01/11/2020

Rosalía de Castro: "Era apacible el día"


Ribera del Bernesga, León (X-2020) © SVM


ROSALÍA DE CASTRO: “Era apacible el día” (de “En las orillas del Sar”, 1884) 

Era apacible el día                                                    1
Y templado el ambiente,
Y llovía, llovía
Callada y mansamente;
Y mientras silenciosa                                                 5
Lloraba y yo gemía,
Mi niño, tierna rosa
Durmiendo se moría.
Al huir de este mundo, ¡qué sosiego en su frente!
Al verle yo alejarse, ¡qué borrasca en la mía!             10

Tierra sobre el cadáver insepulto
Antes que empiece a corromperse... ¡tierra!
Ya el hoyo se ha cubierto, sosegaos,
Bien pronto en los terrones removidos
Verde y pujante crecerá la yerba.                               15

¿Qué andáis buscando en torno de las tumbas,
Torvo el mirar, nublado el pensamiento?
¡No os ocupéis de lo que al polvo vuelve!...
Jamás el que descansa en el sepulcro
Ha de tornar a amaros ni a ofenderos                          20
¡Jamás! ¿Es verdad que todo
Para siempre acabó ya?
No, no puede acabar lo que es eterno,
Ni puede tener fin la inmensidad.

Tú te fuiste por siempre; mas mi alma                         25
Te espera aún con amoroso afán,
Y vendrá o iré yo, bien de mi vida,
Allí donde nos hemos de encontrar.

Algo ha quedado tuyo en mis entrañas
Que no morirá jamás,                                                  30
Y que Dios, porque es justo y porque es bueno,
A desunir ya nunca volverá.
En el cielo, en la tierra, en lo insondable
Yo te hallaré y me hallarás.
No, no puede acabar lo que es eterno,                         35
Ni puede tener fin la inmensidad.

Mas... es verdad, ha partido
Para nunca más tornar.
Nada hay eterno para el hombre, huésped
De un día en este mundo terrenal,                               40
En donde nace, vive y al fin muere
Cual todo nace, vive y muere acá.

                    En las orillas del Sar (1884)

  1. ANÁLISIS
  1. Resumen

Rosalía de Castro (Santiago de Compostela, 1837 - Padrón, La Coruña, 1885) es una excelente y brillante poeta del Romanticismo español. Junto con Bécquer, aportaron originalidad, autenticidad y belleza intimista a una poesía en principio bastante altisonante.

En el poema que nos disponemos a analizar, el yo poético, trasunto de Rosalía de Castro, cuenta una historia, la muerte de uno de sus hijos, transmite su estado anímico de desolación y tristeza, apela a Dios para que un día vuelvan a estar juntos; el poema se cierra con una reflexión sobre la dura ley de vida: todo lo que nace ha de morir.

El texto se abre con un marco temporal: un día “apacible” y lluvioso, en el que se desarrolla una terrible circunstancia: un niño, hijo de la poeta, se está muriendo. Ello provoca un contraste hiriente entre el sosiego del moribundo y la crispación en la del yo poético, que lo contempla. En la segunda estrofa, el yo poético pide la inhumación del cadáver, suplica calma tal vez a los presentes y les recuerda que la normalidad pronto volverá. En la tercera estrofa interpela a los que buscan respuestas alrededor de las tumbas; acaso se refiera a las personas, en general, acaso es un plural mayestático donde ella misma está incluida. Advierte que los muertos ya no inquietarán a los vivos. Se pregunta si con la muerte todo finaliza y la respuesta es tajante: no, no todo lo destruye el final; lo eterno y lo inmenso perdurarán para siempre. La cuarta estrofa establece un diálogo frustrado del yo poético con el niño fallecido. Le recuerda que algún día se juntarán con “amoroso afán”. La quinta estrofa es continuación de ese diálogo o monólogo unidireccional del yo poético al hijo. Le informa con asertividad que algún día se unirán porque hay algo de él en ella, porque Dios, justo y bueno, así lo hará. Recuerda de nuevo que lo eterno y lo inmenso no desaparecen con la muerte terrenal. La última estrofa introduce una reflexión de carácter adversativo. El yo poético cede a la evidencia de que su hijo ha partido “para nunca más tornar”. La ley natural establece que el hombre solo es un invitado en el mundo; aquí nace, vive y muere, como todo lo demás.

  1. Tema

El asunto principal de este poema es la expresión del dolor por la muerte de un ser querido, donde chocan el deseo de un reencuentro definitivo futuro y la dura certeza de la ley natural de que todo lo terrenal muere y desaparece para siempre. En otras palabras, el poema es una manifestación del dolor inmenso por la muerte de un hijo, entre la esperanza de algún tipo de resurrección y la certeza de que la vida terrenal es efímera e irreversible. Estamos, por tanto, ante una elegía íntima, sentida y expresiva.

  1. Apartados temáticos

En este poema se advierten los siguientes apartados temáticos:

-Una primera sección está formada por las dos primeras estrofas (vv. 1-15). Es una presentación de la acción en su marco temporal.

-Una segunda sección la conforma la estrofa tercera (vv. 16-24). Se dirige a un vosotros que no acota exactamente; tal vez los que la acompañan, acaso el resto del mundo, posiblemente los vivos, incluida ella misma. Advierte que los muertos ya no molestan, pero también asevera que lo eterno e inmenso no tiene fin ni es alcanzado por la muerte.

-Las estrofas cuarta y quinta (vv. 25-36) constituyen un diálogo unidireccional de la madre al niño. Le recuerda que el amor los unirá para siempre y que la reunión entre ambos ocurrirá, en un lugar y tiempo desconocido.

-La última estrofa (vv. 37-42) reconoce que la muerte es irreversible, que el hombre está de prestado en el mundo y que está sujeto a la ley biológica del nacimiento, vida y muerte, pues “nada hay eterno para el hombre”.

  1. Análisis métrico, de la rima y de la estrofa

El poema está formado por 42 versos distribuidos en seis estrofas con diferente número de versos (10, 5, 9, 4, 8 y 6, respectivamente). La medida de los versos varía; oscila del heptasílabo (predominante en la primera estrofa) al alejandrino (más común en el resto de las estrofas. La rima también presenta una gran variedad. En la primera estrofa se aprecia dos cuartetas y dos versos finales que repiten la rima de los versos 2 y 1, respectivamente. La segunda y tercera estrofas se resuelven en verso libre, con una vaga tendencia a la asonancia romanceada. Las tres estrofas finales presentan una rima romanceada, por tanto, en los versos pares, quedando los impares libres, en á. Estamos en el Romanticismo y la tendencia a la experimentación con las formas clásicas y una querencia por el verso libre se imponen sin paliativos.

Este tipo de disposición formal –medida de los versos novedosa y no clásica, rima asonantada, estrofas de distinta extensión-- es muy frecuente en el Romanticismo español (Espronceda y Bécquer la practicaron asiduamente). Los poetas románticos caminan hacia el verso libre; en este poema, Rosalía se ubica a mitad de ese recorrido.

Conviene destacar la intensa y persistente musicalidad del poema. La distribución acentual es muy cuidada; esta es la responsable de una cadencia suave y fluida que dotan al conjunto de un tono melódico agradable y penetrante.

  1. Análisis estilístico

El poema teje una densa red de significación gracias al uso profuso y acertadísimo de distintos recursos estilísticos. Ofrecemos una localización de los mismos en el poema, entre corchetes [], con el único objetivo de comprobar el asombroso despliegue estilístico y la intensa elaboración verbal del poema:

Era apacible el día  [hipérbaton y encabalgamiento suave]                                               
Y templado el ambiente [elipsis],
Y llovía, llovía [repetición]
Callada y mansamente [bimembración, sinestesia, personificación];
Y mientras silenciosa                                                
Lloraba y yo gemía [hipérbaton y bimembración],
Mi niño, tierna rosa [metáfora]
Durmiendo se moría [paradoja].
Al huir de este mundo, ¡qué sosiego en su frente! [exclamación retórica]
Al verle yo alejarse, ¡qué borrasca en la mía! [anáfora, paralelismo, antítesis y exclamación retórica]

Tierra sobre el cadáver insepulto [metonimias]
Antes que empiece a corromperse... ¡tierra! [suspensión, repetición, exclamación]
Ya el hoyo se ha cubierto, sosegaos, [apóstrofe]
Bien pronto en los terrones removidos
Verde [epíteto] y pujante [personificación, sinestesia] crecerá la yerba. [ironía, sarcasmo]                         

¿Qué andáis buscando en torno de las tumbas,
Torvo el mirar, nublado el pensamiento? [interrogación retórica, paralelismo, metáforas]
¡No os ocupéis de lo que al polvo vuelve!... [exclamación retórica y suspensión]
Jamás el que descansa en el sepulcro [perífrasis]
Ha de tornar a amaros ni a ofenderos [hipérbaton, paralelismo]
¡Jamás! [anáfora, exclamación] ¿Es verdad que todo
Para siempre acabó ya? [interrogación retórica, hipérbaton]
No, no puede acabar lo que es eterno, [repetición, tautología, obviedad]
Ni puede tener fin la inmensidad. [paralelismo, anáfora, tautología, obviedad]

Tú te fuiste por siempre; mas mi alma [apóstrofe o invocación, antítesis]
Te espera aún con amoroso afán, [metáfora, sinestesia]
Y vendrá o iré yo, bien de mi vida, [disyunción, metáfora]
Allí donde nos hemos de encontrar.

Algo ha quedado tuyo en mis entrañas [metonimia, perífrasis]
Que no morirá jamás,                           
Y que Dios, porque es justo y porque es bueno, [paralelismo, polisíndeton]
A desunir ya nunca volverá. [hipérbatón]
En el cielo, en la tierra, en lo insondable [paralelismo, enumeración]
Yo te hallaré y me hallarás. [derivación, antítesis, polisíndeton]
No, no puede acabar lo que es eterno,  [repetición, perífrasis, obviedad]
Ni puede tener fin la inmensidad.

Mas... es verdad, ha partido [suspensión, elipsis]
Para nunca más tornar.
Nada hay eterno para el hombre, huésped [metáfora, hipérbole, encabalgamiento]
De un día en este mundo terrenal,[metonimia, metáfora]                       
En donde nace, vive y al fin muere [enumeración, graduación]
Cual todo nace, vive y muere acá. [repetición, enumeración]  

 

Todos los recursos señalados --a más de uno por verso; su cantidad es asombrosa-- aportan significación connotativa de dolor desgarrado, expresión en imágenes de una pérdida insustituible, efectos líricos de angustia por un cierto pesimismo existencial. Las imágenes inciden vivamente en la imaginación lectora para ofrecer un perfil del yo poético dominado por el dolor y la desesperanza.

El poema, en sí mismo, es una elegía (composición clásica en la que se lamenta la pérdida de un ser querido), plagada de malos augurios y entreverada de reproches hacia los demás. En esencia, ofrece dos ejes temáticos contrapuestos: la esperanza de una vida de ultratumba que dé satisfacción a los deseos del yo poético de reencontrarse con su hijo muerto; por otro lado, la amargura de comprender que eso no es posible porque “todo” acaba con la muerte. Estamos ante una aporía ontológica que desgarra al yo poético sin solución posible. La tensión poética es, pues, enorme y desgarradora; es un reflejo de la existencial que el yo poético arrastra en su interior.

Desde otra perspectiva, es bien perceptible una relación poco amistosa entre el sujeto poético y los otros, los demás, que el emisor lírico no quiere especificar, expresada en la tercera estrofa. Los impreca, les pide calma porque el muerto ya no molestará más, ni para bien, ni para mal (“Jamás el que descansa en el sepulcro / ha de tornar a amaros ni a ofenderos”).

La repetición, casi a modo de estribillo, de los versos 35-36 es una afirmación rotunda de querer creer en una vida ultraterrena que permita el reencuentro con las almas de los que ya se fueron:

 

No, no puede acabar lo que es eterno,
Ni puede tener fin la inmensidad.

El conjunto del poema nos permite apreciar un magnífico dominio de la lengua poética por parte de nuestra poeta. El equilibrio entre el contenido, denso y triste, siempre amargo, y la expresión, cuidada, significativa y muy reconcentrada, es total. De ahí que su lectura resulte impactante, sorprendente y apelativa.

  1. Contextualización

Rosalía de Castro es una de las más excelsas poetas en lengua castellana. Sus tres libros de poesía, los dos primeros en gallego y el último en español, marcan un hito en el Romanticismo español. Se trata de una expresión literaria romántica ya algo tardía, pues cuando ella publica sus poemarios, entre 1863 y 1884 –precisamente, el año en que Clarín publicó su gran obra realista, La Regenta--, la literatura realista irrumpe con fuerza en España. Precisamente por eso, su romanticismo es más depurado, contenido e intimista que el anterior de la primera mitad del siglo XIX.

Rosalía reivindica en su poesía el papel de las emociones, la importancia de la lengua y la cultura gallega y el papel de la mujer en la sociedad del momento. Reclama atención a esos tres componentes sin grandes alharacas, pero con claridad y contundencia. Lamenta su papel secundario y apela al respeto de todos ellos. En concreto, su reivindicación del gallego como lengua literaria es de fundamental importancia, pues su poesía es un puente entre la muy importante tradición de la poesía lírica galaico-portuguesa de la Edad Media y la época que le tocó vivir.

Por lo demás, en Rosalía se aprecia una expresión honda y contenida de los avatares de un alma traqueteada por los sinsabores de la vida. La muerte de los seres queridos más cercanos, por ejemplo, es un motivo de especial sufrimiento. Se puede afirmar que la poesía rosaliana oscila entre la confesión íntima, la búsqueda de la expresividad estética y el lenitivo del alma que alivie los dolores de la vida.

  1. Interpretación

El poema que estamos comentando es un ejemplo perfecto de la mejor poesía romántica española. Resumimos sus elementos compositivos básicos:

-Subjetivismo: ya la expresión “lloraba yo y gemía” del verso 6 nos advierte que el poema se centra y habla del yo poético, más o menos trasunto de Rosalía de Castro, en una especie de diálogo trunco con su niño muerto. Hay más personas, pero solo se oye la voz del poeta que reclama toda la atención.

-Sentimentalismo: el poema se enfoca rápidamente en las emociones del yo poético. Lo exterior, en este caso la muerte de un hijo de corta edad, sirve para indagar en lo interior. El estado del alma es lo que interesa mostrar; rabia respecto de los demás, amargura por la pérdida respecto de su niño; y, en fin, aceptación del final sin retorno: “Mas... es verdad, ha partido / para nunca más tornar”.

-Intimismo: la dinámica del poema es interna, personal y refleja. Todo gira en torno a la expresión del desgarro interior por la muerte de su niño. Las emociones de rabia, esperanza y resignación se suceden, en un camino sinuoso, que desembocan en la desesperanza.

-La naturaleza y las otras personas son componentes complementarios, en una relación dialéctica tensa y poco amable. El hecho de que el yo poético no les permita replicar ni intervenir muestra bien que no está dispuesto a cederles nada de protagonismo, como que ya se supiera lo que pudieran decir.  Aquí no asistimos a una naturaleza cómplice, sino más bien a otra dura, distante y poco amistosa con la voz poética, como se puede apreciar en los versos 14-15:

Bien pronto en los terrones removidos
Verde y pujante crecerá la yerba.

-Formalmente, Rosalía crea un artefacto poético ajustado a la elegía, pero con elementos innovadores desde el punto de vista del contenido, del tratamiento del asunto y de la forma poética (estrofas, métrica y rima muy experimentales e innovadores). El conjunto resulta muy hermoso por su hondura y delicado equilibrio entre expresión y contenido. La sensación lectora es de una gran densidad significativa.

  1. Valoración

El poema que comentamos es un estupendo ejemplo de la mejor poesía romántica española. La transparencia significativa es tan alta que el lector pronto comprende y comparte el dolor inmenso que inunda al yo poético. La pérdida de un hijo pequeño lleva a Rosalía a expresar casi con rabia y bastante desesperación su abatimiento emocional.

En este poema Rosalía de Castro vuelca su dolor por la muerte de un hijo pequeñito. Manifiesta su rabia y su enfado contra todo y contra todos. Nos permite seguir sus movimientos emocionales de angustia, ira contra los demás, fe en una vida futura y, al fin, descreencia en esa misma vida.

En este sentido, es un poema duro, terrible e incluso descarnado. No hay solución para la muerte, ni para la vida, pues todo está sujeto a la ley biológica de la extinción. El lector se ve sobrecogido por unas reflexiones cargadas de hiel porque la muerte traicionera ha arrebatado al yo poético parte de lo que más quería.


  1. PROPUESTA DIDÁCTICA

(Estas actividades se pueden desarrollar y realizar de modo oral o escrito, en el aula o en casa, de modo individual o en grupo. Algunas de ellas, sobre todo las creativas, requieren material o herramientas complementarias, como las TIC).

2.1. Comprensión lectora

1) Resume el poema (aproximadamente, 100 palabras).

2) Señala su tema y sus apartados temáticos. Fíjate en qué persona y tiempo están conjugados los verbos para delimitar de quién y cómo se habla (tono optimista o pesimista, esperanzado o amargo, etc.).

3) Establece la métrica, la rima y la forma estrófica utilizada.

4) Existen muchas imágenes que aluden al dolor por la muerte de un ser muy querido y conforman una elegía. Explícalas y dales sentido en el contexto de la forma poética de la elegía.

2.2. Interpretación y pensamiento analítico

1) ¿Por qué el yo poético afirma que “Lloraba y yo gemía”? ¿Está en consonancia con el tiempo y el clima descrito?

2) “Sosiego” y “borrasca” (vv. 7 y 9) son dos términos que se contraponen ¿Qué tipo de emociones desea transmitir? ¿A quién corresponden?

3) Establece una relación de oposición entre la esperanza y la desesperanza tal y como se manifiestan en el poema.

4) Indica los rasgos de la poesía romántica perceptibles en este poema.

2.3. Fomento de la creatividad

1) Documéntate sobre la poeta Rosalía de Castro y realiza una exposición en la clase con ayuda de medios TIC, creando un póster, etc.

2) La naturaleza despierta admiración y un intenso grado de comunicación por parte de la poeta. Expresa las emociones que despierta en ti la contemplación de un paisaje o un elemento natural (aves, fuente, etc.). Puedes hacerlo en papel, por imagen –dibujo, fotografía--, con música, o todos los medios combinados a la vez.

3) Escribe un relato basado en la contemplación de un lugar, real o imaginario, común o raro, solo o en compañía. Trata de expresar las emociones que te sugiere.

4) Se puede realizar un recital poético o una declamación de poemas de Rosalía de Castro, acompañado de imágenes alusivas y música, ante la clase o la comunidad educativa. Ahí se pondrá de manifiesto la enorme hondura expresiva de los poemas de nuestra poeta.

 

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