06/03/2021

Francisco de Quevedo: "¡Ah de la vida!"... ¿Nadie me responde? (soneto); análisis y propuesta didáctica

 

Ourense (XII-2020) © SVM


FRANCISCO DE QUEVEDO: “¡Ah de la vida!”... ¿Nadie me responde?

 

 

“¡Ah de la vida!”… ¿Nadie me responde?     1

¡Aquí de los antaños que he vivido!

La Fortuna mis tiempos ha mordido;

las Horas mi locura las esconde.

 

¡Que sin poder saber cómo ni a dónde        5

la salud y la edad se hayan huido!

Falta la vida, asiste lo vivido,

y no hay calamidad que no me ronde.

 

Ayer se fue; mañana no ha llegado;

hoy se está yendo sin parar un punto:       10

soy un fue, y un será, y un es cansado.

 

En el hoy y mañana y ayer, junto

pañales y mortaja, y he quedado

presentes sucesiones de difunto.

 

 

1.    ANÁLISIS

1)   Resumen

Francisco de Quevedo (Madrid, 1580 – Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 1645) es el máximo ejemplo del conceptismo barroco español. Este poema es un ejemplo de ello en sus múltiples facetas, formales o del plano de la expresión, y de significación o del plano del contenido. En otras palabras, nos sirve muy bien para entender la mentalidad y los presupuestos estéticos barrocos.

El yo lírico llama a la vida, al llegar a un lugar (metafórico) desconocido, al igual que se llamaba cuando un viajero alcanzaba un lugar, con el grito: “!Ah, de la casa!”, o “¡Ah, del castillo!”, etc. La única respuesta es el silencio, lo que lo inquieta. En el segundo verso llama a sus iguales en la batalla; cuando un soldado estaba en peligro, gritaba “¡Aquí de los míos!”. Ahora, el yo lírico exclama “¡Aquí de los antaños que he vivido!” (v. 2). Siente que la vida se le va, de ahí que apele a los sucesivos yos que ha vivido (el niño, el joven, el adulto; se entiende que él habla desde la vejez). El tiempo de su vida ha huido de entre sus manos sin darse cuenta. La Fortuna, el destino, ha roído, como un ratón sus tiempo, es decir, sus días, comiéndolas. Pero no tenía un sentido de la realidad, había caído en la locura de creer que siempre sería joven y fuerte. Esa locura ha escondido su realidad: ella roba las horas para no volver jamás.

El yo lírico no puede explicarse de qué modo sus días han pasado, ni a dónde han ido a parar; lo que sí sabe bien es que se ha quedado viejo y achacoso. La evidencia le muestra que los días que le quedan son pocos, y lo vivido y ya pasado pesa más que el presente o el futuro. Como ya es anciano, las calamidades lo acechan, lo que lo abruma.

El presente prácticamente no existe, pues de sus cavilaciones comprende que “ayer” ya no está y que el futuro todavía no ha llegado, de modo que es irreal. Cuando comprende qué es el presente, lo percibe como un continuo pasar hacia el pasado. Eso le permite comprender que “soy un fue, y un será, y un es cansado” (v. 11); los tres verbos conjugados en pasado, presente y futuro le muestran metafóricamente que la vida es tan fugaz que todo se resume en la brevedad de la vida, que deja cansancio existencial.

En la última estrofa se refiere a los tres espacios temporales a través de tres adverbios, como antes o había hecho a través de tres verbos conjugados en los respectivos tiempos verbales. El tiempo huye de tal modo que en un solo pensamiento puede unir vida y muerte, niñez y ancianidad, a las que alude con dos metonimias: pañales y mortaja. La única abrumadora conclusión posible es que su tiempo presente son “presentes sucesiones de difunto”, es decir, pasos inapelables hacia la muerte.

2)    Tema

El tema del poema se puede enunciar así: una reflexión amarga sobre el implacable paso del tiempo, que nos acerca a la muerte sin pausa y con rapidez. En otras palabras, es una análisis pesimista sobre la fugacidad del tiempo y la brevedad de la vida, cuya final, la muerte, está más próximo de lo que creemos.

3)   Apartados temáticos

Como es de esperar por la estructura estrófica empleada, el soneto, se distinguen muy bien dos secciones de contenido, aunque no en su distribución habitual:

-      Las dos primeras estrofas (vv. 1-8) forman la primera sección temática: se expone, declara o enuncia realidades objetivas observables: ante la soledad del yo lírico, llama a la vida, sus yos previos que ha vivido, pero nadie viene ni le acompaña. De modo genérico enuncia que le falta la vida y solo tiene a su lado el pasado.

-      Las dos últimas estrofas (vv. 9-14) conforman la segunda sección temática: poseen un carácter conclusivo y causal-consecutivo: el tiempo es tan fugaz que se puede decir que todo es pasado o un tránsito hacia él. Y ello considerado tanto a nivel general, como particular del yo lírico, pues el verbo en primera persona, “junto”, ya indica que es de su propia persona de quien habla. La única certeza aplastante e inapelable es que la muerte lo aguarda ahí mismo, a la vuelta de la esquina.

4) Análisis métrico y de la rima

Quevedo ha elegido el soneto como forma estrófica (ABBA, ABBA, CDC, DCD). Lógicamente, los versos son endecasílabos, la rima consonante y las estrofas se distribuyen en dos cuartetos y dos tercetos; estos tienen una rima encadenada; el segundo verso de la primera estrofa coincide en rima con la del primero y tercero de la segunda. Es una opción típica de Quevedo, al fin y al cabo deudor de la tradición garcilasiana y petrarquista.

5) Comentario estilístico

Este bellísimo y estremecedor poema presenta una forma perfecta, ingeniosa, sorprendente e inimitable. El yo lirico comienza apelando a la vida, a quien se dirige como si acabara de llegar a su casa. Es una desconocida y desea saber quién y cómo es. Se trata de una metáfora que transmite la idea de que la vida entera es una incógnita; y es igual que la llamemos, porque no responde; no está, o no puede contestar; cada uno ha de buscar sus respuestas; esto lo transmite en la interrogación retórica “¿Nadie me responde?” (v. 1).

La segunda imagen de la primera estrofa es de carácter bélico. Como un guerrero en peligro llama a los suyos para que lo socorran con el grito de !Aquí de los míos!, el yo lírico llama a la desesperada a sus “antaños”, es decir a su niñez, juventud y adultez; se entiende que él está situado en la senectud. Constata que la Fortuna y la locura (con mayúscula la primera, personificada e individualizada) ha mordido (como un perro rabioso; obsérvese la metáfora) sus tiempos (metonimia de los años de su vida); la segunda ha escondido sus horas; él las busca, pero no las encuentra porque ya no están; es de locos buscar el tiempo pasado.

En el segundo cuarteto aparece una exclamación atenuada en la que reconoce que, con el paso del tiempo, se han ido los años y la salud, pues ahora se siente achacoso. En los dos versos finales del segundo cuarteto, constata el yo lírico, con oraciones breves y paralelas, que la vida escasea y solo hay constancia de lo pasado; y lo que sí ronda son las enfermedades y desgracias.

Los tercetos poseen un carácter consecutivo y conclusivo. A través de una paradoja, enunciada con un paralelismo, manifiesta que el tiempo huye rápidamente: “Ayer se fue; mañana no ha llegado” (v. 9). Emplea los tres adverbios de tiempo como sujeto de tres oraciones que aluden, con verbos de movimiento, a la marcha rápida del tiempo. Eso le permite afirmar: “soy un fue, y un será, y un es cansado” (v. 11). Este verso es de gran hondura y originalidad; emplea los verbos conjugados en tiempo pasado, futuro y presente, como los atributos de tres oraciones copulativas, en construcción paralela y con el polisíndeton reforzador de la acumulación de todo en un punto; el adjetivo final (“cansado”) advierte de la falta de fuerzas para continuar adelante. La expresividad y belleza de este verso son inigualables.

El último terceto vuelve a jugar con los tres adverbios de tiempo, pero los cambia de orden y de función, pues ahora son complementos circunstanciales en una oración con una metonimia muy expresiva: todo se junta en un único concepto de la vida como algo efímero y breve. Los “pañales y mortaja” (v. 13) son figuras que nos hacen comprender que todo es poco más que un suspiro. La última oración del poema es lapidaria y epigramática. El yo lírico se ha convertido en un muerto viviente, como se manifiesta en la metáfora hiperbólica “presentes sucesiones de difuntos”, v. 14), tal es la velocidad con la que transcurre la vida y se acerca la muerte.

Para montar este constructo filosófico-existencial, Quevedo ha utilizado una serie de tópicos literarios de raíz clásica: tempus fugit, vita brevis y vita lacrimarum valle. El conjunto es de una deslumbrante belleza y eficacia expresiva.

6) Contextualización

Francisco de Quevedo y Villegas (Madrid, 1570 - Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 1645) es uno de los más grandes escritores de la literatura española y universal. Su versatilidad es asombrosa, junto con enorme capacidad expresiva sobre temas y formas muy distintas entre sí. Es el ejemplo más firme de la literatura conceptista barroca: expresión reconcentrada, anfibología o doble sentido en los enunciados,densidad significativa, juegos verbales y mentales que exigen un notable esfuerzo del lector para descubrir el ingenio del escritor, etc.

La producción poética es de gran envergadura y calidad. Se calcula que compus sobre 875 poemas, bajo el molde de casi todos los subgéneros de su época: poesía satírico-burlesca, amorosa, moral e inmoral, religiosos (donde se incluyen sus célebres Salmos) y fúnebres. Se incluyen  poemas metafísicos y filosóficos de carácter neoestoico. En vida circularon de forma manuscrita muchos poemas. En forma impresa se recogieron póstumamente en dos obras: El Parnaso español (1648, al cuidado de sus amigo José Antonio González de Salas) y Las Tres Musas Últimas Castellanas (1670, al cuidado de su sobrino Pedro Alderete).

Sus obras en prosa también son muy abundantes. Según su contenido, se clasifican en varios grupos. Primero, veremos las obras literarias.

Entre las obras satírico-morales, sobresale Sueños y discursos, donde critica oficios, personajes y tipos sociales de su época; su estilo es mordaz, casi cínico, satírico y un punto escéptico. Toma el modelo de escritor griego Luciano de Samósata.
Escribió dos «fantasías morales», el Discurso de todos los diablos y de La hora de todos. Ambas son también sátiras lucianescas de característico tono tragicómico; alcanza gran elegancia y virtuosismo. La diosa Fortuna da a cada uno lo que merece; el desbarajuste es tal que es mejor volver al desorden previo. Su  novela picaresca Historia de la vida del Buscón llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños, apareció impresa en Zaragoza en 1626. Alcanzó fama en su época por su estilo expresionista y su homor negro, esperpéntico y corrosivo; la hipérbolización, cosificación y animalización de los inmorales personajes es el procedimiento continuo de degradación de la realidad.
Premática y aranceles, hechas por el fiel de las putas, Consejos para guardar la mosca y gastar la prosa, Premática del tiempo, Capitulaciones matrimoniales y Capitulaciones de la vida de la Corte son sátiras burlescas de los géneros burocráticos-administrativos habituales en las secretarías del gobierno.

En Cartas del caballero de la Tenaza (1625), en forma epistolar, cuenta las argucias y pretextos de un hidalgo tacaño que evita que su enamorada le extraiga dinero.

El Libro de todas las cosas y otras muchas más. Compuesto por el docto y experimentado en todas materias. El único maestro malsabidillo. Dirigido a la curiosidad de los entremetidos, a la turbamulta de los habladores, y a la sonsaca de las viejecitas.

Otro título chocante es Gracias y desgracias del ojo del culo. Se trata de una obra breve en el que describe detalladamente, con humor negro, corrosivo y escatológico, las vicisitudes alegres y tristes relacionadas con el ano y sus aledaños.

Quevedo también escribió teatro. No existe un catálogo definitivo de sus obras, pero  destacan Cómo ha de ser el privado y un conjunto de entremeses, como  La polilla de Madrid, El marido pantasma, El marión, El caballero de la Tenaza, El niño y Peralvillo de Madrid, La ropavejera y Los refranes del viejo celoso.

Entre las obras no literarias, algunas son de naturaleza política. Destaca España defendida… Argumenta a favor de la calidad y virtudes de las letras españolas y de su cultura humanista, además de la historia hispana, ya por entonces atacada a través de la “leyenda negra”. En Política de Dios, gobierno de Cristo defiende un gobierno regido por los principios cristianos. Defiende la aparición del Apóstol y su patronazgo de España en Memorial por el patronato de Santiago. Su defensa, agresiva y fuerte, de la política económica del valido Conde-Duque de Olivares en El chitón de las tarabillas (1630) es tan mordaz que se retiró al poco de publicarse. Su antijudaísmo lo vertió por escrito en Execración contra los judíos (1633); ahí desliza críticas al Conde-Duque, lo que luego pagaría con su encarcelamiento en San Marcos de León. Critica la revuelta catalana de 1640 en La rebelión de Barcelona ni es por el güevo ni es por el fuero. La Vida de Marco Bruto, recrea la vida del hijo y homicida de Julio César.

También compuso obras de contenido religioso y de consejos de una vida cristiana. Son sus obras ascéticas, como Vida de Santo Tomás de Villanueva, ​Providencia de Dios (es un tratado contra los ateos, compuesto bajo el principio de un cristianismo estoico), Vida de San Pablo y La constancia y paciencia del santo Job.

Entre las obras filosóficas sobresale por su densidad, su estilo limpio y su estoicismo un tanto escéptico La cuna y la sepultura para el conocimiento propio y desengaño de las cosas ajenas.

Escribió varios volúmenes de crítica literaria, dirigidos a vituperar el estilo culterano y al propio Luis de Góngora, por quien sentía mucha antipatía. El título más célebre es La aguja de navegar cultos con la receta para hacer Soledades en un día. La culta latiniparla es un libro burlesco y satírico, con “consejos” para dominar el estilo gongorino.

Asimismo, dejó un jugoso epistolario y muchas traducciones del latín (Propercio y Séneca, a quienes admiraba) y del griego (criticadas por flojas).

 

7) Interpretación y valoración

El poema “”¡Ah de la vida!...” es de contenido existencial y filosófico. Se trata de una reflexión, de carácter existencialista, sobre la fugacidad de la vida y la proximidad de la muerte. El tono es agónico, angustiado, como si el yo lírico estuviera sometido a una fuerte presión personal, cerca de lo insoportable. Pide ayuda, pero no la recibe. A cambio, describe minuciosamente su estado de pesimismo existencial porque adivina la muerte cercana.

La construcción del soneto es bellísima. El juego con los tiempos verbales y los tres adverbios de tiempo es prodigioso y magistral. Transmiten una idea certera de cómo la vida es demasiado breve y cómo el tiempo huye de entre nuestras manos sin darnos cuenta. La metáfora hiperbólica final es muy eficaz porque recoge todos los razonamientos anteriores; el lector queda abrumado por tanta evidencia.

El conjunto del soneto resulta de una asombrosa belleza, a pesar de su triste mensaje. La paradoja surge en que, siendo la vida breve, su mejor empleo es crear un poema en que se reconoce esta terrible realidad y se crea un artefacto poético que sí burla al tiempo fugaz y a la muerte tenebrosa que nos aguarda, como al yo lírico. Qué duda cabe, estamos ante uno de los sonetos existenciales y morales de más honda belleza de la poesía española.

 

2.    PROPUESTA DIDÁCTICA

2.1. Comprensión lectora

1) Resume el poema.

2) Expresa su tema y sus apartados temáticos.

3) Estudia la medida de los versos y la rima, indica las estrofas y la composición estrófica empleada por Quevedo.

4) Explica los recursos estilísticos más interesantes que nos permitan comprender el poema en su intención emocional, existencial y filosófica.

2.2. Interpretación y pensamiento analítico

1) Indica los rasgos propios de la literatura barroca visibles en el poema.

2) ¿Qué adverbios emplea el poeta para referirse al pasado, presente y futuro? ¿Son eficaces y expresivos para lo que desea transmitir?

3) Aclara el sentido de las expresiones o frases hechas de los dos primeros versos del poema.

4) La visión de la vida que se desprende, ¿es optimista o pesimista? Aporta razones.

4) A qué se refiere con los pañales y la mortaja ” (v. 13).

5) ¿Qué tópicos literarios aparecen en el poema?

2.3. Fomento de la creatividad

1) Explica o recrea en un texto creativo, en prosa o en verso, el contenido del poema. Se trata de recoger una reflexión sobre el sentido de la existencia humana.

2) Imagina una entrevista de tu clase con Francisco de Quevedo. ¿Qué preguntas harías?

3) Redacta un diálogo teatral más o menos fiel al poema. Tendrá dos personajes, el yo lírico y alguien con un pensamiento contrario. ¿Es posible la conciliación de los puntos de vista?

4) Prepara una exposición o presentación ante la clase o la comunidad educativa, con un cartel, o con medios TIC, sobre Francisco de Quevedo y su tiempo barroco.


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