29/10/2020

Antonio Machado: "Esta luz de Sevilla... Es el palacio"; análisis y propuesta didáctica

 

"Esta luz de Sevilla..." (IV-2019) © 



ANTONIO MACHADO - Esta luz de Sevilla… Es el palacio

 

CLXV Sonetos

IV

 

Esta luz de Sevilla... Es el palacio

donde nací, con su rumor de fuente.

Mi padre, en su despacho. —La alta frente,

la breve mosca, y el bigote lacio—.

 

Mi padre, aun joven. Lee, escribe, hojea

sus libros y medita. Se levanta;

va hacia la puerta del jardín. Pasea,

A veces habla solo, a veces canta.


Sus grandes ojos de mirar inquieto

ahora vagar parecen, sin objeto

donde puedan posar, en el vacío.

 

Ya escapan de su ayer a su mañana;

ya miran en el tiempo, ¡padre mío!,

piadosamente mi cabeza cana. 

 

                                       De Nuevas canciones (1917-1930)

 

  1. ANÁLISIS

1)   Resumen

Antonio Machado es uno de los más excelsos poetas en lengua española. La profundidad y deslumbrante belleza de su poesía alcanza cotas muy altas. En este poema se nos presenta una visión del padre del yo poético, que, a su vez, tiene una visión sobre su hijo cuando ya es mayor, casi anciano. En la primera estrofa se presenta el marco general: la luz de Sevilla, el palacio de las Dueñas y el despacho; en este, el padre de Machado. Se ofrecen dos notas prosopográficas: alta frente y bigote lacio; y al tiempo, una mosca que pasa por allí. Es un modo de concretar con precisión el tiempo. En la segunda estrofa se añade una nota descriptiva sobre el padre del poeta: “aún joven”; no es, pues, un anciano. Luego se narra (a través de nueve verbos en presente de indicativo, acercando la acción al lector) lo que hace el padre del poeta: leer, meditar y cantar, esencialmente. La tercera estrofa se fija en los ojos del padre, que parecen buscar algo y fijar la vista en un objeto aún no definido. La última estrofa desvela la actividad mental del padre: recuerda su pasado, su “ayer”, y prevén su futuro, su “mañana”; está realizando un ejercicio de memoria y de previsión de sí mismo. Pero, de pronto, la vista del padre va más allá de su tiempo y vuela hacia el del yo poético, su hijo. El padre ve a su hijo ya adulto, casi anciano, lo que emociona profundamente a su hijo, unido al padre a través de un lazo indisoluble que traspasa la barrera cronológica para comunicarse espiritualmente.

2. Tema

El poema aborda dos temas principales:

-El amor indisoluble entre el padre y el yo poético, su hijo, que traspasa fronteras.

-El desbordamiento de las barreras temporales para unir en una visión en espejo al padre y al hijo, el primero adulto y el segundo próximo a la ancianidad.

3. Apartados temáticos

El poema presenta cuatro apartados temáticos, de sentido ascendente. De este modo, tenemos:

-Primer apartado (primera estrofa, vv. 1-4): se presenta el marco espacial donde se desarrolla la acción: Sevilla, un hogar en el palacio de las Dueñas. Se destacan dos percepciones, una visual (la “luz de Sevilla”) y otra de sonido (“rumor de fuente”). Un despacho y un personaje: el padre del yo poético, con sus papeles.

-Segundo apartado (segunda estrofa, vv. 5-8): en esta sección se acaba de presentar al padre, que aún es joven. Realiza nueve acciones, unas físicas, que implican movimiento (levantarse, ir), otras intelectuales (leer, meditar). Nos

-Tercer apartado (tercera estrofa, vv. 9-11): el yo poético se fija en los ojos de su padre; hay como un zoom de una cámara. Los ojos “vagan” con inquietud, como buscando algo que logran definir.

-Cuarto y último apartado (cuarta estrofa, vv.12-14): los ojos, metonimia del padre, visitan su pasado y viajan al futuro. En él, padre e hijo, ya mayor, se reconocen en una mirada de amor fulminante.

4. Aspectos métricos y de rima

Este poema está compuesto por catorce versos endecasílabos agrupados en cuatro estrofas. La rima es consonante y se establece así: la primera estrofa conforma un cuarteto (ABBA); la segunda, un serventesio (CDCD); la tercera es casi un terceto, pero con una estructura más libre (EEF); la cuarta corresponde a otro terceto (DFD). En conjunto, conforman un soneto, composición estrófica de larga tradición en la poesía española desde el Renacimiento. Su relativa brevedad exige una contención expresiva muy elevada; al tiempo, la extensión de los catorce versos permiten la expresión de una emoción o una idea con cierto detalle. Machado, aquí, ha logrado un equilibrio perfecto entre ambos polos.

5. Comentario estilístico

El poema presenta un movimiento de lo general a lo particular, desde el punto de vista espacial; y del presente de la composición, al pasado y al futuro del yo poético observado por su padre, desde el punto de vista temporal. Es una obra, en consecuencia, compleja, elaborada y asombrosamente original. Se abre con una elipsis intensa, “Esta luz de Sevilla…”. Falta el verbo; nosotros, lectores, debemos suplir que está ahí, ante el yo poético y ante nosotros; el demostrativo “Esta” indica que está próxima a nosotros, nos rodea y nos acompaña, a partir de ahora, hasta el final de la lectura del poema. La suspensión que la sigue deja su sentido abierto, con unas dosis de intriga. Los verbos en presente de indicativo señalan la presencialidad de los objetos y de las personas. El yo poético se introduce (“Es el palacio / donde nací”, vv. 1-2) al mismo tiempo que señala el lugar que focaliza: su hogar en el palacio (de las Dueñas, en la capital hispalense). Solo un detalle auditivo desea señalar: “su rumor de fuente” (v. 2), con connotaciones de tranquilidad y armonía. En el tercer verso introduce al padre en su despacho y lo describe físicamente con tres sustantivos (uno señala un ser vivo distinto, una  “breve mosca” (v. 4) y tres correspondientes adjetivos. Se fija en el rostro y señala dos rasgos que indican nobleza de ánimo: frente y bigote.

La segunda estrofa comienza con la repetición retórica del verso 3 (“Mi padre”); ahora ya comprendemos quién es el foco temático del poema; se repite otra elipsis y se acota el aspecto del padre: es joven. Ahí termina la descripción y comienza una narración vertiginosa. Son nueve verbos, unos señalan acción intelectual leer, escribir, hojear y meditar. Otros, los últimos, se refieren a acciones físicas: levantarse, ir, pasear, hablar y cantar. Es otro modo de completar el retrato: estamos ante un hombre templado, sereno y meditativo; sus acciones son de orden intelectual, pues leer y escribir lo denotan claramente. También introduce una nota romántica o soñadora: “A veces habla solo” (v. 8); y otra de su carácter alegre: “a veces canta”. Hasta aquí, hemos asistido a una presentación con tintes misteriosos que no nos conduce a un camino concreto. La yuxtaposición de acciones --con el correspondiente asíndeton-- nos señala una nota del carácter del padre del yo poético: activo, inquieto en su ensimismamiento.

En el primer terceto el yo poético focaliza su visión en los ojos de su padre (metonimia de su persona entera). Son “de mirar inquieto” (v. 9). No es casual que el yo poético elija estos órganos, pues básicamente a través de ellos captamos cómo es el mundo. Ahora también sirven para proyectar hacia el futuro anhelos y temores, esperanzas y angustias. Los encabalgamientos abruptos de los dos primeros versos refuerzan el mensaje de una búsqueda de algo difícil de aprehender. La palabra final, “vacío” (v. 11) introducen unas dosis de dramatismo angustioso.

El último terceto por fin nos desvela qué buscan los ojos del padre. Vuelan del momento descrito, que es pasado, al futuro del yo poético. El padre contempla al hijo, ambos se cruzan una mirada, o se comunican de alguna manera, de ahí la expresión “¡padre mío!” (v. 13) que exhala el yo poético, producto de la conmoción por el encuentro con su padre. El padre contempla al yo poético, su hijo, un hombre ya casi viejo (como expresa la metonimia “mi cabeza cana”, v. 14). Y, quizá, la palabra más intensa del poema: “piadosamente”, nos permite comprender qué encierra la mirada paterna: comprensión, ternura, afecto y cierta conmiseración. Quizá el padre ve a su hijo como es él ese momento, quizá desea transmitirle un mensaje de amor y de advertencia de que el tiempo huye. La mirada “en el tiempo” ha creado una conexión milagrosa, breve, intensa y total entre padre e hijo. El juego reflejo es intenso y hermoso: el yo poético ha visto que su padre ha visto a aquel. El conjunto de de una emoción increíblemente intensa y hermosa.             

6. Contextualización

Antonio Machado Ruiz (Sevilla, 1875 - Colliure, Francia, 1939) es uno de los más profundos y sublimes poetas en lengua española. Se casó con Leonor Izquierdo en 1909, profundamente enamorados a pesar de los casi veinte años de diferencia entre los cónyuges. Sin embargo, el fallecimiento fulminante de Leonor, por tuberculosis, en 1912, truncó esa felicidad. Machado cayó en una duradera y honda etapa de dolor y melancolía. Su muerte en el exilio por la Guerra Civil puso fin a una vida realmente sobrecogedora, llena de tribulaciones y desgracias, que Machado supo encajar con paciencia y sabiduría. 
Su poesía, delicada, grave, armónica y dotada de una hermosura sobrecogedora, figura entre los frutos más granados de la poesía española. Citaremos, de entre sus obras, su primer libro de poesía, Soledades (1903), el bellísimo y profundo Campos de Castilla (1912); es, en nuestra opinión, uno de los libros más hermosos de creación poética en cualquier lengua, momento y lugar. Las siguientes composiciones poéticas se fueron sumando a las distintas ediciones de Poesías completas (1928, la primera edición). Machado también escribió teatro poético al alimón con su hermano Manuel (por ejemplo, la primera pieza compuesta: Desdichas de la fortuna, o Julianillo Valcárcel, 1926). En los últimos años de su vida, Machado se entregó a la prosa poética, filosófica y reflexiva, utilizando dos heterónimos, Abel Martín y Juan de Mairena. Los dos títulos más importantes son Juan de Mairena (1936) y el póstumo Los complementarios (1957).

7. Interpretación y valoración

Este poema plantea la posibilidad de la comunicación emocional y de persistencia de la memoria más allá del espacio y del tiempo físico de nuestra vida biológica. El yo poético realiza un viaje a su infancia, visita la figura de su padre, lo contempla, lo sigue con la mirada. Después, se reencuentran en un fugaz instante, en el tiempo de la escritura del yo poético. A este lo sobrecoge la emoción de ese encuentro lleno de amor, bondad y ternura. Machado lo presenta como algo natural, sin romper casi la rutina diaria. Sin embargo, en el fondo, el poeta y nosotros sabemos que sería un prodigio que algo así ocurriera. Y con todo, el yo poético se resiste, y nosotros con él, a aceptar que todo fue una ilusión.

El marco espacial de la vida cotidiana y los verbos en presente dotan a lo que parecía una anécdota de una atemporalidad y de una presencialidad enormes y fortísimas. Nos queda la sensación de que sí, en efecto, así ocurrió y así se puede repetir con amor y memoria, los dos ingredientes que sustentan ese pequeño milagro. El poema entero se nos antoja un homenaje a la figura de su padre, un recuerdo emocionado de cariño y respeto hacia esa figura que describe minuciosamente y observa con respeto. 

Este bellísimo poema, auténtico prodigio creativo, es de una aparente sencillez compositiva que, en su interior, esconde un diamante poético por su acierto expresivo, su sencillez expresiva y su asombrosa armonía entre expresión y contenido. Su lectura conmueve los cimientos del lector, atónito ante tanta belleza literaria, asombrado por la corriente afectiva que circula entre autor y lectores, yo poético y persona observada. Y, al fondo, como siempre en Machado: “palabra en el tiempo”, esencialidad de los sentimientos más auténticos perdurando más allá de nuestras vidas.

2. PROPUESTA DIDÁCTICA

(Las siguientes actividades se pueden realizar de modo individual o en grupo; de manera oral o escrita; en clase o en casa; utilizando medios tradicionales o recursos TIC, según las circunstancias lo aconsejen).

2.1. Comprensión lectora

 

1) Resume el poema (100 palabras, aproximadamente).

2) Señala su tema principal y los secundarios.

3) Delimita los apartados temáticos, atendiendo a las modulaciones de sentido.

4) Analiza los aspectos métricos y de rima; deduce la estrofa empleada.

5) ¿Qué tono tiene el poema: positivo, optimista, esperanzado, o todo lo contrario?

6) Señala las imágenes más importantes que jalonan el poema, sobre todo referidas a los elementos de la naturaleza, y cómo impactan en el poeta.

7) Localiza y explica una docena de recursos estilísticos y cómo crean significado.

2.2. Interpretación y pensamiento analítico

1) ¿Qué sentimientos  nuclea el sentido del poema?

2) El poeta, ¿dónde ubica la acción? ¿Es especial para él?

3) ¿Qué órgano sensorial domina el poema? ¿Qué sensación aportan?

4) ¿Cómo se aprecia en texto la importancia de la mirada? ¿De qué es metáfora?

5) El tiempo, ¿discurre bajo una norma rígida e inflexible? ¿Por qué será así?

6) ¿Qué significación se encierra en “¡padre mío!” (v. 13)? ¿Qué podemos deducir del estado de ánimo de la poeta?

2.3. Fomento de la creatividad

1) Elabora un poema o texto en prosa que exprese la contemplación de una persona muy querida en su vida diaria.  Puedes imprimir un sentido intimista, como ha realizado Antonio Machado.

2) Imagina y transcribe una conversación o plática entre la clase y el poeta Antonio Machado a propósito de su poema y de su vida.

3) Realiza una exposición sobre Antonio Machado, su poesía y su tiempo, para ser presentada ante la clase o la comunidad escolar, con ayuda de medios TIC o pósteres, fotografías, pequeña exposición bibliográfica, etc.

4) Aporta o crea imágenes de lugares o edificios, que sirvan de metáfora de un sentimiento especialmente relevante para ti, con intervención de la memoria, siguiendo el ejemplo de Antonio Machado.

 

 

 


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