30/10/2020

Gustavo Adolfo Bécquer: "Yo sé un himno gigante y extraño" (Rima I); análisis y propuesta didáctica

 

Monte San Isidro, León (X-2020) © SVM


G. A. BÉCQUER - (RIMA I), “YO SÉ UN HIMNO GIGANTE Y EXTRAÑO”

Yo sé un himno gigante y extraño                              1
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.

Yo quisiera escribirle, del hombre                            5
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.

Pero en vano es luchar, que no hay cifra
capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!,         10
si, teniendo en mis manos las tuyas,
pudiera, al oído, cantártelo a solas.

 

  1. ANÁLISIS

Estamos ante un texto metapoético de hondo calado y significación perteneciente a nuestro genial Gustavo Adolfo Bécquer (Sevilla, 1836 – Madrid, 1870). Pertenece al primer bloque temático de la división clásica de la poesía becqueriana, centrado en la reflexión sobre la naturaleza de la poesía, su origen, su manifestación verbal y las tensas relaciones entre inspiración y razón. En el fondo, Bécquer indaga sobre su oficio de poeta, sobre su vocación de escritor lírico aun en contra de la corriente literaria ya en boga en su edad adulta (el Realismo). En este sentido, Bécquer es un autor posromántico o tardo romántico, lo mismo que Rosalía de Castro.

El poema apenas consta de doce versos dodecasílabos distribuidos en tres estrofas de cuatro versos cada una. Los versos pares riman en asonante y los impares quedan libres. Estamos, pues, ante una estructura próxima al romance heroico; la separación en estrofas, con el consiguiente cambio de rima, es el toque original que Bécquer se ha permitido. Por otro lado, es típico de los poetas románticos introducir variaciones en los versos, las rimas y las estrofas clásicos. Estos autores, como por ejemplo Espronceda, innovaron y ampliaron los márgenes de las formas estróficas de un modo muy apreciable.

El poema presenta un tono elusivo y dialógico sorprendente. El poeta escamotea los nombres de la esencia del poema: la esencia de la poesía, el misterio de la creación verbal, el difuso origen de la inspiración, todo ello mezclado con sensaciones (en concreto, musicales) y emociones (exactamente, las amorosas). Metaforiza este concepto a través de términos musicales (“himno”, “cadencias”, “notas”), que rápidamente mezcla con el lenguaje (“idioma”), formando un todo inseparable. En el fondo, Bécquer nos desea transmitir que la poesía es un tipo de música, de melodía, tan difícil de captar como de reproducir. La identificación de la naturaleza musical de la poesía la establece claramente en la primera estrofa, cuando enuncia que “estas páginas son de ese himno / cadencias que el aire dilata en las sombras”.

En la primera estrofa juega con el sonido y la luz y los colores. El poeta se encuentra en “la noche del alma” (v.2), es decir, sumido en la oscuridad, metáfora de la confusión, la angustia y el malestar. Pero “estas páginas”, es decir, sus poemas, son cadencias, esto es, melodías rítmicas de ese himno “gigante y extraño”. La fuerza que se esconde en el magma poético es muy intensa y firme: equivale a una música grandiosa y desconocida que desborda lo conocido, tanto dentro como fuera de la persona. Las dos personificaciones de la primera estrofa aportan una extraordinaria viveza: el himno “anuncia”, como un heraldo, algo grandioso en la oscuridad del alma del poeta. El aire “dilata” (v. 4) en las sombras, esto es, extiende una leve luz de esperanza y optimismo en los oscuros sentimientos del yo poético.

En la segunda estrofa, sometida a unos fuertes hipérbatos y encabalgamientos (con un caso de leísmo, cosa rara en nuestro poeta), el yo poético nos aclara parte del significado elusivo de la primera: su herramienta de trabajo es el idioma; es a través del lenguaje con que crea la música. “Escribir” y “palabras” son los vocablos que nos dan la clave: el himno es verbal, no se escribe en un pentagrama, ni se interpreta con instrumentos musicales: mana de las palabras combinadas, formando el poema.

La tarea no es fácil porque el lenguaje se revela escaso “rebelde, mezquino” son los dos adjetivos aplicados a idioma: es pobre y nada sumiso, de modo que el trabajo poético resulta hercúleo. Si el yo poético pudiera manejarlo a su gusto, expresaría con las palabras, a la vez “suspiros y risas, colores y notas” (v. 8): estos cuatro sustantivos crean un concepto sinestésico, entre lo cromático, lo auditivo, lo alegre y lo triste. Todo eso deberían expresar las palabras, pero no es fácil por su rebeldía y pobreza. Las antítesis aportan una gran intensidad significativa: “suspiros y risas” nos hacen ver el magma emocional del poeta: amarguras y esperanzas se entremezclan en un continuo inextricable.

La última estrofa comienza admitiendo la derrota: no es posible domeñar al idioma, no hay clave que permita eso. Sin embargo, se abre una vía de comunicación de esa melodía a través del amor, del contacto entre los dos amantes (“teniendo en mis manos las tuyas”). El himno se puede cantar, en un acto íntimo y de comunicación privada, entre el yo poético, poseedor de esa melodía, y la mujer amada, receptora del mismo. El poema finaliza, así, en un tono de optimismo contenido, de esperanza vislumbrada: el amor proporciona las herramientas para compartir y entender ese “himno gigante y extraño”. Bécquer nos deja entrever que está compuesto de emoción, comunión amorosa y armonía entre dos almas enamoradas. Lo mismo ocurre con “noche” y “aurora” en la primera estrofa: los claroscuros nos dejan ver un alma en ebullición.

Llama mucho la atención el tono de diálogo con que se cierra el poema. Comprendemos que el yo poético habla, más o menos en un tono real, acaso imaginario, con su amada, a la que invoca con un “¡oh, hermosa!”. La expresión nos permite vislumbrar que el poeta está enamorado y ese himno nace, precisamente, de ese estado emocional. A través de él se puede expresar, y no de otra manera. Genialidad poética y sentimiento amoroso se juntan y se necesitan recíprocamente.

El poema exhibe las típicas notas románticas: mucha subjetividad (las primeras palabras del poema son “yo sé”), intimidad omnipresente, creencia en el genio poético, el amor como fuerza superior que elimina todo tipo de obstáculos y da sentido último a la existencia y, finalmente, una cierta presencia de la naturaleza que acompaña y, en última instancia, presta un marco de comprensión de los vaivenes del alma del yo poético.

El aspecto metapoético es bien evidente: el poeta reflexiona sobre qué es la poesía, su naturaleza, su modo de operar. El poema nos deja una respuesta: es una música oculta, próxima a la región de las emociones, expresada en música, sólo transmisible en un acto de confidencialidad amorosa. Estamos ante un bellísimo poema romántico lleno de emoción, reflexión y expresión; del amor, de la naturaleza de la poesía, y del ansia de comunicación emocional-poética, respectivamente.

 

  1. PROPUESTA DIDÁCTICA

2.1. Comprensión lectora

1) Resume el poema, anota su tema y sus apartados temáticos.

2) ¿Quiénes son los protagonistas del poema?

3) Realiza un estudio de la métrica y la rima del poema y establece la estrofa utilizada.

4) Localiza media docena de recursos estilísticos y explica cómo crean significado y belleza.

2.2. Interpretación y pensamiento analítico

1) ¿Crees que el poema refleja las angustias e ilusiones del poeta? Aporta razones.

2) ¿Podemos decir que los niños muestran miedo? Aporta razones.

3) Localiza los contrastes o antítesis que aportan viveza al poema

2.3. Fomento de la creatividad

1) Trasforma el texto en un relato en prosa, acompañado de alguna anécdota, en el que aprecie la “genialidad” del artista romántico. Puedes continuar la historia según te parezca oportuno.

2) Escribe una breve pieza literaria sobre el deseo de decir algo profundo y no encontrar las palabras para ello, inspirándote más o menos en el poema de Bécquer.

3) Realiza una presentación ante la clase o la comunidad educativa, ayudándote de medios TIC, sobre la vida y la obra de Gustavo Adolfo Bécquer.

4) Intenta pasar la escena del poema: el poeta y su amada acaso tomados de la mano, a una escena plástica, de dibujo o pintura, en la que se capten detalles sugestivos e interesantes.

 


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