02/11/2020

Benito Pérez Galdós: "Marianela"; análisis y propuesta didáctica

 

Gondomar, Pontevedra (VIII-2019) ©SVM


B. PÉREZ GALDÓS - Marianela

  1. ANÁLISIS

Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, 1843 – Madrid, 1920) es uno de los novelistas más intensos y magistrales de la literatura española. Desde postulados realistas perfectamente asimilados, nos dejó una inmensa y estimable producción literaria, auténtico regalo para la literatura española. Marianela (1878) es una de las mejores y últimas novelas del ciclo inicial de las "novelas de tesis".

La acción se desenvuelve en un pequeño pueblo, aislado y montañoso, de ambiente cántabro, Aldeacorba, y un lugar donde se explotan unas minas de lo que se llamaba calamina, llamado Socartes; sirven de sustento a muchas familias del pueblo. Allí vive con su adinerada familia el joven ciego Pablo de Penáguilas, a quien la joven Marianela, huérfana y pobre, le sirve de lazarillo. Francisco de Penáguilas, labrador rico, viudo y hombre recto, el padre del joven, le lee libros de ciencias y literatura a su hijo para mantenerlo al día y cultivar su inteligencia, "para que no fuera ciego dos veces". Pablo y Marianela se complementan muy bien porque ella le describe la realidad más sensible y él la interpreta y sublima en un plano idealizado superior. Por ejemplo, el hecho de que Marianela sea poco atractiva no importa en la relación amorosa platónica que se establece entre los jóvenes.

Marianela, verdaderamente llamada María Manuela Téllez, huérfana y abandonada, malvive con la familia Centeno, encargados de cuidar de las sesenta mulas que trasportaban el mineral. El padre, Sinforoso la protege, pero la madre, Señana, no la puede ver. Celipín, el pequeño de los cuatro hijos del matrimonio Centeno sueña con ir a Madrid, estudiar medicina y ejercer de médico. Se lleva muy bien con Marianela y, en su mentalidad infantil-adolescente, representa muy bien el deseo y la necesidad de adquirir educación y cultura para escapar de la vida sórdida de su familia.

Un buen día llega a Socartes el oftalmólogo Teodoro Golfín, hombre de mundo, desenvuelto y optimista. El motivo de su estancia es el de visitar a su hermano Carlos, el ingeniero encargado de la explotación mineral. Su matrimonio con Sofía es feliz, aunque sin hijos. Aportan algo de humanidad en medio de la pobreza y rudeza reinantes en Socartes. Cuando Teodoro Golfín se entera de la dolencia de Pablo, lo examina y da esperanzas a la familia de que el muchacho recupere la vista con una intervención. La noticia es muy bien recibida por todos, menos por Marianela, que sospecha, no sin fundamento, que si Pablo recupera la vista, ella será abandonada por su fealdad y pobreza. La llegada al pueblo de Florentina, joven bella y de buena posición, prima de Pablo, la altera todavía más.

En su religión sincrética de cristianismo, paganismo, etc., Nela reza para salir bien librada. En el campo, tiene una visión de la Virgen, pero sólo era Florentina vista difusamente. Los padres de Pablo y Florentina comienzan a preparar la boda de ambos primos, pues se caen bien y el patrimonio quedaría agrupado. Nela se apesadumbra cada día más; con frecuencia, comienza a pasear sola por el campo y a alejarse de Pablo y las demás personas. Teodoro opera de la vista a Pablo: la intervención sale muy bien y, tras unos días, el muchacho recupera la visión.

Nela planea abandonar el pueblo, pero el doctor Golfín la convence para que se quede y visite a Pablo en su casa de Aldeacorba, la población donde se halla Socartes. Pero lo que la abatida Marianela comprueba es que Pablo se enamora de su prima, aunque piense, en un primer momento, que es Nela. Deshecho el equívoco, la joven comprende que ha perdido a Pablo y sus ilusiones para siempre. Cae inmediatamente en un estado de postración que será mortal. Nela muere a los pocos días. Recibe un rico funeral con asistencia de todo el pueblo. Los primos se casan y la vida sigue su rumbo. Un buen día aparecen por Aldeacorba unos extranjeros que resultaron ser periodistas, indagando sobre la verdadera historia de Nela. Fantasean sobre la chica en periódicos ingleses tratándola de noble, rica, independiente y de espíritu inquieto. El narrador, sabedor de ello, ha decidido contarla él para que los demás la conozcamos puntualmente.

El final es irónico y triste:

XXII -Adiós

¡Cosa rara, inaudita! La Nela que nunca había tenido cama, ni ropa, ni zapatos, ni sustento, ni consideración, ni familia, ni nada propio, ni siquiera nombre, tuvo un magnífico sepulcro que causó no pocas envidias entre los vivos de Socartes. Esta magnificencia póstuma fue la más grande ironía que se ha visto en aquellas tierras calaminíferas. La señorita Florentina, consecuente con sus sentimientos generosos, quiso atenuar la pena de no haber podido socorrer en vida a la Nela, con la satisfacción de honrar sus pobres despojos después de la muerte. Algún positivista empedernido, criticona por esto; pero nosotros vemos en tan desusado hecho una prueba más de la delicadeza de su alma.

Cuando la enterraron, los curiosos que fueron a verla ¡esto sí que es inaudito y raro! la encontraron casi bonita; al menos así lo decían. Fue la única vez que recibió adulaciones.

Los funerales se celebraron con pompa, y los clérigos de Villamojada abrieron tamaña boca al ver que se les daba dinero por echar responsos a la hija de la Canela. Era estupendo, fenomenal que un ser cuya importancia social había sido casi casi semejante a la de los insectos, fuera causa de encender muchas luces, de tender muchos paños y de poner roncos a sochantres y sacristanes. Esto, a fuerza de ser extraño, rayaba en lo chistoso. No se habló de otra cosa en seis meses.

La sorpresa y... dígase de una vez, la indignación de aquellas buenas muchedumbres llegaron a su colmo cuando vieron que por el camino adelante venían dos carros cargados con enormes piezas de piedra blanca y fina. ¡Ah! En el entendimiento de la Señana se verificaba una espantosa confusión de ideas, un verdadero cataclismo intelectual, un caos, al considerar que aquellas piedras blancas y finas eran el sepulcro de la Nela. Si ante la Señana volara un buey o discurriera su marido, ya no le llamaría la atención.

Revolvieron los libros parroquiales de Villamojada, porque era preciso que después de  muerta tuviera un nombre fijo la que se había pasado sin él en vida, como lo prueba esta misma historia, donde se la nombra de distintos modos. Hallado aquel requisito indispensable para figurar en los archivos de la muerte, la magnífica piedra sepulcral que se ostentaba orgullosa en medio de las rústicas cruces del cementerio de Aldeacorba tenía grabados estos renglones:

R. I. P.
MARÍA MANUELA TÉLLEZ
RECLAMOLA EL CIELO
EN 12 DE OCTUBRE DE 186...

Una guirnalda de flores primorosamente tallada en el mármol coronaba esta inscripción. Algunos meses después, cuando ya Florentina y Pablo Penáguilas se habían casado y cuando (dígase la verdad, porque la verdad es antes que todo)... cuando nadie en Aldeacorba de Suso se acordaba ya de la Nela, fueron viajando por aquellos países unos extranjeros de esos que llaman turistas, y luego que vieron el soberbio túmulo de mármol alzado en el cementerio por la piedad religiosa y el afecto sublime de una ejemplar mujer, se quedaron embobados de admiración, y sin más averiguaciones escribieron en su cartera de apuntes estas observaciones, que con el título de Sketches from Cantabria  publicó más tarde un periódico inglés.

Estamos ante una novela original, extraña y de sabor agridulce. Los temas tratados son muchos y de enjundia. El primero que, a nuestro juicio, aborda Galdós es el lamentable abandono de los pobres y desfavorecidos sociales. La novela encierra una reflexión y una crítica acerba a las consecuencias materiales, educativas y morales de una sociedad muy poco equitativa. Nela, por descontado, encarna a la persona pobre de solemnidad que no tiene dónde caer muerta de hambre. Sólo por caridad la familia Centeno la atiende en sus necesidades mínimas. Esa familia también vive al borde de la necesidad, pero van sorteando el destino. Las consecuencias de la falta de recursos se reflejan en la carencia de educación, de letras, de una visión amplia de la vida, etc. Los pobres se aferran a creencias y ritos antiguos que, en realidad, propician el inmovilismo social, ideológico y moral.

Galdós es poco maniqueo; antes al contrario, fomenta una reflexión matizada y amplia sobre la conducta humana. Los pobres no son mejores que los ricos; simplemente resultan más bárbaros y brutos en sus costumbres, con algunas dosis de violencia incluida. Complementariamente, los ricos no son más egoístas o caprichosos que los pobres; casi se podría decir que ocurre lo contrario: los hermanos Golfín son más bien personas bondadosas, hechas a sí mismas, pues también habían conocido la pobreza cuando fueron niños (cap. X); Sofía, la esposa de Carlos, realiza obras de caridad y muestra sensibilidad a las penalidades de los demás. Y, sin embargo, percibimos que Nela y Celipín, por ejemplo, podían haber sido personas superiores en todos los órdenes con la ayuda económica adecuada. En este sentido, conviene recordar que parte del capítulo IV lo dedica el narrador a una reflexión honda sobre la importancia de la educación y la formación moral en el marco familiar para las personas.

 

El segundo tema de la novela, a nuestro entender, es que las apariencias engañan y las consecuencias de esa falsa percepción pueden ser fatales. Cuando Pablo recupera la vista, casi inevitablemente se enamora de su bella y primorosa prima Florentina. Lo bello atrae y lo feo repele, casi por ley natural, parece querer decirnos el narrador. Las protestas de amor idealizado y de fidelidad eterna quedaron, simplemente, en nada; disueltas. ¿Es culpable Pablo por ello? No, simplemente se impuso el sentido común de los jóvenes y de las familias que, evidentemente, fomentan esta relación que preserva el patrimonio familiar.

El tercer asunto destacado de la novela es la reflexión sobre la realidad y el deseo, tomando la fórmula de nuestro poeta Luis Cernuda. Casi habría que invertir el orden de los dos elementos: los deseos de Pablo se fijan en conocer y amar a Nela; los de sus padres, que cure su ceguera; los de Nela, corresponder a los sentimientos de Pablo; los de Celipín, ser médico; los de Teodoro Golfín, vivir y ejercer su profesión médica con alegría y optimismo, etc. Pero la realidad, paradójica y cruel, es que el cumplimiento de los deseos de algunos acarrea indefectiblemente la desgracia de otros. Cuando Pablo recupera la vista gracias a la destreza médica de Teodoro, Nela comprende que su futuro se oscurece terriblemente. Florentina acude a ayudar a su primo, trata de ayudar a Nela, pero su enamoramiento supone la frustración de las ilusiones de la pobre huérfana. La realidad es de un modo que la felicidad de algunos, en general ricos y favorecidos, acarrea la desgracia de otros, como Nela.

En este sentido, conviene preguntarse, ¿de qué muere Nela? Acaso de rabia, de desesperación, de desengaño de sí misma y del mundo, que la ha maltratado a gusto y gana. Desgraciadamente, su fealdad física pesa más que su belleza moral y su nobleza espiritual. Cuando comprueba esta dura realidad, opta por quitarse de en medio. El narrador pasa factura a esos vecinos que sólo la encontraron bonita cuando ya estaba muerta.

Como muchas veces ocurre en Galdós, el narrador cierra la narración con alguna reflexión personal, o  anunciando una continuación, etc. En este caso, el carácter irónico del último capítulo raya la brutalidad. Nela, la niña de la que en vida casi ignoraban su nombre, descansa para siempre bajo una "magnífica piedra sepulcral" pagada por Florentina (paradójicamente, la mujer que provocó su desgracia); pero medio año después de muerta, ya nadie se acordaba de ella. Tuvieron que venir unos turistas ingleses a reparar en la hermosa tumba y la fascinante historia que contiene. Fantasean a gusto en sus "Bosquejos de Cantabria", de ahí que el narrador se aplique a contarnos la verdad de la historia. El influjo cervantino es manifiesto y nos aclara el magisterio de nuestro primer clásico sobre Galdós, con la lección muy bien aprendida.

El narrador asoma al texto aquí y allá, en primera persona del plural, a medio camino entre el mayestático y la maniobra envolvente para captar al lector. Un ejemplo extraído del capítulo IV nos lo aclara muy bien: "En lo interior el edificio servía para probar prácticamente un aforismo que ya conocemos [resaltado mío], por haberlo visto enunciado por la misma Marianela; es, a saber, que ella, Marianela, no servía más que de estorbo". Estamos ante este narrador omnisciente cuando quiere, algo juguetón, objetivo y subjetivo al mismo tiempo, distante y cercano, etc.

Los personajes son de la más pura estirpe galdosiana: auténticos, variados, muy bien dibujados, perfilados rotundamente a través de sus acciones, sus pensamientos, sus sentimientos y su lenguaje. Todos ellos son verosímiles, cercanos, como familiares al lector. En general, parecen lineales o planos, pero su riqueza y hondura radica en su obstinación en ser como son, aunque les cueste trabajo mantener su línea de conducta. Parte de la intriga de las novelas de Galdós descansa en conocer si los personajes serán capaces de ser fieles a sí mismos cuando cambian las circunstancias. En este caso, todos cambian y, como consecuencia, los efectos negativos acaban en tragedia para Nela.

Esta es una novela rural, del campo, en un lugar llamado Aldeacorba (no pasemos por alto  la ironía del nombre), pero con un ingrediente de la industrialización más salvaje y depredadora. Parece que Galdós tiene interés en recoger lo peor de ambos mundos. Se desprende una mirada escéptica y pesimista sobre el rumbo del mundo y de las personas, tal vez algo atenuado por el hecho de que Pablo, co-protagonista, recupera la vista y encuentra el amor con su prima Florentina.

La duración de la acción narrada no se extiende mucho. Semanas, tal vez algunos meses, pero nada más: la llegada del doctor Golfín a Aldeacorba, preparativos de la operación de Pablo, éxito de la misma y muerte de Marianela. El epílogo final, seis meses después, sirve para enfatizar el sarcasmo del destino de Nela: olvidada, rescatada imaginariamente por los turistas ingleses y traída a nosotros por el narrador.

El estilo galdosiano es asombrosamente plástico y vivaz: describe como dibujando, narra como si viéramos una película, hace que los personajes dialoguen como si nadie los escuchara, con toda la naturalidad del mundo. Es, pues, un estilo expresivo, contenido y con ramalazos de poeticidad aquí y allá. Su dominio del lenguaje ha sido alabado, y con razón. La exactitud y precisión de las descripciones, el fondo de verdad que late en sus obras –producto de una concienzuda documentación previa— y la propiedad de sus diálogos son características que potencian la eficacia artística. No en vano, Galdós es uno de los grandes novelistas de la literatura española: a través de sus obras conocemos la historia oculta, íntima y humilde de las personas normales (es la "intrahistoria" de Unamuno, pero medio siglo antes); tan verdadera y conmovedora como una fotografía de época.

 

  1. PROPUESTA DIDÁCTICA

2.1. Comprensión lectora

1) ¿Quién ayuda a Golfín a llegar a Socartes? ¿Qué le sorprende de su guía?

2) ¿Cómo es la casa donde vive la familia Centeno? ¿Con qué animales hacen pared?

3) ¿Quién es "Choto"? ¿A quién acompaña?

4) ¿Qué desea Pablo que aprenda Nela? ¿Por qué?

5) ¿Cómo reaccionan Pablo y Nela ante la perspectiva de la operación ocular?

6) Carlos Golfín y Sofía no tienen hijos: ¿qué propone Teodoro? ¿Cómo reaccionan los afectados?

7) Celipín, ¿ha ido a la escuela? ¿Qué desea ser de mayor? ¿Es paradójico?

8) ¿Qué intenta hacer Nela con la ayuda de Celipín para no sufrir más?

9) Pablo, al recuperar la vista, cambia de sentimientos amorosos, ¿en qué sentido?

10) ¿De qué muere Nela? El doctor Golfín lo manifiesta en un momento dado.

2.2. Interpretación y pensamiento analítico

1) ¿Qué se dice de la educación a lo largo de la novela? Señala quiénes la poseen o carecen de ella.

2) Señana es muy avara, ¿cómo lo apreciamos en la novela? ¿Quién paga las consecuencias?

3) ¿Cómo vemos en la novela la importancia de una mentalidad abierta, liberal y con sensibilidad hacia los demás? ¿Qué personaje encarna estos ideales?

4) La avaricia recibe una severa crítica por parte del narrador: identifica dónde y concreta cuál es la que peor le parece.

5) Nela no desea vivir más cuando comprende que ya no es amada por Pablo. ¿Es lógico este sentimiento?

2.3. Comentario de texto específico

(Cap. XVI)

Cuando estuvieron solas Florentina dijo a María [Nela]:

-Ruégale a Dios de día y de noche que conceda a mi querido primo ese don que nosotros poseemos y de que él ha carecido. ¡En qué ansiedad tan grande vivimos! Con su vista vendrán mil felicidades y se remediarán muchos males. Yo he hecho a la Virgen una promesa sagrada: he prometido que si da la vista a mi primo he de recoger al pobre más pobre que encuentre, dándole todo lo necesario para que pueda olvidar completamente su pobreza, haciéndole enteramente igual a mí por las comodidades y el bienestar de la vida. Para esto no basta vestir a una persona, ni sentarla delante de una mesa donde haya sopa y carne. Es preciso ofrecerle también aquella limosna que vale más que todos los mendrugos y que todos los trapos imaginables, y es la consideración, la dignidad, el nombre. Yo daré a mi pobre estas cosas, infundiéndole el respeto y la estimación de sí mismo. Ya he escogido a mi pobre, María; mi pobre eres tú. Con todas las voces de mi alma le he dicho a la Santísima Virgen que si devuelve la vista a mi primo, haré de ti una hermana: serás en mi casa lo mismo que soy yo, serás mi hermana.

Diciendo esto la Virgen estrechó con amor entre sus brazos la cabeza de la Nela y diole un beso en la frente.

Es absolutamente imposible describir los sentimientos de la vagabunda en aquella culminante hora de su vida. Un horror instintivo la alejaba de la casa de Aldeacorba, horror con el cual se confundía la imagen de la señorita de Penáguilas, como las figuras que se nos presentan en una pesadilla; y al mismo tiempo sentía nacer en su alma admiración y simpatía considerables hacia aquella misma persona... A veces creía con pueril inocencia que era la Virgen María en esencia y presencia. De tal modo comprendía su bondad que creía estar viendo, como el interior de un hermoso paraíso abierto, el alma de Florentina, llena de pureza, de amor, de bondades, de pensamientos discretos y consoladores. La Nela tenía la rectitud suficiente para adoptar y asimilarse al punto la idea de que no podría aborrecer a su improvisada hermana. ¿Cómo aborrecerla, si se sentía impulsada espontáneamente a amarla con todas las energías de su corazón? La aversión, la repulsión eran como un sedimento que al fin de la lucha debía quedar en el fondo para descomponerse al cabo y desaparecer, sirviendo sus elementos para alimentar la admiración y el respeto hacia la misma amiga bienhechora. Pero si desaparecía la aversión, no así el sentimiento que la había causado, el cual, no pudiendo florecer por sí ni manifestarse solo, con el exclusivismo avasallador que es condición propia de tales afectos, prodújole un aplanamiento moral que trajo consigo la más amarga tristeza. En casa de Centeno observaron que la Nela no comía, que parecía más parada que de costumbre, que permanecía en silencio y sin movimiento como una estatua larguísimos ratos, que hacía mucho tiempo que no cantaba de noche ni de día. Su incapacidad para todo había llegado a ser absoluta, y habiéndola mandado Tanasio por tabaco a la Primera de Socartes, sentóse en el camino y allí se estuvo todo el día.

Una mañana, cuando habían pasado ocho días después de la operación, fue a casa del ingeniero jefe, y Sofía le dijo:

-¡Albricias, Nela! ¿No sabes las noticias que corren? Hoy han levantado la venda a Pablo... Dicen que ve algo, que ya tiene vista... Ulises, el jefe de taller, lo acaba de decir... Teodoro no ha venido aún, pero Carlos ha ido allá; pronto sabremos si es verdad.

Quedose la Nela al oír esto más muerta que viva, y cruzando las manos exclamó así:

-¡Bendita sea la Virgen Santísima, que es quien lo ha hecho!... Ella, ella sola es quien lo ha hecho.

-¿Te alegras?... Ya lo creo: ahora la señorita Florentina cumplirá su promesa -dijo Sofía en tono de mofa-. Mil enhorabuenas a la señora doña Nela... Ahí tienes tú como cuando menos se piensa se acuerda Dios de los pobres. Esto es como una lotería... ¡qué premio gordo, Nelilla!... Y puede que no seas agradecida... no, no lo serás... No he conocido a ningún pobre que tenga agradecimiento. Son soberbios, y mientras más se les da, más quieren... Ya es cosa hecha que Pablo se casará con su prima: es buena pareja; los dos son guapos chicos; y ella no parece tonta... y tiene una cara preciosa, ¡qué lástima de cara y de cuerpo con aquellos vestidos tan horribles!... No, no, si necesito vestirme, no me traigan acá a la modista de Santa Irene de Campó.

Esto decía cuando entró Carlos. Su rostro resplandecía de júbilo.

-¡Triunfo completo! -gritó desde la puerta-. Después de Dios, mi hermano Teodoro.

-¿Es cierto?...

-Como la luz del día... Yo no lo creí... ¡Pero qué triunfo Sofía! ¡Qué triunfo! No hay para mí gozo mayor que ser hermano de mi hermano... Es el rey de los hombres... Si es lo que digo: después de Dios, Teodoro.

a) Comprensión lectora

1) Resume el texto, señala el tema e indica los apartados temáticos o secciones de contenido.

2) Analiza brevemente los personajes que intervienen y su papel en la obra.

3) ¿Qué ha ocurrido antes de este fragmento? ¿Y después?

4) Indica el lugar y el momento donde se desarrolla la acción.

5) Localiza y explica media docena de recursos estilísticos que embellecen el mensaje.

b) Interpretación

1) Analiza la intervención de Sofía. ¿Trata bien a Nela?

2) ¿Es posible que el bien de unos provoque la desgracia de otros?

3) ¿Qué sentimientos expresa Carlos hacia su hermano? ¿Por qué?

2.4. Fomento de la creatividad

1) ¿Qué harías tú si hubieras sido Pablo o Nela? Explica y razona con detalle.

2) Transforma el final de la novela, de modo que te parezca más justo o razonable.

3) Realiza una exposición con un panel o con medios TIC sobre la vida y la obra de Pérez Galdós.

4) Escribe un relato más o menos inspirado en Marianela, pero ambientado en nuestros días, abordando los mismos temas.


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