Río Bernesga, León (VIII-2019) © SVM |
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ: “ÁLAMO BLANCO” (de CANCIÓN, 1936)
Arriba canta el pájaro
y abajo canta el agua.
(Arriba y abajo,
se me abre el alma).
¡Entre dos melodías,
la columna de plata!
Hoja, pájaro, estrella;
baja flor, raíz, agua.
¡Entre dos conmociones,
la columna de plata!
(¡Y tú, tronco ideal,
entre mi alma y mi alma!)
Mece a la estrella el trino,
la onda a la flor baja.
(Abajo y arriba,
me tiembla el alma).
- ANÁLISIS
- Resumen
Juan Ramón
Jiménez (Moguer, Huelva, 1881 – San Juan, Puerto Rico, 1958) es uno de los más
completos poetas en lengua española y la figura literaria más señera de la
Generación del 14. El poema “Álamo blanco” procede de Canción (1936), primer y único volumen de la obra completa
organizada y depurada o “revivida” por el propio Juan Ramón; el proyecto se
truncó por la guerra civil y los avatares biográficos del poeta onubense; es
probable, por ello, que el poema proceda de un poemario anterior.
“Álamo blanco” presenta una contemplación de un álamo blanco por parte del yo poético, que inmediatamente transmite sus reflexiones y emociones en torno a esa visión casi extática. En la parte superior del árbol un ave canta, lo mismo que hace el agua a los pies del árbol. Ambos elementos, el ave y el agua, se ven unidos en una realidad superior de la que también forma parte el yo poético; el nexo común es el álamo blanco. El yo poético participa de la comunicación --a través de la música y del movimiento— de los elementos naturales, con los que se establece una comunión o fusión entre ellos.
- Tema
El tema o asunto principal del poema es la contemplación extasiada de un árbol con el que se establece una comunicación e identificación por parte del yo poético. Enunciado de otro modo: la observación atenta de la naturaleza conduce a un proceso de comunión ontológica entre el observador y lo observado.
- Apartados temáticos
El poema
presenta tres apartados temáticos, que coinciden con las tres estrofas que lo
componen:
-En el primer
apartado (primera estrofa, vv. 1-4) se dibuja el marco en el que se desarrolla
la acción poética y se presentan dos de los actores principales: el pájaro y el
agua.
-En el segundo
apartado (segunda estrofa, vv. 5-12) el foco se concentra en el árbol, “columna
de plata” y cómo irradia su presencia a otros elementos naturales, situados por
encima, o por debajo; pero pronto también integra al yo poético, que se siente conmocionado
al experimentar ese orden natural.
-El tercer apartado (tercera estrofa, vv. 13-16) expresa los efectos de las acciones del pájaro y del agua sobre sus vecinos naturales (la estrella y la flor) y también sobre el propio yo poético, que lo observa y se hace partícipe de todo ello, manteniendo un nivel de conciencia metarreflexiva (lo declara muy bien el hecho de que su posición en esta contemplación aparece entre paréntesis, al final de cada estrofa).
- Aspectos métricos, de rima y estrofa
El poema consta de dieciséis versos heptasílabos con rima asonante en los versos pares (á-a, con la variante en á-ua en los versos cuya palabra final es “agua”, que son el 2 y el 8), quedando los impares libres. Es, por tanto, un poema de rima romanceada, la cual se mantiene más allá de las estrofas, saltando de una a otra.
- Análisis estilístico
El poema ofrece
una riqueza compositiva muy alta, como a continuación trataremos de exponer. En
primer lugar, llama la atención de que el objeto principal de la acción poética,
el álamo blanco, no aparece nombrado como tal ni una sola vez. Esta elipsis
conceptual se ve compensada por una metáfora repetida: “columna de plata” (vv.
6 y 10) y una metonimia metaforizada: “tronco ideal” (v. 11); ambas imágenes
nos remiten al álamo, que ahora comprendemos que es algo más que un árbol:
representa un ideal de armonía de la naturaleza y del yo poético con ella,
hasta el punto de formar una realidad nueva, de significación transcendente.
El poema juega
y combina dos espacios reales y metafóricos al mismo tiempo: “arriba” (v. 1),
no por casualidad primera palabra del poema; ahí aparecen el ave cantora, la
hoja y la estrella. El segundo ámbito es “abajo” (v. 2); ahí aparecen el agua,
la raíz y la flor baja. Ambos se ven unidos por el tronco del álamo, que los
comunica y ordena al mismo tiempo. Y al lado de todo ello, el yo poético,
nombrado a través de la metonimia “alma” (vv. 4, 12 y 16) que no por casualidad
aparece entre paréntesis. Forma y no forma parte del conjunto. Es el elemento contemplador,
en este sentido externo, pero la intensa belleza armoniosa de lo contemplado lo
empujan hacia una emoción compartida y comunicada a través del tronco.
Las tres
metáforas para expresar esa emoción compartida son “se me abre el alma” (v. 4),
“¡Y tú, tronco ideal, / entre mi alma y mi alma!” (vv. 11-12) y “me tiembla el
alma” (v. 16). Obsérvese la gradación conceptual que se establece entre
“abrir”, “entre mi alma y mi alma” (es decir, el tronco se une indisolublemente
al yo poético) y, finalmente, “temblar”. No es de extrañar que el yo poético
afirme que se halle entre “dos conmociones” (v. 9), producto de la
contemplación del canto del ave y del agua.
Un elemento
fundamental del contenido poético es el movimiento. El poema comunica una
cinética doble, de “arriba y abajo” (v. 3) y de “abajo y arriba” (v. 15).
Existen cuatro verbos que refuerzan la sensación de movimiento, cambio,
evolución; son “se me abre” (v. 4), “mece” (v. 13), “baja” (v.14) y “tiembla”
(v. 16). Nada, pues, de estatismo, aunque sí existe mucho de extatismo: la
contemplación de elementos actuantes provoca un cambio en el yo poético, que lo
conducen a un estado como de arrobamiento o embeleso del alma.
Existen otros
dos fenómenos poéticos medulares en este texto. Uno es el producido por la
elipsis sistemática de elementos, acciones, causas y consecuencias. Otro es su
correlato obligatorio: la enumeración. Las elipsis de los verbos son muy
llamativas en la estrofa 2: no aparece ni un solo verbo explicando las acciones
de los sustantivos, que se entiende son los sujetos de acciones que el lector
suple en su cabeza a lo largo de la lectura.
Las
enumeraciones son, en parte, consecuencia de esas elipsis. La más evidente y
significativa ocupa los versos 7 y 8: “Hoja, pájaro, estrella; / baja flor,
raíz, agua”. Son seis sustantivos que nombran elementos naturales, los tres
primeros de “arriba” y los tres últimos de “abajo”; juntos, ofrecen un cuadro
completo de los objetos, seres o entes que conforman el cuadro visual del yo
poético, lo que “ve” en su contemplación, y lo que llega al lector. En sí, son
metonimias todos ellos de otra realidad superior y más oculta: la comunicación
armónica de la naturaleza. En este sentido, el poema presenta unos elementos
simbólicos de fuerte carga intelectiva.
El paralelismo
es otro recurso compositivo importante. El que aparece en los versos 1 y 2 se
ve replicado casi igual en los versos 13 y 14, sólo que en este aparece un
quiasmo entre ambos versos. En el mismo orden de recursos de repetición son
notables el polisíndeton (vv. 2-3 y 13-14), la anáfora de “Entre” (vv. 5, 9 y
12), las repeticiones retóricas, sobre todo de la palabra “alma”, que aparece
en el último verso de cada estrofa (y, en el caso de la segunda, repetida a su
vez, en un efecto paradójico de fuerte carga significativa, insistiendo en la
fortaleza del álamo). “Columna de plata”, metonimia del álamo blanco, se
repite, tal cual, en los versos 6 y 10, lo que denota muy bien su importancia
medular.
En el poema el
tiempo está como suspendido, lo que contrasta con el movimiento de los
elementos. Sólo sabemos que estamos de noche (“Mece a la estrella el trino”, v.
13), pero la contemplación extática parece que paraliza la acción en un
instante... que dura bastante tiempo. A esta sensación lectora contribuye mucho
la ausencia de verbos de la segunda estrofa.
Los efectos
cromáticos contribuyen a la creación de esa atmósfera casi mágica, como irreal.
La “columna de plata” (vv. 6 y 10), en alusión al color blanco de la corteza
del álamo blanco es el color más importante, que contrasta con la oscuridad de
la noche. Sobre un fondo gris, casi negro, sobresale el poderoso tronco blanco.
La imagen se dibuja perfecta en la mente lectora, que comprende así la visión
de cuasi arrobamiento del yo poético.
Otro elemento
significativo relevante es el sonido. En el poema, existen un canto, una
melodía de efectos importantes sobre las estrellas y sobre las flores. El
primer ser cantor es el pájaro; el segundo, el agua. Inmediatamente al
principio del poema, se repite la forma verbal “canta” (vv. 1 y 2) para
insistir en la importancia de la melodía en el cuadro natural nocturno objeto
de contemplación.
Dos exclamaciones retóricas dirigidas al árbol, “columna de plata” (vv. 9-10) y “tronco ideal” (vv. 11-12) declaran muy bien el estado de admiración suspendida que el yo poético experimenta a lo largo del poema.
- Contextualización
Juan Ramón
Jiménez (Moguer, Huelva, 1881 – San Juan, Puerto Rico, 1958), premio Nobel de
Literatura en 1956, es uno de los más intensos y significativos poetas
españoles del siglo XX. Como miembro de la Generación del 14, aspira a una
depuración verbal y conceptual de la poesía para que adquiera una transcendencia
y transparencia que, a su juicio, se había perdido en las décadas anteriores,
sobre todo a partir de ciertos excesos románticos y modernistas.
Su producción poética se divide en una etapa sensitiva (1898 – 1916), justamente bajo los efectos del tardorromanticismo y del modernismo simbolista, sentimental, sensitiva y simbolista; una etapa intelectual (1916 – 1936), dominada por una poesía más esencialista, reconcentrada e intelectualizada; y, finalmente, una etapa “suficiente o verdadera” (1936 – 1958), bajo el signo de una poesía metafísica, autorreferencial e integradora de todos los aspectos humanos, incluyendo la vida y la muerte. El poema que hemos comentado se ubica en la etapa intelectual porque presenta una concepción esencialista de la naturaleza; los elementos más sensitivos están depurados, transcendidos; el poeta busca integrar en una realidad superior la naturaleza y sus sentimientos.
- Interpretación
Estamos ante un
poema densamente significativo. Nos presenta una contemplación extática de un
árbol en un marco nocturno. Un pájaro cantor y el agua que también entona una
melodía completan un cuadro mágico, transcendente: los elementos se comunican
utilizando al árbol de columna vertebral que sustenta un todo armonioso, vivo y
solidario en sus partes.
El poeta se
integra en ese cuadro como un elemento más, sus emociones lo empujan hacia el
árbol, que lo acoge con delicadeza. El juego de elisiones y alusiones es muy
interesante y forma parte de la dinámica textual: el lector se ve obligado a
una reconstrucción del sentido, más o menos conscientemente, y a una
contemplación no tan lejana de la experimentada por el yo poético.
Belleza, armonía y sentido pleno son los valores que se desprenden de la visión del álamo blanco. Que coinciden, he ahí la magia de la poesía, con lo que se desprenden de la lectura detenida de este hermoso poema, sencillo en la forma, transparente en la disposición, pleno y expansivo en el sentido.
- Valoración
Como suele
ocurrir con la lectura de la buena poesía, el texto expande su significación
inicial para ofrecer al lector un itinerario conceptual y estético nuevo y
fascinante en sí mismo. La apariencia de una mera anécdota rápidamente se ve
superada por un impacto estético de honda significación emocional y
existencial.
Juan Ramón
Jiménez es un poeta muy laborioso y exigente. Depura sus textos hasta límites
casi intolerables para la lengua. El resultado es un artefacto verbal que parece
que se abre en la mente del lector como una fruta madura. El acto de lectura
conlleva una exploración no solo estética, sino existencial y verbal. He aquí
el milagro de la poesía lograda, esperando ser degustada por un lector atento.
- PROPUESTA DIDÁCTICA
(Estas actividades se pueden desarrollar y
realizar de modo oral o escrito, en el aula o en casa, de modo individual o en
grupo. Algunas de ellas, sobre todo las creativas, requieren material o
herramientas complementarias, como las TIC).
2.1. Comprensión lectora
1) Resume el
poema (aproximadamente, 100 palabras).
2) Señala su
tema y sus apartados temáticos. Para ello, contesta a la cuestión ¿de qué y
cómo se expresa?
3) Establece
la métrica, la rima y la forma estrófica utilizada.
4) Existen
tres elementos naturales que conforman el cuadro visual del poema. Explícalos y
establece su relevancia.
5) Localiza una docena de recursos estilísticos y explica su eficacia significativa y estética.
2.2. Interpretación y pensamiento analítico
1) ¿Por qué
el yo poético afirma que “Arriba y abajo, / se me abre el alma”? ¿Está en
consonancia con el momento y la naturaleza descrita?
2) Busca y
explica las metáforas con que se alude al árbol, el álamo blanco. ¿Qué tipo de
emociones desea transmitir? ¿?
3) ¿Qué desea
transmitir aquí la expresión “Entre dos conmociones” (v. 9)? Establece una
relación de complementariedad entre “arriba” y “abajo.
4) Indica los rasgos de la poesía de Juan Ramón Jiménez, miembro de la Generación del 14, perceptibles en este poema.
2.3. Fomento de la creatividad
1)
Documéntate sobre el poeta Juan Ramón Jiménez y realiza una exposición en la
clase con ayuda de medios TIC, creando un póster, etc.
2) La
naturaleza despierta admiración y un intenso grado de comunicación por parte
del poeta. Expresa las emociones que despierta en ti la contemplación de un
paisaje o un elemento natural (un árbol, un momento del día, etc.). Puedes
hacerlo en papel, por imagen –dibujo, fotografía--, con música, o todos los
medios combinados a la vez.
3) Escribe un
relato basado en la contemplación de un lugar, real o imaginario, común o raro,
solo o en compañía. Trata de expresar las emociones que te sugiere.
4) Se puede realizar un recital poético o una declamación de poemas de Juan Ramón Jiménez, acompañado de imágenes alusivas y música, ante la clase o la comunidad educativa. Ahí se pondrá de manifiesto la enorme hondura expresiva de los poemas de nuestro poeta.
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