31/10/2020

Pedro Salinas: "El contemplado"; análisis y propuesta didáctica

 

Salinas, Asturias (X-2020) © SVM


PEDRO SALINAS - “EL CONTEMPLADO”

EL CONTEMPLADO

 

De mirarte tanto y tanto,                             1
de horizonte a la arena,
despacio,
del caracol al celaje,
brillo a brillo, pasmo a pasmo,                    5
te he dado nombre; los ojos
te lo encontraron, mirándote.
Por las noches,
soñando que te miraba,
al abrigo de los párpados                           10
maduró, sin yo saberlo,
este nombre tan redondo
que hoy me descendió a los labios.
Y lo dicen asombrados
de lo tarde que lo dicen.                             15
¡Si era fatal el llamártelo!
¡Si antes de la voz, ya estaba
en el silencio tan claro!
¡Si tú has sido para mí,
desde el día                                                  20  
que mis ojos te estrenaron,
el contemplado, el constante
Contemplado!

 

El contemplado, 1946

 

  1. ANÁLISIS

Pedro Salinas (Madrid, 1891 – Boston, Massachusetts, EEUU, 1951) es uno de los poetas más reconocidos de la ya de por sí Generación del 27. Profesor y literato, combinó en su vida la actividad docente, la investigadora y la creadora con excelentes resultados. La guerra civil española lo obligó a un exilio doloroso del que ya no regresó, pues su vida acabó antes que la del régimen franquista.

  1. Resumen

El poema está dirigido a una persona por la que el yo poético muestra un profundo amor. Este ha mirado y observado a esa persona durante muchos días y circunstancias, extasiado y rendido. Pero al mismo tiempo muestra perplejidad porque no encontraba la palabra exacta para comprender y acotar su estado de ánimo. Sin embargo, paulatinamente, fue surgiendo la palabra, como fruta que madura, ese nombre, que se posó en los labios del yo poético. Este se asombra al descubrir que justo ese vocablo era el exacto e inevitable porque recogía el toda su extensión e intensión sus sentimientos. El vocablo es, el “contemplado”, mirado por él sin cesar desde el momento en que vio a la persona contemplada por primera vez. Recoge el término la emoción vibrante e incesante del yo poético, es decir, el amor incondicional, que siente por ella.

  1. Tema

El tema del poema se puede enunciar como la búsqueda exitosa, por parte del sujeto poético, de un vocablo que recoja la emoción amorosa que el yo poético siente por una persona. El hallazgo del mismo le provoca alegría sin límites y refuerza su sentimiento de dicha.

  1. Apartados temáticos

El poema presenta tres apartados temáticos claramente delimitados conforme se va modulando el contenido. Los explicitamos:

-El primer apartado (vv. 1-7) presenta el asunto nuclear, que es la búsqueda de un nombre para la persona amada que recoja su intensidad emocional. Ya anuncia el desenlace feliz, pues ha dado con él, aunque no lo escribe.

-El segundo apartado (vv. 8-15) narra cómo, por las noches, buscaba, dormido y despierto, el vocablo justo. Y de repente, se le vino a su boca sin buscarlo. No sale de su estupefacción por haber tardado tanto y por lo natural y apropiado del término.

-El tercer apartado (vv. 16-22) expresa con viveza el alborozo que siente por haber dado con la palabra, por otro lado, inevitable, necesaria y lógica: “el contemplado”. Se siente dichoso porque recoge con precisión su actividad contemplativa hacia la persona amada.

  1. Métrica, rima y estrofa

La gran mayoría de los versos son octosílabos, excepto el 3, 8, 20 y 24, que son tetrasílabos. No se aprecia una rima regular identificable con una estrofa clásica. Es cierto que se percibe cierta asonancia en a-a y en a-o en algunas secciones, por ejemplo, vv. 1-5. Bajo una perspectiva global, estamos ante un poema en verso libre.

  1. Aspectos estilísticos

En un poema no excesivamente extenso (24 versos octosílabos o menos) se condensa una considerable significación poética. El yo poético desea darle a conocer a la persona amada que por fin ha dado con el término que mejor la define: el contemplado. Se emplea esta voz dos veces en los dos últimos versos, en una oración exclamativa, a modo de epifonema. En la segunda ocasión, se escribe con mayúscula, dotando al vocablo de identidad propia, individualizada.

En el verso 1 observamos una repetición retórica (“tanto y tanto”) que expresa cómo el yo poético ha mirado repetidamente a la persona amada.  “Del horizonte a la arena” (v. 2) resulta hiperbólico y enfatiza bien que esa mirada abarcaba todo el ser de ella. El paralelismo (“del... al...”) de los versos 2-3 y 4 insiste en la redundancia de la mirada, originada en la admiración amorosa, intuimos nosotros, que siente por la otra persona. Otro paralelismo contenido en el verso 5 expresa el asombro admirativo que siente por ella. Y al fin ha aparecido el nombre, pero se elide, para crear tensión poética.

Identifica su mirada con un ser vegetal que “maduró” (v. 11). El vocablo hallado se personifica (“descendió a los labios”, v. 13) y nos lo acota con una sinestesia con símil muy hermoso y expresivo: “este nombre tan redondo” (v. 12). Sin embargo, continúa la elipsis del nombre; a través de las perífrasis comentadas conocemos sus características, pero ignoramos el vocablo.

La repetición en quiasmo de “dicen” (vv. 14-15), que surge de unos “labios” (v. 13) “asombrados” (v. 14) crea tensión verbal y expectativa poética. La metonimia de “labios” aporta una connotación sensual y sensitiva.  A continuación, comienza un paralelismo, unido a anáfora y exclamación retórica (“¡Si era...”); juntos, transmiten el alborozo del yo poético al descubrir la palabra exacta. Una paradoja y una sinestesia amplifican la connotación de dicha (“¡Si antes de la voz, ya estaba / en el silencio tan claro!”, vv. 17-18). La última oración ocupa los cinco últimos versos. Su longitud delata la fuerza significativa y la intención del sujeto poético por expresar esa palabra clave, casi taumatúrgica, pues lo libera de su angustia. La voz es “contemplado”, repetida dos veces en los dos versos finales, lo que la dota de gran intensidad connotativa.

Dos notas circunstanciales, que ya conocíamos, precisan ese vocablo: es producto de la admiración contemplativa del yo poético “desde el día / que mis ojos te estrenaron” (vv. 20-21); con estas metonimia y metáfora indica su enamoramiento muy desde el origen. El adjetivo que acompaña a la última aparición de contemplado, “constante”, vuelve a insistir en su reiteración contemplativa (que coincide con el “tanto y tanto” del primer verso). En esta última aparición el sustantivo aparece con mayúscula, “Contemplado”, señal inequívoca, como ya dijimos, de su singularidad, su identidad plena y sensitiva, no como una imagen mental. El epifonema final, muy largo, transmite vivamente la emoción del yo poético por encontrar el nombre exacto de su mirada acuciante, repetida y enamorada.

Los verbos de los versos 1 al 11 están en tiempos pasados: narra su afán contemplativo y su deseo de encontrar la voz exacta. Del verso 12 hasta el final los verbos están en presente: indican muy bien la emoción, una vez producido el hallazgo, de haber dado con la voz exacta: “el Contemplado”. Fijémonos que el poema habla de las emociones del sujeto poético, de sus acciones y sentimientos, de su perplejidad inicial y su dicha final. La persona contemplada apenas ocupa espacio significativo. El asunto medular del poema es el hallazgo de la palabra exacta y significativa por parte del enamorado para expresar su emoción, hasta ahora amordazada, acaso algo frustrada.

  1. Contextualización

Pedro Salinas es un estupendo poeta, miembro de la Generación del 27. Como el resto de los integrantes, pasó por una poesía inicial de tanteos, pronto bajo el magisterio de Juan Ramón Jiménez. Desde la guerra civil, su poesía se torna más reconcentrada, intensa, dolorida y dramática. La pérdida de sus raíces culturales y la vivencia continuada y sin solución de continuidad en tierras y ámbitos culturales muy distintos al español influyeron en su creación poética.

A Salinas se le ha llamado el “poeta del amor” porque, en efecto, este suele ser un motivo recurrente y principal en su poesía. Como no podía ser de otra manera, lo vive y lo expresa poéticamente, digamos que al modo becqueriano: descubrimiento y exaltación del amor pleno y dichoso; le sigue una etapa de dudas y miedos; seguida por otra que certifica su fin definitivo, con las correspondientes dosis de amargura. Este poema se inscribe en la fase de exaltación amorosa, de su descubrimiento maravilloso y total, dando sentido a la vida y a la existencia de un modo más profundo, con un aspecto existencial y espiritual muy significativo.

Salinas domina prodigiosamente la lengua española y las técnicas poéticas. Sus poemas poseen una original y rara plasticidad que aportan frescura, sorpresa lectora y una grata sensación de autenticidad expresiva. El poeta dice lo que siente, unido a un cuidadoso y comedido empleo de los procedimientos expresivos.

  1. Interpretación y valoración

“El contemplado” es un hermoso poema que se centra en el acto de la mirada serena e intensa sobre la persona admirada y amada. A través de elipsis y circunloquios, el poeta dilata su hallazgo, que es el de la palabra exacta para nombrar a esa persona. Ello crea una fuerte tensión poética, análoga a la que sintió el yo poético en la búsqueda de esa palabra precisa. Su hallazgo, aparentemente casual, tras un largo y extenso proceso de búsqueda desemboca en la exclamación luminosa de la palabra: “Contemplado”.

El poema presenta una antítesis de fondo entre el yo poético, activo e indagador, y la persona contemplada, pasiva y como ajena a las pesquisas del sujeto. Las exclamaciones paralelísticas y anafóricas, empleando una expresión coloquial (“Si tú has sido...”) contienen una expresividad intensa y fresca.

El poema transmite autenticidad, belleza y originalidad. Un acto tan aparentemente cotidiano como el de hallar una palabra exacta para nombrar a alguien se transmuta en una expresión poética vibrante y fresca.

 

  1. PROPUESTA DIDÁCTICA

(Las siguientes actividades se pueden realizar de modo individual o en grupo; de manera oral o escrita; en clase o en casa; utilizando medios tradicionales o recursos TIC, según las circunstancias lo aconsejen) 

2.1. Comprensión lectora

1) Resume el poema (100 palabras, aproximadamente).

2) Señala su tema principal y los secundarios.

3) Delimita los apartados temáticos, atendiendo a las modulaciones de sentido.

4) Analiza los aspectos métricos y de rima; deduce la estrofa empleada.

5) ¿Qué tono tiene el poema: positivo, optimista, esperanzado, o todo lo contrario?

6) Señala las imágenes más importantes que jalonan el poema, sobre todo referidas a elementos naturales y cómo impactan en el poeta.

7) Localiza y explica una docena de recursos estilísticos y cómo crean significado.

2.2. Interpretación y pensamiento analítico

1) ¿Cuál es la actividad más importante del yo poético y qué significa en el conjunto del poema?

2) Indica los tipos de emoción que expresa el yo poético, ejemplificándolos.

3) ¿Qué importancia poética posee los ojos en el poema?

4) ¿Cómo se aprecia en el texto el valor del amor?

5) ¿En qué persona gramatical aparecen conjugados la mayoría de los verbos? ¿Es importante la subjetividad del poeta en el conjunto de la significación del poema?

6) En el poema se evidencia la alegría por encontrar la palabra exacta para nombrar al ser mirado: explica qué procedimientos lingüísticos emplea el poeta para manifiestarla.

7) Explica el sentido de los versos: “desde el día / que mis ojos te estrenaron” (vv. 20-21).

2.3. Fomento de la creatividad

1) Compón un poema o texto en prosa que exprese el gozo por encontrar la palabra exacta que nombre algo de no fácil definición

2) Imagina y transcribe una conversación o plática entre Pedro Salinas y la persona mirada.

3) Realiza una exposición sobre Pedro Salinas, su poesía y su tiempo, para ser presentada ante la clase o la comunidad escolar, con ayuda de medios TIC o pósteres, fotografías, pequeña exposición bibliográfica, etc.

4) Aporta o crea imágenes o textos de objetos raros, reales o imaginarios, para contemplarlos y para los que necesitamos un nombre.

  

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