Ourense (IV-2021) © SVM |
JOSÉ GARCÍA NIETO – Seis poemas analizados (“Tú eres el corazón con lo vivido”, “Soneto de la nieve todavía”, “Soy esto sólo, un grito que se ordena”, “No sé si soy así o si me llamo”, “Porque te hice de la nada (madrigal)l” y “Barro de la palabra”) con propuesta didáctica
Contextualización y datos biográficos
José García Nieto (Oviedo, 1914 — Madrid,
2001) fue un poeta y escritor español, ganador del Premio Cervantes en 1996. Es miembro, junto a Gabriel Celaya,
Blas de Otero y José Hierro, entre otros, de la generación poética de la
posguerra española.
José García Nieto nació en Oviedo, en el
seno de una familia de ambiente cultural; su padre era periodista y funcionario
y su madre, maestra. Pierde a su padre a la edad de 9 años, lo que provoca que
viva con su madre y algunos familiares en ciudades como Zaragoza, Toledo y
Madrid, donde estudia el bachillerato y compone poesías. En Madrid se instala
definitivamente en 1939. Trabajó durante muchos años como archivero del
ayuntamiento de Madrid. Compaginaba su trabajo con una intensa vida cultural.
En la capital de España contactó con el círculo literario del Café Gijón y en
la primavera de 1943 fundó la revista Garcilaso,
órgano de la generación poética de posguerra; esta publicación sigue una
tendencia neogarcilasista, clasicista y formalista.
Desde joven se dedica a la literatura,
especialmente a la poesía (centro de su producción literaria), al teatro,
incluyendo la adaptación de clásicos españoles, y al guion cinematográfico.
Recibió numerosos galardones a medida que publicaba sus poemarios. Destacan el
Premio Adonáis (1950), el Premio Fastenrath de la Real Academia Española por Geografía es amor (1955) y el Premio
Nacional de Literatura en dos ocasiones, 1951 y 1957. En 1982, es elegido
académico de la Real Academia Española. La concesión en en 1996 el Premio
Cervantes por el conjunto de su obra es un reconocimiento definitivo a su labor
creadora.
Su faceta de animador cultural durante el
franquismo fue intensa y fructífera. Fue director de las revistas Garcilaso, Poesía Española y la continuación de ésta, Poesía Hispánica. Algunas obras importantes de García Nieto son Víspera hacia ti (1940); Del campo y soledad (1946); Tregua (1951), Premio Nacional de
Poesía; Geografía es amor (1956),
Premio Nacional de Poesía; Hablando solo (1967),
Premio Ciudad de Barcelona; Sonetos y
revelaciones de Madrid (1974); y Mar
viviente (1989)
1) Tú eres el corazón con lo vivido
Tú
eres el corazón con lo vivido;
en
ti está todo lo que atrás vamos dejando,
lo
que hemos ido con pasión amando,
definitivamente
ya perdido.
En
ti vemos las gracias que se han ido,
los
paisajes y el cielo de ayer, cuando
las
cosas que ahora sigues recordando
flotan
sobre las aguas del olvido.
Pero
vives y estás: claro y pequeño,
miras
aquellos prados, aquel sueño
tan
lejano, las rosas de aquel día.
Crees
que puedes cambiar toda la suerte
y,
aunque vamos derechos a la muerte,
vives
de lo pasado todavía.
Exégesis
Este
hermoso e intenso soneto es un homenaje a una enigmática persona
(seguramente, el propio yo poético
cuando era niño; o acaso el propio recuerdo). Ya desde el primer verso se
dirige a ella, para afirmar que en ella se contiene el sentimiento (“el corazón”),
con la memoria (“lo vivido”). El yo poético siente la punzada de la nostalgia
por las cosas hermosas vividas y perdidas para siempre. Cuando este la mira, ve
en ella las “gracias” pasadas, los momentos felices, ahora ya solo recuerdo, en
el mejor de los casos, como recuerda el segundo cuarteto.
En
el primer terceto se reafirma que esa entidad que porta el recuerdo está ahí,
presente. El yo poético lo sorprende mirando la naturaleza de su infancia:
prados y rosas de un día específico. En el último terceto, el yo poético se
dirige, interpelando, casi apostrofando, a ese ente. Le advierte que su
creencia de poder dominar el paso del tiempo es una ficción. Ambos juntos se
dirigen a la muerte, solo que el yo poético es consciente y la entidad
interpelada se resiste a admitirlo.
El
poema posee un ritmo muy logrado: cadencioso, continuo, reflexivo y lento. El
tono es nostálgico e intimista. El yo poético interpela a alguien, seguramente
a sí mismo, para advertirle que el camino hacia la muerte es inexorable. El
cierre es emotivo y dolorido: “vives de lo pasado todavía” es una constatación
de que se puede mantener la memoria, pero no por eso el tiempo se detiene.
2) Soneto de la nieve todavía
Mira
cómo se quema el Guadarrama
en
sus torres azules. Esa loma
tiene
un poco de nieve, una paloma
que
ha librado sus alas de la llama.
Qué
desierta de pájaros la rama
donde
a la luz mi corazón se asoma,
como
un clavel de invierno sin aroma
como
un campo segado de retama.
Crezco
de amor bajo este sol tendido,
y
crecen las montañas imitando
el
hielo que mi ardor no te ha deshecho.
Bajo
un ave de nieve estoy vencido
y
están sus alas frías coronando
una
sierra de sangre por mi pecho.
Exégesis
He
aquí otro hermosísimo soneto de contenido amoroso. El yo poético se halla en el
campo y contempla la Sierra de Madrid, el Guadarrama. Aprecia manchones de
nieve en las cumbres, que se le antojan una paloma con las alas abiertas. El
ave está en el fuego; aún no sabemos qué es; luego veremos que alude a la
pasión amorosa. El segundo cuarteto sitúa al yo poético al lado de un árbol.
Este, o acaso el yo poético, o los dos, están vivos, pero sin vida,
abandonados, medio agonizando.
El
primer terceto aclara las anfibologías previas.
Es el yo poético quien padece un amor no correspondido, pues ella es
hielo; es decir, no existe una relación en los sentimientos entre ambos. En el
último terceto encontramos la fusión de las imágenes y los conceptos previos:
ella es “un ave de nieve”, es decir, pura frialdad. Él, sin embargo, ama intensamente
a esa persona, que lo tiene en ascuas, pero sin esperanzas.
Es
un poema muy feliz. Las imágenes empleadas son de gran belleza y plasticidad;
el modo en el que, en el último terceto, se declaran en su sentido es de gran
expresividad, viveza y elegancia: ella se corresponde con las frías y nevadas
cumbres; él, con la caliente y bullente sierra en latitudes inferiores. He aquí
un poema “garcilasista” en estado puro, pero con lenguaje moderno. Resulta
equilibrado, convincente, musical y persuasivo.
3) Soy esto solo, un grito que se ordena
Soy
esto sólo, un grito que se ordena
para
cantarte a ti recién venida,
un
ala inesperada y decidida
que
roza en esa piel, en esa arena
de
tus hombros, y ciega se encadena
al
brillo de tu pelo, donde anida
la
nieve más alzada y escogida
de
tu frente: la sien o la azucena.
Y
nada más y nada menos, eso
que
a tanta luz responde, a gracias tantas
que
el aire lo resuelve en un murmullo;
un
momento de ardor, un libre beso,
una
ceniza ya que tú levantas
de
un fuego más antiguo que este tuyo.
Exégesis
Estamos
ante otro bello y equilibrado poema de amor a duras penas correspondido. El yo
poético se identifica con un “grito”, en realidad, metonimia de canción o loa,
dirigido a la persona amada, que acaba de aparecer ante él. Es como el contacto
delicado de un ala con la piel de ella. Ahí se crea una sutil conexión entre
ambos elementos, y ya estamos en el segundo cuarteto. El ala asciende hasta el
brillante pelo y la blanca frente de ella, hermosa como una azucena.
En
el primer terceto se clarifica la situación y se apunta una conclusión: parece
una sensación leve y ligera, pero es, “nada más y nada menos” un “murmullo”,
que se materializa en un beso, o en un poco de “ceniza”; esta es metáfora de la
pasión amorosa imperecedera del yo poético; el guiño a Quevedo, con su soneto
“Amor constante más allá de la muerte”, se hace evidente. La metáfora final,
“fuego”, se refiere, como no puede ser de otro modo, al amor ardiente que él
siente por ella. Asimismo, le advierte que no es una pasión recién nacida, sino
antigua. El yo poético sabe bien de lo que habla, pues lleva padeciendo su
condena amorosa desde tiempo atrás sin ser apenas correspondido (este asunto
queda envuelto en cierta ambigüedad).
El
tono del poema es intenso y creciente; como si el yo poético no pudiera
contener su pasión y sintiera envidia de los elementos naturales que sí entran
en contacto con la piel de ella. En conjunto, este soneto muestra una perfecta
construcción y una expresión original y expansiva en las imágenes creadas
(“grito”, “ceniza”, etc.).
4) No sé si soy así ni si me llamo...
No
sé si soy así ni si me llamo
así
como me llaman diariamente;
sé
que de amor me lleno dulcemente
y
en voz a borbotones me derramo.
Lluvia
sin ocasión, huerto sin amo
donde
el fruto se cae sobradamente
y
donde miel y tierra, juntamente,
suben
a mi garganta, tramo a tramo.
Suben
y ya no sé donde coincide
mi
angustia con mi júbilo, ordenando
esta
razón sonora y sucesiva.
Y
estoy condecorado, aunque lo olvide,
por
un antiguo nombre en que cantando
voy
a mi soledad definitiva.
Exégesis
Este
soneto posee un carácter analítico y confesional intenso. El yo poético se
analiza y encuentra que es dichoso. Tanto, que se olvida de su nombre, pero
anuncia su amor por ella “a borbotones”, a todo aquel que desee escucharlo. En
el segundo cuarteto se identifica con una serie de elementos naturales que
evocan dulzura, plenitud, frutos maduros: “lluvia”, “huerto”, “fruto”, “miel” y
“tierra”. Se crean imágenes de feracidad y abundancia, en un marco de
generosidad; el yo poético da sin pedir nada a cambio.
En
el primer terceto se introduce un elemento sombrío, pues al lado del “júbilo”
aparece “mi angustia”. Tanto, que ambos se fusionan; y eso es, justamente, este
poema: la expresión de la fusión de estos elementos. El último terceto el yo
poético confiesa que ha recibido un honor, el de un “antiguo nombre” (del que
no desea especificar más). Pero es tan importante para él y le proporciona
tanta dicha que “cantando / voy a mi soledad definitiva”, es decir, a la
muerte. ¿Acaso es un eco de su fe religiosa? ¿Tal vez la expresión contundente
de su amor imperecedero por alguien a quien no ha querido nombrar? Ambas
opciones son razonables. Sea de ello lo que fuere, el poema se cierra con
misterio y ambigüedad. Estamos seguros de que el yo poético es una persona feliz,
pero no desea concretar la fuente de su dicha. Es de “amor”, claro está, pero
la condecoración de un nombre que lo acompaña es la razón fundamental de su
felicidad, que se guarda para él.
El
tono de este soneto es de alegría contenida, de jovialidad refrenada. El yo
poético maneja certezas contundentes que le permiten contemplar su vida con
satisfacción y sin dudas, aunque se acerque a su “soledad definitiva”, imagen
de la muerte.
5) Madrigal
Porque
te hice de la nada,
de
la sorpresa y el deseo,
de la
carne de las palabras
y
con la forma de los sueños,
y
porque sólo una mirada,
sólo
un temblor entre mis dedos
eres,
y por mis labios pasas
dándole
alivio a mi destierro,
en
la alta noche me amenazan
tus
vecindades tan sin peso;
la
soledad cerca mi alma;
hombre
de barro soy y temo.
Llega
la estrella a mi ventana.
Como
te hice te recuerdo.
Duermes.
Yo soy el que te canta,
hacia
la muerte, con el viento.
Exégesis
Ahora
tenemos entre manos otro espléndido poema lleno de misterio, delicadeza y
mensajes solo insinuados. El yo poético le habla a algo (tal vez, el propio
poema) o a alguien (una persona amada). Confiesa que está solo, pues ese ser
con el que dialoga en sordina duerme. Confiesa que le canta, de día y de noche,
pues es hechura suya. Pero el poema tiene un tinte sombrío. El canto del yo
poético es “hacia la muerte, con el viento”. El signo trágico se impone a todo
el contenido. El objeto o persona alabada solo es “una mirada”, o “un temblor”;
se trata de algo delicado, frágil, inasible. Acaso es un sentimiento, o un
recuerdo; no lo aclara. La atmósfera de misterio e incertidumbre se apodera
totalmente del poema a partir de la tercera estrofa. El yo poético confiesa
tener miedo a las “vecindades” de lo cantado. ¿Acaso se puede descubrir un
sentido religioso en el contenido? No es descartable.
El
poema está compuesto por cuatro cuartetas en eneasílabos de impecable factura;
equilibradas, con un excelente ritmo musical. El tono, de misterio y tragedia
latente, adensan el significado de forma creciente. Este bello madrigal (solo
en un sentido amplio, pues para ser tal los versos deberían ser endecasílabos y
heptasílabos) evoca una vida humana con miedos y esperanzas, pero enderezada
hacia la muerte, aunque con atisbos de felicidad.
6) Barro de la palabra
Hoy
he tomado el barro de la palabra en frío;
su
piel ya me conoce; poco a poco, temblada
por
mi caricia, vibra, responde a la llamada
de
la costumbre. Toco. Me adueño de lo mío.
Penetro
en la palabra. Las orillas del río
me
acogen, me conducen, y se siente creada
la
mano creadora... ¿Vive la enamorada
mi
amor, o me amenazan su ocaso y su extravío...?
¡Qué
torpe es el amante, qué ciega su porfía!
No
dice la palabra lo que ayer le decía.
O
sí: dice lo mismo, miente lo mismo, inventa
lo
mismo... «¡Calla, calla...!», le
increpa. Y luego llora
su
soledad. Y vuelve. Y, arrastrándose, implora:
«Quiero
morir tocando tu barro, aunque me mienta».
Exégesis
Ahora
estamos ante un soneto en alejandrinos de una altísima calidad y belleza. Es
una pieza muy alegórica. El poeta se presenta como un alfarero o ceramista que
trabaja el barro; este es “la palabra”. Moldea el barro para crear una mano que
lo conduce a un lugar agradable, como un locus
amoenus, “las orillas del río”. Tal es su estado de ensueño o felicidad que
se pregunta si lo que vive es realidad o solo “extravío” de su mente. Las
suspensiones aumentan la incertidumbre sobre la consistencia de lo que está
viviendo.
En
el primer terceto se identifica, ahora ya sin ambages, como el amante de la
persona a la que corresponde esa mano. Le habla a ella, pero sus palabras
tienen otro sentido, o acaso el mismo, pero igual de falaz. Es incapaz de
expresarse ante ella con transparencia y verdad. Su confusión va creciendo y no
sabe si inventa, miente o dice la verdad. Le manda callar (¿él a ella, o lo
contrario?). El yo poético acaba por llorar, presa de una especie de delirio,
sumido en su radical soledad. Al fin, reconoce que ella no está, que la mano
que ha moldeado con el barro (es decir, con las palabras del poema) son solo
una ficción. Pero le da igual. Solo desea tocar ese barro, la mano de ella,
aunque “me mienta”, es decir, que ella ya no lo quiere, o ella ha muerto y
nunca lo podrá tocar. No sabemos por qué ella no está; acaso abandono, acaso
muerte. Lo cierto es que el yo poético está solo y trastornado, tratando de
recrear la imagen de ella. Utiliza el barro, o las palabras, para construir una
imagen de ella que, de alguna manera, lo consuela. Sabe que es mentira, pero le
sirve para soportar su soledad.
Estamos
ante un hermosísimo soneto de una extraordinaria profundidad significativa.
Expresa el desconsuelo del abandono, la necesidad de tener a la otra persona a
su lado, aunque es imposible. Busca maneras de recrearla; y aunque son falsas,
alivian su dolor. El tono angustiado, medio lunático, de un ser desesperado se
transmite con viveza y verosimilitud. Sin duda, estamos ante un estremecedor
poema de impecable construcción.
2. PROPUESTA DIDÁCTICA
(Estas
actividades se pueden desarrollar y realizar de modo oral o escrito, en el aula
o en casa, de modo individual o en grupo. Algunas de ellas, sobre todo las
creativas, requieren material o herramientas complementarias, como las TIC).
2.1. Comprensión lectora
1)
Resume el poema (aproximadamente, 120 palabras).
2)
Señala su tema y sus apartados temáticos. Para ello, contesta a la cuestión ¿de
qué se habla y cómo se expresa?
3)
Establece la métrica, la rima y la forma estrófica utilizada.
4)
Distingue y aclara los núcleos semánticos del poema.
5)
Localiza una docena de recursos estilísticos y explica su eficacia
significativa y estética.
2.2.
Interpretación y pensamiento analítico
1)
Explica cómo se percibe el contenido existencial y grave del poema.
2)
Indica cómo se percibe el tono reflexivo del poema.
3)
Aparte del yo poético, ¿qué otras personas aparecen en el poema? ¿Qué sentido
posee?
4) ¿Estamos ante una poesía alegre o triste?
Razona la respuesta.
2.3. Fomento de la creatividad
1)
Documéntate sobre José García Nieto, Premio Cervantes 1996, y realiza una
exposición en la clase con ayuda de medios TIC, creando un póster, etc., sobre
su vida y obra literaria.
2)
Transforma el poema en un relato en prosa, o teatral, con cierto matiz
reflexivo y existencial, como en el poema de García Nieto.
3)
Imagina un encuentro de José García Nieto con tu grupo de clase. Idea preguntas
sobre su poesía; otros compañeros pueden dar las respuestas que podrían ser
acordes con las de Garcia Nieto.
4)
Se puede realizar un recital poético o una declamación de poemas de José García
Nieto, acompañado de imágenes alusivas y música, ante la clase o la comunidad
educativa. Ahí se pondrá de manifiesto la enorme hondura expresiva y la gran
musicalidad de los poemas de nuestra poeta.
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