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Baiona, Pontevedra (VIII-2020) © SVM |
VALLE-INCLÁN: DIVINAS PALABRAS
- ANÁLISIS
- Resumen
La pieza se organiza en
tres jornadas, con cinco, diez y cinco escenas en cada una de ellas,
respectivamente. El número romano indica la jornada; el árabe, la escena.
(I, 1) Lucero es un tipo palabrero y atildado que anda por las ferias
gallegas a salto de mata. Se gana la vida turbiamente adivinando el futuro con
un perro Coimbra y con un pájaro en una jaula que lleva a sus espaldas. Lo
acompaña Poca Pena, su “manceba” (según se afirma en el dramatis personae), con un bebé en brazos. Lucero se muestra duro,
violento y amenazante contra Poca Pena y su hijo, de quien quiere deshacerse.
Proclama su libertad por encima de todo. Es descreído y su perro Coimbra
adivina que Pedro Gailo, el sacristán de la iglesia de San Clemente, en Viana
del Prior, será engañado por su mujer.
(I, 2) Juana Reina muere de
enfermedad, en cualquier camino. Deja a un hijo idiota e hidrocéfalo, que lleva
en un carretón, por las ferias, para pedir limosna, con lo que gana bastante
dinero como para vivir desahogada. Rosa la Tatula, limosnera, encarga a Miguel
el Padronés, un leñador y al Compadre Miau (que es Lucero, pero ahora se hace
llamar por este nombre; ya no va con la mujer del niño) que den aviso a la
familia.
(I, 3) La Tatula informa a
Mari Gaila (mujer de Pedro Gailo; tienen a Simoniña de hija) que Juana Reina ha
muerto. Gaila y Simoniña, que parece algo lerda, hacen un planto y lamentan su
muerte, muy teatreras. La Tatula le propone alquilar el carretón con el idiota
(“vale un horno de pan”, le dice), pero Gaila le da largas y no se pronuncia.
(I, 4) El alcalde pedáneo
del pueblo le pone guardas al cadáver de Juana Reina. Marica del Reino, hermana
de la difunta y de Pedro Gailo hace un planto exagerado y falso sobre las
bondades de la hermana. Se inicia una pequeña discusión sobre quién se quedará
con el idiota.
(I, 5) Velan el cadáver de
Juana Reina en el atrio de la iglesia de San Clemente. Todos beben aguardiente
y se cuentan consejas. Con la ayuda del pedáneo, llegan los familiares, Mari
Gaila, mujer bebedora y con donaire, por un lado, y Marica del Reino, por otro,
a un acuerdo sobre el idiota. Tres días a la semana cada una, y los domingos,
alternando. Al final, el idiota emite gruñidos y le contesta un sapo.
(II,1) Marica del Reino
está enfadada porque su cuñada Gaila no le devuelve el carretón, aunque ya le
tocaba. Una vecina le cuenta que gana mucho dinero, que bebe por todas las
ferias, que es aguda hablando y que se deja requebrar por los hombres. Sospecha
que está en la feria de Viana. Marica dice que, cuando se lo traiga, no se lo
devuelve; odia a su cuñada.
(II, 2) Los romeros y
pordioseros descansan en su camino. El ciego de Gondar le propone a Mari Gaila
que conviva con él, que la quiere y harían buenos dineros, pero ella se niega.
El vendedor de agua de limón apostilla el asunto; también lo hace la Tatula,
que se mueve con ellos. Llega un peregrino, muy humilde y devoto; lo invitan a
comer los demás. Los guardias buscan al Conde Polaco, pero nadie lo conoce.
(II, 3) Feria en Viana del
Prior, al lado de la colegiata. Mari Gaila toca el pandero y canta una canción;
se arrima al Compadre Miau (es el antiguo Lucero, que había huido de la prisión
de Ceuta), ahora con un ojo tapado; toca la flauta, la perra Coimbra baila a
dos patas y el pájaro echa suertes. Lo acompaña el leñador Miguelín, a quien
trata de maricuelo. El compadre Miau requiebra a Mari Gaila, que se deja hacer.
Aquel se muestra partidario de la república.
(II, 4) Pedro Gailo y su
hermana Marica del Reino conversan al lado de la tumba de la hermana muerte.
Marica le informa a Pedro que su mujer lleva mala vida por las ferias, que él
está deshonrado porque la otra se acuesta con hombres. Le pide que ponga orden
y se vengue. Este no quiere creerla, pero al final sí lo hace. Se siente
angustiado.
(II, 5) En una chabola
medio caída, al lado de la playa, cerca del puerto de Viana, se entiende.
Séptimo Miau, un “farandul”, según se dice en la acotación, requiebra a Mari
Gaila; ambos parecen algo bebidos. Al final, se meten a la chabola y se
acuestan. El carretón lo dejan fuera; cohetes de fuegos artificiales.
(II, 6) Dentro de la
humilde casa de Pedro Gailo, en una mano un cuchillo y en la otra una frasca de
aguardiente. Está borracho; le dice a su hija que matará a Gaila para recuperar
su honra. Le propone a Simoniña que se acueste con él, como venganza, pero ésta
se niega y logra llevarlo a la cama.
(II, 7) En un hostal a la
salida de Viana. Rosa la Tatula aparece con una peseta que le dio el Miau para
que cuidara del idiota. Miguelín invita a una copa al idiota, que paga a
Ludovina, la ventera. Luego le siguen dando de beber alcohol; Laureano el idiota
muere. Ludovina quiere que lo saquen del hostal por miedo a los guardias. Llega
Mari Gaila y hace un planto y lamenta que ya no obtendrá más beneficio
económico.
(II, 8) Encuentro de
Mari-Gaila con el macho cabrío, que aparece en un risco y en el campanario de
una iglesia. Berrea “Jujurujú”, pero luego habla de verdad. La invita a ir al
baile, pero ella se resiste. Ella se desvanece y se siente llevar por los
aires. Aparece a la puerta de su casa.
(II, 9) Plena noche, en la
humilde casa de Gailo. El matrimonio Gailo riñe, pero la hija los calma.
Simoniña lleva el carromato con el cadáver del idiota a la puerta de la casa de
Marica del Reino.
(II, 10) Marica del Reino
se encuentra el carretón en la puerta de su casa al amanecer. Los cerdos le han
comido la cara y las manos. Está enscandalizada. Serenín de Bretal, campesino
que oficia de razonador y sereno, deduce que lo trajeron a escondidas y se lo
dejaron allí.
(III, 1) Los rapaces tiran
piedras al tejado de los Gailo y a ella le cantan puta y a él cornudo. Llega la
Tatula y habla en secreto con Mari-Gaila. Después aparece Marica del Reino con
el cadáver del idiota diciendo que no quiere saber nada. Acuerdan adecentarlo y
pedir lismosna a la puerta de la iglesia tres días para sacar dinero para un
entierro. Se recriminan el desenlace del desdichado; la Tatula maniobra a solas
con Mari-Gaila.
(III, 2) La Tatula le da
unas medias de regalo a Mari-Gaila, de parte de Séptimo Miau. Lo acepta de
buena gana. Le cuenta la verdad sobre la muerte del baldado. Miau se había
burlado de Miguelín echándolo a los caminos en calzoncillos. El maricuela lo
incitó a beber hasta el final. Queda concertada una cita con Miau.
(III, 3) A la puerta de San
Clemente, con el cadáver del idiota, pidiendo, está Simoniña. Va sacando algo
de dinero. Séptimo Miau la enreda con su palabrería y alaba al difunto como
fuente de dinero y a su madre por hermosa. Habla con tensión con Gailo, que no
quiere saber nada de él. Tatula le da la cita a Miau con Gaila, lo que le
agrada mucho.
(III, 4) Miguelín el
Padronés, el Maricuela, descubre a Miau y a Gaula fornicando en las brañas. Se
lo dice a todo el mundo, para que los escarnezcan. La persiguen, ella medio
desnuda, por el campo. Le sale Milón de Arnoya, un hombre grande y fornido, que
pretende violarla. Ella le da una pedrada, pero no le vale de nada. Luego le
dice que su mujer, en casa, no es tan fiel. Milón queda confundido y la suelta.
El gentío la obliga a quitarse la ropa y queda desnuda. La suben al carro
cargado de heno de Milón y la llevan desnuda a casa.
(III, 5 y último) Gailo oficia una oración por el idiota, que allí sigue, ya hediendo, pero los jóvenes lo interrumpen tocando las campanas de la iglesia. Le dicen que su mujer es prostituta. Se da de cabezadas contra las tumbas. Sube al campanario y ve cómo viene su mujer desnuda en el carro de Milón. Se tira del campanario abajo, pero no muere. La gente se ríe de él y le llaman cornudo y castrado. Él, en tono solemne, dice en latín: “Qui sine peccato est vestrum, primus in illam lapidem mittat”. La gente queda como transfigurada y cambian de actitud. Todos se vuelven a sus casas y quehaceres y deciden cerrar la boca por si la justicia los sigue. Gailo mete a Gaila, de la mano y desnuda, a la iglesia. Todo está como sobrecogido por el poder de las divinas palabras, en latín.
- Tema de la tragicomedia
Valle-Inclán aborda varios
temas, pues estamos ante una obra ambiciosa:
-La ignorancia del pueblo
llano, producto de la falta de educación, acarrea la milagrería y la credulidad
absurda.
-La miseria moral y física
produce personas de comportamiento muy inmoral, injusto, mezquino y violento.
-La violencia física se
suele desatar a causa de la frustración, la incultura y la sujeción a unas
normas tradicionales ridículas.
-La venganza, producto del
rencor, es una motivación principal entre personas amargadas y frustradas.
-La ignorancia produce milagros aparentes, producto del temor atávico a las fuerzas espirituales fuera de nuestro control.
- Apartados temáticos
En esta ocasión,
Valle-Inclán ha optado por un desarrollo temático clásico, regido por la lógica
y la secuenciación temporal:
-Primera parte, o jornada:
presentación de los personajes y el conflicto. Accedemos a un mundo mítico,
medio onírico, con personajes alucinados y conflictos casi increíbles: la
discusión por quién se queda con el cadáver del idiota, fuente de ingresos de
primer orden para gente muy pobre.
-Segunda parte o jornada:
desarrollo del conflicto, con algunas ramificaciones argumentales. Mari-Gaila
se hace con el carromato y se echa a la vida de ferias y romerías. Le gusta y
entra en líos amorosos, haciendo buenos dineros. Una consecuencia lógica es la
muerte del pobre muchacho impedido.
-Tercera parte o jornada: el desenlace o resolución de la intriga. Es muy sorprendente, triste y amarga. Se obra como un milagro. Es verdad que nadie muere, también que la gente parece que recapacita, pero no por un proceso de pensamiento, sino por el taumatúrgico de unas palabras en latín: quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra.
- Personajes
Esta obra está poblada por
muchos personajes cuya relevancia argumental es similar. No podemos hablar de
un protagonista, sino que media docena larga de figuras poseen la misma
importancia. Veamos las más relevantes:
-Mari-Gaila: es la esposa
de Pedro Gailo y madre de Simoniña. Primero realiza un planto aparatoso y
gesticulante por la muerte de su cuñada Juana Reina, pero pronto desvela que su
interés es quedarse con el idiota para lucrarse, en un primer momento, y vivir
una vida libre y sin ataduras, de feria en feria, inmediatamente después. Deja
atrás a su familia y recorre con éxito distintas poblaciones, donde muestra su
inteligencia práctica. Al enamorarse de Séptimo Miau, busca su perdición, pues
los vecinos la vejan violentamente. Se muestra firme de carácter, fría y
calculadora, pero todo se le va de las manos porque no sabe esquivar la
manipulación sentimental y los pequeños sobornos de Miau. Su afición desmedida
al aguardiante contribuirá a su ruina final.
-Pedro Gailo: es el
sacristán de la iglesia de San Clemente; viste sotana y parece que comprende
algo de latín. Cuando puede, se las da de hombre de iglesia y leído, acompañado
de su libro religioso. Su hermana Marica del Reino le malmete por los andares
de su mujer y le exige reparación de su honra. Es pusilánime, de modo que cede,
a lo que ayuda su tendencia a la bebida, que le nubla el juicio. En un momento
de confusión, amaga con atacar a su propia hija. Atrabiliario e imprevisible,
las palabras finales que pronuncia en latín amedrentan a la concurrencia y le
permiten rescatar a su mujer de la turba.
-Simoniña, la hija de los
Gailo, es quien más sentido común muestra. Imita a su madre de palabra y de
hecho, pero mantiene una conducta más o menos coherente. Que sea miedosa no le
impide desembarazarse del acoso de su padre, o de pedir lismosna con cierta
dignidad para enterrar a su primo el idiota.
-Marica del Reino: hermana
de Pedro Gailo y de Juana Reina, también es avariciosa y desea quedarse con el
idiota y su carretón, pero las argucias de su cuñada se lo vedan. Aun con todo,
reconoce que ha logrado alguna ganancia. Sus arteras intenciones se aprecian
bien cuando malmete a su hermano contra su esposa por ser infiel.
-Rosa la Tatula: es una
mendiga de gran inteligencia práctica y muy mala bilis. Anda con el resto de
los pordioseros de feria en feria. Quiso quedarse con el carretón, pero no pudo
porque Mari-Gaila no quiso tratos con ella. Parece que de ese rencor le viene
su deseo de venganza contra aquella, que lo logra buscando su perdición. Hace
de celestina y fomenta la relación de Mari-Gaila con Miau para que ella pierda
su reputación y acabe mal, como de hecho acaba. Digamos que es una de las
triunfadoras del drama, pues todo acaba a su satisfacción.
-Séptimo Miau: estamos ante
el personaje más cínico y taimado de toda la pieza. Medio embaucador, medio
brujo, cruel y lujurioso, se porta guiado por su egoísmo atroz. Abandona
cruelmente a Poca Pena, en la primera escena, cuando se hacía llamar Lucero,
con un bebé en brazos. Se gana la vida adivinando el futuro de la gente con una
perra y un pájaro enjaulado; es muy artero e inteligente. Alguien le llama el
castellano, de donde deducimos que no era gallego; había estado en prisión en
Ceuta por delitos mayores años antes. Esta luego aparecerá muerta, y él ni
niega ni acepta haber sido el asesino, aunque parece haber sido el peregrino.
Muy palabrero, embauca a Mari-Gaila y logra enamorarla. Una vez que yace con
ella, se desentiende, pues en las escenas finales no hace acto de presencia.
-Miguel el padronés, mozo leñador: tiene un papel
relevante porque provoca la muerte del idiota a base de alcohol, en un acto
irresponsable. Por esta acción, lo ridiculiza Miau, que le llama maricuelo,
cosa que él no niega, echándolo a la calle en paños menores. Luego, por
venganza, descubre a la gente del pueblo dónde yacen Miau y Gaila. Está será
escarnecida y él se sentirá satisfecho con esta traición.
-El hijo idiota, Laureano:
es el muchacho con hidrocefalia a quien su madre, Juana Reina, lleva por las
ferias, para recaudar dinero por su exhibición. No puede hablar, pero lo hacen
alcohólico y por ello muere. Realmente, es quien paga los platos rotos de un
mundo degradado, cruel, alcoholizado e irracional.
-El ciego de Gondar, enamorado de Gaila, pero rechazado por esta; un alcalde pedáneo que se las da de leguleyo y oficia como un juez; un peregrino falsamente devoto que es quien mata a Poca Pena; un vendedor de agua de limón chismoso; la ventera de Viana, solo preocupada por su negocio, sin que se le dé un ardite por la muerte del idiota; etc., son otros personajes de menor relevancia que pueblan la obra. Todos ellos muestran una pésima catadura moral, siniestras intenciones y un cinismo egoísta estremecedor.
- Lugar y tiempo de la acción dramática
Divinas
palabras es
una pieza de ambientación galaica en su totalidad. La acción discurre en una
población gallega costera, Viana de Prior, y en un pueblo con su colegiata y la
iglesia adosada de San Clemente, cuyo sacristán es Pedro Gailo. El campo de los
alrededores, con casucas diseminadas, también es un escenario que se repite
frecuentemente. Dentro de este espacio geográfico amplio, cada escena suele
optar por un lugar concreto bien preciso: la humilde casa de Gailo, el
lavadero, el atrio de la iglesia, un hostal a la salida de Viana, cruce de
caminos donde reposan los mendigos, etc. Todos ellos son de un reconocible
ámbito gallego: cruceros, maizales, caminos estrechos que “galguean” por las
colinas, etc.
La pieza que comentamos fue publicada en 1919, de modo que su composición sería simultánea o inmediatamente anterior a ese año. La obra recrea un tiempo contemporáneo al de la escritura: unos pueblos y aldeas atrasados, atávicos, bastante hambrientos, incultos y supersticiosos dan la medida de esa época. Se iluminan con candiles, se desplazan andando o en carros y carretones: estos rasgos señalan la época de principios del siglo XX.
- Aspectos estilísticos
En Divinas palabras aparecen los rasgos estilísticos propios de
Valle-Inclán; en sí mismos son muy caracterizadores y originales. A
continuación, presentamos los más llamativos:
1) Esta es una de las obras
valleinclanescas del ciclo mítico. Centradas en su Galicia natal, ofrece una
fotografía tragicómica y risible por su deformación gesticulante y
ridiculizadora y amarga del mundo rural. Es el paso previo a la estética del
esperpento. Ya aparecen aquí la presentación la realidad en sus aspectos
grotescos, feos, histriónicos e hirientes a los sentidos. El autor trata a los
personajes deñ drama como muñecos de guiñol, deformados, desfigurados física y
moralmente hasta hacerse repelentes. En este sentido, son personajes bastante
planos, sin apenas evolución. El autor los utiliza para denunciar una realidad
sórdida y fea en sí misma, además de injusta y egoísta. La fórmula y su
presentación literaria tuvo tanto éxito que ahora “esperpento” es un sustantivo
de uso normal en la lengua española.
2) Las acotaciones (sobre todo, las iniciales de cada cuadro) son verdaderos textos literarios en sí mismos. Casi podrían pasar por relatos independientes, pues se presenta con una precisión estética un marco y unos personajes que quedan totalmente dibujados en la mente lectora. Veamos, a modo de ejemplo, las dos acotaciones iniciales de la primera jornada, escena I:
San Clemente, anejo de Viana del Prior. Iglesia de aldea sobre la cruz de dos caminos, en medio de una quintana con sepulturas y cipreses. PEDRO GAILO, el sacristán, apaga los cirios bajo el pórtico románico. Es un viejo fúnebre, amarillo de cara y manos, barbas mal rapadas, sotana y roquete. Sacude los dedos, sopla sobre las yemas renegridas, las rasca en las columnas del pórtico. Y es siempre a conversar consigo mismo, huraño el gesto, las oraciones deshilvanadas.
PEDRO GAILO.- ...Aquéllos viniéronse a poner en el camino, mirando al altar. Éstos que andan por muchas tierras, torcida gente. La peor ley. Por donde van muestran sus malas artes. ¡Dónde aquéllos viniéronse a poner! ¡Todos de la uña! ¡Gente que no trabaja y corre caminos!...
PEDRO GAILO se pasa la mano por la frente, y los cuatro pelos quédanle de punta. Sus ojos con estrabismo miran hacia la carretera donde hacen huelgo dos farandules, pareja de hombre y mujer con un niño pequeño, flor de su mancebía. Ella, triste y esbelta, la falda corta, un toquillón azul, peines y rizos. El hombre, gorra de visera, la guitarra en la funda, y el perro sabio sujeto de un rojo cordón mugriento. Están sentados en la cuneta, de cara al pórtico de la iglesia. Habla el hombre, y la mujer escucha zarandeando al niño que llora. A esta mujer la conocen con diversos nombres, y, según cambian las tierras, es Julia, Rosina, Matilde, Pepa la Morena. El nombre del farandul es otro enigma, pero la mujer le dice LUCERO. Ella recibe de su coime el dictado de POCA PENA.
La selección de objetos que
aparecen en el cuadro nos pinta una realidad total y detallada, denotada y
connotada con gran precisión poética. La adjetivación ciñe los objetos, los
dota de ecos sinestéticos muy impactantes. La fuerza caracterizadora es
incisiva y expansiva en la imaginación lectora. La naturaleza, viva y variada,
juega un papel muy relevante con personificaciones audaces que enriquecen la
significación total. La ironía, la hipérbole y las metonimias multiplican la
significación de retratos de individuos siniestros y de lugares medio
lunáticos.
3) Los recursos estilísticos se
emplean con un acierto total. Una enorme cantidad de procedimientos retóricos
felizmente usados crean un texto muy bello, connotativo, sorprendente y
original. Veamos un ejemplo extraído del cuadro XII, en el que Max expone la
teoría del esperpento:
Escena
Cuarta (Jornada I)
El robledo, al borde del
camino real. JUANA LA REINA está tendida de cara al cielo, y tiene sobre el
pecho una cruz formada por dos ramas verdes. Los pies descalzos y las canillas
del color de la cera, asoman por debajo de la saya como dos cirios. BASTIÁN DE
CANDÁS, alcalde pedáneo, pone guardas a la muerta, y da órdenes con una mano en
el aire, como si fuese a bendecir.
EL
PEDÁNEO.- Vosotros, rapaces, aquí firmes, sin desviaros del pie de la finada
difunta. No habéis de consentir por cosa del mundo que muevan el cuerpo antes
de comparecer el Ministro de la Ley.
Algunas mujerucas aldeanas
llegan haldeando. Resplandor de faroles, negrura de mantillas. Viene, entre
ellas, una vieja encorvada que da gritos con el rostro entre las manos. Por
veces se deja caer en tierra abriendo los brazos, y declama las frases rituales
de un planto. Es MARICA DEL REINO, hermana de la difunta.
MARICA DEL REINO.- ¿Dónde estás, Juana?
¡Callaste para siempre! ¡Nuestro Señor te llamó, sin acordar de los que acá
quedamos! ¿Dónde estás, Juana? ¿Dónde finaste, hermana mía?
UNA
MOZA.- ¡Conformidad, tía Marica!
TÍA MARICA, ayudada por las
mujeres y cubierta con el manteo, camina encorvada. Cuando llega al pie de la
difunta, se abraza con ella.
MARICA
DEL REINO.- ¡Ay Juana, hermana mía, qué blanca estás! ¡Ya no me miran tus ojos!
¡Ya esa boca no tiene palabras para esta tu hermana que lo es! ¡Ya no volverás
a detenerte en mi puerta para catar los bollos del pote! ¡Cegabas por ellos!
¡Inda esta segunda feria los merendamos juntas! ¡Qué bien te sabían con unto y
con nebodas!
Después del planto, queda
recogida sobre las rodillas, gimiendo monótonamente. Las mujeres se sientan en
torno, refiriendo azares de los caminos, casos de muertes repentinas, cuentos
de almas en pena. Y cuando decae el interés de aquellas historias, renueva su
planto MARICA DEL REINO. Atravesando la robleda, llega el matrimonio de los
GAILOS. La mujer, echada sobre los hombros la mantilla; y el marido, con capa
larga y bastón señoril de dorada contera y muleta de hueso. La hermana,
viéndolos llegar, se alza en las rodillas y abre los brazos en dramática
expresión.
MARICA
DEL REINO.- ¡Tarde vos dieron el aviso! Yo llevo aquí el más del día, casi que
estoy tullida de la friura de la tierra.
PEDRO
GAILO.- El hombre que tiene cargo no dispone de sí, Marica. Y ¿cómo fue que
aconteció esta incumbencia?
MARICA
DEL REINO.- ¡Ordenado estaría en la divina proposición!
PEDRO
GAILO.- ¡Cabal! Pero ¿cómo fue que ello aconteció?
MARICA
DEL REINO.- ¿Y a mí me lo preguntas? ¡Vírate para la difunta, que ella
solamente puede darte la respuesta!
PEDRO GAILO.- ¡Difunta, hermana mía, mucho te
tiraba el andar por caminos, y andando por ellos topaste la muerte!
MARICA
DEL REINO.- ¡Las mismas consideraciones le tengo hechas! ¡Dios nos ampare!
EL SACRISTÁN, limpiándose
los ojos, donde el estrabismo parece acentuarse, se acerca al dornajo del
idiota.
PEDRO
GAILO.- ¡Ya eres huérfano, y no puedes considerarlo, Laureano! ¡Tu madre, la
hermana mía, es finada, y no puedes considerarlo, Laureano! ¡Por padre tuyo
putativo me ofrezco!
MARICA
DEL REINO.- El cargo del inocente a mí me cumple.
MARI-GAILA.-
Nosotros tampoco lo abandonamos, cuñada.
MARI-GAILA tiene el gesto
de desenfado y una luz provocativa en los ojos parleros. La otra tuerce la
cabeza mostrando desdén.
MARICA
DEL REINO.- A mi hermano, que lo es, me refería.
MARI-GAILA.-
Mas yo te respondía.
EL
PEDÁNEO.- Muera el cuento.
PEDRO
GAILO.- ¿Qué esperamos, Bastián?
EL
PEDÁNEO.- Esperamos la comparecencia de la Justicia.
PEDRO
GAILO.- Poco tiene que esclarecer. Para mí, la difunta bebió alguna agua
corrompida, y eso la mató. Es probado que los sulfatos de las viñas emponzoñan
las aguas y producen muertes.
EL
PEDÁNEO.- ¿Recordáis aquella mi vaca pintada?
MARI-GAILA.-
¡Una vaca como una reina!
EL
PEDÁNEO.- Pues a la muerte la tuve, que la saqué adelante con cocimientos de
genciana. Por cima de siete reales gasté en la botica.
UNA
VIEJA.- Hay aguas mortales.
PEDRO
GAILO.- Que las hay no tiene duda, y al cuerpo adolecido más pronto lo dañan.
Le corrompen el interior.
MARI-GAILA.-
Entre el señorío, tanto mirar mal el aguardiente, y no decir cosa ninguna
contra las aguas.
EL
PEDÁNEO.- El señorío mira mal el aguardiente porque se regala con otros
resolios.
MARI-GAILA
¡Anisete escarchado!
Por el camino real vese
venir al juez, caballero en un rucio de gayas jalmas y anteojeras con borlones.
El alguacil zanquea al flanco, como espolique. Las mujerucas, alzadas sobre las
rodillas y soplándose los dedos, avivan la luciérnaga de sus faroles. Comienza
un planto solemne.
MARICA
DEL REINO.- ¡Juana, hermana mía, si en el mundo de la verdad topas con mi
difunto, dirásle la ley que le guardé! ¡Dirásle que nunca más quise volver a
casar, y que no me faltaron las buenas proporciones! Ahora soy una vieja, pero
me dejó bien lozana. Dirásle que un habanero de posibles me pretendía, y que
jamás le viré cara. ¡Un mozo como un castillo!
MARI-GAILA.- ¡Cuñada, flor de los caminos, ya estás a la vera de Dios Nuestro Señor! ¡Cuñada, que tantos trabajos pasaste, ya tienes regalo a su mesa! ¡Ya estás en el baile de los ángeles! ¡De hoy más, tu pan es pan con huevos y canela! ¡Ay cuñada, quién como tú pudiese estar a oír los cuentos divertidos de San Pedro!
Son evidentes las metáforas
(“Cuñada, flor de los caminos”, “ya tienes regalos a su mesa”), metonimias (“tu
pan es pan con huevos y canela”), paralelismos y anáforas (“Dirasle...,
dirasle...”), ironías (“el señorío mira mal el aguardiente porque se regala con
otros resolios”), interrogaciones y exclamaciones retóricas, elipsis,
animalizaciones y personificaciones (“¡Una vaca como una reina!”, “¿Dónde
estás, Juana? ¡Callaste para siempre”), etc. Todas estas figuras literarias
contribuyen a la creación de una red de significado muy rica, connotativa y de
gran expansión imaginativa. Los onomatopeyas, en boca del idiota, del perro y
del macho cabrío (especialmente “Jujurujú”, son de gran expresividad). El
acierto estilístico de Valle-Inclán es, efectivamente, indiscutible.
4) Valle-Inclán mezcla
deliberadamente dos registros de la lengua: el coloquial, rural y popular de
los habitantes de Viana, y el pseudo formal o falso nivel culto de Pedro Gaila,
a veces imitado por el Pedáneo y por Miau, con el objeto de dárselas de cultos
e impresionar a sus vecinos. El registro coloquial a veces, pocas, desciende al
vulgar, propio de la gente de aldea alcoholizada; la jerga o argots campesino,
rural, propio de comunidades aisladas e inmovilistas también tiene cabida.
Coloquialismos, vulgarismos, modismos, palabras y expresiones gallegas, etc. se emplean con agudeza y oportunidad. También se debe incluir un falso uso culto por parte de Pedro Gailo, que resulta cómico por extravagante. Veamos un ejemplo extraído de la escena sexta de la segunda jornada, en un dramático diálogo entre Pedro Gailo y su hija Simoniña sobre la supuesta venganza que Gailo quiere tomar contra su mujer por ser infiel:
La
casa de los Gailos. En la cocina, terreña y a teja vana, ahuma el pabilo sainoso
del candil, y las gallinas se acogen bajo la piedra morna de las llares.
SIMONIÑA, dando cabezones tras un cañizo, soltábase los refajos para dormir, y
el sacristán bajaba del sobrado, descalzo y cubierto con una sotana vieja. En
una mano trae negro cuchillo carnicero, y en la otra un pichel. Hablando con su
sombra se sienta a canto de la piedra larera.
PEDRO
GAILO.- ¡He de vengar mi honra! ¡Me cumple procurar por ella! ¡Es la mujer la
perdición del hombre! ¡Ave María; si así no fuera, quedaban por cumplir las
Escrituras! ¡De la mujer se revira la serpiente! ¡Vaya si se revira! ¡La
serpiente de las siete cabezas!
SIMONIÑA.-
¿Qué barulla mi padre? ¡Ande a dormir!
PEDRO
GAILO.- Callar la boca es obediencia.
SIMONIÑA.-
Hoy achicó fuera de ley. ¡Ande a dormir, borrachón!
PEDRO
GAILO.- Tengo que sacar filo al cuchillo.
SIMONIÑA.-
¡Borrachón!
PEDRO
GAILO.- ¡Toda la noche a la faena!... ¡Para vengar mi honra! ¡Para procurar por
ella! ¡Ya va dando los filos! ¡Es mi suerte que me pierda! ¡Sin padre y sin madre
te vas a encontrar, Simoniña! ¡Considera! ¡Mira cómo el cuchillo da los filos!
¡Tiene lumbres de centellón! Y tú, tan nueva, ¿qué harás en este valle de
lágrimas? ¡Ay Simoniña, el fuero de honra sin padre te deja!
SIMONIÑA.-
¡Condenada tema diole la aguardiente!
PEDRO
GAILO.- ¡Sin padre te quedas! Con este cuchillo he de cortar la cabeza de la
gran descastada, y con ella suspendida por los pericos iré a la presencia del
Señor Alcalde Mayor: Usía ilustrísima mandará que me prendan. Esta cabeza es la
de mi legítima esposa. Mirando por mi honra se la rebané toda entera. Usía
ilustrísima tendrá puesto en sus textos el castigo que merezco.
SIMONIÑA.-
¡Calle, mi padre, que toda la sangre se me hiela! ¡Levantáronle la cabeza con
cuentos! ¡Ay, qué almas tan negras!
PEDRO
GAILO.- La mujer que se desgarra del marido, ¿qué pide? Y los malos ejemplos,
¿qué piden? ¡Cuchillo! ¡Cuchillo! ¡Cuchillo!
SIMONIÑA
.-¡No se encienda en malos pensamientos, mi padre!
PEDRO
GAILO.- ¡Está escrito! ¡Mujer, pagarás tu vilipendio con la cabeza rebanada!...
Te quedas huérfana, y lo mereces por rebelde. No me da ningún dolor de tu
orfandad. Pues a lo mío. ¡Mira cómo el cuchillo reluce!
SIMONIÑA.-
¡Arrenegado! Usted no es mi padre. El Demonio revistióse en su forma. ¡Tres
veces arrenegado! ¿Qué gran culpa es la de mi madre? ¿Dónde se manifiesta ?
PEDRO
GAILO.- ¡Su culpa tú no la ves! ¡Cacheas por ella, y no la ves! ¿Y ves el
viento que levanta las tejas? ¡Tu madre tiene sentencia de muerte!
SIMONIÑA.-
¡Ay mi padrecito, esperemos que Dios se la mande! Usted no se cubra las manos
de sangre. ¡Mire que habrá de verlas siempre manchadas! ¿Y quién nos dice que
mi madre no volverá? PEDRO GAILO.- ¡Oveja que descarría, clamará en cortaduría!
No te pongas de por medio, Simoniña. ¡Desapártate! ¡Déjame que prenda de los
pericos a esa mala mujer! ¡He de arrastrarla por la cocina! ¡Berrea, gran
adúltera! Llevarás una piedra entre los dientes, como los puercos.
SIMONIÑA.- Repórtese mi padrecito. Beba otra copa y
duérmase.
PEDRO GAILO.- ¡Calla, rebelde! ¿Por qué abriste la puerta para que se esvaneciese? Enterrada al pie del hogar, nunca descubierta sería...
Del conjunto de esta breve exposición, se evidencia muy bien que, con Divinas palabras, estamos ante una obra estilísticamente densa, feliz y de gran eficacia artística.
7. Contextualización cultural y autorial
Ramón María del Valle-Inclán
(Vilanova de Arousa, 1866 – Santiago de Compostela, 1936) es uno de los más
destacados escritores españoles del Modernismo y de la Generación del 98. Su
creación literaria abarca la narrativa, la lírica y el teatro, género este
donde alcanzó cotas de gran calidad y originalidad. Su prosa preciosista, a
veces exótica, a veces retoricista, lo acerca a la corriente modernista, que
Rubén Darío había traído a España a principios del siglo XX; lo mismo ocurre
con los temas, que avanzan del estudio de personajes y ambientes decadentes,
aislados, rurales, donde la trama descansa en escaramuzas sentimentales del
Marqués de Bradomín, a una observación aguda y acerada de la realidad social y
política española de las primeras décadas del siglo XX. Posteriormente,
evoluciona hacia un estilo más depurado y temas de contenido actual, social y
cultural.
Valle-Inclán muestra un
dominio profundo de la lengua castellana en sus distintos registros y niveles.
En sus obras, los personajes hablan como en la calle, en la taberna, en el
campo, etc. Su prosa, depurada extraordinariamente, es una extensión natural
del español en sus diversos ámbitos de uso, principalmente el rural campesino y
milagrero-pordiosero de feria.
Valle-Inclán evoluciona
notablemente en su concepción artística, no solo teatral: comienza con tanteos
modernistas bajo la impronta de Rubén Darío; luego se centra en ambientes y
caracteres gallegos, en su etapa mítica; comienza a perfilar personajes
risibles y tragicómicos en su etapa de la farsa; luego sucede la etapa del
esperpento, en la que se ubica la obra que comentamos: personajes casi
guiñolescos en un mundo violento y egoísta; sigue la etapa final, en la que
apura la estética esperpéntica en personajes, temas y tratamientos: figuras
ridículas, acartonadas, como de retablo, actuando irreflexiva y estúpidamente,
con consecuencias trágicas.
Supo encontrar un camino artístico propio en el que confluyen una mirada crítica y satírica de la realidad social con la creación de personajes grotescos y desfigurados. Los hace hablar y actuar con una gran precisión y desaliento: siguen causas perdidas, hacen cuestión de honor de asuntos menores, etc. El manejo del lenguaje, conviene insistir, es magistral; alcanza una gran originalidad con su combinación de registros y niveles, con una expresión concisa y sintética, pero de gran poder evocador. Por todo ello, estamos ante uno de los grandes escritores del siglo XX español.
7. Interpretación de la obra
Divinas palabras nos ofrece una reflexión satírica, irónica y amarga sobre la
España rural, versión gallega, de la década de 1910. Frente a la anécdota
sangrienta y triste de la vida cotidiana de la trama (fallece una mujer
andariega que se gana la vida exhibiendo a un hijo discapacitado por las
ferias), se levanta una contemplación muy crítica de la situación social y
política de la época.
Valle-Inclán nos recuerda que
existe: el engaño y la trampa como medio de subsistencia de gente pícara y
ambulante, la terrible inmoralidad desesperada de los que tratan de ganar
dinero a costa de un pobre hombre idiota, la concupiscencia descontrolada de
algunos individuos, mezclado con la venganza y el rencor, etc. Al lado, vemos
hermanos (los Gailo) que se odian, un padre que amaga con abusar de su hija, una
esposa que abandona a su marido e hija para entregarse a la vida despreocupada,
etc. La Tatula, que parecía un personaje denso y, aparentemente bondadoso,
resulta una mujer taimada, astuta y malvada. Miguelín el padronés embriaga al
idiota hasta que muere. Luego se vengará de Séptimo Miau, pero pagando las
consecuencias Mari-Gaila. No hay piedad, solo egoísmo y dolor, producto de la
ignorancia embrutecida y la falta de horizontes. Al pobre idiota los cerdos le
comen la cara y las manos: acto máximo de crueldad repugnante de la que todos,
sin excepción, son culpables.
La pieza resulta, pues, amarga
y desesperanzada. Más que Divinas
palabras, título a todas luces irónico, debería haberse titulado “Amargas y
absurdas palabras”, pues nadie sabe lo que significan, aunque las temen y por
eso se muestran repentinamente sumisos. La visión terriblemente pesimista de
Valle-Inclán sobre la Galicia rural, milagrera y absurda, también tiene que ver
con su situación personal: penurias económicas, falta de reconocimiento
literario, etc.
Evidentemente, toda en la obra resulta exagerado, aunque con mucha sutileza. Si Galicia fuera eso a la altura de 1910, ahí no se podría vivir y las cosas hubieran ido mucho peor de lo que fueron. El principio de esperpento exagera, deforma, ridiculiza, guiñoliza y trata como a un guiñapo a las personas y a la sociedad en la que viven. Es como un aldabonazo a la conciencia lectora, que no puede permanecer impasible y se le pide una reacción para enderezar el rumbo de una sociedad egoísta y moralmente deficitaria. En este sentido, su eficacia artística y su vigencia literaria se mantienen totalmente, y eso es lo que justifica su valoración de clásico moderno.
8. Valoración
Divinas palabras es una profunda y magnífica pieza tragicómica que nos introduce en
una época agitada de la historia de España. La lectura provoca una sensación
agridulce de pena, dolor y rabia. Los personajes son patéticos, realizan
acciones poco justificadas, guiados por la desesperación o por el egoísmo. Por
otro lado, se expresan con una frescura y una propiedad asombrosas, lo que
contribuye a una intelección significativa y fluida.
La lectura resulta
sorprendente lingüísticamente porque transmite la sensación de que el autor ha
salido a las aldeas con un micrófono para recoger el modo de pensar y hablar
del mundo rural, ignorante, aislado y abandonado. Por otro lado, el autor
desliza una reflexión permanente sobre aspectos negativos de la vida cotidiana.
El egoísmo cerril de casi todos provoca un ambiente inhóspito e irrespirable.
Los pocos buenos, o menos malos, sucumben ante la fuerza de una sociedad un
tanto embrutecida.
Desde luego, el acercamiento a
esta magnífica pieza deja una memoria indeleble sobre Pedro Gailo y Mari-Gaila,
sobre Séptimo Miau y otros. Su complemento es un paseo por la historia más dura
de la España de las dos primeras décadas del siglo XX. Esto es justamente lo
que hace que Divinas palabras pertenezca
a la categoría de los clásicos: una lección de arte literario plena y
significativa que nos hace disfrutar y nos obliga a reflexionar sobre nuestra
historia y nuestra alma, incluso aunque sea doloroso.
2. PROPUESTA DIDÁCTICA
(Estas actividades se pueden desarrollar y realizar de modo oral o escrito, en el aula o en casa, de modo individual o en grupo. Algunas de ellas, sobre todo las creativas, requieren material o herramientas complementarias, como las TIC).
2.1. Comprensión lectora
1) Resume la obra en su trama
principal (300 palabras, aproximadamente).
2) Señala su tema principal y
los secundarios.
3) Delimita los apartados
temáticos o secciones de contenido.
4) Analiza los personajes y
establece su relevancia argumental.
5) Explica los aspectos de
lugar y tiempo en los que se desenvuelve la acción narrada.
6) Analiza las acotaciones y
resúmelas brevemente.
7) Explica por qué esta pieza
pertenece a la literatura contemporánea y a la Generación del 98 de modo más
específico.
8) Localiza y explica una docena de recursos estilísticos y cómo crean significado.
2.2. Interpretación y pensamiento analítico
1) ¿Qué rasgos propios de la
tragicomedia moderna aparecen en este texto?
2) ¿Se puede decir que
existían muchas injusticias y poca moral, a juzgar por lo que leemos en Divinas palabras? Razona la
respuesta.
3) ¿Qué importancia posee el
hambre y la inmoralidad, en sus distintas variantes, en este drama?
4) Analiza el comportamiento
de Pedro Gailo y Séptimo Miau, frente a Mari-Gaila y la Tatula. Anota
similitudes y diferencias. Exprésalo en enunciados antitéticos cuando sea
posible.
5) El egoísmo es atroz en toda
la pieza. Explica cómo se percibe en cuanto a personajes y acciones.
6) La muerte juega un papel interesante en el
texto. Señala las personas que mueren, sus causas y consecuencias.
7) Explica la importancia de
las creencias míticas y la importancia del lenguaje religioso en esta
tragicomedia.
8) Compara y contrasta la vida de una persona como el idiota en la época recreada por Valle-Inclán y en la actualidad.
2.3. Comentario de texto específico
MIGUELÍN.-
Es para lucido en una verbena del propio Madrid. Ludovina, dale una copa, que
yo la abono, y trae papel, que le haré un bonete.
EL
SOLDADO.- Para una cabeza tan gorda, será solideo.
EL
IDIOTA.- ¡Hou! ¡Hou!
EL
SOLDADO.- Tú como sacabas dinero era con barbas, una joroba y el bonete
colorado.
EL
IDIOTA.- ¡Hou! ¡Hou!
MIGUELÍN.-
Y con todo te verás, si caes en la mano del Compadre Miau.
LA
TATULA.- Págale otra copa, y estaos atentos. Cuando tiene dos copas se pone un
mundo de divertido. Haz la rana, Laureano.
EL
IDIOTA ¡Cua! ¡Cua!
MIGUELÍN
¿Quieres otra copa, Laureano?
EL
IDIOTA.- ¡Hou! ¡Hou!
MIGUELÍN.-
Dale otra, Ludovina.
LUDOVINA.-
Ya van tres por tu cuenta, tres perras.
MIGUELÍN.-
Cóbrate de ese machacante.
LUDOVINA.-
¡Viva el rumbo!
MIGUELÍN, la boca rasgada por una mala
risa, y la lengua sobre el lunar rizoso del labio, hace beber al enano, que,
hundido en las pajas del dornajo, se relame torciendo los ojos. Bajo la campana
de la chimenea resuena deformado el grito epiléptico.
EL
IDIOTA.- ¡Hou! ¡Hou!
MIGUELÍN.-
Bebe, Napoleón Bonaparte.
EL
SOLDADO.- Píntale unos bigotes como los del Caiser.
MIGUELÍN.-
Voy a afeitarle una corona.
LA
TATULA.- Tienes ideas del pecado. A canto del hogar, un matrimonio de dos
viejos, y una niña blanca con hábito morado, reparten la cena. Rosquillas, vino
y un pañuelo con guindas. La niña, extática, parece una figura de cera entre
aquellos dos viejos de retablo, con las arrugas bien dibujadas y los rostros de
un ocre caliente y melado, como los pastores de una Adoración. El grito del
idiota pone la flor de una sonrisa en la boca triste de la niña.
LA
NIÑA.- ¿Quieres pan de la fiesta, Laureaniño? ¿Y un melindre?
EL
IDIOTA.- ¡Releche!
LA
TATULA.- Se encandila viendo a la rapaza. ¡Es muy pícaro!
EL IDIOTA agita las manos con temblor de
epilepsia, y pone los ojos en blanco. La niña deja sobre el dornajo guindas y
roscos, y vuelve a sentarse en medio de los padres, abstraída y extática. Con
su hábito morado y sus manos de cera, parece una virgen mártir entre dos viejas
figuras de retablo. LA MADRE Ludovina, no consientas que tanto le den a beber.
¡A pique de que lo maten!
LA
TATULA.- ¡Maldita palabra!
EL IDIOTA, los ojos vueltos y la lengua
muerta entre los labios negruzcos, respiraba con ahogado ronquido. La enorme
cabeza, lívida, greñuda, viscosa, rodaba en el hoyo como una cabeza cortada.
MIGUELÍN EL PADRONÉS, sesgando la boca sacaba la punta de la lengua y mojaba de
salivilla el rizo de su lunar. Las otras sombras se inclinaban sobre el dornajo.
LUDOVINA.-
No le quitéis el aire.
MIGUELÍN.-
Metedlo de cabeza en el pozo, que eso se le pasa.
LUDOVINA.-
Tatula, sácalo para fuera. Aquí no quiero más danzas.
Con la boca cada vez más torcida, araña la
colcha remendada del dornajo, y sus manos, sacudidas de súbitos temblores,
parecen afilarse. La niña y los viejos guardan una actitud cristiana, recogidos
tras la llama del hogar.
EL
PADRE.- Lo acontecido no le acontece a la finada. Aquella tenía mano, pero este
pronunciamiento de darle cada uno su copa...
LUDOVINA
Saca para fuera el carretón, Tatula.
MIGUELÍN
Mételo en el pozo, que eso no es nada.
EL
SOLDADO ¡Nada más que la muerte!
LUDOVINA
¡Centellón! ¡Que no lo quiero bajo mis tejas!
LA
TATULA ¡Acaso no sea muerte total!
LUDOVINA
Yo miro por mi casa: ¡Y tú tienes toda la culpa, Maricuela!
MIGUELÍN
Después de que pago las copas, aún me vienes con apercibimientos.
El enano había tenido el último temblor.
Sus manos infantiles, de cera oscura, se enclavijaban sobre la colcha de
remiendos, y la enorme cabeza azulenca, con la lengua entre los labios y los
ojos vidriados, parecía degollada. Las moscas del ganado acudían a picar en
ella. LUDOVINA había dejado el mostrador.
LUDOVINA.-
¡Que no quiero compromisos en mi casa! ¡Centellón! ¡A ver cómo os ponéis todos
fuera! LA TATULA.- Fuera me pongo. Pero conviene que todos se callen la boca de
cómo pasó este cuento. LUDOVINA.- Aquí ninguno vio nada.
LA VIEJA rueda el dornajo, y en el umbral
de la puerta, blanco de luna, aparece la MARI-GAILA. Su sombra, llena de ritmos
clásicos, se pronuncia sobre la noche de plata.
MARI-GAILA.-
¡Salud a todos!
LUDOVINA.-
Oportuna llegas.
MARI-GAILA.-
¿Qué misterio se pasa?
LA
TATULA.- Que la muerte no tiene aviso.
MARI-GAILA.-
¿El baldadiño?
LUDOVINA.-
Espichó.
MARI-GAILA
¡Espadas son desgracias! ¿Cómo a Séptimo le daría aviso? ¡Bien quisiera pedirle
consejo!
MIGUELÍN.-
¿Dónde quedó?
MARI-GAILA.-
Fue llamado del Casino de los Caballeros.
LUDOVINA.-
El consejo es darle tierra.
MARI-GAILA.-
¿Tierra bendita?
LUDOVINA.- ¡No vas a enterrarlo al pie de un
limonero!
EL
PADRE DE LA NIÑA EXTÁTICA.- Cumple en conciencia, y pon al hijo bajo la cruz de
la madre.
MARI-GAILA.-
Habré de caminar toda la noche con el muerto en el carro. ¡Arrenegado el
Demonio sea! Échame una copa, Ludovina. Tragos con tragos. Échame otra para que
sea medio real. Si por mí preguntase Séptimo...
LUDOVINA.-
Tendrá respuesta. ¡Mari-Gaila, pónteme fuera! ¡No quiero más sobre mis bienes
el aire del muerto!
MARI-GAILA.-
¡Nuestro Señor Misericordioso, te llevas mis provechos y mis males me dejas!
¡Ya se voló de este mundo quien me llenaba la alforja! ¡Jesús Nazareno, me
quitas el amparo de andar por los caminos, y no me das otro sustento! ¡No harás
para mí tus milagros, no me llenarás el horno de panes, Jesús Nazareno!
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