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HANS CHRISTIAN ANDERSEN - “LA ÚLTIMA
PERLA”
LA
ÚLTIMA PERLA
Era
una casa rica, una casa feliz; todos, señores, criados e incluso los amigos
eran dichosos y alegres, pues acababa de nacer un heredero, un hijo, y tanto la
madre como el niño estaban perfectamente. Se había velado la luz de la lámpara
que iluminaba el recogido dormitorio, ante cuyas ventanas colgaban pesadas
cortinas de preciosas sedas. La alfombra era gruesa y mullida como musgo; todo
invitaba al sueño, al reposo, y a esta tentación cedió también la enfermera, y
se quedó dormida; bien podía hacerlo, pues todo andaba bien y felizmente.
El
espíritu protector de la casa estaba a la cabecera de la cama; diríase que
sobre el niño, reclinado en el pecho de la madre, se extendía una red de
rutilantes estrellas, cada una de las cuales era una perla de la felicidad.
Todas las hadas buenas de la vida habían aportado sus dones al recién nacido;
brillaban allí la salud, la riqueza, la dicha y el amor; en suma, todo cuanto
el hombre puede desear en la Tierra.
--Todo
lo han traído --dijo el espíritu protector.
--¡No!
--oyóse una voz cercana, la del ángel custodio del niño--. Hay un hada que no
ha traído aún su don, pero vendrá, lo traerá algún día, aunque sea de aquí a
muchos años. Falta aún la última perla.
--¿Falta?
Aquí no puede faltar nada, y si fuese así hay que ir en busca del hada
poderosa. ¡Vamos a buscarla!
--¡Vendrá,
vendrá! Hace falta su perla para completar la corona.
--¿Dónde
vive? ¿Dónde está su morada? Dímelo, iré a buscar la perla.
--Tú
lo quieres --dijo el ángel bueno del niño--, yo te guiaré dondequiera que sea.
No tiene residencia fija, lo mismo va al palacio del Emperador como a la cabaña
del más pobre campesino; no pasa junto a nadie sin dejar huella; a todos les
aporta su dádiva, a unos un mundo, a otros un juguete. Habrá de venir también para
este niño. ¿Piensas tú que no todos los momentos son iguales? Pues bien, iremos
a buscar la perla, la última de este tesoro.
Y,
cogidos de la mano, se echaron a volar hacia el lugar donde a la sazón residía
el hada. Era una casa muy grande, con oscuros corredores, cuartos vacíos y
singularmente silenciosa; una serie de ventanas abiertas dejaban entrar el aire
frío, cuya corriente hacía ondear las largas cortinas blancas. En el centro de
la habitación se veía un ataúd abierto, con el cadáver de una mujer joven aún.
Lo rodeaban gran cantidad de preciosas y frescas rosas, de tal modo que sólo
quedaban visibles las finas manos enlazadas y el rostro transfigurado por la
muerte, en el que se expresaba la noble y sublime gravedad de la entrega a
Dios.
Junto
al féretro estaban, de pie, el marido y los niños, en gran número; el más
pequeño, en brazos del padre. Era el último adiós a la madre; el esposo le besó
la mano, seca ahora como hoja caída, aquella mano que hasta poco antes había
estado laborando con diligencia y amor. Gruesas y amargas lágrimas caían al
suelo, pero nadie pronunciaba una palabra; el silencio encerraba allí todo un
mundo de dolor. Callados y sollozando, salieron de la habitación. Ardía un
cirio, la llama vacilaba al viento, envolviendo el rojo y alto pabilo.
Entraron
hombres extraños, que colocaron la tapa del féretro y la sujetaron con clavos;
los martillazos resonaron por las habitaciones y pasillos de la casa, y más
fuertemente aún en los corazones sangrantes.
--¿Adónde
me llevas? --preguntó el espíritu protector--. Aquí no mora ningún hada cuyas
perlas formen parte de los dones mejores de la vida.
--Pues
aquí es donde está, ahora, en este momento solemne-- replicó el ángel custodio,
señalando un rincón del aposento; y allí, en el lugar donde en vida la madre se
sentara entre flores y estampas, desde el cual, como hada bienhechora del hogar
había acogido amorosa al marido, a los hijos y a los amigos, y desde donde,
cual un rayo de sol, había esparcido la alegría por toda la casa, como el eje y
el corazón de la familia, en aquel rincón había ahora una mujer extraña,
vestida con un largo y amplio ropaje: era la Aflicción, señora y madre ahora en
el puesto de la muerta.
Una
lágrima ardiente rodó por su seno y se transformó en una perla, que brillaba
con todos los colores del arco iris. Recogióla el ángel, y entonces, adquirió
el brillo de una estrella de siete matices.
--La
perla de la aflicción, la última, que no puede faltar. Realza el brillo y el
poder de las otras. ¿Ves el resplandor del arco iris, que une la tierra con el
cielo? Con cada una de las personas queridas que nos preceden en la muerte,
tenemos en el cielo un amigo más con quien deseamos reunirnos. A través de la
noche terrena miramos las estrellas, la última perfección. Contémplala, la
perla de la aflicción; en ella están las alas de Psique, que nos levantarán de
aquí.
- ANÁLISIS
El danés Hans Christian
Andersen (Odense, 1805 – Copenhague, 1875) es un escritor fundamental de la
literatura internacional. Aunque sus textos se suelen etiquetar como cuentos de
hadas para niños, en realidad estamos ante textos literarios de mucha profundidad,
dirigidos, leídos y degustados por cualquier lector, sea infantil o adulto. Sus
aportaciones son de máxima calidad por su originalidad, su densidad narrativa y
significativa y su bello estilo.
Si echamos una ojeada a sus
cuentos, encontramos rasgos comunes en todos ellos: presencia de lo fantástico
y mágico; recreación de una realidad dura y áspera, conviviendo con otra más
amable; atención a los valores espirituales como sustento de la vida; cierto
tono de tristeza y melancolía que parece ser invencible; tensión o combate
entre el bien, o las fuerzas del bien, y el mal, las pulsiones malignas, con
resultado indeciso; y, finalmente, una visión elevada que busca en el cielo, el
más allá, la otra vida, la región de los espíritus, o como queramos llamarle,
el consuelo, las respuestas a las angustias y el sufrimiento y el amor que en
la vida humana terrenal no parecen tener cabida satisfactoriamente.
Andersen invita al lector a
transcender la vida diaria, sórdida y mezquina, para fijarse en la espiritual o
religiosa, donde sí hay puerto seguro a las zozobras humanas. Sin embargo,
siempre deja una sombra de titubeo, de duda, un sí es no es sobre si nuestra
lucha vale la pena, sobre si la rectitud moral y la entrega tienen realmente
recompensa en algún lugar y momento...
- Resumen
Nace un niño en un ámbito de opulencia y bienestar donde nada falta. Las hadas madrinas, el ángel protector, que está muy satisfecho con que el niño lo tenga todo para ser feliz. Sin embargo, el ángel custodio le hace notar que falta una perla, un don, un elemento para que el niño lo tenga todo. Todos lo apremian para que los lleve donde se halla la última hada, que no es otra que Aflicción, que asiste a un funeral de una mujer joven llorada por sus hijos y su marido. Su lágrima se transforma en perla, que recoge el ángel custodio. Le explica a los demás que, con los colores del arco iris, esa perla junta el cielo con la tierra y el suelo con las estrellas. Así comprendemos que existe una conexión entre esta vida y la venidera, tras nuestra muerte, donde los seres queridos nos esperan.
- Tema
La existencia del hombre, independientemente de su estado, está compuesta de alegría y pena, de dicha y dolor, de vida y muerte, inseparables, siempre unidas, hasta el fin.
- Apartados temáticos
“La última perla” es un
relato breve. Todo el contenido está comprimido y a presión. Este se dispone en
las tres secciones clásicas:
-Introducción o presentación:
aparecen ante el lector unos personajes, un lugar, un tiempo y una acción o
acontecimiento generador de un conflicto, una intriga.
-Nudo o desarrollo: abarca
desde la primera intervención del espíritu protector hasta la última
intervención, excluida, del ángel custodio.
-Desenlace o final: coincide con la intervención final del ángel custodio. Explica a los demás el sentido y finalidad de lo que han visto y vivido.
- Personajes
Como ocurre en muchos
cuentos de Andersen, las cosas no son lo que parecen. Los destinados a ser
protagonistas no vuelven a aparecer; y viceversa, alguien que irrumpe en el
texto al final adquiere mucho relieve. Todos ellos dotan de un sentido superior
al relato, en el cual no existe un protagonista como tal. El sentido final es
el auténtico protagonista, como luego veremos. Por orden de aparición, tenemos
los siguientes personajes:
-El niño, hijo de una
familia rica y poderosa. Nace colmado con todos los bienes, materiales y
espirituales, excepto uno, pues el hada que debe llevarlo no ha aparecido.
Parecería que el niño protagonizará el relato; sin embargo, no vuelve a
aparecer; es solo un personaje pasivo y al que le aguarda un futuro
desconocido.
-Espíritu protector y
hadas: seres fantásticos responsables de colmar de felicidad al niño y, de
paso, a la madre, que allí está con él. Se esfuerzan porque todos gocen de
alegría y dicha.
-Ángel custodio: dotado de
serenidad y una visión superior de la existencia humana (paradójicamente, no
siendo él hombre), explica el sentido de la vida y sus contradicciones. Hace de
contraparte del espíritu protector.
-El hada Aflicción: se había ausentado porque estaba velando el cadáver de una joven madre, que deja hijos y maridos dolientes y llorosos. También un espíritu protector debe asistir a los hombres en sus momentos más amargos y penosos, cual es la muerte de un ser querido de un modo terrible y absurdo.
- Lugar y tiempo en los que se
desenvuelve la acción
Como ocurre en los cuentos
de hadas, también en los de Andersen, los aspectos cronoespaciales están muy
difuminados y carecen de interés. La acción discurre en un lugar desconocido,
en una casa noble y rica, eso es todo. Pero la segunda parte de la acción se
desarrolla en un lugar siniestro: “una casa muy grande” dotada de “oscuros
corredores” y todo sumido en “silencio”. Ahí, la muerte ha llamado a la puerta
y los hombres lloran la defunción del ser más puro y superior que la habita: la
madre de los niños y esposa del hombre que la llora.
El tiempo tampoco ofrece
una concreción exacta. Parece que Andersen nos quiere decir que no importa
cuándo ocurrieron las cosas. Sin embargo, la duración temporal es muy original:
todo dura acaso unos minutos nada más. Los seres espirituales se desplazan de
una casa a otra parece que instantáneamente. Sin embargo, la explicación final
del ángel custodio abarca toda la vida del hombre, incluso toda la eternidad:
la vida de las personas se entrelaza con otras vidas a través del amor, del recuerdo
y de la fidelidad. Ese lazo es eterno, desborda la vida del hombre, quien, tras
su muerte, se reúne espiritualmente con los muertos que lo esperaban. Entre la
vida y la muerte hay un tiempo instantáneo e inacabable que se comunican a
través de los colores de la última perla, que son los del arco iris: siempre
ahí, bellos y misteriosos, inmutables pero efímeros.
- Narrador
El relato es contado por un narrador en tercera persona, omnisciente y externo, objetivo y distante. No opina, no valora, sólo deja que los hechos discurran por su cauce natural. Las explicaciones las dará el ángel custodio. Parece que el narrador prefiere ocultarse y dejar que el ser sobre natural dote de sentido las extrañas cosas que suceden.
- Procedimientos retóricos y recursos estilísticos
Andersen emplea los tres
recursos narrativos disponibles. Con la descripción el narrador explica cómo
son las cosas y los seres; con los personajes nos trasmite qué y cómo pasan las
acciones; con el diálogo los personajes opinan, valoran, declaran, preguntan,
etc., es decir, nos hacen ver sus sentimientos, emociones, motivaciones, etc.
Los ejemplificamos brevemente para comprender que, sin ellos, no hay cuento:
-Descripción: “Era una casa
rica, una casa feliz; todos, señores, criados e incluso los amigos eran
dichosos y alegres”.
-Narración: “Y, cogidos de
la mano, se echaron a volar donde a la sazón residía el hada”.
-Diálogo: “--Todo lo han
traído --dijo el espíritu protector”.
Los recursos estilísticos
son muy abundantes. No podía ser de otro modo, pues el texto está sometido a
una fuerte comprensión del significado y a una poetización también importante.
Recogemos los más importantes, por orden de aparición; muchos de ellos se
repiten varias veces, pero nosotros no los mencionaremos sino una vez, para
comprobar el efecto literario e imaginativo que producen:
1) Repetición retórica
(junto con anáfora y paralelismo): “Era una casa rica, era una casa feliz”.
Insiste en los puntos clave que deben atraer la atención del lector; en este
caso, la existencia de una casa opulenta y dichosa.
2) Enumeración (junto con
bimembración): “Todos, señores, criados e incluso los amigos eran dichosos y
alegres”. Estos recursos de repetición son muy eficaces para crear sensaciones
en el lector de acumulación o carencia, o de opresión y felicidad, según el
caso. En estos ejemplos, se potencia la significación de un ambiente feliz.
3) Epíteto y adjetivo
embellecedor: “recogido dormitorio (…) pesadas cortinas de preciosas telas”. Es
un modo de aportar plasticidad y visibilidad a los objetos descritos.
4) Símil o comparación: “la
alfombra era gruesa y mullida como musgo”; en este caso se crea una sensación
táctil agradable identificable con el bienestar y confort.
5) Metáfora entreverada de
aliteración: “una red de rutilantes estrellas, cada una de las cuales era una
perla de la felicidad”. Captamos muy bien la gracia que se extiende sobre el
recién nacido, pues recibe la protección de las hadas y de los ángeles.
6) Interrogación y
exclamación retóricas: “--¡No!; --¿Falta?; --¡Vendrá, vendrá!”. Son modos de
enunciación que aportan variedad y viveza. También imprimen cierta dinamicidad
y naturalidad a los diálogos.
7) Antítesis: “al palacio
del emperador como a la cabaña del más pobre campesino”; los contrastes de
términos en una misma oración crean colorido significado e incentivan la
imaginación lectora.
8) Sinestesia y
personificación: “gruesas y amargas lágrimas caían al suelo”; son estos
recursos muy apropiados para crear sensaciones lectoras muy intensas y para
introducir al lector en la trama, como si lo estuviera viviendo.
9) Símbolo: la perla, que
contiene en su interior los colores del arco iris, funciona como símbolo de la
unión de la vida terrena y la celestial, de la vida y de la muerte, de lo
efímero con lo eterno. Este símbolo lo explica muy bien el ángel custodio al
espíritu protector y a las hadas, de modo que nosotros también recibimos esa
aclaración como si fuésemos testigos de ese acontecimiento.
La maestría literaria de Andersen es bien visible. Con breves pinceladas crea ambientes misteriosos, enigmáticos, simbólicos, que sirven para incitar a una reflexión superior. El acierto en el empleo de las herramientas retóricas ayuda mucho a “revivir” el cuento en nuestra mente. Parece que todo cobra vida en nuestra mente, que todo lo sobrenatural es parte de la natural de manera sencilla y, valga la paradoja, lógica.
- Contextualización
Hans Christian Andersen es
un escritor romántico de formación. Cuando él desarrolla su carrera, el
Romanticismo está en plena expansión; es, por tanto, hijo del tiempo romántico,
movimiento artístico de hondas y duraderas huellas en el arte occidental.
Andersen tuvo una infancia y una juventud duras y poco felices. Pasó hambre,
fue marginado, fracasó como actor y músico... Sólo gracias a la protección de
gente poderosa de su tiempo pudo completar sus estudios. Su biografía, en
alemán, recoge muchos de sus sinsabores y su andar errático por Copenhague
siendo un jovenzuelo sin oficio ni beneficio. Seguramente ni él mismo era
consciente de su potencia creativa literaria. Cuando esta estalló,
probablemente él fue el primer sorprendido, pero luego comprendió muy bien cómo
desarrollar sus habilidades artísticas y por eso nos dejó unas de las obras más
importantes y completas de la literatura romántica europea.
Recordamos esquemáticamente
cómo se manifiestan en este cuento los rasgos románticos:
-Gusto por lo misterioso,
lo sobrenatural y lo inexplicable, como se aprecia muy bien en “La última
perla” a través de las hadas y los ángeles custodios.
-Presencia de una
naturaleza sintonizada con los sentimientos de los personajes. Compárese la que
aparece al principio con la de la casa de la madre difunta y vemos el vivo
contraste que se crea.
-Gusto por el claro-oscuro,
por los contrastes agudos e irreconciliables. Se puede ver en la actitud del
ángel protector con la del custodio, o en la significación de las perlas,
excepto la última, la Aflicción.
-El destino juega un papel
importante en la vida de las personas. Más allá de la voluntad personal,
ciertas fuerzas más o menos identificables con el fatum están presentes en la vida de las personas. Y las desgracias
acechan constantemente, sea uno rico o pobre.
-Los sentimientos y
emociones forman parte muy relevante de la vida y el carácter de las personas.
Más allá de otras consideraciones --físicas, de carácter, etc.--, la alegría y
la pena, la dicha y el dolor, son vectores de la vida que marcan y dirigen a
las personas en su peregrinar humano.
-La muerte y lo trágico están presentes como parte inherente de la vida. Eso, unido a una ambientación medieval, antigua, devienen en relatos misteriosos, intrigantes, donde existen más cosas de las que vemos, donde vivir es un reto de comprensión de fuerzas secretas y subterráneas que no se ven, pero están y operan.
- Interpretación
Este magnífico relato de
Andersen es mucho más que un cuento de hadas para niños. Posee una densidad
significativa realmente asombrosa, como a continuación explicaremos. Con apenas
unas pinceladas, Andersen nos desliza mensajes de suma gravedad: alegría y
dolor son partes necesarias y complementarias de la vida del hombre,
independientemente de su origen y condición social. Entre las perlas que
nuestras hadas nos proporcionan también está la de la pena y la amargura; y no
nos podemos librar de ellas; de algún modo, las necesitamos y son parte de
nuestro itinerario.
Por otro lado, no es malo
que así sea. La última perla, la del desconsuelo, también posee su belleza y su
importancia; en ella están los colores del arco iris, los que unen la tierra
con el cielo, el día con la noche, la muerte con la resurrección, la pérdida de
la vida con la reunión eterna con las personas que amamos y no olvidamos.
La sabiduría consiste en
comprender que, más allá del poder y la riqueza que el azar nos ha
proporcionado en nuestro nacimiento, llevamos un collar de perlas donde la
felicidad y el dolor siempre estarán ahí, acompañándonos. Depende de cómo giré
el collar, así brillará más una u otra en cada ocasión, pero todas las perlas
tendrán su momento estelar. Asimismo, ni lo bueno es siempre bueno en sí, ni lo
malo, como el dolor, es tan nefasto. Todo sirve para recorrer un camino vital
que, de algún modo, es la construcción de un puente que nos unirá, tras la
muerte, con los seres amados y nunca olvidados.
Como podemos apreciar, la hondura interpretativa de este breve cuento es enorme y asombrosa. Tras un amable relato de hadas cariñosas y comprensivas, se esconde una seria y grave reflexión sobre la vida del hombre. La vida celestial, tras la muerte terrena, es una realidad operante que conviene no olvidar. En ella sí podremos encontrar toda la felicidad que aquí, en la tierra, nunca se acaba de alcanzar, por nuestra condición humana. Nosotros, nuestro destino, nuestras hadas y ángeles protectores y custodios trabajan en la misma dirección: facilitar la sabiduría para que el hombre comprenda lo que de verdad es eterno y dichoso: la unión con los seres queridos y nunca olvidados. Llegaremos a ellos a través de las alas de Psique, el alma, “que nos levantarán de aquí”. La belleza de este cuento es escalofriante, conmovedora, duramente reflexiva, entre la esperanza y la agonía.
- Valoración
“La última perla” es un
maravilloso cuento muy bien escrito e ideado. Andersen establece un simbolismo
perfecto entre la realidad material y la espiritual, entre los hombres y las
hadas y ángeles, entre las alegrías y las penas, la plenitud y la desgracia. Es
muy impactante el vivo contraste entre la risa y el llanto y, sobre todo,
comprender que ambos son consustanciales a la vida del hombre. El ámbito
material del hombre se complementa con el espiritual; ambos juntos jalonan un
itinerario vital que finaliza en la muerte, que es la vida y el viaje hacia la
plenitud. Es un misterio lo que esconden las estrellas, pero allí están los
seres que queremos, y con ellos nos juntaremos tras nuestra muerte. Este
tremendo mensaje se esconde en una anécdota casi irrelevante: la perla que
falta en el collar del niño recién nacido; su búsqueda depara una tremenda
sorpresa, de lo que no es fácil restablecerse.
Andersen es un magnífico
escritor de cuentos de hadas que nos transmiten las ilusiones y miedos del
hombre en su peregrinar humano. Con sencillez, claridad y suma belleza
literaria, la lectura nos interroga sobre nuestros anhelos y miedos más
oscuros, pero acechantes.
- PROPUESTA DIDÁCTICA
2.1. Comprensión lectora
1)
Resume el cuento (100 palabras, aproximadamente).
2)
Señala su tema principal y los secundarios.
3)
Delimita los apartados temáticos o secciones de contenido.
4)
Analiza los personajes y establece su relevancia.
5)
Explica los aspectos de lugar y tiempo en los que se desenvuelve la acción
narrada.
6)
Explica por qué este texto es un cuento de hadas.
7) Localiza y explica una docena de recursos estilísticos y cómo crean significado.
2.2. Interpretación y pensamiento analítico
1)
¿Qué rasgos propios de los cuentos de hadas aparecen en este texto?
2)
¿Se puede decir que la alegría y la pena son partes inseparables del hombre?
Razona la respuesta.
3)
¿Qué importancia posee nacer en una familia rica o pobre para ser feliz y
evitar el dolor?
4)
¿Cómo se aprecia en el texto el valor de la amistad?
5)
En el cuento aparecen dos mujeres. Sobre ellas, ¿qué podemos deducir del
protagonismo y de la presencia de la muerte?
6)
¿Qué simbolizan las perlas en este cuento?
7) En la última intervención se habla de la perla de la Aflicción. El ángel custodio explica que “no puede faltar. Realza el brillo y el poder de las otras”. ¿Qué quiere decir con ello?
2.3. Fomento de la creatividad
1)
Escribe un cuento de hadas con un contenido más o menos inspirado en el cuento
de “La última perla”.
2)
¿Es bueno creer en hadas, ángeles custodios y protectores? Razona tu respuesta
e imagina cómo pueden intervenir.
3)
Realiza una exposición sobre Hans Christian Andersen, sus cuentos y su tiempo,
para ser presentada ante la clase o la comunidad escolar, con ayuda de medios
TIC o pósteres, fotografías, pequeña exposición bibliográfica, etc.
4) Aporta o crea imágenes de paisajes idóneos para actividades humanas, siguiendo el ejemplo de Andersen: una casa alegre, con cantos, para ambientar el nacimiento; otra triste, fría y silenciosa, para ambientar la muerte.
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