02/11/2020

José Zorrilla: "Don Juan Tenorio"; análisis y propuesta didáctica

 

León (XI-2020) © SVM


JOSÉ ZORRILLA: DON JUAN TENORIO

  1. ANÁLISIS

José Zorrilla (Valladolid, 1817 – Madrid, 1893) es uno de los más destacados y célebres escritores españoles del período romántico. Tocó todos los géneros literarios con gran fortuna y acierto, pues sus dotes creativas eran impresionantes. Sin embargo, ha sido en el ámbito de las leyendas históricas --en verso— y en el teatro donde dejó sus frutos más granados y populares.

Aquí analizaremos Don Juan Tenorio (1844), su obra más célebre y reconocida. Este drama en verso –por eso se le denomina también poema dramático-- recrea el mito de don Juan, creado por otro insigne dramaturgo barroco, Tirso de Molina, con su obra El burlador de Sevilla y convidado de piedra (1630). Zorrilla no es original en la temática abordada, pero sí en el tono y el tratamiento del asunto principal: ¿tiene derecho a la salvación divina un crápula desvergonzado? Tirso de Molina, aplicando estricta justicia poética, piensa que no; Zorrilla, más convencional, opina que sí. De ahí la diferencia diametralmente opuesta en los desenlaces: Tirso lo manda a los infiernos; Zorrilla lo envía al cielo con doña Inés. El lector puede elegir el desenlace más razonable, aunque siempre será polémico.

El mito de don Juan es una aportación mayor y sustanciosa de la literatura española al arte universal. Atrae y fascina a creadores y público como un imán; parece como si todos quisiéramos compartir un poco de su personalidad; como si fuera una tentación irresistible abrazar una vida licenciosa, sin límites morales de ningún tipo y vociferando a los cuatro vientos sus atropellos y crímenes de toda laya. Pero la esencia del mito no es tan fácil de sustanciar y su tratamiento artístico puede caer fácilmente en la convencionalidad, la superficialidad o la intrascendencia, como ha ocurrido muchas veces, sobre todo en el teatro español de principios del S. XX. El novelista y ensayista Gonzalo Torrente Ballester (Ferrol, 1910 – Salamanca, 1999) ha dedicado certeros e iluminadores artículos a este asunto; y él mismo aborda el mito con enorme originalidad y coherencia en su novela Don Juan (Barcelona: Destino, 1963).

La ambientación de la acción es muy cautivadora: Sevilla, 1545; un lugar y un momento en plena ebullición, con el tráfico de personas y el comercio de Indias en pleno desarrollo. Don Luis Megía y don Juan Tenorio quedan en la taberna de Butarelli para hacer balance, según habían convenido un año antes, de sus tropelías contra hombres y mujeres. Don Juan es claro vencedor numérico en cuanto a hombres muertes y mujeres burladas, deshonradas o engañadas. También asisten, embozados, el padre de don Juan y de doña Inés, joven recluida en un convento y destinada a ser esposa del conquistador. Este, con engaños y trampas, seduce a la futura esposa de don Luis y luego, con la ayuda de monjas venales, le hace llegar una carta a doña Inés declarándole su amor y su intención de raptarla y llevársela a su finca a orillas del Guadalquivir. En efecto, realiza este plan; de noche, a la orilla del río, ambos se declaran enamorados. Pero don Luis y don Gonzalo de Ulloa, el comendador, padre de doña Inés, lo siguen hasta allí con ánimo de venganza. Luchan y don Juan mata a ambos contendientes, al primero de un pistoletazo y al segundo de una estocada. Le echa la culpa a los cielos para buscar alivio a su conciencia. Acto seguido huye a Italia para escapar de la justicia. Hasta aquí, la primera parte del drama, desplegada en cuatro actos.

La segunda parte tiene lugar en el mismo lugar, cinco años después. Don Juan ha regresado y se encuentra que su finca se ha convertido en un cementerio donde yacen a los que él mató más doña Inés, lo que lo turba profundamente. El escultor que talla las estatuas de los muertos lo explica lo que ha pasado. Don Juan invita a una cena a sus viejos amigos el capitán Centellas y Avellaneda, personajes tronados más cercanos al miles gloriosus que a hombres decentes. Las sombras y las estatuas de las tumbas cobran vida y también desean participar en ese convite. Don Juan, temerario y con público, lo acepta.

Centellas y don Juan discuten, de modo que este mata al bravucón y su amigo; son sus últimas víctimas. Todo se complica cuando el espíritu de don Gonzalo, a través de la estatua, toma a don Juan para enviarlo a los infiernos. Justo en ese instante interviene el espíritu de doña Inés, que ha implorado a la divinidad la salvación del alma del conquistador, comprometiendo ella su propio destino para garantizar el arrepentimiento de él; en efecto, así ocurre en el último momento. Esta segunda parte despliega la acción en tres actos tan trepidantes como en la primera.

La pieza, escrita en verso con una perfección más que notable, posee un ritmo sostenido y frenético. Los diálogos, sustanciosos y muy expresivos, cautivan al oyente de principio a fin. Su éxito inmediato se ha sostenido, con sus altibajos, hasta nuestros días.

Los personajes están dibujados con nitidez. A cambio, son planos por completo. Desde su primera intervención hasta la última, hacen lo que se supone que deben realizar, sin titubeos ni melindres; acaso se escapa un poco el capitán Centellas de este baile preestablecido de personajes. En este sentido, todo es algo previsible, lo que le resta sorpresa al argumento.

La personalidad de don Juan es cautivadora para el público, entre lo repulsivo y lo atractivo. ¿A quién no le apetece hacer lo que le da la gana sin reparar en daños ni consecuencias de ningún tipo? ¿Que unas quedan deshonradas y engañadas? Poco importa. ¿Que otros pierden su hacienda, su reputación o su vida? Es lo mismo. Don Juan hace lo que le apetece de un modo u otro. Ciutti, su criado, le aplaude y cubre sus fechorías.

Don Juan también blasfema y vocifera que no teme a Dios, hasta el último momento, que se arrepiente e implora ayuda para salvar su alma de las llamas del infierno. Este acto de cobardía final, de inconsecuencia con sus baladronadas vociferadas a los cuatro vientos en la taberna de Butarelli, simplemente, lo descalifican. Don Juan, en fin, no es tan temerario y blasfemo como había voceado. Su actuación cobardica final lo rebaja a poco más que un bufón rico, un impostor, eso sí, guapo, con buena labia y habilidoso con la espada.

La interpretación de don Juan y el mito que encarna ha recibido decenas de interpretaciones: desde que arrastra traumas infantiles a que sus tendencias sexuales son más bien ambiguas, pasando por su carácter blasfemo y arrojado, etc. La verdad es que, bien mirado, no es para tanto. Sin embargo, desde el punto de vista artístico el mito es fascinante e inagotable.

En el caso de Zorrilla, el manejo tan habilidoso y virtuoso del lenguaje y los procedimientos expresivos hacen de su pieza una obra tremendamente atractiva, entretenida y, por momentos, fascinante. Los personajes hablan con una honda expresividad y soltura, lo que contribuye mucho al gusto por esta pieza romántica de arriba abajo. La construcción dramática es perfecta: el ritmo es sostenido, in crescendo, la intriga perfectamente dosificada, los espacios y el tiempo de desarrollo de la acción contribuyen a la creación de una atmósfera inquietante, y por ello mismo sugerente.

Tabernas, conventos, finca al lado del Guadalquivir, cementerio, etc., son espacios intencionadamente lúgubres y desazonadores; los momentos nocturnos, las sombras que se mueven, las estatuas que hablan y buscan venganza, etc., contribuyen a esa ambientación romántica y un poco aparatosa. No por casualidad, el romanticismo español puso sus ojos en el drama clásico barroco como fuente de inspiración: personajes heroicos y un poco desenfrenados, ambientes lúgubres e inquietantes, y una pregunta existencial y metafísica que planea sobre toda la obra --¿qué pasará con este individuo cuando muera? ¿Logrará salvar su alma?-- son los rasgos compartidos por los artistas barrocos y románticos.

 

  1. PROPUESTA DIDÁCTICA

2.1. Comprensión lectora

1) ¿Sobre qué habían apostado don Luis y su contrincante don Juan? ¿Quién "vence"?

2) ¿Quiénes y por qué asisten embozados, en la taberna de Butarelli, al inquietante diálogo entre los dos conquistadores?

3) ¿Qué papel juega Brígida en el asunto del convento?

4) ¿Cómo logra seducir don Juan a doña Ana? ¿Qué consecuencias acarrea?

5) ¿Cómo reacciona doña Inés cuando se topa con don Juan cara a cara?

6) ¿Qué ocurre en la finca de don Juan al lado del Guadalquivir?

7) La antigua finca de don Juan, ¿qué es ahora? ¿Qué ha ocurrido para que pase eso?

8) Don Gonzalo, en estatua, ¿qué pretende?

9) Explica el papel del capitán Centellas en el banquete final.

10) ¿Quién salva el alma de don Juan? ¿Por qué?

2.2. Interpretación y pensamiento analítico

1) Don Juan, ¿posee principios morales?

2) Explica cuáles son las víctimas directas de los atropellos del conquistador.

3) La apuesta con don Luis, ¿es lógica? ¿Cómo podemos calificar la conducta de estos dos bravucones?

4) Don Juan, ¿llega a sentir auténtico amor por alguien a lo largo de la obra?

5) ¿Cómo apreciamos el papel de la honra en los personajes del drama?

6) Analiza la psicología de doña Inés y valora su comportamiento.

7) Explica los posibles rasgos de dominio del hombre sobre la mujer en este drama.

2.3 Comentario de texto específico

(Escena X del acto IV de la 1.ª parte)

DICHOS y DON LUIS, soltando una carcajada de burla

D. LUIS.- Muy bien, don Juan.                             1

D. JUAN.-                       ¡Vive Dios!

D. GONZALO.- ¿Quién es ese hombre?

D. LUIS.-                    Un testigo

de su miedo, y un amigo,                                    

Comendador, para vos.                                         5

D. JUAN.- ¡Don Luis!

D. LUIS.-               Ya he visto bastante,

don Juan, para conocer

cuál uso puedes hacer

de tu valor arrogante;

y quien hiere por detrás                                       10

y se humilla en la ocasión,

es tan vil como el ladrón

que roba y huye

D. JUAN.-               ¿Esto más?

D. LUIS.- Y pues la ira soberana

de Dios junta, como ves,                                      15

al padre de doña Inés

y al vengador de doña Ana,

mira el fin que aquí te espera

cuando a igual tiempo te alcanza,

aquí dentro su venganza                                     20

y la justicia allá fuera.

D. GONZALO.- ¡Oh! Ahora comprendo... ¿Sois vos

el que...?

D. LUIS.-                Soy don Luis Mejía,

a quien a tiempo os envía

por vuestra venganza Dios.                                25

D. JUAN.- ¡Basta, pues, de tal suplicio!

Si con hacienda y honor

ni os muestro ni doy valor

a mi franco sacrificio

y la leal solicitud                                               30

con que ofrezco cuanto puedo

tomáis, ¡vive Dios!, por miedo

y os mofáis de mi virtud,

os acepto el que me dais

plazo breve y perentorio,                                   35

para mostrarme el Tenorio

de cuyo valor dudáis.

D. LUIS.- Sea; y cae a nuestros pies,

digno al menos de esa fama

que por tan bravo te aclama.                              40

D. JUAN.- Y venza el infierno, pues.

Ulloa, pues mi alma así

vuelves a hundir en el vicio,

cuando Dios me llame a juicio,

tú responderás por mí.                                         45

(Le da un pistoletazo.)

D. GONZALO.- ¡Asesino! (Cae.)

D. JUAN.-           Y tú, insensato,

que me llamas vil ladrón,

di en prueba de tu razón

que cara a cara te mato.

(Riñen, y le da una estocada.)

LUIS.- ¡Jesús! (Cae.)

D. JUAN.-             Tarde tu fe ciega                     50

acude al cielo, Mejía,

y no fue por culpa mía;

pero la justicia llega,

y a fe que ha de ver quién soy.

CIUTTI.- (Dentro.)

¿Don Juan?

D. JUAN.- (Asomando al balcón.)

                        ¿Quién es?                                 55

CIUTTI.-                   Por aquí;

salvaos.

D. JUAN.-                 ¿Hay paso?

CIUTTI.- Sí;

arrojaos.

D. JUAN.-                   Allá voy.

Llamé al cielo y no me oyó,

y pues sus puertas me cierra,

de mis pasos en la tierra                                60

responda el cielo, y no yo.                              

(Se arroja por el balcón, y se le oye caer en el agua del río, al

mismo tiempo que el ruido de los remos muestra la rapidez del

barco en que parte; se oyen golpes en las puertas de la

habitación, poco después entra la justicia, soldados, etc.)

a) Comprensión lectora

1) Resume el texto (100 palabras).

2) Analiza física y psicológicamente a los personajes.

3) Determina el lugar y el tiempo en que ocurre la acción.

4) Explica la métrica del fragmento.

5) Localiza y explica los recursos estilísticos que aparecen en la obra.

6) ¿A quién le echa la culpa don Juan de sus crímenes?

b) Interpretación

1) ¿Por qué estos personajes han llegado a esa situación?

2) ¿Cómo podemos calificar el comportamiento de don Juan?

3) ¿Qué papel juega la venganza en estos personajes?

4) Ciutti, ¿ocupa un papel relevante en este fragmento?

5) Don Juan, ¿tiene remordimientos por sus crímenes?

2.4. Fomento de la creatividad

1)  Elabora un póster o presentación con medios informáticos sobre la vida y la obra de Juan Zorrilla, o sobre las distintas versiones del Don Juan.

2) Inventa una historia de un don Juan moderno, con el desarrollo y el final que estimes justo.

3) Realizar una lectura dramatizada o poner en escena toda o parte de la obra es un excelente ejercicio creativo.

4) Si tú fueras don Juan, o doña Inés, ¿cómo reaccionarías ante la actitud del otro o la otra?

5) Analiza si en nuestro mundo actual son posibles y toleradas o tolerables actitudes como la de don Juan.

6) ¿Por qué el personaje del mito ejerce tanta fascinación entre la gente? Escribe un ensayo sobre el asunto.


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