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León (III-2021) © SVM |
LUIS DE GÓNGORA: Ándeme yo
caliente
Ándeme yo caliente
1
Y ríase la gente.
Traten otros del gobierno
Del mundo y sus monarquías,
Mientras gobiernan mis días 5
Mantequillas y pan tierno,
Y las mañanas de invierno
Naranjada y aguardiente,
Y ríase la gente.
Coma en dorada vajilla
10
El príncipe mil cuidados,
Cómo píldoras dorados;
Que yo en mi pobre mesilla
Quiero más una morcilla
Que en el asador reviente,
15
Y ríase la gente.
Cuando cubra las montañas
De blanca nieve el enero,
Tenga yo lleno el brasero
De bellotas y castañas,
20
Y quien las dulces patrañas
Del Rey que rabió me cuente,
Y ríase la gente.
Busque muy en hora buena
El mercader nuevos soles;
25
Yo conchas y caracoles
Entre la menuda arena,
Escuchando a Filomena
Sobre el chopo de la fuente,
Y ríase la gente.
30
Pase a media noche el mar,
Y arda en amorosa llama
Leandro por ver a su Dama;
Que yo más quiero pasar
Del golfo de mi lagar
35
La blanca o roja corriente,
Y ríase la gente.
Pues Amor es tan cruel,
Que de Píramo y su amada
Hace tálamo una espada, 40
Do se junten ella y él,
Sea mi Tisbe un pastel,
Y la espada sea mi diente,
Y ríase la gente.
1. ANÁLISIS
1)
Resumen
Luis
de Góngora y Argote (Córdoba, 1561 - 1627) es el máximo representante del
culteranismo, corriente estética literaria dentro del Barroco, más o menos
opuesta al conceptismo representado por Quevedo y el clasicismo de Lope de
Vega. Sus presupuestos estéticos parten de una poesía intrincada,
deliberadamente oscura; para ser entendida se necesita una amplísima base de
cultura greco-latina y unas entendederas notables, si no sobresalientes. Sin
eso, la frustración lectora está asegurada. Los recursos típicos de Góngora, en
su tendencia críptica, son: metáforas de segundo o tercer grado, cultismos,
latinismos, alusiones mitológicas, hipérbatos extremos, juegos de palabras,
anfibologías y la famosa “alusión y elusión”, según acuñó su mejor exégeta, el
poeta de la Generación del 27 Dámaso Alonso. Y todo ello, muy intensificado,
hasta colocar la lengua al límite de sus posibilidades expresivas y al lector,
al de su entendimiento. También se le ha llamado gongorismo a este modo de
componer poesía. Ya desde su momento, los detractores y los seguidores han sido
muy abundantes, pues no deja indiferente a nadie.
El
poema que ahora analizamos, “Ándeme yo caliente” es una loa a la vida
tranquila, retirada y en un ambiente rural. Desarrolla el tópico de
“Menosprecio de corte y alabanza de aldea”; trata también, de algún modo, el de
Beatus ille. En la primera estrofa se
estable el estribillo: “Ándeme yo caliente / Y ríase la gente” (vv. 1-2). El yo
lírico expresa que lo importante es ser feliz con poca cosa, sin hacer caso a
las críticas o comentarios malignos de los demás. Deja para los ambiciosos el
gobierno y el poder. Él se conforma con comer y beber cosas sencillas y
sabrosas, como pan con mantequilla y naranjada y aguardiente.
No
echa de menos, nos dice en la segunda estrofa, los manjares exquisitos que “el
príncipe” pueda comer. En realidad, las preocupaciones le amargan su alimento.
El yo lírico, por contra, prefiere comer en su humilde entorno; con una
morcilla asada se conforma y le parece plato exquisito.
En
la tercera estrofa imagina su vida en enero, mes frío, con la nieve en las
montañas. Para ese tiempo solo aspira a tener una buena provisión de bellotas y
castañas como alimento. También le gusta escuchar cuentos o leyendas populares,
como la de “El rey que rabió”, traída a cuento oportunamente porque muestra
cómo el pobre se ríe del rico y poderoso.
La
cuarta estrofa se desplaza a un ambiente marítimo. No busca comerciar en
lejanas tierras para enriquecerse. Antes bien, con conchas y caracoles para
alimentarse se da por satisfecho. Y en tanto come, se ve descansando en una
pradera, cerca de una fuente, a la sombra de un chopo, escuchar el canto del
ruiseñor; es un momento feliz.
Tampoco
quiere complicaciones amorosas, nos dice en la quinta estrofa; solo traen disgustos
y peligros. Aduce el ejemplo de Leandro, que se ahogó en la travesía marítima
que hacía a nado todos los días para visitar a su amada Hero; esta,
desesperada, se suicida arrojándose al mismo mar. El único mar que desea nadar
es del vino de su bodega, sea tinto o blanco.
En
la sexta y última estrofa recrea el mito de Píramo y Tisbe; vecinos y
enamorados, deciden huir una noche. Ella se esconde porque llega una leona a la
fuente donde espera; se le cae el pañuelo, con el que juega la leona,
manchándolo de sangre. Cuando Píramo llega, piensa que Tisbe está muerta; se
mata. Luego ella sale de su escondite y encuentra el cadáver de Píramo; también
se mata, pues no aguanta el dolor. El yo lírico advierte que el lecho de ambos
al fin es una espada que mata a los dos, cosa que él aborrece. Prefiere un
pastel, que le gusta tanto como una novia, y que de espada haga sus dientes,
para comerlo con fruición. Así será más feliz, y que la gente diga lo que
quiera.
2)
Tema
El
tema del poema es: alabanza de la vida retirada y sencilla, en un ámbito rural,
despreocupándose de ambiciones y codicias que quitan la salud del alma y del
cuerpo. Dicho de otro modo: menosprecio de la vida palaciega de los ambiciosos,
que viven acongojados por la acumulación de poder y riquezas, guiados por su
soberbia y codicia.
3) Apartados temáticos
El
poema presenta tress apartados temáticos bien discernibles:
-La
primera parte la forman las tres primeras estrofas (vv. 1-23): el yo lírico
explica que prefiere la vida tranquila del campo porque come productos
naturales, sencillos, nutritivos y de fácil acceso. Son simples, sí, pero
sabrosos.
-La
segunda parte la compone la cuarta estrofas (vv. 24-30). Ahora declara que
prefiere la vida sencilla, sin congojas por acaparar riqueza o poder. Su afán es
disfrutar de la vida sencilla y de la naturaleza; por ejemplo, escuchando el
canto de los pájaros.
-La
tercera parte está compuesta por la quinta y sexta estrofa (vv. 31-44): el yo
lírico renuncia a cualquier aventura amorosa. El amor trae quebraderos de
cabeza y, muchas veces, acarrea la muerte. Un buen pastel es más sabroso que
cualquier aventura amorosa. Y así vive tranquilo y seguro.
4) Análisis métrico y de la rima
El
poema está compuesto por cuarenta y cuatro versos octosílabos (excepto el
estribillo, que es heptasílabo), distribuidos en seis estrofas de siete versos
cada una, excepto la primera, que tiene nueve (inicia el poema con un verso de
enlace y el estribillo; este se repite al final de la estrofa). La rima es:
abba-ac-c; se trata de una redondilla, dos versos de vuelta, uno con la
redondilla y otro con el estribillo, y, finalmente, el propio estribillo (“Y
ríase la gente”). El conjunto forma una letrilla, forma estrófica muy popular
en la poesía clásica española (definido en el DLE como “Composición poética, amorosa, festiva o satírica, que se
divide en estrofas, al fin de cada una de las cuales se repite ordinariamente
como estribillo el pensamiento o concepto general de la composición, expresado
con brevedad”).
5) Comentario estilístico
Esta
maravillosa composición es una versión personal del tópico del Beatus ille, con algunos componentes del
Locus amoenus y otro poco del
“Menosprecio de corte y alabanza de aldea”. El resultado es, sencillamente,
maravilloso. El yo lírico se manifiesta gramaticalmente en el primer verso:
“Ándeme”. Se acoge a un refrán o expresión sentenciosa familiar: “Ándeme yo
caliente, y ríase la gente” (no sabemos si el refrán surge del poema, o
viceversa; parece más lógico lo primero). La contraposición entre el yo lírico
y “la gente” se mantiene, soterradamente, a lo largo de todo el poema. Es como
un oxímoron conceptual que se mantiene en todas las estrofas; lógicamente,
apoyado en el estribillo y su repetición.
En
la primera estrofa otra antítesis se manifiesta con fuerza: “gobierno / del
mundo y sus monarquías” (vv. 3-4), metáfora del poder y la soberbia, se opone a
“mantequillas y pan tierno” (v. 7), metáfora de la vida sencilla y natural.
Encabalgamientos e hipérbatos se suceden en estos versos, como en el resto del
poema. “Naranjadas y aguardiente” (v. 8) es metonimia de la vida placentera del
hombre sencillo y sin ambiciones desmedidas. Todavía aparece otro oxímoron, el
que enfrenta al yo lírico con “otros” (v. 3), los que gobiernan, o aspiran a
hacerlo. La derivación de “gobierno” (v. 3) y “gobiernan” (v. 5) enfatiza la
idea del regimiento de la vida, o de los pueblos, según se mire desde la
perspectiva del yo lírico, o la de los ambiciosos y poderosos.
En
la segunda estrofa se introduce el asunto de la alimentación, metáfora en sí
mismo del estilo de vida. El rico come en “dorada vajilla” (v. 10), metonimia
de riqueza. Sin embargo, el príncipe come “mil cuidados”, metáfora de
preocupaciones y de algo más: ni siquiera de la comida puede disfrutar. En la segunda
parte de la estrofa se establece el polo antitético: el yo lírico come en una
“pobre mesilla” (v. 13) “morcilla” (v. 14) bien asada. Y se siente, sin duda,
más feliz que el “príncipe” (v. 11) con vida amargada.
La
tercera estrofa incide de nuevo en los aspectos de la alimentación, pero
fijándose solo en la del yo lírico. En pleno invierno, disfruta de “bellotas y
castañas” (v. 20), alimentos que son frutos directos de los árboles; es rústico
y asilvestrado, pero muy nutritivo. A eso lo acompaña escuchar cuentos y
leyendas antiguos referidos a la mala vida de los poderosos que acabaron locos
o muertos por su excesiva ambición, como pasa en “El rey que rabió”. El
cuentecillo es metáfora de lo que ocurre a los ambiciosos, y un dardo
envenenado a los nobles fatuos.
La
cuarta estrofa cambia de tema. Mientras el “mercader” (v. 25) busca nuevos
modos de enriquecerse, expresado en la metáfora “nuevos soles” (v. 25), el yo
lírico se pasea tranquilamente por la playa de su localidad, recogiendo conchas
y caracoles, como por diversión; son objetos inservibles y sin valor (metáfora
de la humildad), pero a él lo hace feliz. También reivindica su vida dichosa
escuchando el canto del ruiseñor que se esconde en los árboles, cerca de una
fuente. Eso lo hace feliz.
La
quinta estrofa contiene una alusión clásica: Leandro era un joven enamorado de
la bella Hero. Él tiene que pasar a nado, cada noche, un estrecho de mar para
estar con ella. En una de esas ocasiones, él muere ahogado. Ella, al enterarse,
también se quita la vida arrojándose al mar. El yo lírico bromea sobre el
asunto; él también tiene que nada cada noche por un mar líquido, pero no el
agua del océano, sino sus botellas de vino, tinto y blanco (“blanca o roja
corriente”, v. 36). No muere en el intento, sino que disfruta de ello. Se ríe
de los amores exaltados de las parejas clásicas porque lo considera exagerado y
cruel. El yo lírico prefiere, por contra, alejarse de ese sentimiento y vivir
tranquilo en su casa.
En
la sexta y última estrofa también acude a un mito clásico, el de Píramo y
Tisbe. Por un malentendido, él se suicida, y ella detrás. El yo lírico bromea
algo sarcásticamente sobre el asunto; dice que no está dispuesto a morir de
amor, sino a disfrutar tranquilamente de su vida y sus pequeños placeres. La
cama donde se juntan los amantes la transforma en pastel: es más sabroso y
menos peligroso. La espada con la que se matan los amantes la transforma en su
diente, que también corta, pero no los órganos de los amantes, sino el pastel
que el yo lírico come tan tranquilamente. El humor sarcástico es evidente. De
este modo, cierra su poema, remachando su mensaje: la mejor vida es la del
humilde y sencillo hombre que vive, sin envidias, en su casa, comiendo cosas
sencillas y alejándose de ambiciones y sentimientos amorosos que acarrean,
antes o después, la muerte.
Como
hemos visto, es un hermoso poema lleno de frescura, ritmo y tono desenfadados.
Alaba la vida rural y sencilla, lejos de problemas, frente a la complicada y
peligrosa de los poderosos. La elaboración literaria es muy alta, como no podía
ser menos viniendo de Góngora. Tras un asunto que parece baladí, se esconde una
joya literaria.
6) Contextualización
Luis
de Góngora y Argote (Córdoba, 1561 - 1627) es el máximo representante del
culteranismo, corriente estética literaria dentro del Barroco, más o menos
opuesta al conceptismo representado por Quevedo y el clasicismo de Lope de
Vega. Nació en el seno de una familia acomodada cordobesa, formada por
Francisco de Argote y la noble Leonor de Góngora.
Estudió
en la Universidad de Salamanca, donde ya era conocido por su talento poético.
Tomó órdenes menores en 1575 y fue canónigo beneficiado de la catedral
cordobesa (había heredado el puesto de un tío carnal). En la década de 1590
realizó varios viajes por España, al tiempo que componía poesía ya estimada por
muchos.
Durante
una estancia en Valladolid, donde residía la Corte, se enemistó con Quevedo; se
ve que dos genios no son compatibles en el mismo lugar y tiempo. En 1609
regresó a Córdoba y empezó a intensificar la extremosidad expresiva y oscura de
sus versos. Entre 1610 y 1611 escribió la Oda
a la toma de Larache; en 1613 dio a conocer el Polifemo (recrea el asunto mitológico de los amores frustrados del
gigante, con un ojo, Polifemo, por Galatea, que prefiere a Acis). También
distribuyó (sin publicar en la imprenta) en la Corte su poema más ambicioso,
las incompletas Soledades. Al ser un
texto puramente culterano, las opiniones se dividieron de manera
irreconciliable. Unos lo adoraban por sublime y otros lo execraban por
inextricable.
Felipe
III le nombró capellán real en 1617. Vivió en Madrid, con ese cargo
eclesiástico, hasta 1626. Colocó a muchos familiares en la Corte, en lo que
invirtió mucho dinero. Eso, unido a su afición al juego en los tugurios
madrileños, lo dejaron arruinado. En 1627 regresó a Córdoba definitivamente.
Dejó una nutrida lista de seguidores literarios, que lo adoraban. Otros lo
vituperaban, como Quevedo, quien le dedicó un epitafio feroz; lo trata de
ludópata, tabernario, mal sacerdote, etc. El bellísimo y enigmático retrato que
pintó Velázquez lo presenta como un
hombre mayor, como retraído y soberbio. Está enterrado en la mezquita-catedral
de Córdoba.
En
sus poesías se solían distinguir una etapa tradicional y transparente (donde
emplea romances, letrillas, principalmente); dura hasta 1610; ahí es el
“Príncipe de la Luz”. Luego, otra oscura y culterana (donde usa sonetos,
décimas y silvas, entre otras estrofas), a base del uso de la mitología,
cultismos… Ahora es el “Príncipe de las Tinieblas”.
Dámaso
Alonso, el poeta de la Generación del 27, lo estudió lúcidamente y demostró
que, en realidad, se trata de una evolución hacia la intensificación y
adensamiento de rasgos poéticos y compositivos presentes desde el principio.
Sus restos se encuentran en la Mezquita-catedral de Córdoba.
Góngora
no publicó sus obras (un intento suyo en 1623 no fructificó); sin embargo,
circularon ampliamente en copias manuscritas que se coleccionaron y recopilaron
en cancioneros, romanceros y antologías, publicados con su permiso o sin él. El
manuscrito más autorizado es el llamado Manuscrito
Chacón (copiado por Antonio Chacón, Señor de Polvoranca, para el
conde-duque de Olivares, valido del rey Felipe IV). El mismo año de su muerte Juan López Vicuña
publicó ya unas Obras en verso del Homero
español.
Primera etapa, de aprendizaje (hasta 1610):
Góngora compuso numerosos romances, de inspiración literaria, como el de
Angélica y Medoro, de cautivos, de tema pícaro o de tono más personal y lírico,
algunos de ellos de carácter autobiográfico en los que narra sus recuerdos
infantiles, y también numerosas letrillas líricas, satíricas o religiosas y
romances burlescos. La gran mayoría son una constante acumulación de juegos
conceptistas, equívocos, paronomasias, anfibologías, retruécanos, hipérboles y
juegos de palabras típicamente barrocos. Entre ellos se sitúa el largo romance Fábula de Píramo y Tisbe (1618). En
estos poemas suele satirizar tipos sociales y costumbres negativas; algún dardo
también va hacia sus colegas de letras, como Quevedo.
En
la madurez siguió escribiendo poemas sueltos de gran calidad; sonetos de
temática muy variada (de asuntos graves a otros cómicos, burlescos o de
ocasión).
Segunda
etapa, de madurez culterana (1610-1627): aquí compuso los poemas mayores. En la
Fábula de Polifemo y Galatea (1612)
aborda los amores frustrados del gigante Polifemo y Galatea, enamorada de Acis;
Polifemo mata a este con una roca; la madre de Galatea convierte a Acis en un
río de aguas cristalinas. Aquí emplea ya
el estilo culterano, caracterizado por el empleo masivo de simetrías,
transposiciones, metáforas de metáforas o metáforas puras, hipérbaton,
perífrasis, giros latinos, cultismos, alusiones y elusiones de términos,
procurando sugerir más que nombrar, diluyendo la significación.
Las
Soledades quedó inconclusa (solo le
dio tiempo a componer las dos primeras). Se trata de un poema alegórico, en
cuatro secciones; cada una representa una edad de la vida del hombre, en
correspondencia con las cuatro estaciones del año. Escrito en silvas
(combinación de heptasílabos y endecasílabos, con rima a voluntad del poeta),
las secciones eran “Soledad de los campos”, “Soledad de las riberas”, “Soledad
de las selvas” y “Soledad del yermo” (más o menos correspondientes a la niñez,
juventud, adultez y senectud). La fuente principal de inspiración son las Metamorfosis del poeta latino Ovidio.
En
un marco idílico, de naturaleza apacible y risueña, presenta la llegada de un
náufrago a ese lugar; lo recogen y cuidan unos cabreros muy bien dispuestos.
Esta obra provocó mucha controversia en el mundo literario: o la admiraron e
imitaron, o la criticaron ásperamente.
Luis
de Góngora compuso también dos piezas teatrales, Las firmezas de Isabela (1613) y la Comedia venatoria.
7) Interpretación y
valoración
Esta
letrilla es de naturaleza festiva y alegre, pero con un fondo reflexivo muy
importante; el yo lírico reivindica con ejemplos y argumentos que es mejor
vivir lejos de las ambiciones propias de los soberbios y avariciosos, para ser
más felices. Cuanto más sencillo es el estilo de vida, más probabilidades de
gozar una existencia tranquila, serena y feliz.
La
forma estrófica de la letrilla se ajusta muy bien a este tema. El desarrollo,
por unidades temáticas es muy acertado. Góngora utiliza también ejemplos de la
clasicidad y la mitología para reforzar su punto de vista; esto enriquece la
visión general y la propia composición. Las antítesis que recorren
soterradamente el poema son de extraordinaria belleza y expresividad. Sin duda,
este poema es una auténtica joya literaria.
2. PROPUESTA
DIDÁCTICA
2.1. Comprensión lectora
1)
Resume el poema.
2)
Expresa su tema y sus apartados temáticos.
3)
Estudia la medida de los versos y la rima, indica las estrofas y la composición
estrófica empleada por Góngora.
4)
Explica los recursos estilísticos más interesantes que nos permitan comprender
el poema. Es interesante explicar las antítesis que recorren el poema.
5)
Indica cómo se deja ver el yo lírico y con qué intención. ¿Vive acomplejado?
2.2. Interpretación y
pensamiento analítico
1)
Indica los rasgos propios de la literatura barroca culterana visibles en el
poema.
2)
¿Qué elementos utiliza el yo lírico para comparar su vida con la de los
poderosos?
3)
Explica las alusiones mitológicas. ¿Por qué las habrá introducido aquí el
poeta?
4)
¿Es un poema serio o cómico? Aporta razones.
2.3. Fomento de la
creatividad
1)
Explica o recrea en un texto creativo, en prosa o en verso, el contenido del
poema. Se trata de recoger y discutir la idea de qué estilo de vida es mejor,
la del poderoso y ambicioso, o la del humilde y sencillo.
2)
Imagina una entrevista de tu clase con Luis de Góngora. ¿Qué preguntas harías?
3)
Redacta un diálogo teatral más o menos fiel al contenido del poema. Tendrá como
personajes al yo lírico y el “príncipe”, o poderoso, o ambicioso. Puedes
introducir otros de tu invención.
4)
Prepara una exposición o presentación ante la clase o la comunidad educativa,
con un cartel, o con medios TIC, sobre Luis de Góngora y su tiempo barroco.
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