Ribera del Bernesga, León (XI-2020) © SVM |
FRANCISCO
DE QUEVEDO: “CON EJEMPLOS MUESTRA A FLORA LA BREVEDAD DE LA HERMOSURA, PARA NO
MALOGRARLA”
La mocedad del año, la ambiciosa 1
vergüenza del jardín, el encarnado
oloroso rubí, Tiro abreviado,
también del año presunción hermosa:
la ostentación lozana de la rosa, 5
deidad del campo, estrella del cercado,
el almendro en su propria flor nevado,
que anticiparse a los calores osa:
reprensiones son, ¡oh Flora!, mudas
de la hermosura y la soberbia humana, 10
que a las leyes de flor está sujeta.
Tu edad se pasará mientras lo dudas,
de ayer te habrás de arrepentir mañana,
y tarde, y con dolor, serás discreta
- ANÁLISIS
Francisco de Quevedo (Madrid, 1580 –
Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 1645) es el máximo ejemplo del
conceptismo barroco español. Este poema es un ejemplo de ello en sus múltiples
facetas, formales o del plano de la expresión, y de significación o del plano
del contenido. En otras palabras, nos sirve muy bien para entender la
mentalidad y los presupuestos estéticos barrocos. Realizaremos un comentario
más enumerativo y descriptivo, y menos expositivo e interpretativo, en orden a
alcanzar mayor claridad, pues el poema es bastante complejo.
1) Quevedo ha elegido el soneto como forma
estrófica, en el que los tercetos se ajustan a su versión más clásica (ABBA,
ABBA, CDE, CDE). Es una opción típica de Quevedo, al fin y al cabo deudor de la
tradición garcilasiana y petrarquista.
2) La sintaxis es extremosa y bastante
original, aunque el mismo Garcilaso y Góngora nos dejaron sonetos de parecida
organización oracional cuando se ocupan del tópico del carpe diem. Los dos primeros cuartetos ofrecen nueve sujetos de los
que no sabemos cuál es su verbo hasta el primer verso del primer terceto:
“son”. La oración finaliza con el primer terceto, ocupado todo él con el
atributo de la oración copulativa. Es una fórmula bastante típica de
descoyuntamiento sintáctico, que corresponde a la diseminación semántica. El
último terceto resulta totalmente opuesto: en cada verso, una oración distinta.
Los tiempos verbales también se contraponen: del presente de “son”, a los
futuros imperfectos de “pasará”, “habrás” y “serás”.
3) Cada uno de los sujetos conforma una
metáfora de la belleza efímera, expresión de cómo el tiempo pasa muy rápido. En
efecto, Quevedo nos ofrece su interpretación del tópico de Tempus fugit, con algunos ecos de Vita brevis y de Carpe diem.
El tono del poema es sombrío, pesimista, amargo, muy propio de la visión
desengañada y escéptica de la vida que exhibe la filosofía barroca. Todo en
esta vida es un sueño, con sus partes de pesadilla, nada es lo que parece y
conviene no ilusionarse demasiado porque el desengaño será mayor. La vida
terrenal no pasa de un tránsito doloroso (Vita
lacrimarum vallei), así que será mejor cifrar las esperanzas en la eterna.
Vemos que la religión funciona como un refugio y un antídoto ante las vanidades
ilusas del mundo.
4) Las nueve metáforas de los dos primeros
cuartetos remiten a la belleza radiante, deslumbrante incluso, de elementos
naturales en su hermoso esplendor: 1) “mocedad del año” nos remite a la
primavera; 2) “ambiciosa vergüenza del jardín” expresa la belleza de la flor,
no importa cuál, tan intensa que humilla a todas las demás; 3) “encarnado
oloroso rubí” es imagen de la rosa, o del clavel, brillante y aromático
--obsérvese la audaz sinestesia--, codiciado y valioso como un rubí; 4)”Tiro
abreviado” alude a la belleza elegante y rara –en la ciudad fenicia de Tiro se
fabricaba la sustancia, procedente de un cangrejo de mar secado y pulverizado,
para producir el color púrpura, símbolo de elegancia, distinción y
exclusividad--; 5) “presunción hermosa” explica que la idea de belleza que nos
creamos parece ser sólida, y además, un tanto vanidosa; ya en el segundo
cuarteto, 6) “ostentación lozana de la rosa” precisa que la flor aludida es la
rosa, que exhibe su belleza vigorosa y joven; 7) “deidad del campo” nos
recuerda que esa belleza es tan fuerte y apabullante que los demás la adoran,
como a un dios; 8) “estrella del cercado” ofrece esa belleza como una estrella
rutilante en el cielo nocturno, pues su belleza oscurece a todas las demás
flores; 9) “el almendro en su propia flor nevado” nos presenta el frutal
florecido, con sus flores blancas, en plena primavera; y sin miedo a las
heladas, florece bellamente antes de que llegue el calor.
5) Esta sucesión de imágenes sensoriales,
por tanto muy sinestésicas, encuentran su sentido en el primer terceto: son, en
efecto, correcciones o amonestaciones críticas y vituperantes (“reprensiones”)
sobre la condición efímera de la belleza y de las vanas presunciones humanas
–es lo que expresa el sintagma “hermosura y belleza humanas”. Todo ello está
sujeto a “las leyes de la flor”, metáfora de que todo, incluida la belleza, es
efímero, breve y fugitivo.
6) El último terceto explica o razona –es
la típica estructura semántica de esta composición estrófica-- de por qué lo
dicho es verdadero, para lo que da tres argumentos, uno por verso: la “edad”,
metonimia del tiempo de la vida, pronto “pasará”; del pasado tendrá
remordimientos en el futuro –ambos conceptos se expresan con dos metonimias muy
quevedianas: “ayer” y “mañana”, respectivamente, por no haber comprendido la esencia
de la existencia humana; y, finalmente, se comprenderá todo ello, pero “y tarde
y con dolor”, es decir, en la vejez y sin posibilidad de enmendar las
equivocaciones, que ahora duelen al recordarlas y padecerlas. Estos dos
términos se expresan con un polisíndeton (“y tarde y con dolor”) que refuerzan
la sensación de irreversibilidad de la angustiosa situación: se es viejo,
equivocado y abocado a la muerte, donde la verdadera realidad mostrará su
rostro, no exactamente bello.
7) El poema posee un tono admonitorio,
ligeramente dialógico --como que poeta y Flora mantienen una conversación, de
la que solo nos llega la advertencia de aquel a esta--. El yo poético se dirige
a Flora (nombre poético común en la época, como Filis, Lisi, etc.; a veces,
escondían a una persona real, a veces solo era pura convención literaria) para
reprenderla, es decir, reñirla, por su error de considerar que su belleza
exultante será duradera. El yo poético no critica la belleza de Flora, sino su
“soberbia” (v. 10) por considerarla inacabable. El hipérbaton y la sinestesia
implícitos en “reprensiones son, ¡oh Flora!, mudas” (v. 9), junto con la
exclamación retórica, dotan de e una extraordinaria fuerza expresiva y
dramática al sintagma que ocupa todo el verso.
8) El poema posee una fuerte tensión
interna, soterrada, expresada a base de antítesis, a veces antinomias o
contradicciones: belleza efímera frente a fealdad algo más duradera, soberbia
frente a arrepentimiento, primavera frente a invierno, disfrute frente a dolor
y, finalmente, atolondramiento juvenil frente a discreción de vejez.
9) Existe un circunloquio muy importante a
efectos de significación en el último verso: “que a las leyes de flor está
sujeta” (v.11): todo en la vida, incluso lo más valioso es efímero, fugitivo, breve.
El poeta ha eludido estos términos para que la comprensión de la realidad sea
también algo más ardua y trabajosa que la expresión del mero concepto.
Parecería que el yo poético crea una analogía entre las entendederas algo duras
de Flora y las del lector. Aquí apreciamos muy bien el concepto de belleza y su
transmisión literaria de la época barroca: la realidad auténtica de las cosas
está escondida y acceder a ellas supone un esfuerzo intelectivo importante. El
buen artista –valga decir, poeta— ha de mostrar su ingenio y agudeza eligiendo
vocablos, conceptos y pensamientos sorprendentes, escondidos, no fácilmente
accesibles.
10) Los elementos naturales o aspectos de
la naturaleza tienen una importancia expresiva muy notable. Estaciones del año
(primavera), flores (rosa), piedra preciosa (rubí), jardín, campo y cercado,
árboles, noche, estrella, etc. conforman el marco expresivo de una
significación superior. Gracias a, entre otras, metáforas y metonimias de
intención transcendente, existencial, la naturaleza sirve para mostrar qué es
la vida y cómo conviene encararla.
El poema es un ejemplo acabado de poesía
barroca conceptista: visión desengañada de la vida, advertencia sobre lo
efímero de lo bello y la huida del tiempo y, en fin, la conveniencia de adoptar
una postura existencial “discreta”, es decir, realista, más bien derrotista,
estoica –de mucha importancia en el pensamiento de Quevedo— y prudente. La
maestría técnica de nuestro poeta madrileño es asombrosa, lo que cuadra muy
bien con la concepción artística del barroco (lo fácil no es meritorio).
Tomando un tópico bien conocido por poetas y lectores (tempus fugit), Quevedo
le imprime una nueva significación, más dramática y amarga, y nos transmite en
un bellísimo soneto su sombría visión de la vida, eso sí, siempre con gran
maestría técnica, para “asombro” del lector, justo el efecto que él buscaba
como artista. El círculo se cierra perfectamente.
- PROPUESTA
DIDÁCTICA
2.1.
Comprensión lectora
1) Resume el poema.
2) Expresa su tema y sus apartados
temáticos.
3) Estudia la medida de los versos y la
rima, indica las estrofas y la composición estrófica empleada por Quevedo.
4) Explica los recursos estilísticos más interesantes que nos permitan comprender el poema en su intención existencial y filosófica.
2.2.
Interpretación y pensamiento analítico
1) Indica los rasgos propios de la cultura
barroca visibles en el poema.
2) ¿Cómo apreciamos el tono de diálogo y
de advertencia que posee el poema?
3) La visión de la vida que se desprende,
¿es optimista o pesimista? Aporta razones.
4) Flora, ¿sería una persona real? Razona la respuesta.
2.3.
Fomento de la creatividad
1) Explica en un texto en prosa el
contenido del poema.
2) Escribe un texto que contenga tu
respuesta a una “Flora” que se porte con soberbia y vanidad, como la del poema.
3) Redacta un diálogo teatral más o menos
fiel al poema. Tendrá dos personajes, la joven bella y el poeta ya mayor,
dialogando en un marco natural, etc.
4) Prepara una exposición o presentación
ante la clase o la comunidad educativa, con un cartel, o con medios TIC, sobre
Francisco de Quevedo y su tiempo.
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