01/11/2020

Juan Ramón Jiménez: "Álamo blanco"; análisis y propuesta didáctica

 

Río Bernesga, León (VIII-2019) © SVM


JUAN RAMÓN JIMÉNEZ: “ÁLAMO BLANCO” (de CANCIÓN, 1936)

Arriba canta el pájaro
y abajo canta el agua.
(Arriba y abajo,
se me abre el alma).

¡Entre dos melodías,
la columna de plata!
Hoja, pájaro, estrella;
baja flor, raíz, agua.
¡Entre dos conmociones,
la columna de plata!
(¡Y tú, tronco ideal,
entre mi alma y mi alma!)

Mece a la estrella el trino,
la onda a la flor baja.
(Abajo y arriba,
me tiembla el alma).

 

  1. ANÁLISIS
  1. Resumen

Juan Ramón Jiménez (Moguer, Huelva, 1881 – San Juan, Puerto Rico, 1958) es uno de los más completos poetas en lengua española y la figura literaria más señera de la Generación del 14. El poema “Álamo blanco” procede de Canción (1936), primer y único volumen de la obra completa organizada y depurada o “revivida” por el propio Juan Ramón; el proyecto se truncó por la guerra civil y los avatares biográficos del poeta onubense; es probable, por ello, que el poema proceda de un poemario anterior.

“Álamo blanco” presenta una contemplación de un álamo blanco por parte del yo poético, que inmediatamente transmite sus reflexiones y emociones en torno a esa visión casi extática. En la parte superior del árbol un ave canta, lo mismo que hace el agua a los pies del árbol. Ambos elementos, el ave y el agua, se ven unidos en una realidad superior de la que también forma parte el yo poético; el nexo común es el álamo blanco. El yo poético participa de la comunicación --a través de la música y del movimiento— de los elementos naturales, con los que se establece una comunión o fusión entre ellos.

  1. Tema

El tema o asunto principal del poema es la contemplación extasiada de un árbol con el que se establece una comunicación e identificación por parte del yo poético. Enunciado de otro modo: la observación atenta de la naturaleza conduce a un proceso de comunión ontológica entre el observador y lo observado.

  1. Apartados temáticos

El poema presenta tres apartados temáticos, que coinciden con las tres estrofas que lo componen:

-En el primer apartado (primera estrofa, vv. 1-4) se dibuja el marco en el que se desarrolla la acción poética y se presentan dos de los actores principales: el pájaro y el agua.

-En el segundo apartado (segunda estrofa, vv. 5-12) el foco se concentra en el árbol, “columna de plata” y cómo irradia su presencia a otros elementos naturales, situados por encima, o por debajo; pero pronto también integra al yo poético, que se siente conmocionado al experimentar ese orden natural.

-El tercer apartado (tercera estrofa, vv. 13-16) expresa los efectos de las acciones del pájaro y del agua sobre sus vecinos naturales (la estrella y la flor) y también sobre el propio yo poético, que lo observa y se hace partícipe de todo ello, manteniendo un nivel de conciencia metarreflexiva (lo declara muy bien el hecho de que su posición en esta contemplación aparece entre paréntesis, al final de cada estrofa).

  1. Aspectos métricos, de rima y estrofa

El poema consta de dieciséis versos heptasílabos con rima asonante en los versos pares (á-a, con la variante en á-ua en los versos cuya palabra final es “agua”, que son el 2 y el 8), quedando los impares libres. Es, por tanto, un poema de rima romanceada, la cual se mantiene más allá de las estrofas, saltando de una a otra.

  1. Análisis estilístico

El poema ofrece una riqueza compositiva muy alta, como a continuación trataremos de exponer. En primer lugar, llama la atención de que el objeto principal de la acción poética, el álamo blanco, no aparece nombrado como tal ni una sola vez. Esta elipsis conceptual se ve compensada por una metáfora repetida: “columna de plata” (vv. 6 y 10) y una metonimia metaforizada: “tronco ideal” (v. 11); ambas imágenes nos remiten al álamo, que ahora comprendemos que es algo más que un árbol: representa un ideal de armonía de la naturaleza y del yo poético con ella, hasta el punto de formar una realidad nueva, de significación transcendente.

El poema juega y combina dos espacios reales y metafóricos al mismo tiempo: “arriba” (v. 1), no por casualidad primera palabra del poema; ahí aparecen el ave cantora, la hoja y la estrella. El segundo ámbito es “abajo” (v. 2); ahí aparecen el agua, la raíz y la flor baja. Ambos se ven unidos por el tronco del álamo, que los comunica y ordena al mismo tiempo. Y al lado de todo ello, el yo poético, nombrado a través de la metonimia “alma” (vv. 4, 12 y 16) que no por casualidad aparece entre paréntesis. Forma y no forma parte del conjunto. Es el elemento contemplador, en este sentido externo, pero la intensa belleza armoniosa de lo contemplado lo empujan hacia una emoción compartida y comunicada a través del tronco.

Las tres metáforas para expresar esa emoción compartida son “se me abre el alma” (v. 4), “¡Y tú, tronco ideal, / entre mi alma y mi alma!” (vv. 11-12) y “me tiembla el alma” (v. 16). Obsérvese la gradación conceptual que se establece entre “abrir”, “entre mi alma y mi alma” (es decir, el tronco se une indisolublemente al yo poético) y, finalmente, “temblar”. No es de extrañar que el yo poético afirme que se halle entre “dos conmociones” (v. 9), producto de la contemplación del canto del ave y del agua.

Un elemento fundamental del contenido poético es el movimiento. El poema comunica una cinética doble, de “arriba y abajo” (v. 3) y de “abajo y arriba” (v. 15). Existen cuatro verbos que refuerzan la sensación de movimiento, cambio, evolución; son “se me abre” (v. 4), “mece” (v. 13), “baja” (v.14) y “tiembla” (v. 16). Nada, pues, de estatismo, aunque sí existe mucho de extatismo: la contemplación de elementos actuantes provoca un cambio en el yo poético, que lo conducen a un estado como de arrobamiento o embeleso del alma.

Existen otros dos fenómenos poéticos medulares en este texto. Uno es el producido por la elipsis sistemática de elementos, acciones, causas y consecuencias. Otro es su correlato obligatorio: la enumeración. Las elipsis de los verbos son muy llamativas en la estrofa 2: no aparece ni un solo verbo explicando las acciones de los sustantivos, que se entiende son los sujetos de acciones que el lector suple en su cabeza a lo largo de la lectura.

Las enumeraciones son, en parte, consecuencia de esas elipsis. La más evidente y significativa ocupa los versos 7 y 8: “Hoja, pájaro, estrella; / baja flor, raíz, agua”. Son seis sustantivos que nombran elementos naturales, los tres primeros de “arriba” y los tres últimos de “abajo”; juntos, ofrecen un cuadro completo de los objetos, seres o entes que conforman el cuadro visual del yo poético, lo que “ve” en su contemplación, y lo que llega al lector. En sí, son metonimias todos ellos de otra realidad superior y más oculta: la comunicación armónica de la naturaleza. En este sentido, el poema presenta unos elementos simbólicos de fuerte carga intelectiva.

El paralelismo es otro recurso compositivo importante. El que aparece en los versos 1 y 2 se ve replicado casi igual en los versos 13 y 14, sólo que en este aparece un quiasmo entre ambos versos. En el mismo orden de recursos de repetición son notables el polisíndeton (vv. 2-3 y 13-14), la anáfora de “Entre” (vv. 5, 9 y 12), las repeticiones retóricas, sobre todo de la palabra “alma”, que aparece en el último verso de cada estrofa (y, en el caso de la segunda, repetida a su vez, en un efecto paradójico de fuerte carga significativa, insistiendo en la fortaleza del álamo). “Columna de plata”, metonimia del álamo blanco, se repite, tal cual, en los versos 6 y 10, lo que denota muy bien su importancia medular.

En el poema el tiempo está como suspendido, lo que contrasta con el movimiento de los elementos. Sólo sabemos que estamos de noche (“Mece a la estrella el trino”, v. 13), pero la contemplación extática parece que paraliza la acción en un instante... que dura bastante tiempo. A esta sensación lectora contribuye mucho la ausencia de verbos de la segunda estrofa.

Los efectos cromáticos contribuyen a la creación de esa atmósfera casi mágica, como irreal. La “columna de plata” (vv. 6 y 10), en alusión al color blanco de la corteza del álamo blanco es el color más importante, que contrasta con la oscuridad de la noche. Sobre un fondo gris, casi negro, sobresale el poderoso tronco blanco. La imagen se dibuja perfecta en la mente lectora, que comprende así la visión de cuasi arrobamiento del yo poético.

Otro elemento significativo relevante es el sonido. En el poema, existen un canto, una melodía de efectos importantes sobre las estrellas y sobre las flores. El primer ser cantor es el pájaro; el segundo, el agua. Inmediatamente al principio del poema, se repite la forma verbal “canta” (vv. 1 y 2) para insistir en la importancia de la melodía en el cuadro natural nocturno objeto de contemplación.

Dos exclamaciones retóricas dirigidas al árbol, “columna de plata” (vv. 9-10) y “tronco ideal” (vv. 11-12) declaran muy bien el estado de admiración suspendida que el yo poético experimenta a lo largo del poema.

  1. Contextualización

Juan Ramón Jiménez (Moguer, Huelva, 1881 – San Juan, Puerto Rico, 1958), premio Nobel de Literatura en 1956, es uno de los más intensos y significativos poetas españoles del siglo XX. Como miembro de la Generación del 14, aspira a una depuración verbal y conceptual de la poesía para que adquiera una transcendencia y transparencia que, a su juicio, se había perdido en las décadas anteriores, sobre todo a partir de ciertos excesos románticos y modernistas.

Su producción poética se divide en una etapa sensitiva (1898 – 1916), justamente bajo los efectos del tardorromanticismo y del modernismo simbolista, sentimental, sensitiva y simbolista; una etapa intelectual (1916 – 1936), dominada por una poesía más esencialista, reconcentrada e intelectualizada; y, finalmente, una etapa “suficiente o verdadera” (1936 – 1958), bajo el signo de una poesía metafísica, autorreferencial e integradora de todos los aspectos humanos, incluyendo la vida y la muerte. El poema que hemos comentado se ubica en la etapa intelectual porque presenta una concepción esencialista de la naturaleza; los elementos más sensitivos están depurados, transcendidos; el poeta busca integrar en una realidad superior la naturaleza y sus sentimientos.

  1. Interpretación

Estamos ante un poema densamente significativo. Nos presenta una contemplación extática de un árbol en un marco nocturno. Un pájaro cantor y el agua que también entona una melodía completan un cuadro mágico, transcendente: los elementos se comunican utilizando al árbol de columna vertebral que sustenta un todo armonioso, vivo y solidario en sus partes.

El poeta se integra en ese cuadro como un elemento más, sus emociones lo empujan hacia el árbol, que lo acoge con delicadeza. El juego de elisiones y alusiones es muy interesante y forma parte de la dinámica textual: el lector se ve obligado a una reconstrucción del sentido, más o menos conscientemente, y a una contemplación no tan lejana de la experimentada por el yo poético.

Belleza, armonía y sentido pleno son los valores que se desprenden de la visión del álamo blanco. Que coinciden, he ahí la magia de la poesía, con lo que se desprenden de la lectura detenida de este hermoso poema, sencillo en la forma, transparente en la disposición, pleno y expansivo en el sentido.

  1. Valoración

Como suele ocurrir con la lectura de la buena poesía, el texto expande su significación inicial para ofrecer al lector un itinerario conceptual y estético nuevo y fascinante en sí mismo. La apariencia de una mera anécdota rápidamente se ve superada por un impacto estético de honda significación emocional y existencial.

Juan Ramón Jiménez es un poeta muy laborioso y exigente. Depura sus textos hasta límites casi intolerables para la lengua. El resultado es un artefacto verbal que parece que se abre en la mente del lector como una fruta madura. El acto de lectura conlleva una exploración no solo estética, sino existencial y verbal. He aquí el milagro de la poesía lograda, esperando ser degustada por un lector atento.

 

  1. PROPUESTA DIDÁCTICA

(Estas actividades se pueden desarrollar y realizar de modo oral o escrito, en el aula o en casa, de modo individual o en grupo. Algunas de ellas, sobre todo las creativas, requieren material o herramientas complementarias, como las TIC).

2.1. Comprensión lectora

1) Resume el poema (aproximadamente, 100 palabras).

2) Señala su tema y sus apartados temáticos. Para ello, contesta a la cuestión ¿de qué y cómo se expresa?

3) Establece la métrica, la rima y la forma estrófica utilizada.

4) Existen tres elementos naturales que conforman el cuadro visual del poema. Explícalos y establece su relevancia.

5) Localiza una docena de recursos estilísticos y explica su eficacia significativa y estética.

2.2. Interpretación y pensamiento analítico

1) ¿Por qué el yo poético afirma que “Arriba y abajo, / se me abre el alma”? ¿Está en consonancia con el momento y la naturaleza descrita?

2) Busca y explica las metáforas con que se alude al árbol, el álamo blanco. ¿Qué tipo de emociones desea transmitir? ¿?

3) ¿Qué desea transmitir aquí la expresión “Entre dos conmociones” (v. 9)? Establece una relación de complementariedad entre “arriba” y “abajo.

4) Indica los rasgos de la poesía de Juan Ramón Jiménez, miembro de la Generación del 14, perceptibles en este poema.

2.3. Fomento de la creatividad

1) Documéntate sobre el poeta Juan Ramón Jiménez y realiza una exposición en la clase con ayuda de medios TIC, creando un póster, etc.

2) La naturaleza despierta admiración y un intenso grado de comunicación por parte del poeta. Expresa las emociones que despierta en ti la contemplación de un paisaje o un elemento natural (un árbol, un momento del día, etc.). Puedes hacerlo en papel, por imagen –dibujo, fotografía--, con música, o todos los medios combinados a la vez.

3) Escribe un relato basado en la contemplación de un lugar, real o imaginario, común o raro, solo o en compañía. Trata de expresar las emociones que te sugiere.

4) Se puede realizar un recital poético o una declamación de poemas de Juan Ramón Jiménez, acompañado de imágenes alusivas y música, ante la clase o la comunidad educativa. Ahí se pondrá de manifiesto la enorme hondura expresiva de los poemas de nuestro poeta.

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