola”), pero rota,
moribunda. Son dos metáforas de la disminución de la belleza. Pero no para ahí,
sino que el yo lírico advierte que “ello” (todos los hermosos elementos
nombrados) y “tú”, es decir, la joven bella, enteramente, se transformará en
“tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada” (v. 14). La enumeración de
gradación descendente posee una fuerza tremenda. Son cinco realidades, cinco
metáforas, por tanto, que advierten en qué para la belleza extrema: en “nada”.
Cada elemento de la enumeración alude a una realidad cada vez menos tangible y
perceptible, hasta acabar en la no existencia.
El
poema es de una belleza extrema. La composición está muy equilibrada y el ritmo
en el avance del sentido es sostenido y hermosísimo. Las metáforas poseen un
poder de creación de imágenes de primer orden. Casi rozan la hipérbole todas
ellas, pero lo evitan a última hora. El contenido más semántico del poema es de
una realidad aplastante; pocos comentarios merece. Lo más sorprendente es cómo
Góngora logra tomar un tópico y expresarlo con tanta viveza y originalidad que
parecería que fue el primero en expresarlo.
6) Contextualización
Luis
de Góngora y Argote (Córdoba, 1561 - 1627) es el máximo representante del
culteranismo, corriente estética literaria dentro del Barroco, más o menos
opuesta al conceptismo representado por Quevedo y el clasicismo de Lope de
Vega. Nació en el seno de una familia acomodada cordobesa, formada por
Francisco de Argote y la noble Leonor de Góngora.
Estudió
en la Universidad de Salamanca, donde ya era conocido por su talento poético.
Tomó órdenes menores en 1575 y fue canónigo beneficiado de la catedral
cordobesa (había heredado el puesto de un tío carnal). En la década de 1590
realizó varios viajes por España, al tiempo que componía poesía ya estimada por
muchos.
Durante
una estancia en Valladolid, donde residía la Corte, se enemistó con Quevedo; se
ve que dos genios no son compatibles en el mismo lugar y tiempo. En 1609
regresó a Córdoba y empezó a intensificar la extremosidad expresiva y oscura de
sus versos. Entre 1610 y 1611 escribió la Oda
a la toma de Larache; en 1613 dio a conocer el Polifemo (recrea el asunto mitológico de los amores frustrados del
gigante y con un ojo Polifemo, por Galatea, que prefiere a Acis). También
distribuyó (sin publicar en la imprenta) en la Corte su poema más ambicioso,
las incompletas Soledades. Al ser un
texto puramente culterano, las opiniones se dividieron de manera
irreconciliable. Unos lo adoraban por sublime y otros lo execraban por
inextricable.
Felipe
III le nombró capellán real en 1617. Vivió en Madrid, con ese cargo
eclesiástico, hasta 1626. Colocó a muchos familiares en la Corte, en lo que
invirtió mucho dinero. Eso, unido a su afición al juego en los tugurios
madrileños, lo dejaron arruinado. En 1627 regresó a Córdoba definitivamente.
Dejó una nutrida lista de seguidores literarios, que lo adoraban. Otros lo
vituperaban, como Quevedo, quien le dedicó un epitafio feroz; lo trata de
ludópata, tabernario, mal sacerdote, etc. El bellísimo y enigmático retrato que
pintó Velázquez lo presenta como un hombre
mayor, enigmático, como retraído y soberbio. Está enterrado en la
mezquita-catedral de Córdoba.
En
sus poesías se solían distinguir una etapa tradicional y transparente (donde
emplea romances, letrillas, principalmente); dura hasta 1610; ahí es el
“Príncipe de la Luz”. Luego, otra oscura y culterana (donde usa sonetos,
décimas y silvas, entre otras estrofas), a base del uso de la mitología,
cultismos… Ahora es el “Príncipe de las Tinieblas”.
Dámaso
Alonso, el poeta de la Generación del 27, lo estudió lúcidamente y demostró
que, en realidad, se trata de una evolución hacia la intensificación y
adensamiento de rasgos poéticos y compositivos presentes desde el principio.
Sus restos se encuentran en la Mezquita-catedral de Córdoba.
Góngora
no publicó sus obras (un intento suyo en 1623 no fructificó); sin embargo,
circularon ampliamente en copias manuscritas que se coleccionaron y recopilaron
en cancioneros, romanceros y antologías, publicados con su permiso o sin él. El
manuscrito más autorizado es el llamado Manuscrito
Chacón (copiado por Antonio Chacón, Señor de Polvoranca, para el
conde-duque de Olivares, valido del rey Felipe IV). El mismo año de su muerte Juan López Vicuña
publicó ya unas Obras en verso del Homero
español.
Primera etapa, de aprendizaje (hasta 1610):
Góngora compuso numerosos romances, de inspiración literaria, como el de
Angélica y Medoro, de cautivos, de tema pícaro o de tono más personal y lírico,
algunos de ellos de carácter autobiográfico en los que narra sus recuerdos
infantiles, y también numerosas letrillas líricas, satíricas o religiosas y
romances burlescos. La gran mayoría son una constante acumulación de juegos
conceptistas, equívocos, paronomasias, anfibologías, retruécanos, hipérboles y
juegos de palabras típicamente barrocos. Entre ellos se sitúa el largo romance Fábula de Píramo y Tisbe (1618). En
estos poemas suele satirizar tipos sociales y costumbres negativas; algún dardo
también va hacia sus colegas de letras, como Quevedo.
En
la madurez siguió escribiendo poemas sueltos de gran calidad; sonetos de
temática muy variada (de asuntos graves a otros cómicos, burlescos o de
ocasión).
Segunda
etapa, de madurez culterana (1610-1627): aquí compuso los poemas mayores. En la
Fábula de Polifemo y Galatea (1612)
aborda los amores frustrados del gigante Polifemo y Galatea, enamorada de Acis;
Polifemo mata a este con una roca; la madre de Galatea convierte a Acis en un
río de aguas cristalinas. Aquí emplea ya
el estilo culterano, caracterizado por el empleo masivo de simetrías, transposiciones,
metáforas de metáforas o metáforas puras, hipérbaton, perífrasis, giros
latinos, cultismos, alusiones y elusiones de términos, procurando sugerir más
que nombrar, diluyendo la significación.
Las
Soledades quedó inconclusa (solo le
dio tiempo a componer las dos primeras). Se trata de un poema alegórico, en
cuatro secciones; cada una representa una edad de la vida del hombre, en
correspondencia con las cuatro estaciones del año. Escrito en silvas (combinación
de heptasílabos y endecasílabos, con rima a voluntad del poeta), las secciones
eran “Soledad de los campos”, “Soledad de las riberas”, “Soledad de las selvas”
y “Soledad del yermo” (más o menos correspondientes a la niñez, juventud,
adultez y senectud). La fuente principal de inspiración son las Metamorfosis del poeta latino Ovidio.
En
un marco idílico, de naturaleza apacible y risueña, presenta la llegada de un
náufrago a ese lugar; lo recogen y cuidan unos cabreros muy bien dispuestos.
Esta obra provocó mucha controversia en el mundo literario: o la admiraron e
imitaron, o la criticaron ásperamente.
Luis
de Góngora compuso también dos piezas teatrales, Las firmezas de Isabela (1613) y la Comedia venatoria.
7) Interpretación y
valoración
El
poema “Mientras por competir con tu cabello” es un magnífico soneto barroco
cargado de aciertos expresivos. Partiendo de un tópico bien conocido, carpe diem, Góngora realiza una versión
muy personal y original. Todo es llevado al extremo; la expresión se
intensifica enormemente, la construcción verbal y poética se tensiona
muchísimo.
Quizá
el aspecto más sorprendente de este poema es que solo hay una oración. Es
decir, todo el contenido gravita en torno a una palabra, “gozad”. Esta
arquitectura lingüística es muy sorprendente y eficaz a efectos comunicativos y
estéticos. La lectura nos deja un agradable recuerdo de originalidad y
extremosidad expresiva. Podemos notar muy bien el absoluto dominio de Góngora
de la lengua española y del lenguaje poético.
2. PROPUESTA DIDÁCTICA
2.1. Comprensión lectora
1)
Resume el poema.
2)
Expresa su tema y sus apartados temáticos.
3)
Estudia la medida de los versos y la rima, indica las estrofas y la composición
estrófica empleada por Góngora.
4)
Explica los recursos estilísticos más interesantes que nos permitan comprender
el poema. Es interesante explicar las metáforas que engrandecen la belleza de
la mujer representada.
5)
Indica el tópico empleado y la intensificación que efectúa Góngora en este
texto.
2.2. Interpretación y
pensamiento analítico
1)
Indica los rasgos propios de la literatura barroca culterana visibles en el
poema.
2)
¿Qué cuatro rasgos del rostro femenino destaca el yo lírico?
3)
¿Qué colores predominan en el poema?
4) La
visión de la sociedad, de la vida y de la cultura antigua que se desprende de
la lectura, ¿es optimista o pesimista? Aporta razones.
5)
¿Muestra Góngora un conocimiento profundo de la literatura clásica?
2.3. Fomento de la
creatividad
1)
Explica o recrea en un texto creativo, en prosa o en verso, el contenido del
poema. Se trata de recoger una reflexión sobre la brevedad de la vida, cómo
huye el tiempo y la conveniencia (o no) de disfrutar de las cosas de cada día
antes de que sea tarde.
2)
Imagina una entrevista de tu clase con Luis de Góngora. ¿Qué preguntas harías?
3)
Redacta un diálogo teatral más o menos fiel al contenido del poema. Tendrá como
personajes, el yo lírico y la joven. Puedes introducir otros, como el tiempo, o
la belleza, etc.
4)
Prepara una exposición o presentación ante la clase o la comunidad educativa,
con un cartel, o con medios TIC, sobre Luis de Góngora y su tiempo barroco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario