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FRANCISCO DE QUEVEDO: "A FUGITIVAS SOMBRAS DOY ABRAZOS"
A fugitivas sombras doy abrazos; 1
en los sueños se cansa el alma mía;
paso luchando a solas noche y día
con un trasgo que traigo entre mis brazos.
Cuando le quiero más ceñir con lazos, 5
y viendo mi sudor, se me desvía,
vuelvo con nueva fuerza a mi porfía,
y temas con amor me hacen pedazos.
Voyme a vengar en una imagen vana
que no se aparta de los ojos míos; 10
búrlame, y de burlarme corre ufana.
Empiézola a seguir, fáltanme bríos;
y como de alcanzarla tengo gana,
hago correr tras ella el llanto en ríos.
F. de Quevedo y Villegas (1580-1660)
- ANÁLISIS
Francisco de Quevedo y Villegas (Madrid, 1580 — Villanueva de los
Infantes, Ciudad Real, 1660) es uno de los más altos poetas en lengua española
de todos los tiempos. Dejamos al lado su prosa, de también de enorme calidad y
transcendencia, para centrarnos en su poesía. La compleja publicación de sus
obras también la apartamos en este momento; baste saber que este soneto es
propio de nuestro poeta y pudo ser compuesto en cualquier momento entre 1610 y
1650, es decir, en plena pujanza de la cultura barroca. Tradicionalmente,
atendiendo al contenido, se ha dividido en cuatro apartados: la
satírico-burlesca, la amorosa, la filosófica-moral y la existencial. Por los
epígrafes se puede apreciar la variedad temática y la riqueza conceptual,
típico de un hombre barroco dotado de un asombroso talento literario.
El período
barroco ocupa, aproximadamente, el siglo XVII. Es una época de hondo pesimismo
existencial, cierto espíritu de derrota amarga, exacerbación de los
sentimientos religiosos y estancamiento social y político. Ello explica, en el
ámbito artístico, los claroscuros, las contradicciones y el retorcimiento
aparatoso que causa un tipo de asombro sobrecogido al espectador. Las formas y
temas renacentistas son llevadas al extremo, se someten a una tensión de
significado y de expresión que incluso ponen en peligro la propia
inteligibilidad del producto artístico. Corolario inevitable es la exageración
o hiperbolización del asunto tratado; el contemplador queda anonadado ante la
manifestación desbordada, literaria, arquitectónica, pictórica, etc., que se
impone como un fogonazo. La reacción emocional es de asombro amargo; y de
aceptación resignada del mensaje subliminal: este es el mundo, el hombre y su
penar, etc.; hay que asumirlo, aunque su realidad sea dudosa, casi onírica
(como un "sueño", como el poeta nos comunica), porque es lo único con
que contamos; hasta la muerte y la posible vida eterna, todos los caminos
quedan cegados.
Quevedo
encabeza la corriente conceptista, frente a la culterana, cultivada por su
odiado Luis de Góngora, talento no menos excepcional que él mismo. El
conceptismo se basa en:
+ Prestar más atención al
contenido que a la forma, al fondo significativo que a la expresión
lingüística; a los conceptos originalmente relacionados que a las palabras que
los portan.
+ Tocar asuntos con un tono
reflexivo y no anecdótico o accidental. El tema no es un pretexto, sino el
núcleo de significación poético. Causas y consecuencias de una experiencia o
idea, relacionadas con elementos próximos o similares, suelen centrar la atención
literaria.
+ La contención formal se
acompaña con el sentido reconcentrado. En el tratamiento del amor, por ejemplo,
bajo el patrón petrarquista filtrado por la maestría de Garcilaso, la reflexión
sobre la naturaleza ambivalente de este sentimiento, real o imaginario, se
erige en el núcleo de contenido.
+ La sorpresa lectora, más que
del artificio y de la oscuridad intelectiva que aporta el uso masivo de la
mitología, los latinismos y el hipérbaton descoyuntado, procede de la original
relación de conceptos que crea imágenes sorprendentes. La originalidad es más
importante que el contenido en sí, casi siempre conocido por los lectores más
avisados.
+ Las figuras del pensamiento
(principalmente, metáforas, metonimias y toda suerte de oxímoros) sustentan el
edificio poético, asombrosamente construido. Los juegos de alusión (por
perífrasis y dilogías, además de los recursos previos) y elusión (basada en el
escamoteo de significado a través de elipsis) juegan un papel muy relevante.
2)
Resumen
El soneto es un
molde poético muy querido por los poetas barrocos. Posee la extensión
suficiente para expresar con contención una idea, un sentimiento, etc. Los
catorce versos permiten un despliegue seleccionado de ejemplos, argumentos o
detalles que transmiten una idea o emoción completas. El soneto de Quevedo que
ahora comentamos, "A fugitivas sombras doy abrazos", es un ejemplo
perfecto de ello. La idea del amor como fuente de sufrimiento por el desdén de
la amada es netamente petrarquista. Tamizada por el genio de Garcilaso, es la
que opera artísticamente en Quevedo. El amor aparece, así, como un sentimiento
incomprensiblemente contradictorio: parece que en él radica la felicidad, pero
solo trae desengaño y amargura; la causa es bien conocida: la dama amada no
corresponde al yo poético. El amor es una lucha incesante que termina en
derrota. Las metáforas bélicas no son casuales: la "lucha"
sentimental puede causar más estragos que la guerra física.
3)
Comentario estilístico
Las acciones de
la dama objeto del amor, el "trasgo", tampoco son muy optimistas:
"desvía" (v. 6) y "búrlame" (v. 11). Se completa la idea
con un "corre ufana" que nos muestra lo esquivo de la dama y el
orgullo, acaso soberbia, con que maneja la situación. Todavía hay un tercer
elemento en el poema que no hace sino agravar la situación del poeta: es el
"temas con amor" (v. 8): se trata de las preocupaciones, mejor sería
decir obsesiones, que el amor frustrado provoca en el yo poético. Y las
consecuencias son nefastas: "me hace pedazos" (v. 8) y, al fin, desata
su llanto. El cual es tanto que puede perseguir a la amada en su huida, ya que
es un auténtico "río" (v. 14).
Este soneto es
netamente pesimista en su contenido y extremoso en sus imágenes, lo que lo
asemeja bastante al de Lope de Vega "Desmayarse, atreverse, estar
furioso". Ambos expresan la naturaleza inasible y contradictoria del amor
y las graves consecuencias que acarrea al yo poético a causa de la frustración
y el desengaño. Los tercetos encadenados finales nos presentan a la dama como "imagen
vana" y al poeta transformado en un río de lágrimas. Ella goza, él sufre;
ella desaparece, él queda paralizado por el dolor. Las antítesis y paradojas
finales remachan definitivamente el mensaje pesimista y desesperanzado sobre la
experiencia amorosa.
El poema es muy
subjetivo: todos los verbos están conjugados en primera persona (el yo poético)
o en tercera (la dama esquiva). La última oración, que ocupa el último verso,
es hipérbolico y apabullante: "hago correr tras ella el llanto en
ríos". Muestra una imagen terrible, casi apocalíptica, de las nefastas
consecuencias del amor. Parece querer decirnos que solo los ilusos se embarcan
en semejante empresa. El amor es dolor, de modo que mejor es abstenerse, pues
si se porfía, se acaba "destrozado" (v. 8). El pensamiento de este
poema, desarrollado casi como un silogismo, nos presenta el lado más
desengañado y desolado de la visión del mundo barroca: ni siquiera el amor
escapa a la categoría de sueño o fantasma, así que todo esfuerzo de atraparlo
es vano y contraproducente.
4)
Interpretación y valoración
¿Cuánto de real
y cuánto de juego poético posee el poema? Seguramente ni siquiera existía un
"ella" real; el hecho de no pasar de pronombre y de alusiones
fantasmagóricas a lo largo del poema nos muestra perfectamente su naturaleza
intangible e incorpórea. Parece que es la venganza del yo poético por no poder
ni siquiera contemplarla. Entonces, el poema ¿no pasa de un ejercicio retórico?
No en absoluto, porque expone un estado de ánimo, unos pensamientos bien
auténticos y unas frustraciones bien padecidas con las que muchos lectores se
identificarían sin dudarlo.
- PROPUESTA DIDÁCTICA
Las actividades que a continuación se sugieren se pueden realizar
de modo oral o escrito, en clase o en casa, de modo individual o en grupo.
2.1. Actividades de
comprensión e interpretación
a) Escribe el resumen
(50-60 palabras), el tema (una oración muy bien elaborada) y los apartados
temáticos.
b) Realiza el análisis métrico y estrófico; identifica la estrofa.
c) Recursos estilísticos: identifica sobre una docena, no importa
si están repetidos, y explica su sentido en el poema.
d) ¿Por qué es barroco esta composición? Aporta cuatro razones.
2.2. Actividades de ABP, creativas y de ampliación
a) Pasa a imagen plástica, es decir, a dibujo, las imágenes
poéticas.
b) Documéntate sobre la vida de Francisco de Quevedo y relaciona
su experiencia amorosa, matrimonial, etc. con el contenido del poema. Resalta
las coincidencias y divergencias.
c) Compara este poema con el de Garcilaso de la Vega "A Dafne
ya los brazos le crecían" y señala los puntos en común, tanto estilísticos
como temáticos.
d) Compara la idea del amor
que se tiene hoy por más común frente a la de Quevedo y su tiempo: señala
coincidencias y divergencias y valora cuál es más acertada.
e) Tomando algunos poemas de Quevedo, se puede organizar un
pequeño recital poético con acompañamiento de música e imagen.
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