03/11/2020

Estudio socio-lingüístico en Espinosa de la Ribera (León)

 

León (XI-2020) © SVM



ESTUDIO SOCIO-LINGÜÍSTICO EN ESPINOSA DE LA RIBERA (LEÓN)

Simón Valcárcel Martínez

(Realizado en el invierno de 1981)

Índice:

A.   Introducción socio-histórica al pueblo de Espinosa de la Ribera (León)

B.   Estudio socio-lingüístico

1.   Criterio fonológico y morfosintáctico

2.   Estudio semántico por campos de significación

3.   Valoración de la propia lengua

C.   Conclusiones

******************

A.   INTRODUCCIÓN SOCIO-HISTÓRICA AL PUEBLO DE ESPINOSA DE LA RIBERA

Espinosa de la Ribera es un pequeño pueblo enclavado en el Noroeste de la provincia de León. A la falda de la montaña leonesa, se encuentra situado en la ribera del río Luna, cerca de su unión con el Omaña para formar el Órbigo. Es, por tanto, de especial significación su situación geográfica, ya que se supone fue una de las primeras zonas repobladas --si es que fue abandonada- tema aún no esclarecido por la falta de estudios al respecto. Según el célebre estudio, acompañado de mapa, de D. Ramón Menéndez Pidal sobre El dialecto leonés (1906), la isoglosa entre el leonés septentrional occidental y el central discurría, aguas arriba del río Luna.  A juzgar por dos torres de vigilancia, conservadas en dos colinas próximas a 4 y 7 kilómetros respectivamente del pueblo (situadas en Villarrodrigo de Ordás y Tapia de la Ribera), se puede hablar de una temprana repoblación. Por su construcción, parecen responder a la típica de principios de la Reconquista, quizá a finales del siglo IX o principios del siglo X.

Su origen, así pues, puede suponerse en esos primeros años de la Reconquista, con una rápida expansión y prestigio, a juzgar por los documentos aun existentes en la Real Basílica de San Isidoro, sita en la capital leonesa. La monografía de don Antonio Rodríguez Díez El libro de Espinosa de la Ribera (León) (1951) arroja luz sobre estos pormenores. Ya en la época actual y tras nuevos empujes demográficos a lo largo de los siglos XVIII y XIX, procedentes de Galicia y el Cantábrico, según se constata en el Diccionario Madoz. Después, la localidad ha ido en declive, tanto demográfica como económicamente. La población actual (1981) se estima en cuarenta vecinos, aproximadamente ciento veinte personas en total. La edad media de la población se eleva a cerca de 50 años, con equilibrio entre hombres y mujeres.

En los aspectos cultural y político la tónica es la homogeneidad. El nivel cultural es bajo; no existe club cultural ni centros recreativos donde se pueda adquirir cultura.

En este trabajo de campo se intenta aclarar el nivel de uso de la lengua castellana, sus rasgos más caracterizadores y la autovaloración que los hablantes hacen de su lengua. Se han tomado un grupo de 15 personas, divididos en jóvenes (17-30 años), adultos (31-65 años) y ancianos (más de 66 años). Los grupos están divididos proporcionalmente en hombres y mujeres.

B.   ESTUDIO LINGÜÍSTICO

Se han tomado en cuenta tres criterios para dicha finalidad: el criterio fonológico y morfosintáctico, el semántico y el de la valoración de la propia lengua. Se ha entrevistado a 15 personas atendiendo a la edad sexo y profesión.

1. Criterio fonológico y morfosintáctico

a) Uso de la f- inicial: es de notar su uso común y natural por parte de las gentes del pueblo. Se preguntó por las palabras “horca”, “hozar” y otras, siendo la respuesta de estas “forca”, “fozar”, etc. por parte de todos los  encuestados. Nos daría un porcentaje del cien por ciento en su uso. Debe notarse que un 60 % de los jóvenes manifestó tener conciencia de cuál era la palabra correcta en castellano, sabiéndola distinguir, aunque sin discriminar situaciones de uso; siempre emplearían “forca”, “fozar”, etc.

Un 30% de la población manifestó que la palabra "horca” no les sonaba mal, pero sin posibilidades de uso. Para toda la población adulta del pueblo, el uso de “horca” u otras es raro y extraño, por razones obvias.

b) Construcción artículo + posesivo + nombre (“el mi perro”): se les preguntó por la expresión de la posesión de ciertos objetos. Se dieron los siguientes resultados: el 100% de los encuestados  ancianos y adultos respondió conforme al esquema de la enunciación. Por ejemplo, “este es el mi vaso”. Sin embargo, el 40% de la población juvenil mostró ciertas reticencias al uso de dicho esquema. Los que lo rechazaron poseen el título de Bachiller superior o título universitario. Por otro lado, otro 40% de cultura normal aceptó las dos fórmulas. Tan sólo el 20% restante afirmó que la única fórmula correcta era la de artículo + posesivo + nombre (“la mi casa”).

c) Confusión del adjetivo con el pronombre posesivo (“mí pueblo”): es curioso tan común rasgo del que los encuestados no tienen conciencia clara de él. El uso tónico del determinante posesivo está totalmente extendido. En efecto, el100% afirmó que este uso era correcto. Todos sancionaron como correctas expresiones del tipo “tú casa”, “sú vaca”, “mí papel”.
d) Régimen de construcción sintáctica: La construcción de oraciones suele ser correcta respecto al castellano en términos generales. Debe notarse cierta tendencia, únicamente en el sector anciano, a posponer el artículo y el pronombre al verbo. Ejemplos: "diómelo”, “prestóle”.

e) Uso de la 1ª persona del plural del presente de subjuntivo por la misma forma del presente de subjuntivo en verbos de la 1ª conjugación (“hablemos” por “hablamos”): Todos los entrevistados lo percibían como algo conflictivo y oscuro. A la hora de tomar una decisión, el 50% confunden dichas formas verbales. La población adulta y joven eligió, con ciertas dudas, la forma correcta; siempre entienden las dos y usan más la incorrecta.

f) Formación del futuro con la perífrasis ir + a + infinitivo en vez de la forma sincrética (“voy a cenar”, tenemos que ir a trabajar”): el 100% de los entrevistados formaron el tiempo futuro con las dos perífrasis reseñadas; el 25% apreció matiz de obligación en ambas estructuras. Los ancianos también percibieron un rasgo desiderativo en ambos casos. Ni uno solo de los entrevistados construyó la expresión de acción futura con la forma sincrética (“comeré”).

g) Terminación en –ado del participio de los verbos (“acabado”, “vivido”): Todos los entrevistados utilizaron la forma en “-ao” para los verbos de la primera conjugación. Paradójicamente, todos afirmaron ser conscientes de que la forma correcta es “-ado”. Los jóvenes opinan que esta forma es cursi y muy fina, impropia del lenguaje común y cotidiano.

h) Confusión en el uso del pretérito perfecto simple y del compuesto (“hablé / he hablado”): es uno de los rasgos lingüísticos más interesantes. Toda la población afirmó no saber distinguir ambos tiempos. El 80% sostiene que es equivalente el uso de uno u otro; también mostraron preferencia por el pretérito perfecto simple. El 20% restante, perteneciente a los ancianos, fue reticente a la igualación en el uso de los tiempos. Alegaban que “sonaba mejor” o “era más bonito” el pretérito perfecto compuesto. Es de reseñar que incluso las personas con educación superior no distinguen entre ambos tiempos a pesar de los esfuerzos mostrados durante las entrevistas, quizá por pedantería u otras razones.

2. Criterio semántico

Se agruparon los vocablos en cinco campos semánticos para facilitar el análisis posterior. Así, tenemos:

a) Agricultura: Es el campo semántico mejor dominado en extensión y precisión. Se preguntó por el significado de doce palabras del mundo agrario, propias de la zona o no. Ninguno de ellos supo el significado de “cálamo”. El 30% de los entrevistados, todos ellos jóvenes, desconocían el significado de palabras dominadas por los adultos y los ancianos, tales como “rastrojo”, “morena”, etc.

b) Ganadería: ante una lista de doce animales, unos conocidos y empleados en las labores del campo y otros no tan conocidos, se anotaron los siguientes resultados: sólo un 20% de la población juvenil con cultura manifestó conocer el animal “koala”; la población adulta y anciana no lo conocían en absoluto. Otros animales solo ignorados por un 80% de la población adulta y anciana, y más en mujeres que en hombres, son "verderón ", “gaviota", “gorrión" etc.

Un detalle muy curioso fue el acaecido en torno a los términos “gorrión” y "pardal”, sinónimos totales; se les inquirió sobre su significado. Los que tienen una cierta cultura, 20% de los entrevistados, supieron contestar correctamente a la cuestión. Sin embargo, el restante 80% de la población, sin distinción de edad o sexo, no supo responder correctamente, porque los citaban como dos pájaros distintos y distinguibles por tamaño, color y canto. Aquí, como en agricultura, el campo semántico es muy amplio y concreto. La población anciana utilizaba una gran amplitud de términos. Los adultos conocían muchos de ellos, pero no los empleaban. Los jóvenes, ni los conocían ni los empleaban; tampoco les preocupa el asunto en ninguna medida. Finalmente, reseñamos que el 80% de los vocablos eran conocidos a nivel general.

c) Geografía: Se les presentó una lista con doce accidentes geográficos. Todos acertaron en la definición de vocablos comunes, como “soto”, “páramo”, etc. Sin embargo, con otros algo más seleccionados o con matiz técnico aparecieron dificultades. El 100% de los ancianos y adultos desconocían “pliegue”, “ciénaga”. Sin embargo, el 40% de los jóvenes –bachilleres o en vías de realizarlo-- conocían estas palabras; el 60% restante carecían de estudios secundarios y nunca habían salido de su entorno vital. El 10% de los jóvenes desconocen términos de pleno dominio y uso popular como “soto” o su diminutivo “sotillo”. Por lo demás, señalemos el óptimo nivel léxico, pues el 85% de los encuestados conocían el mismo porcentaje de palabras.

d) Cultura general: este es el punto más problemático porque las respuestas pudieran ser voluntariamente falsas, para no quedar en mala posición ante los compañeros entrevistados. Se les ofrecieron doce términos como “ejecutivo”, “diputado”, “enmienda”, etc.  Lo que muestran las respuestas es que el 20% de la población anciana masculina, que vivieron en su juventud durante la Segunda República española, demostraron conocer todos los significados, algunos nada populares. Muchos entrevistados habían vivido emigrados en las ciudades, incluso en el extranjero. Ninguno posee el título de bachillerato, pero mostraron una contrastada curiosidad intelectual, ejemplificada en la lectura de prensa diaria, libros de todo tipo, etc. Entre las mujeres, ninguna anciana conocía todos los términos. La mayoría no conocía el 50%. El contraste es muy importante. Una explicación es que la mujer, durante la dictadura franquista, vivió confinada en el hogar, sin acceso a la vida política.

En cuanto a los adultos, el 70% conocía todos los términos. El otro 30% ignoraba este mismo porcentaje de palabras. Entre los jóvenes, se aprecia una igualdad total entre sexos y grupos cultural-educativos. El 80% de los jóvenes conocían todos los vocablos. Sólo un 20% desconocía el 10% de ellos. El resultado parece aceptable y alentador. Las palabras de la vida política y económica de uso común en los medios de comunicación eran las mejor conocidas.

e) Trato social y uso de “usted” y “tú”: Se planteó a los encuestados tres situaciones hipotéticas de cómo tratar a un desconocido, a un conocido con estudios y a un vecino más del pueblo. Apenas se observaron divergencias en los resultados. El 80% de los ancianos se inclina por tratar de “usted” en las dos primeras situaciones, y de “tú” en la tercera situación. El dato discordante es que el 20% de los adultos masculinos se niega a tratar de usted a un conocido con estudios o carrera universitaria. El carácter espontáneo y llano de esta gente parece influir en este dato; el trato social y sus formalismos no les importan demasiado. El 100% de los adultos y los jóvenes tratarían de usted a un interlocutor en la primera situación.

  1. Valoración de la propia lengua

Este es el apartado seguramente más interesante de todo el estudio. Aquí podemos apreciar hasta qué punto los habitantes de este pueblecito sienten en sí el fenómeno de un modo de hablar el castellano, atravesado del antiguo leonés, que desaparece y, al mismo tiempo, necesita una renovación por los cambios sociales, económicos y culturales.

a)¿Qué opinión le merece su propia lengua?: el 100% de la población anciana masculina respondió ser normal y de nivel óptimo. Sin embargo, el 20% de las mujeres ancianas manifestó que su nivel era medio-bajo. Entre los adultos se repitieron las mismas respuestas, pero ahora es el 50% de las mujeres las que piensan que su nivel lingüístico es insuficiente. Entre los jóvenes, el 40% piensa que su nivel es normal (de entre estos, el 50% de estos es universitario, y otro porcentaje igual, bachilleres). El 60% restante cree tener un nivel regular-bajo. Aquí se incluyen los encuestados que han vivido siempre en el pueblo. No se apreciaron diferencias entre sexos.

b)¿Se le enseñaría como la habla a sus hijos?: El 100% de los ancianos respondieron que, de hecho, es la que enseñaron a sus hijos. El 100% de los hombres adultos afirmaron que así se la enseñan a sus hijos, en tanto que sólo el 70% de las mujeres admite esa opinión. Entre los jóvenes, el 40% de los chicos que apenas han salido del pueblo manifiesta que se la enseñaría a sus hijos tal y como la emplean ellos. El restante 60%, que estudian en la ciudad o han salido lo suficiente para apreciar diferencias en los modos de expresión, manifestó no querer enseñársela a sus hijos por ser deficiente. Las jóvenes manifestaron la misma opinión.

c) ¿Le parece correcto su uso de la lengua respecto del castellano estándar o medio?: aquí hemos detectado una contradicción de no fácil explicación. Es similar a la primera pregunta, pero encuestados que allí habían afirmado hablar mal su lengua y ahora afirmar que es un castellano normal. Entre los ancianos no se apreciaron variantes dignas de reseñar. Entre los adultos, un 30%  de ambos sexos que antes habían opinado que usaban una lengua normal, ahora afirma que es mala respecto del estándar. Entre la juventud, chicos y chicas, el 80% opina que no es correcta respecto del uso normal castellano, acaso conscientes de ciertas influencias del antiguo leonés. Estas personas han estudiado el bachiller en la capital de la provincia.

d)¿Le gustaría cambiar, si pudiera, su modo de hablar?: esta cuestión posee un reflejo directo en el comportamiento lingüístico de las personas. El 100% de los ancianos manifiestan que no desean cambiar su modo de hablar, aunque un 75% de las mujeres afirmaron que lo cambiarían si pudieran% de los adultos. El 100% de los adultos afirman que sí lo cambiarían si tuvieran la oportunidad, con el objetivo de mejorar sus posibilidades comunicativas. El 80% de los jóvenes afirma que sí cambiaría su modo de hablar “porque eso es importante en la vida”, razonaban. Conviene notar que el 15% de los jóvenes son universitarios. Estos resultados son dignos de tener en cuanto y señalan una voluntad de mejora. De hecho, se mostraron ilusionados si se dieran clases gratuitas en el pueblo para mejorar el habla.

e)¿Conservaría su habla en cuanto pueda?: El 100% de hombres ancianos manifiesta que conservaría su habla tanto cuanto pudiera. Sin embargo, un 25% de mujeres ancianas se mostraron reacias a mantenerla y conservarla porque la percibe poco correcta. Luego se pudo comprobar que eran las que más arcaísmos y construcciones antiguas heredadas del antiguo leonés manejaban. Los adultos sufren el mismo fenómeno que los anteriores, pero más acusado. El 100% de los hombres desean conservar su lengua, mientras que el 50% afirma que no le importaría cambiarla. Entre los jóvenes, el 60% --que coincide con los no que han recibido educación secundaria o universitaria-- opina que no cambiaría su uso de la lengua, en tanto que el 40% restante sí estaría dispuesto a cambiarlo. Las respuestas están en consonancia con las cuestiones previas.

  1. CONCLUSIONES

Este trabajo ha tenido como objetivo reflejar el uso y valoración de la lengua oral empleada en un pequeño pueblo leonés, Espinosa de la Ribera, situado en el valle del río Luna.

Hemos detectado que existen una serie de rasgos lingüísticos heredados del pasado y que a veces son vulgarismos y otras veces restos del antiguo leonés. Se dan en todos los grupos, algo atenuados entre los jóvenes. Considerar estos hechos como errores de uso o desviaciones de la norma es cuestión ardua que soslayamos.

En el nivel semántico hemos advertido que los hombres tienen un nivel léxico, sobre todo entre los adultos y ancianos, bastante elevado respecto de las mujeres. Esto quizá se deba a que ellos han viajado más (el servicio militar, por necesidades laborales, etc.). Esto puede ser una explicación a que las mujeres desean cambiar para mejorar su uso de la lengua. Este rasgo es más acusado cuanto más jóvenes son los encuestados. Los jóvenes han adquirido un dominio del vocabulario político y económico más amplio que el de los adultos y ancianos. Estos, a cambio, poseen un alto dominio del léxico agrícola y ganadero.

Se manifiesta un sentimiento general favorable a conservar la lengua arcaica y bien hablada, frente a lo que se percibe como moderno y mal hablado. Los jóvenes son conscientes de la importancia de un uso razonable de la lengua oral; por eso se muestran abiertos a su mejora, como también ocurre con parte de los adultos, pero no ya entre los ancianos.

Una especie de orgullo masculino se detecta cuando los hombres afirman que conocen muy bien su lengua, acaso justificado por su mayor contacto con el mundo social de la ciudad, aunque no hay una base real y objetiva que ratifique esa opinión. Algo de sobreestimación masculina parece que existe entre estos elementos, muy orgullosos de pertenecer a su pueblo.

Finalmente, se puede apreciar un intento de síntesis, en cuanto al uso del lenguaje e incluso en lo relativo a mentalidades, entre lo tradicional, lo de siempre, lo de “el nuestro pueblín”, y lo moderno, lo que llega por los medios de comunicación. En la base subyace una consciencia clara de que saber comunicarse con eficacia es necesario para manejarse en el mundo de hoy.

 

No hay comentarios: