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FRANCISCO DE QUEVEDO: “MIRÉ
LOS MUROS DE LA PATRIA MÍA”
Miré
los muros de la patria mía,
1
si un
tiempo fuertes ya desmoronados
de la
carrera de la edad cansados
por
quien caduca ya su valentía.
Salime
al campo: vi que el sol bebía 5
los
arroyos del hielo desatados,
y del
monte quejosos los ganados
que
con sombras hurtó su luz al día.
Entré
en mi casa: vi que amancillada
de
anciana habitación era despojos,
10
mi
báculo más corvo y menos fuerte.
Vencida
de la edad sentí mi espada,
y no
hallé cosa en que poner los ojos
que
no fuese recuerdo de la muerte.
1.
ANÁLISIS
1)
Resumen
Francisco
de Quevedo (Madrid, 1580 – Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 1645) es el
máximo ejemplo del conceptismo barroco español. Este poema es un ejemplo de
ello en sus múltiples facetas, formales o del plano de la expresión, y de
significación o del plano del contenido. En otras palabras, nos sirve muy bien
para entender la mentalidad y los presupuestos estéticos barrocos.
El
yo lírico realiza un paseo, acaso físico, acaso mental. Primero detiene su
mirada en los “muros de la patria mía”; patria acaso se refiera a la nación
española, acaso a su patria chica, Madrid. Sus muros están abatidos, a fuerza
de viejos y poco defendidos. En la segunda estrofa la contemplación se extiende
al “campo”. Los arroyos están secos, sin agua; los ganados pasan sed y hambre y
se quejan, en la hora crepuscular, o acaso de noche.
El
yo lírico entra en su casa y la mira detenidamente. Solo encuentra restos
inservibles de antiguas glorias. El bastón en el que apoya, el báculo, está más
torcido y debilitado que la última vez que lo miró. En la última estrofa su
mirada se detiene en la espada, que está “vencida de la edad”, es decir,
derrotada por vieja, inservible. Los dos últimos versos poseen un fuerte
carácter conclusivo y sumario. Todo lo que ha mirado, mira y podría mirar
refleja la muerte, el acabamiento, referido tanto al yo lírico, como a la
patria y a su casa.
2)
Tema
El
tema del poema se puede enunciar así: contemplación desolada del yo lírico
dirigida a su patria, a su casa y a sí mismo. En otras palabras, es una visión
pesimista del estado natural y moral de su nación.
3)
Apartados temáticos
Como
es de esperar por la estructura estrófica empleada, el soneto, se distinguen
muy bien dos secciones de contenido, aunque no en su distribución habitual:
- Las tres primeras estrofas y el primer
verso de la cuarta (vv. 1-112) forman la primera sección temática: se expone,
declara o enuncia realidades objetivas observables: el estado de la patria, el
muro y la casa del yo lírico es lamentable, pues todo es ruina, desmoramiento y
destrucción.
- Los dos últimos versos (vv. 13-14)
conforman la segunda sección temática: poseen un carácter conclusivo y
causal-consecutivo: todo lo que rodea al yo lírico es imagen de la muerte, pues
el estado calamitoso de los objetos y animales es de ruina total.
4) Análisis métrico y de la rima
Quevedo
ha elegido el soneto como forma estrófica (ABBA, ABBA, CDE, DCE). Lógicamente,
los versos son endecasílabos, la rima consonante y las estrofas se distribuyen
en dos cuartetos y dos tercetos; estos tienen una rima consecutiva, sin
repetirse dentro del propio terceto. Es una opción típica de Quevedo, al fin y
al cabo deudor de la tradición garcilasiana y petrarquista.
5) Comentario estilístico
Este bellísimo poeta es un auténtico
prodigio compositivo. El yo lírico se anuncia en la primera palabra del poema,
“Miré” (v. 1); son actos subjetivos e íntimos que denotan su preocupación por
lo contemplado. Los “muros de la patria mía” se puede referir a la nación
española, o acaso solo a las murallas de su ciudad, en este caso, Madrid. Anota
tres características negativas que denotan ruina y desmoronamiento. Son dos
adjetivos, “desmoronados” (v. 2) y “cansados” (v. 3); la tercera característica
equivale a “arruinados”, pero se expresa a través de un circunloquio, que ocupa
el último verso del primer cuarteto: ya no poseen la valentía suficiente para
plantar cara al enemigo.
El segundo cuarteto, en riguroso
paralelismo, comienza como el primero: el yo lírico sale al campo. Lo que allí
contempla es desolador: la sequía de los cauces (se nombra con una metonimia,
“los arroyos”, v. 6) y agostamiento de los campos provoca el lamento de los
“ganados”, metonimia de los seres vivos, que no tienen comida ni bebida. El
último verso precisa la hora de esta acción: al anochecer, pues los montes
proyectan su sombra sobre los campos, robándoles su luz. La personificación de
“sol” (v. 5) y “monte” (v. 7) y los hipérbatos crean un efecto estético de
acabamiento y desolación.
En el primer terceto continúael
paralelismo creado por el verbo de movimiento en la primera posición de la
estrofa. En concreto, el paralelismo entre los versos 5 y 9 es muy hermoso y
crea una sensación de repetición infructuosa, por parte del yo lírico, que
busca soluciones ante el estado de alarma que observa a su alrededor. Ahora el
movimiento es inverso, pues el yo lírico no va hacia fuera, sino hacia dentro,
en este caso de su “casa”. La encuentra arruinada e inservible (el adjetivo
metaforizado “amancillada”, v. 9, da una idea exacta de la situación). En ella
solo existen “despojos”, es decir, restos despreciables de algo que fue
importante. Fija su mirada en el “báculo”, el bastón en el que se apoya, aquí,
vía metonímica, podemos inferir que el yo lírico necesita apoyo para moverse;
su estado es como el de lo que observa: viejo, impedido y torpe. Esta idea se
confirma con los dos adjetivos que le asigna al cayado: corvo y “menos fuerte”
(v. 11); la lítote ahonda en la impresión de que fue robusto un día, pero ya no
lo es ahora. El paralelismo antítético (formado con “más” y menos”) es muy
expresivo.
En el último terceto aún detiene su
mirada en otro objeto: la espada. También es metáfora de un pasado guerrero y,
presumiblemente, victorioso, pues se alude varias veces a un pasado fuerte y
glorioso. El adjetivo asignado a la espada es “vencida” (v. 12): todo es
derrota, se afirma metonímicamente. Los dos últimos versos muestran una
naturaleza conclusiva cerrada y lapidaria: todo lo que mira el yo lírico es
memoria de la muerte, imagen de la derrota final, de la extinción de las
glorias pasadas y de la agonía presente. La palabra “cosa” (v. 13) es
importante porque expresa que todo, sin excepción, está agotado y perdido. La
expresión “poner los ojos” (v. 13) nos confirma el tono contemplativo y
reflexivo del poema y de las actividades del yo lírico. Ha estado buscando
indicios de que no se acerca el final, pero ha sido inútil, no halla nada. “Recuerdo de la muerte” (v.
14) es una intensa metáfora que remacha la idea pesimista y agónica que recorre
todo el poema: se acerca el final, la extinción (y el yo lírico se refiere
tanto a la patria, como a sí mismo) pues nada se puede hacer por remediarlo.
El poema alcanza un equilibrio perfecto
entre la expresión y el contenido. Existe un componente dinámico (las acciones
del yo lírico, expresadas a través de verbos de movimiento) muy bien armonizado
con otro estático y reflexivo: la situación material de su patria y la
emocional propia del yo lírico. Por otro lado, los objetos observados también
indica un movimiento, como el “travelling” de una cámara: del exterior al
interior, del campo a la casa, de lo más grande a lo más pequeño. El movimiento
también es intelectual y emocional: de cierta neutralidad al pesimismo y
derrotismo inapelable.
6) Contextualización
Francisco
de Quevedo y Villegas (Madrid, 1570 - Villanueva de los Infantes, Ciudad Real,
1645) es uno de los más grandes escritores de la literatura española y
universal. Su versatilidad es asombrosa, junto con enorme capacidad expresiva
sobre temas y formas muy distintas entre sí. Es el ejemplo más firme de la
literatura conceptista barroca: expresión reconcentrada, anfibología o doble
sentido en los enunciados,densidad significativa, juegos verbales y mentales
que exigen un notable esfuerzo del lector para descubrir el ingenio del escritor,
etc.
La
producción poética es de gran envergadura y calidad. Se calcula que compus
sobre 875 poemas, bajo el molde de casi todos los subgéneros de su época:
poesía satírico-burlesca, amorosa, moral e inmoral, religiosos (donde se
incluyen sus célebres Salmos) y
fúnebres. Se incluyen poemas metafísicos
y filosóficos de carácter neoestoico. En vida circularon de forma manuscrita
muchos poemas. En forma impresa se recogieron póstumamente en dos obras: El Parnaso español (1648, al cuidado de
sus amigo José Antonio González de Salas) y Las
Tres Musas Últimas Castellanas (1670, al cuidado de su sobrino Pedro
Alderete).
Sus
obras en prosa también son muy abundantes. Según su contenido, se clasifican en
varios grupos. Primero, veremos las obras literarias.
Entre las obras satírico-morales, sobresale Sueños y discursos, donde critica
oficios, personajes y tipos sociales de su época; su estilo es mordaz, casi
cínico, satírico y un punto escéptico. Toma el modelo de escritor griego
Luciano de Samósata.
Escribió dos «fantasías morales», el Discurso de todos los diablos y de La hora de todos. Ambas son también sátiras lucianescas de
característico tono tragicómico; alcanza gran elegancia y virtuosismo. La diosa
Fortuna da a cada uno lo que merece; el desbarajuste es tal que es mejor volver
al desorden previo. Su novela picaresca Historia de la vida del Buscón llamado don
Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños, apareció impresa en
Zaragoza en 1626. Alcanzó fama en su época por su estilo expresionista y su
homor negro, esperpéntico y corrosivo; la hipérbolización, cosificación y animalización
de los inmorales personajes es el procedimiento continuo de degradación de la
realidad.
Premática y aranceles,
hechas por el fiel de las putas, Consejos para guardar la mosca y gastar la prosa, Premática del tiempo, Capitulaciones matrimoniales y Capitulaciones de la vida de la Corte
son sátiras burlescas de los géneros burocráticos-administrativos habituales en
las secretarías del gobierno.
En Cartas
del caballero de la Tenaza (1625), en forma epistolar, cuenta las argucias
y pretextos de un hidalgo tacaño que evita que su enamorada le extraiga dinero.
El Libro
de todas las cosas y otras muchas más. Compuesto por el docto y experimentado
en todas materias. El único maestro malsabidillo. Dirigido a la curiosidad de
los entremetidos, a la turbamulta de los habladores, y a la sonsaca de las
viejecitas.
Otro título chocante es Gracias y desgracias del ojo del culo.
Se trata de una obra breve en el que describe detalladamente, con humor negro,
corrosivo y escatológico, las vicisitudes alegres y tristes relacionadas con el
ano y sus aledaños.
Quevedo también escribió teatro. No
existe un catálogo definitivo de sus obras, pero destacan Cómo
ha de ser el privado y un conjunto de entremeses, como La
polilla de Madrid, El marido pantasma,
El marión, El caballero de la Tenaza, El
niño y Peralvillo de Madrid, La ropavejera
y Los refranes del viejo celoso.
Entre las obras no
literarias, algunas son de naturaleza política. Destaca España defendida… Argumenta a favor de la calidad y virtudes de las letras
españolas y de su cultura humanista, además de la historia hispana, ya por
entonces atacada a través de la “leyenda negra”. En Política de Dios, gobierno de Cristo defiende un gobierno regido
por los principios cristianos. Defiende la aparición del Apóstol y su
patronazgo de España en Memorial por el
patronato de Santiago. Su defensa, agresiva y fuerte, de la política
económica del valido Conde-Duque de Olivares en El chitón de las tarabillas (1630) es tan mordaz que se retiró al
poco de publicarse. Su antijudaísmo lo vertió por escrito en Execración contra los judíos (1633); ahí
desliza críticas al Conde-Duque, lo que luego pagaría con su encarcelamiento en
San Marcos de León. Critica la revuelta catalana de 1640 en La rebelión de Barcelona ni es por el güevo
ni es por el fuero. La Vida de Marco
Bruto, recrea la vida del hijo y homicida de Julio César.
También compuso obras
de contenido religioso y de consejos de una vida cristiana. Son sus obras
ascéticas, como Vida de Santo Tomás de Villanueva, Providencia de
Dios (es un tratado contra los ateos, compuesto bajo el principio de un
cristianismo estoico), Vida de San Pablo
y La constancia y paciencia del santo Job.
Entre las obras
filosóficas sobresale por su densidad, su estilo limpio y su estoicismo un
tanto escéptico La cuna y la sepultura para el conocimiento propio y
desengaño de las cosas ajenas.
Escribió varios
volúmenes de crítica literaria, dirigidos a vituperar el estilo culterano y al
propio Luis de Góngora, por quien sentía mucha antipatía. El título más célebre
es La aguja de navegar
cultos con la receta para hacer Soledades en un día. La culta
latiniparla es un libro burlesco y satírico, con “consejos” para dominar el
estilo gongorino.
Asimismo, dejó un jugoso epistolario y muchas traducciones del latín (Propercio y Séneca, a quienes admiraba) y del griego (criticadas por flojas).
7) Interpretación y
valoración
El
poema “Miré los muros de la patria mía” es de contenido existencial y cívico.
Se trata de una contemplación reflexiva sobre el estado social, político y
económico de su patria. El resultado es pesimista y amargo: todo es abandono,
acabamiento, ruina y muerte. Y ello referido tanto al ámbito colectivo, como al
personal y más subjetivo.
La
construcción del soneto es bellísima. La dinámica interna lo dota de una rara
armonía, a pesar de su amargo contenido. Parece que vemos cómo se va
desplazando la mirada del yo lírico por los espacios mentados. La elección de
los elementos objeto de su mirada y descripción son metonímicos respecto de un
estado general de derrota y ruina material y moral.
La
adjetivación llama poderosamente la atención porque posee un poder connotativo
enorme. Contribuyen mucho a un tono pesimista y derrotista. El conjunto del
soneto resulta de una asombrosa belleza, a pesar de su triste mensaje. Estamos
ante uno de los sonetos cívicos y morales de más honda belleza de la poesía
española.
2.
PROPUESTA DIDÁCTICA
2.1. Comprensión lectora
1)
Resume el poema.
2)
Expresa su tema y sus apartados temáticos.
3)
Estudia la medida de los versos y la rima, indica las estrofas y la composición
estrófica empleada por Quevedo.
4)
Explica los recursos estilísticos más interesantes que nos permitan comprender
el poema en su intención emocional, existencial y filosófica.
2.2. Interpretación y
pensamiento analítico
1)
Indica los rasgos propios de la cultura barroca visibles en el poema.
2)
¿Qué objetos físicos de la geografía general y personal que rodean al yo lírico
se aprecian en el poema?
3)
La visión de la vida que se desprende, ¿es optimista o pesimista? Aporta
razones.
4) A
qué se refiere la expresión “recuerdo de la muerte” (v. 12).
5)
¿Qué relación exite entre el pasado y el presente del yo lírico? Razona la
respuesta.
2.3. Fomento de la
creatividad
1)
Explica o recrea en un texto creativo, en prosa o en verso, el contenido del
poema. Se trata de recoger objetos o lugares que anuncian un mal futuro de algo
o de alguien.
2)
Imagina una entrevista de tu clase con Francisco de Quevedo. ¿Qué preguntas
harías?
3)
Redacta un diálogo teatral más o menos fiel al poema. Tendrá dos personajes, el
yo lírico y alguien con un pensamiento contrario. ¿Es posible la conciliación
de los puntos de vista?
4)
Prepara una exposición o presentación ante la clase o la comunidad educativa,
con un cartel, o con medios TIC, sobre Francisco de Quevedo y su tiempo
barroco.
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