02/11/2020

Federico García Lorca: "Romance de la luna, luna"; análisis y propuesta didáctica

 

Ribera del Bernesga, León (XI-2020) © SVM


FEDERICO GARCÍA LORCA - "ROMANCE DE LA LUNA, LUNA"

                        A Conchita García Lorca

La luna vino a la fragua                1

con su polisón de nardos.

El niño la mira, mira.

El niño la está mirando.

En el aire conmovido                    5

mueve la luna sus brazos

y enseña, lúbrica y pura,

sus senos de duro estaño.

Huye luna, luna, luna.

Si vinieran los gitanos,                 10

harían con tu corazón

collares y anillos blancos.

Niño, déjame que baile.

Cuando vengan los gitanos,

te encontrarán sobre el yunque    15

con los ojillos cerrados.

Huye luna, luna, luna,

que ya siento sus caballos.

Niño, déjame, no pises

mi blancor almidonado.               20

El jinete se acercaba

tocando el tambor del llano.

Dentro de la fragua el niño,

tiene los ojos cerrados.

Por el olivar venían,                    25

bronce y sueño, los gitanos.

Las cabezas levantadas

y los ojos entornados.

Cómo canta la zumaya,

¡ay, cómo canta en el árbol!        30

Por el cielo va la luna

con un niño de la mano.

Dentro de la fragua lloran,

dando gritos, los gitanos.

El aire la vela, vela.                   35

El aire la está velando.

                      ROMANCERO GITANO (1924-1927)

ANÁLISIS

1. Resumen

Estamos ante un conmovedor poema de Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, Granada, 1898 - Víznar (?), Granada, 1936); procede del libro Romancero gitano (1928), compuesto por dieciocho romances de diversa extensión y contenido, aunque el título deja claro cuál es el leit motiv del conjunto: ramillete de historias, entre lo aventurero y lo costumbrista, protagonizadas por personas de etnia gitana.

Al acogerse a la fórmula del romance, estrofa tradicional propia de poesía de transmisión oral de origen antiquísimo, Lorca se ajusta a cierta convención poética: cuenta una historia, entreverada de lirismo, de misterio y de intriga; en consecuencia, aparecen unos personajes que dialogan y actúan, según sus convicciones.

La trama es sencilla: un niño enfermo y agonizante permanece solo, en una fragua. En su delirio agónico cree ver la luna, acaso un objeto de estaño colgado de una viga, un utensilio de cocina, o del hogar, acaso con forma de luna llena. Su color blanco ayuda a esta confusión en la percepción del niño, que tal vez viera la luna desde su lecho. La luna (la muerte, bien vestida, suave, educada y elegante) invita al niño a irse con ella, pero este se resiste, no quiere morir. Incluso amenaza al astro advirtiéndole que si la pillan sus familiares, la descuartizarán.

La luna no se inmuta y se lleva al niño. Los gitanos, al galope, se acercan a la casa, entre los malos agüeros del canto de la zumaya (ave nocturna parecida a las rapaces; en castellano común se denomina "chotacabras"). Cuando llegan, el niño yace muerto sobre un yunque, objeto duro, frío e inerte. Estos lloran desgarrados por el dolor; hasta el aire de la fragua acompaña la pena de los gitanos por la muerte del niño. El hilo argumental, vemos, se presenta de modo lineal, de modo que el avance lector es simétrico al comprensivo.

2. Tema

El tema del poema se puede enunciar así: muerte inevitable de un niño gitano, que yace solo, en una fragua, a pesar de su forcejeo por vivir y los lamentos desgarrados de sus familiares.

3. Apartados temáticos

El poema cuenta una historia, es decir, relata unos acontecimientos acaecidos a unos personajes. Es lógico que su estructura sea narrativa:

-Primera parte (vv. 1-4): se presentan los personajes principales y el conflicto que les afecta; el niño y la muerte se ven porque el niño debe morir.

-Segunda parte (vv. 5-32): estamos ante el desarrollo del conflicto. La muerte, simbolizada en la luna, se acerca al niño y sugestivamente lo invita a seguirla; el niño, febril, se resiste y la rechaza, pues no quiere morir. Sin embargo, la muerte gana su apuesta y el niño, muerto, la acompaña.

-Tercera parte (vv. 33-36): los familiares del niño, que algo se temen, galopan hacia la casa, parece que aislada en el campo, y se encuentran con lo peor: el niño ha fallecido. Impotentes ante el destino, gritan y lloran desconsoladamente.

4. Análisis métrico y de la rima

Lorca ha elegido una estructura métrica tradicional, popular y de hondas raíces históricas: el romance. El poema constituye una serie o tirada de 36 versos octosílabos con rima asonante en los versos pares (en á-o), quedando los impares libres.  Esta estrofa facilita los aspectos narrativos sin descuidar los poéticos: el romance exige una contención vigilante y un empleo continuo de los recursos estilísticos para crear imágenes, suscitar connotaciones y recrear emociones y sensaciones.

5. Comentario estilístico

Lorca recrea la historia con un juego constante de alusiones y elisiones de gran belleza y potencia visual. La luna, símbolo lorquiano de la muerte, como es bien sabido, visita al niño "con su polisón de nardos"; aparece vestida con esa especie de cancán de color blanco puro, como es la flor aludida. Es una muerte elegante, fría y educada (por momentos, nos recuerda la de Jorge Manrique en sus "Coplas..."). Sin embargo, la luna "mueve sus brazos": acaso el objeto colgante que el niño contempla tiene asas o un mango que el aire mueve, pues este elemento natural es citado en el verso previo. El "aire conmovido" --nótese la delicada personificación-- la anuncia que el miedo lo envuelve todo) justo es nombrado en el verso previo.

La luna aparece a los ojos enfermos del niño como "lúbrica y pura": acaso un poco atractiva en su mortal y fría mirada. Pero el infante no se deja amilanar y le pide a la luna que se vaya (vv. 9-12), que huya, si quiere salvar su vida, pues sus familiares no la perdonarían; evidentemente, ignora el poder de su interlocutor. La amenaza de que harían de ella collares y anillos blancos, de interpretación bien literal en un sentido metonímico, es bien plausible.

La respuesta de la luna (vv. 13-16) es siniestra y terrible: le pide al niño que la deje bailar (acaso movida por el aire), es decir, ejecutar el acto de arrebato de la vida del niño; cuando lleguen sus familiares, él ya habrá fallecido. El astro no quiere ser brusco y se lo hace saber con cierta delicadeza metonímica: "te encontrarán sobre el yunque / con los ojillos cerrados" (vv. 15-16).

El niño vuelve a advertir a la luna que es mejor que huya porque ya siente "sus caballos". Lo debe de gritar gesticulando y braceando porque la luna le pide que no pise su "blancor almidonado" (v. 20). Aquí finaliza el diálogo entre ambos y el yo poético cambia de punto de vista: en el campo, los caballos se acercan al galope, expresado en esa célebre metáfora para expresar el sonido de los cascos de los caballos contra el suelo: "tocando el tambor del llano" (v. 22); parece que lo oímos cuando lo leemos, pues el efecto  sinestésico y onomatopéyico es muy poderoso.

De nuevo el yo poético fija su mirada en la fragua: el niño ha muerto, y nos lo dice con la delicada metonimia que había empleado la luna en su diálogo: el niño "tiene los ojos cerrados" (v. 24). Otra vez vuelve sus ojos al campo: nos presenta al sujeto de ese galopar (aunque el niño ya los había nombrado): "los gitanos", que califica con dos imágenes muy poderosas a través de dos sustantivos en función metonímica: "bronce y sueño"; el primero alude al color de la piel; el segundo, al carácter libre y soñador. A través de esta imagen romántica e idealizada, el yo poético expresa su admiración por esas personas. Los dos siguientes versos ("las cabezas levantadas / y los ojos entornados", vv. 27-28) lo corroboran y describen puntualmente la actitud de los jinetes: orgullosos, soberbios, vigilantes, intrépidos, etc.

El yo poético se fija en un detalle de mal agüero: la zumaya, esa ave de hábitos nocturnos, de canto semejante a un gorjeo ululante y poco apacible, que anuncia lo peor. De hecho, la exclamación del yo poético "¡ay, cómo canta en el árbol!" (v. 30) nos predispone a la escena trágica y dolorosa que se desarrolla a continuación, que no es sino el desenlace de la historia. Antes, el yo poético mira al cielo y narra cómo la luna, es decir, la muerte, se aleja con el niño.

Dentro de la fragua sólo hay llantos y gritos, metonimias del dolor desgarrado de los familiares del niño. El poema comienza como acaba: el aire (que ya había sido presentado en el verso 5) vela, esto es, acompaña el dolor de los habitantes de la fragua. La estructura poética lineal y progresiva se ve así recogida y enmarcada por el aire, elemento aglutinador de los acontecimientos. Por momentos, parece tan protagonista como el resto de los personajes: la muerte, el niño, y los familiares.

Una gran parte de la musicalidad del poema, entre fúnebre y tétrico, se logra por las estructuras repetitivas. Pueden ser de palabras, como se aprecia ya en el propio título, sigue en el verso 4 ("el niño la mira, mira"), el 9 y el 17 ("huye luna, luna, luna") y el 35 ("el aire la vela, vela").  Pueden ser versos paralelísticos, como ocurre en los versos 3-4 y 35-36, que sirven así de marco narrativo, aportando una estructura circular y cerrada. También aparecen repeticiones de otro tipo, como la derivación o políptoton tan expresivo de los versos 29-30: "Cómo canta la zumaya, / ¡ay, cómo canta en el árbol". Otras anáforas y repeticiones, como "el niño" (vv. 3-4) completan el uso intensivo de los procedimientos retóricos de repetición. Estas reiteraciones aportan ritmo y musicalidad y marcan la atmósfera tétrica del romance.

Es interesante comprobar cómo los tiempos verbales contribuyen a la creación de significado. El poema comienza en pasado: "la luna vino..." (v.1), pero del verso 3 al 8 pasan al presente: de pronto, lo que ocurre se presenta como algo que acontece en este mismo momento. Tras el diálogo de la luna y el niño, otro verbo en presente nos recuerda la actualidad de lo contado ("tiene los ojos cerrados"). Luego, se vuelve al pasado ("por el olivar venían..."). El canto de la zumaya (v. 29) nos vuelve otra vez al presente, que ya no se abandona. Este juego de pasado/presente dota de dramatismo y viveza a la narración poética.

Del mismo modo podemos comprobar el juego entre el presente simple en los versos paralelísticos del principio y el final: "El niño la mira, mira. / El niño la está mirando." (vv. 3-4); y lo mismo ocurre en el cierre:   "El aire la vela, vela. / El aire la está velando." (vv. 35-36). La acción de pronto se estira en el tiempo, se dilata, gracias al valor del gerundio en la perífrasis verbal. Es como si viéramos a cámara lenta lo que está ocurriendo. El acierto poético es innegable y aclara muy bien el enorme talento literario y creativo de García Lorca.

El poema alude (por eso el frecuente empleo de la metonimia) y elude (la elipsis juega un papel esencial en el poema) a un tema trágico, triste y fatal; pero lo hace con un equilibrio perfecto, signo inequívoco de la destreza poética de García Lorca. Con apenas notas sueltas, de carácter metonímico y metafórico, nos cuenta una triste historia de dolor y muerte, de destino y dolor desgarrado.

6. Contextualización

F. García Lorca es uno de los grandes poetas y dramaturgos en lengua española del siglo XX. Dotado de un gran talento literario, supo captar lo mejor de la poesía tradicional española sometiéndola a una fresca y sugerente renovación. Tras una etapa de aprendizaje, pronto accedió a una madurez creativa original y personal; el poema que hemos comentado, procedente de su Romancero gitano (1928) procede de esta época. Luego accederá a la poesía surrealista (Poeta en Nueva York, escrito entre 1929 y 1930, pero no publicado, póstumamente, hasta 1940) y a una depuración de las formas clásicas de carácter intimista y doloroso (Sonetos del amor oscuro).

Su prematura y terrible muerte al comienzo de la guerra civil española cortó una trayectoria literaria asombrosa e hizo de una Lorca una imagen de santo laico. Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que Lorca domina las formas literarias con enorme maestría, expresa todo tipo de sentimiento, sobre todo los trágicos, con una honda expresividad y capacidad conmovedora y, finalmente, crea obras dramáticas o poemas llenos de vida y belleza. Equilibrio compositivo, aparente sencillez que esconde un serio trabajo verbal, poetización del lenguaje y creación de imágenes impactantes y originales son algunas de las características de sus obras literarias.

7. Interpretación y valoración

"Romance de la luna, luna" es un hermoso poema, entre lo narrativo y lo lírico, que cuenta una historia trágica envuelta en un destino amargo: la muerte de un niño, solo, en la herrería de su familia. Nuestro poeta utiliza los recursos típicos de la poesía popular (basado en recursos de repetición y en metáforas directas), pero añade símbolos originales, un juego dialéctico dialógico y, finalmente, una poetización de la situación y del lenguaje. Lo hace con tal acierto que el conjunto resulta un hondo y conmovedor poema que transciende la mera anécdota para entrar en el mundo de las emociones e ideas esenciales.

La capacidad verbal y literaria de García Lorca es proverbial. Casi cien años después de su composición, su acertadísima combinación del lenguaje más popular con otro más literario y culto, que reflejan dos realidades también distintas, crean un artefacto poético sugestivo, equilibrado y de gran atracción literaria.

2. PROPUESTA DIDÁCTICA

(Estas actividades se pueden desarrollar y realizar de modo oral o escrito, en el aula o en casa, de modo individual o en grupo. Algunas de ellas, sobre todo las creativas, requieren material o herramientas complementarias, como las TIC).

2.1. Comprensión lectora

1) Resume el contenido del poema (100 palabras aproximadamente).

2) Señala su tema y los apartados temáticos o secciones de contenido que observes.

3) ¿Cómo es la estructura del poema, abierta y lineal, o cerrada o circular? Razona tu respuesta.

4) Analiza los personajes que intervienen en el romance.

5) Realiza un análisis métrico y de la rima del poema.

6) ¿Podemos decir que el poema es narrativo, lírico, o participa de ambas etiquetas?

7) Localiza los recursos estilísticos más llamativos y explica su sentido.

2.2. Interpretación y pensamiento analítico

1) ¿Por qué el niño no desea ver a la luna?

2) ¿Cómo se representa a la muerte: fea y asquerosa, o limpia y educada? Razona tu respuesta.

3) Explica la expresión "con los ojillos cerrados" y señala cuántas veces aparece; deduce su importancia.

4) La naturaleza juega un papel importante: localiza los elementos naturales que aparecen y señala sus connotaciones.

2.3. Fomento de la creatividad

1) Transforma la historia en un cuento o relato en prosa.

2) Han pasado casi cien años desde que Lorca escribió este romance. Realiza una adaptación sociológica según la realidad actual.

3) Transforma en cómic o álbum ilustrado la historia del romance.

4) Convierte el romance en una breve pieza dramática y realícese una lectura dramatizada en la clase.

5) Realiza una lectura declamatoria con la ayuda de imágenes y música alusivas al contenido; se pueden distribuir los papeles entre varios lectores. Puede estar acompañado danza o baile.

6) Elabora una presentación o exposición sobre Federico García Lorca, su vida y su obra. Se puede exponer ante la clase o ante la comunidad educativa. Sería muy interesante el apoyo gráfico --fotografías, dibujos, carteles, etc.--. El uso de medios TIC incrementa el interés y la vistosidad del trabajo.

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