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FRANCISCO DE QUEVEDO: “¡Ah
de la vida!”... ¿Nadie me responde?
“¡Ah
de la vida!”… ¿Nadie me responde? 1
¡Aquí
de los antaños que he vivido!
La
Fortuna mis tiempos ha mordido;
las
Horas mi locura las esconde.
¡Que
sin poder saber cómo ni a dónde 5
la
salud y la edad se hayan huido!
Falta
la vida, asiste lo vivido,
y no
hay calamidad que no me ronde.
Ayer
se fue; mañana no ha llegado;
hoy
se está yendo sin parar un punto:
10
soy
un fue, y un será, y un es cansado.
En el
hoy y mañana y ayer, junto
pañales
y mortaja, y he quedado
presentes
sucesiones de difunto.
1.
ANÁLISIS
1)
Resumen
Francisco
de Quevedo (Madrid, 1580 – Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 1645) es el
máximo ejemplo del conceptismo barroco español. Este poema es un ejemplo de
ello en sus múltiples facetas, formales o del plano de la expresión, y de
significación o del plano del contenido. En otras palabras, nos sirve muy bien
para entender la mentalidad y los presupuestos estéticos barrocos.
El
yo lírico llama a la vida, al llegar a un lugar (metafórico) desconocido, al
igual que se llamaba cuando un viajero alcanzaba un lugar, con el grito: “!Ah,
de la casa!”, o “¡Ah, del castillo!”, etc. La única respuesta es el silencio,
lo que lo inquieta. En el segundo verso llama a sus iguales en la batalla;
cuando un soldado estaba en peligro, gritaba “¡Aquí de los míos!”. Ahora, el yo
lírico exclama “¡Aquí de los antaños que he vivido!” (v. 2). Siente que la vida
se le va, de ahí que apele a los sucesivos yos que ha vivido (el niño, el
joven, el adulto; se entiende que él habla desde la vejez). El tiempo de su
vida ha huido de entre sus manos sin darse cuenta. La Fortuna, el destino, ha
roído, como un ratón sus tiempo, es decir, sus días, comiéndolas. Pero no tenía
un sentido de la realidad, había caído en la locura de creer que siempre sería
joven y fuerte. Esa locura ha escondido su realidad: ella roba las horas para
no volver jamás.
El
yo lírico no puede explicarse de qué modo sus días han pasado, ni a dónde han
ido a parar; lo que sí sabe bien es que se ha quedado viejo y achacoso. La
evidencia le muestra que los días que le quedan son pocos, y lo vivido y ya
pasado pesa más que el presente o el futuro. Como ya es anciano, las
calamidades lo acechan, lo que lo abruma.
El
presente prácticamente no existe, pues de sus cavilaciones comprende que “ayer”
ya no está y que el futuro todavía no ha llegado, de modo que es irreal. Cuando
comprende qué es el presente, lo percibe como un continuo pasar hacia el
pasado. Eso le permite comprender que “soy un fue, y un será, y un es cansado”
(v. 11); los tres verbos conjugados en pasado, presente y futuro le muestran
metafóricamente que la vida es tan fugaz que todo se resume en la brevedad de
la vida, que deja cansancio existencial.
En
la última estrofa se refiere a los tres espacios temporales a través de tres
adverbios, como antes o había hecho a través de tres verbos conjugados en los
respectivos tiempos verbales. El tiempo huye de tal modo que en un solo
pensamiento puede unir vida y muerte, niñez y ancianidad, a las que alude con
dos metonimias: pañales y mortaja. La única abrumadora conclusión posible es
que su tiempo presente son “presentes sucesiones de difunto”, es decir, pasos
inapelables hacia la muerte.
2)
Tema
El
tema del poema se puede enunciar así: una reflexión amarga sobre el implacable
paso del tiempo, que nos acerca a la muerte sin pausa y con rapidez. En otras
palabras, es una análisis pesimista sobre la fugacidad del tiempo y la brevedad
de la vida, cuya final, la muerte, está más próximo de lo que creemos.
3)
Apartados temáticos
Como
es de esperar por la estructura estrófica empleada, el soneto, se distinguen
muy bien dos secciones de contenido, aunque no en su distribución habitual:
- Las dos primeras estrofas (vv. 1-8) forman
la primera sección temática: se expone, declara o enuncia realidades objetivas
observables: ante la soledad del yo lírico, llama a la vida, sus yos previos
que ha vivido, pero nadie viene ni le acompaña. De modo genérico enuncia que le
falta la vida y solo tiene a su lado el pasado.
- Las dos últimas estrofas (vv. 9-14)
conforman la segunda sección temática: poseen un carácter conclusivo y
causal-consecutivo: el tiempo es tan fugaz que se puede decir que todo es
pasado o un tránsito hacia él. Y ello considerado tanto a nivel general, como
particular del yo lírico, pues el verbo en primera persona, “junto”, ya indica
que es de su propia persona de quien habla. La única certeza aplastante e
inapelable es que la muerte lo aguarda ahí mismo, a la vuelta de la esquina.
4) Análisis
métrico y de la rima
Quevedo
ha elegido el soneto como forma estrófica (ABBA, ABBA, CDC, DCD). Lógicamente,
los versos son endecasílabos, la rima consonante y las estrofas se distribuyen
en dos cuartetos y dos tercetos; estos tienen una rima encadenada; el segundo
verso de la primera estrofa coincide en rima con la del primero y tercero de la
segunda. Es una opción típica de Quevedo, al fin y al cabo deudor de la
tradición garcilasiana y petrarquista.
5) Comentario estilístico
Este bellísimo y estremecedor poema
presenta una forma perfecta, ingeniosa, sorprendente e inimitable. El yo lirico
comienza apelando a la vida, a quien se dirige como si acabara de llegar a su
casa. Es una desconocida y desea saber quién y cómo es. Se trata de una
metáfora que transmite la idea de que la vida entera es una incógnita; y es
igual que la llamemos, porque no responde; no está, o no puede contestar; cada
uno ha de buscar sus respuestas; esto lo transmite en la interrogación retórica
“¿Nadie me responde?” (v. 1).
La segunda imagen de la primera estrofa
es de carácter bélico. Como un guerrero en peligro llama a los suyos para que
lo socorran con el grito de !Aquí de los míos!, el yo lírico llama a la
desesperada a sus “antaños”, es decir a su niñez, juventud y adultez; se
entiende que él está situado en la senectud. Constata que la Fortuna y la
locura (con mayúscula la primera, personificada e individualizada) ha mordido
(como un perro rabioso; obsérvese la metáfora) sus tiempos (metonimia de los
años de su vida); la segunda ha escondido sus horas; él las busca, pero no las
encuentra porque ya no están; es de locos buscar el tiempo pasado.
En el segundo cuarteto aparece una exclamación atenuada en la
que reconoce que, con el paso del tiempo, se han ido los años y la salud, pues
ahora se siente achacoso. En los dos versos finales del segundo cuarteto,
constata el yo lírico, con oraciones breves y paralelas, que la vida escasea y
solo hay constancia de lo pasado; y lo que sí ronda son las enfermedades y
desgracias.
Los tercetos poseen un carácter consecutivo y conclusivo. A
través de una paradoja, enunciada con un paralelismo, manifiesta que el tiempo
huye rápidamente: “Ayer se fue; mañana no ha llegado” (v. 9). Emplea los tres
adverbios de tiempo como sujeto de tres oraciones que aluden, con verbos de
movimiento, a la marcha rápida del tiempo. Eso le permite afirmar: “soy un fue,
y un será, y un es cansado” (v. 11). Este verso es de gran hondura y
originalidad; emplea los verbos conjugados en tiempo pasado, futuro y presente,
como los atributos de tres oraciones copulativas, en construcción paralela y
con el polisíndeton reforzador de la acumulación de todo en un punto; el
adjetivo final (“cansado”) advierte de la falta de fuerzas para continuar
adelante. La expresividad y belleza de este verso son inigualables.
El último terceto vuelve a jugar con los tres adverbios de
tiempo, pero los cambia de orden y de función, pues ahora son complementos
circunstanciales en una oración con una metonimia muy expresiva: todo se junta
en un único concepto de la vida como algo efímero y breve. Los “pañales y
mortaja” (v. 13) son figuras que nos hacen comprender que todo es poco más que
un suspiro. La última oración del poema es lapidaria y epigramática. El yo
lírico se ha convertido en un muerto viviente, como se manifiesta en la
metáfora hiperbólica “presentes sucesiones de difuntos”, v. 14), tal es la
velocidad con la que transcurre la vida y se acerca la muerte.
Para montar este constructo filosófico-existencial, Quevedo ha
utilizado una serie de tópicos literarios de raíz clásica: tempus fugit, vita brevis y
vita lacrimarum valle. El conjunto es de una deslumbrante belleza y
eficacia expresiva.
6) Contextualización
Francisco
de Quevedo y Villegas (Madrid, 1570 - Villanueva de los Infantes, Ciudad Real,
1645) es uno de los más grandes escritores de la literatura española y
universal. Su versatilidad es asombrosa, junto con enorme capacidad expresiva
sobre temas y formas muy distintas entre sí. Es el ejemplo más firme de la
literatura conceptista barroca: expresión reconcentrada, anfibología o doble
sentido en los enunciados,densidad significativa, juegos verbales y mentales
que exigen un notable esfuerzo del lector para descubrir el ingenio del
escritor, etc.
La
producción poética es de gran envergadura y calidad. Se calcula que compus
sobre 875 poemas, bajo el molde de casi todos los subgéneros de su época:
poesía satírico-burlesca, amorosa, moral e inmoral, religiosos (donde se
incluyen sus célebres Salmos) y
fúnebres. Se incluyen poemas metafísicos
y filosóficos de carácter neoestoico. En vida circularon de forma manuscrita
muchos poemas. En forma impresa se recogieron póstumamente en dos obras: El Parnaso español (1648, al cuidado de
sus amigo José Antonio González de Salas) y Las
Tres Musas Últimas Castellanas (1670, al cuidado de su sobrino Pedro
Alderete).
Sus
obras en prosa también son muy abundantes. Según su contenido, se clasifican en
varios grupos. Primero, veremos las obras literarias.
Entre las obras satírico-morales, sobresale Sueños y discursos, donde critica
oficios, personajes y tipos sociales de su época; su estilo es mordaz, casi
cínico, satírico y un punto escéptico. Toma el modelo de escritor griego
Luciano de Samósata.
Escribió dos «fantasías morales», el Discurso de todos los diablos y de La hora de todos. Ambas son también sátiras lucianescas de
característico tono tragicómico; alcanza gran elegancia y virtuosismo. La diosa
Fortuna da a cada uno lo que merece; el desbarajuste es tal que es mejor volver
al desorden previo. Su novela picaresca Historia de la vida del Buscón llamado don
Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños, apareció impresa en
Zaragoza en 1626. Alcanzó fama en su época por su estilo expresionista y su
homor negro, esperpéntico y corrosivo; la hipérbolización, cosificación y
animalización de los inmorales personajes es el procedimiento continuo de
degradación de la realidad.
Premática y aranceles,
hechas por el fiel de las putas, Consejos para guardar la mosca y gastar la prosa, Premática del tiempo, Capitulaciones matrimoniales y Capitulaciones de la vida de la Corte
son sátiras burlescas de los géneros burocráticos-administrativos habituales en
las secretarías del gobierno.
En Cartas
del caballero de la Tenaza (1625), en forma epistolar, cuenta las argucias
y pretextos de un hidalgo tacaño que evita que su enamorada le extraiga dinero.
El Libro
de todas las cosas y otras muchas más. Compuesto por el docto y experimentado
en todas materias. El único maestro malsabidillo. Dirigido a la curiosidad de
los entremetidos, a la turbamulta de los habladores, y a la sonsaca de las
viejecitas.
Otro título chocante es Gracias y desgracias del ojo del culo.
Se trata de una obra breve en el que describe detalladamente, con humor negro,
corrosivo y escatológico, las vicisitudes alegres y tristes relacionadas con el
ano y sus aledaños.
Quevedo también escribió teatro. No
existe un catálogo definitivo de sus obras, pero destacan Cómo
ha de ser el privado y un conjunto de entremeses, como La
polilla de Madrid, El marido pantasma,
El marión, El caballero de la Tenaza, El
niño y Peralvillo de Madrid, La
ropavejera y Los refranes del viejo
celoso.
Entre las obras no literarias, algunas son de naturaleza
política. Destaca España defendida… Argumenta a favor de
la calidad y virtudes de las letras españolas y de su cultura humanista, además
de la historia hispana, ya por entonces atacada a través de la “leyenda negra”.
En Política de Dios, gobierno de Cristo
defiende un gobierno regido por los principios cristianos. Defiende la
aparición del Apóstol y su patronazgo de España en Memorial por el patronato de Santiago. Su defensa, agresiva y
fuerte, de la política económica del valido Conde-Duque de Olivares en El chitón de las tarabillas (1630) es
tan mordaz que se retiró al poco de publicarse. Su antijudaísmo lo vertió por
escrito en Execración contra los judíos
(1633); ahí desliza críticas al Conde-Duque, lo que luego pagaría con su
encarcelamiento en San Marcos de León. Critica la revuelta catalana de 1640 en La rebelión de Barcelona ni es por el güevo
ni es por el fuero. La Vida de Marco
Bruto, recrea la vida del hijo y homicida de Julio César.
También compuso obras
de contenido religioso y de consejos de una vida cristiana. Son sus obras
ascéticas, como Vida de Santo Tomás de Villanueva, Providencia de
Dios (es un tratado contra los ateos, compuesto bajo el principio de un
cristianismo estoico), Vida de San Pablo
y La constancia y paciencia del santo Job.
Entre las obras
filosóficas sobresale por su densidad, su estilo limpio y su estoicismo un
tanto escéptico La cuna y la sepultura para el conocimiento propio y desengaño
de las cosas ajenas.
Escribió varios
volúmenes de crítica literaria, dirigidos a vituperar el estilo culterano y al
propio Luis de Góngora, por quien sentía mucha antipatía. El título más célebre
es La aguja de navegar
cultos con la receta para hacer Soledades en un día. La culta
latiniparla es un libro burlesco y satírico, con “consejos” para dominar el
estilo gongorino.
Asimismo,
dejó un jugoso epistolario y muchas traducciones del latín (Propercio y Séneca,
a quienes admiraba) y del griego (criticadas por flojas).
7) Interpretación y
valoración
El
poema “”¡Ah de la vida!...” es de contenido existencial y filosófico. Se trata
de una reflexión, de carácter existencialista, sobre la fugacidad de la vida y
la proximidad de la muerte. El tono es agónico, angustiado, como si el yo
lírico estuviera sometido a una fuerte presión personal, cerca de lo
insoportable. Pide ayuda, pero no la recibe. A cambio, describe minuciosamente
su estado de pesimismo existencial porque adivina la muerte cercana.
La
construcción del soneto es bellísima. El juego con los tiempos verbales y los
tres adverbios de tiempo es prodigioso y magistral. Transmiten una idea certera
de cómo la vida es demasiado breve y cómo el tiempo huye de entre nuestras
manos sin darnos cuenta. La metáfora hiperbólica final es muy eficaz porque recoge
todos los razonamientos anteriores; el lector queda abrumado por tanta
evidencia.
El
conjunto del soneto resulta de una asombrosa belleza, a pesar de su triste
mensaje. La paradoja surge en que, siendo la vida breve, su mejor empleo es
crear un poema en que se reconoce esta terrible realidad y se crea un artefacto
poético que sí burla al tiempo fugaz y a la muerte tenebrosa que nos aguarda,
como al yo lírico. Qué duda cabe, estamos ante uno de los sonetos existenciales
y morales de más honda belleza de la poesía española.
2. PROPUESTA DIDÁCTICA
2.1. Comprensión lectora
1)
Resume el poema.
2)
Expresa su tema y sus apartados temáticos.
3)
Estudia la medida de los versos y la rima, indica las estrofas y la composición
estrófica empleada por Quevedo.
4)
Explica los recursos estilísticos más interesantes que nos permitan comprender
el poema en su intención emocional, existencial y filosófica.
2.2. Interpretación y
pensamiento analítico
1)
Indica los rasgos propios de la literatura barroca visibles en el poema.
2)
¿Qué adverbios emplea el poeta para referirse al pasado, presente y futuro?
¿Son eficaces y expresivos para lo que desea transmitir?
3) Aclara
el sentido de las expresiones o frases hechas de los dos primeros versos del
poema.
4) La
visión de la vida que se desprende, ¿es optimista o pesimista? Aporta razones.
4) A
qué se refiere con los pañales y la mortaja ” (v. 13).
5)
¿Qué tópicos literarios aparecen en el poema?
2.3. Fomento de la
creatividad
1)
Explica o recrea en un texto creativo, en prosa o en verso, el contenido del
poema. Se trata de recoger una reflexión sobre el sentido de la existencia
humana.
2)
Imagina una entrevista de tu clase con Francisco de Quevedo. ¿Qué preguntas
harías?
3)
Redacta un diálogo teatral más o menos fiel al poema. Tendrá dos personajes, el
yo lírico y alguien con un pensamiento contrario. ¿Es posible la conciliación
de los puntos de vista?
4)
Prepara una exposición o presentación ante la clase o la comunidad educativa,
con un cartel, o con medios TIC, sobre Francisco de Quevedo y su tiempo
barroco.
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