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ROSALÍA DE CASTRO: EN LAS ORILLAS DEL SAR (1884)
Dicen que no hablan las plantas...
Dicen
que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
ni
la onda con sus rumores, ni con su brillo los astros:
lo
dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso
de
mí murmuran y exclaman:
--Ahí va la loca, soñando
con
la eterna primavera de la vida y de los campos,
y
ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
y
ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.
-Hay
canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha;
mas
yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
con
la eterna primavera de la vida que se apaga
y
la perenne frescura de los campos y las almas,
aunque
los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.
Astros
y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños;
sin
ellos, ¿cómo admiraros, ni cómo vivir sin ellos?
En
las orillas del Sar (1884)
- ANÁLISIS
- Resumen
Rosalía de Castro (Santiago
de Compostela, 1837 - Padrón, La Coruña, 1885) es una excelente y brillante
poeta del Romanticismo español. Junto con Bécquer, aportaron originalidad,
autenticidad y belleza intimista a una poesía en principio bastante altisonante.
En el poema que nos disponemos a analizar, el yo poético, trasunto de Rosalía de Castro, dialoga con elementos naturales y reflexiona sobre su belleza aparentemente perenne, frente a la caducidad de su propia vida humana. La llaman “loca” porque va soñando por los caminos con sus anhelos y sus sueños, opuestos a la dura realidad del paso del tiempo, que trae caducidad, vejez y cierta intuición de la muerte. El yo poético pide a los elementos naturales (astros, fuentes, flores, pájaros, ondas del viento) que no la critiquen por sus ensoñaciones, pues las necesita para vivir con una sonrisa.
- Tema
El asunto principal de este poema es la expresión de la comunión espiritual que se establece entre el yo poético y la naturaleza. En otras palabras, la admiración por la belleza natural, aparentemente eterna, frente al paso del tiempo del yo poético.
- Apartados temáticos
Estamos ante un poema de una fuerte trabazón interna. La temática es única, sin modulaciones especialmente significativas. El texto deviene en un diálogo entre la naturaleza y la poeta. Aquellos la adjetivan de loca y le anuncian su próxima vejez. Esta se defiende afirmando que precisamente a ellos los necesita para seguir soñando, aunque también comprende su naturaleza efímera. El poema, entonces, se puede considerar constituido por un bloque temático único. Sin embargo, afinando mucho, se podría distinguir entre una breve introducción (los cuatro primeros versos), la intervención de los elementos naturales, que formaría una segunda sección, y la respuesta de la poeta, que conformaría el último apartado. Ambos enfoques poseen un sustento argumental aceptable; depende de la aproximación que el lector realice al poema.
- Análisis métrico, de la rima y de la
estrofa
El poema está formado por
catorce versos distribuidos en tres estrofas con diferente número de versos (7,
5 y 2, respectivamente). Los versos son hexadecasílabos (16 sílabas), de arte
mayor; se puede apreciar la cesura a mitad del verso; esa pausa suele coincidir
con el signo ortográfico de la coma, visibilizando esa breve interrupción en la
melodía versal.
Cada una de las estrofas es
monorrima (á-o, á-a y é-o, respectivamente) en asonante. El
verso 10 presente una leve irregularidad, al introducirse una vocal silábica
intermedia entre las dos que forman la rima regular. Las estrofas no forman una
estructura estrófica reconocible respecto del repertorio clásico. Este tipo de
disposición formal –medida de los versos novedosa y no clásica, rima
asonantada, estrofas de distinta extensión-- es muy frecuente en el
Romanticismo español (Espronceda y Bécquer la practicaron asiduamente). Los
poetas románticos caminan hacia el verso libre; en este poema, Rosalía se ubica
a mitad de ese recorrido.
Conviene destacar la intensa y persistente musicalidad del poema. La distribución acentual es muy cuidada; esta es la responsable de una cadencia suave y fluida que dotan al conjunto de un tono melódico agradable y penetrante.
- Análisis estilístico
El poema se sustenta en el
uso una personificación o prosopografía persistente: los elementos naturales
dialogan con la poeta, justamente para resaltar que esta, acaso desequilibrada,
sueña con la “eterna primavera de la vida y de los campos” (v. 6), sin comprender
que ella misma avanza hacia una vejez más que próxima. La otra figura literaria
que soporta la armazón del poema es la antítesis: existe una persistente
contraposición entre el yo poético, pequeño y anciano, frente a la naturaleza,
muy extensa, persistente y lozana.
Sobre esta imagen central,
se establece una reflexión del yo poético sobre su propia existencia. Veamos
los procedimientos retóricos más destacados:
-La enumeración del verso 1
(“las plantas, fuentes, pájaros, ondas, astros”) nos proporciona, vía
metonímica, la concepción de la naturaleza rosaliana: elementos vegetales,
acuáticos, animales y celestes.
-El quiasmo del verso 2
(“ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros”), muy elíptico, al
suprimir el verbo previsible, aporta una imagen de extensión total, pues afecta
a todo el mundo sensorial (oído y vista, en este caso), el cual a veces pasa
desapercibido. Conviene recordar que la palabra “onda” sólo existe en femenino;
aquí Rosalía se permitió una licencia poética bastante extrema.
-El verbo “dicen” forma una
metonimia en los versos 1 y 3. Es un modo de insistir en la persistencia del
rumor contra el yo poético, identificado como “yo” (v. 3); he aquí un rasgo
propio de la literatura romántica.
-Existe una metáfora en el
verso 5 de especial significación. La naturaleza –como un narrador omnisciente
en novela- sabe con qué sueña el yo poético: “con la eterna primavera de la
vida y de los campos”. El lector comprende que el sujeto poético sufre por el
paso del tiempo y la próxima llegada de la vejez.
--La repetición retórica de
“bien pronto” (v. 6) insiste en la inminencia de la vejez. Se comprende también
que es un asunto de preocupación, casi angustia, para el yo poético.
-La apóstrofe del verso 7
(“y ve temblando, aterida”) connotan cierta piedad y conmiseración de los
elementos naturales por esa mujer “aterida” --metáfora de su desvalimiento--
que cruza los prados helados, metáfora significativa y expansiva del frío
ambiente. La frialdad es la sensación dominante en la primera estrofa y se
extiende después a todo el poema.
-La segunda estrofa es la
réplica del yo poético al comentario de la naturaleza. Presenta una continuidad
muy firme desde el punto de vista léxico (se repiten las palabras clave “canas,
escarcha, eterna primavera, prados”). Sin embargo, desde el punto de vista
significativo, se establece una reticencia, casi contradicción, con la estrofa
anterior, bien visible con la oración adversativa que comienza en el verso 9.
El sintagma “Mas yo prosigo soñando” expresa con claridad la determinación del
yo poético de reincidir en su actitud soñadora.
-En el verso 8 aparece otro
quiasmo muy del gusto rosaliano (“Hay canas en mi cabeza, hay en los prados
escarcha”).
-La sucesión enumerativa de
adjetivos que el yo poético se aplica a sí mismo en el verso 8 (“pobre,
incurable, sonámbula”) expresa con viveza punzante el estado espiritual de
cierto abatimiento y pesimismo, incluso insinuando un estado mental
perturbador.
-En los versos 10-12 se
expone la antítesis central del poema, ya vista en otras ocasiones: la
eternidad y la frescura, frente a lo efímero y lo marchito. La contraposición
de adjetivos, sustantivos y verbos es muy viva: la “eterna primavera” y
“perenne frescura” “se apagan” inexorablemente. El paralelismo del verso 12
enfatiza el fin de la belleza con dos verbos muy explícitos: “se agostan” y “se
abrasan”. Los verbos en tiempo presente dotan de atemporalidad, de permanencia
y validez al discurso poético. No se trata de una anécdota, sino de unas
conclusiones de superior alcance.
-En la última estrofa sigue
hablando el yo poético. Le pide, vía apóstrofe, a la naturaleza (representada
metonímicamente a través de “astros y fuentes y flores”, v. 13) que no murmuren
de sus sueños, es decir, sus ideales y anhelos más profundos. Los necesita para
seguir admirando la naturaleza y para poder seguir viviendo. La interrogación
retórica final, en una efectiva anadiplosis (“ellos”), afirma con rotundidad su
necesidad de admirar la naturaleza, en su estado aparentemente más vital y
pujante, para poder vivir. Para el yo poético, soñar es vivir.
El conjunto del poema nos permite apreciar un magnífico dominio de la lengua poética por parte de nuestra poeta. El equilibrio entre el contenido, denso y triste, casi amargo, y la expresión, cuidada, significativa y muy reconcentrada, es total. De ahí que su lectura resulte impactante, sorprendente y apelativa.
- Contextualización
Rosalía de Castro es una de
las más excelsas poetas en lengua castellana. Sus tres libros de poesía, los
dos primeros en gallego y el último en español, marcan un hito en el
Romanticismo español. Se trata de una expresión literaria romántica ya algo
tardía, pues cuando ella publica sus poemarios, entre 1863 y 1884
–precisamente, el año en que Clarín publicó su gran obra realista, La Regenta--, la literatura realista
irrumpe con fuerza en España. Precisamente por eso, su romanticismo es más
depurado, contenido e intimista que el anterior de la primera mitad del siglo
XIX.
Rosalía reivindica en su
poesía el papel de las emociones, la importancia de la lengua y la cultura
gallega y el papel de la mujer en la sociedad del momento. Reclama atención a
esos tres componentes sin grandes alharacas, pero con claridad y contundencia.
Lamenta su papel secundario y apela al respeto de todos ellos. En concreto, su
reivindicación del gallego como lengua literaria es de fundamental importancia,
pues su poesía es un puente entre la muy importante tradición de la poesía
lírica galaico-portuguesa de la Edad Media y la época que le tocó vivir.
Por lo demás, en Rosalía se aprecia una maravillosa comunión espiritual del hombre con la naturaleza. El nivel de complicidad profunda, de naturaleza emocional, dialogante y dinámica, entre la poeta y la naturaleza alcanza asombrosos grados de expresión poética y de belleza quintaesenciada.
- Interpretación
El poema que estamos
comentando es un ejemplo perfecto de la mejor poesía romántica española.
Resumimos sus elementos compositivos básicos:
-Subjetividad: ya el
pronombre “yo” del verso 3 nos advierte que el poema se centra y habla del yo
poético, más o menos trasunto de Rosalía de Castro. No hay más personas, solo
la voz del poeta que reclama toda la atención.
-Sentimentalismo: el poema
se enfoca rápidamente en las emociones del yo poético. Lo exterior sirve para
indagar en lo interior. El estado del alma es lo que interesa; incluso la
naturaleza lo advierte claramente y así se lo echa en cara al yo poético.
-Intimismo: la dinámica del
poema es interna, personal y refleja. Todo gira en torno a qué emociones y
sentimientos posee el yo poético, cómo son percibidos por la naturaleza y las
explicaciones de aquel para que sean, si no aceptados, al menos comprendidos.
-La naturaleza como
componente principal: en este poema esta dialoga con el yo poético, y no en un
tono amable precisamente. La poeta muestra su admiración y cariño por lo
natural, confesando que lo necesita para vivir, para seguir soñando y soportar
el paso del tiempo con paciencia y cierta ilusión. Aquí no asistimos a una
naturaleza cómplice, sino más bien a otra dura, distante y poco amistosa con la
voz poética.
-Formalmente, Rosalía crea un artefacto poético nuevo, casi experimental, y muy hermoso. Opta por el verso de dieciséis sílabas y estrofas monorrimas. La sensación lectora es de una gran densidad significativa. La naturaleza y la poeta hablan casi argumentando, razonando con toda la seriedad del mundo. La estructura dialógica contribuye a ello definitivamente. Queda claro, así, que ella necesita la naturaleza como fuente de ensoñación, es decir, de vida, ilusión y esperanza.
- Valoración
El poema que comentamos es
un estupendo ejemplo de la mejor poesía romántica española. La transparencia
significativa es tan alta que el lector pronto comprende la relación, necesaria
pero tensa, entre la naturaleza y el yo poético.
En este poema sorprende
cómo la poeta abre su corazón en canal: nos permite comprobar sus angustias,
temores y anhelos con toda naturalidad. Teme el paso del tiempo, le gustaría
ser como la naturaleza, siempre bella y vital, pero entiende que no es posible.
No tiene reparo en escuchar el comentario, casi despectivo, de “Ahí va la
loca”, y trasmitirlo impasiblemente.
La paradoja final, del
último verso, es una íntima confesión de la poeta de que necesita a la
naturaleza, a la que admira, pues es parte de su vida y conforma sus sueños más
queridos; sin ellos no podría vivir. El grado de comunión espiritual entre
ambos elementos es muy alto, esperable en una poeta sensible, atenta al
exterior y con una intensa actividad afectiva.
- PROPUESTA DIDÁCTICA
(Estas actividades se pueden desarrollar y
realizar de modo oral o escrito, en el aula o en casa, de modo individual o en
grupo. Algunas de ellas, sobre todo las creativas, requieren material o
herramientas complementarias, como las TIC).
2.1. Comprensión lectora
1) Resume el
poema (aproximadamente, 100 palabras).
2) Señala su
tema y sus apartados temáticos. Fíjate en qué persona están conjugados los
verbos para delimitar de quién se habla.
3) Establece
la métrica, la rima y la forma estrófica utilizada.
4) Existen muchas imágenes que aluden a la comunicación del yo poético con la naturaleza: señala las más expresivas e indica su sentido.
2.2. Interpretación y pensamiento analítico
1) ¿Por qué
la naturaleza llama “loca” al yo poético?
2) ¿Qué tipo
de emociones se despiertan en el interior del poeta cuando observa la
naturaleza? ¿Por qué?
3) Establece
una relación de oposición entre la naturaleza y el yo poético: lozana/caduca,
por ejemplo.
4) Indica los rasgos de la poesía romántica perceptibles en este poema.
2.3. Fomento de la creatividad
1)
Documéntate sobre la poeta Rosalía de Castro y realiza una exposición en la
clase con ayuda de medios TIC, creando un póster, etc.
2) La
naturaleza despierta admiración y un intenso grado de comunicación por parte de
la poeta. Expresa las emociones que despierta en ti la contemplación de un
paisaje o un elemento natural (aves, fuente, etc.). Puedes hacerlo en papel,
por imagen –dibujo, fotografía--, con música, o todos los medios combinados a
la vez.
3) Escribe un relato basado en la contemplación de un lugar, real o imaginario, común o raro, solo o en compañía. Trata de expresar las emociones que te sugiere.
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