Violeta (V-2020) © SVMA |
DELMIRA AGUSTINI - "La violeta"
LA VIOLETA
Hay belleza en el lirio
inmaculado 1
De majestad emblema,
Hay belleza en el cáliz
nacarino
De la blanca azucena,
Hay belleza en la rosa
purpurina 5
Y en el albo reseda,
Hay belleza en la nítida
corola
De la nívea camelia,
Hay belleza en el pálido
junquillo
Y en la suave diamela, 10
Hay belleza en el triste
pensamiento
Y no hay flor en la cual no
haya belleza,
Pero hay una que es flor
entre las flores
Con ser la más modesta,
Una flor de fragancia
incomparable, 15
Delicada y pequeña,
Una flor que en un lecho de
esmeraldas
Oculta su belleza,
Una flor que un encanto
misterioso
En su cáliz encierra, 20
Un encanto ideal,
indefinible,
Que no hay flor que
contenga,
Una flor para mí como
ninguna,
Una flor que se llama ¡la
violeta!
- ANÁLISIS
1. Resumen
Delmira Agustini (Montevideo, Uruguay,
1886 - 1914) es una de las voces poéticas más relevantes de la poesía en lengua
española en la primera mitad del siglo XX. En un ambiente de postromanticismo y
de modernismo, supo encontrar un tono lírico propio, innovando en temas y en
tonos de un modo sorprendente. En su poesía se percibe un intimismo apasionado,
en una atmósfera de celebración del amor, pero bajo la sombra de la pérdida, de
lo efímero y de la muerte.
El poema al que ahora nos acercamos, “La
violeta”, es un hermosísimo y alegre poema en el que celebra la belleza
sencilla de la violeta, la flor más hermosa de la creación según la opinión del
yo poético. La compara con el lirio, la azucena, la rosa, el albo (o begonia),
la camelia, el junquillo, la diamela (o jazmín) y el pensamiento. De su flor
preferida destaca su fragancia, delicadeza, color y armonía, que se traduce en
un “encanto” insuperable.
2.
Tema
El tema del poema es la celebración de la
violeta como la flor más hermosa de la naturaleza. Ciertamente, existen otras
hermosas y atractivas, pero, en conjunto, ninguna llega a la belleza sencilla
de la violeta.
3.
Apartados temáticos
El poema presenta dos apartados temáticos
bien reconocible. Tenemos:
-Primera sección (vv. 1-12). Enumera una
serie de flores naturales bellas y elegantes, destacando una característica de
cada una: el color, el porte, la fragancia, etc.
-Segunda sección (vv. 13-24). Enumera las
características positivas de la violeta, de modo que la hacen única: fragancia,
humildad, pequeño tamaño, forma de sus hojas y alveolos y conjunto armónico.
4.
Aspectos métricos y de rima
Este poema está compuesto por veinticuatro
versos. Los impares son endecasílabos; lo pares, heptasílabos. Existen dos
excepciones: los versos 11-3 y los versos 20-24; todos ellos son endecasílabos.
El poema forma una sola estrofa. Los versos pares riman en asonante y los
impares quedan libres. Estamos, pues, ante una rima romanceada. Este tipo de
combinación métrica y de rima ha sido muy utilizado en la poesía española desde
el Romanticismo (Bécquer la emplea con gran maestría) hasta nuestros días.
5.
Comentario estilístico
El poema presenta una composición muy
original. Posee un tono alegre, festivo, celebratorio de la belleza natural de
las flores. De cada una de las ocho flores que enumera en la primera parte
destaca una o dos características. Los versos impares comienzan con el sintagma
“Hay belleza en…”, aunque no siempre se respeta esta estructura. La enumeración,
combinada con la anáfora y el paralelismo,
pues, es el recurso más importante en esta primera parte. De cada flor
destaca un rasgo hermoso, generalmente a través de un adjetivo epíteto (casi
siempre, cromático). El lirio es “inmaculado”; la azucena es “blanca”; la rosa
es “purpurina”; el albo (o begonia) es “reseda”; la camelia es “nívea”; el
junquillo es “pálido”; la diamela (o jazmín) es “suave”; y el pensamiento es
“triste”. A veces, la sinestesia se combina con el epíteto para formar
significaciones expandidas, como el caso de los dos últimos, la diamela y del
pensamiento. Por supuesto, el hipérbaton y el encabalgamiento son dos recursos
constantes que aportan variedad y frescura en la construcción sintáctica y en
sus correspondientes evocaciones en imágenes en la mente del lector.
La conjunción “Pero” (v.13) marca un
cambio en la lógica del poema. Ahora se presenta, escamoteando su nombre, a
través de una larga alusión (llega hasta la palabra final del poema, momento en
que se desvela el nombre de la flor más bella: la violeta), la flor más hermosa
de la naturaleza. Lo recalca a través de una repetición: “la flor entre las
flores”. A partir de ese momento, realiza una alabanza, una exaltación, a
través de símiles más o menos explícitos sobre la belleza superior de la
violeta. Emplea la repetición de “Una flor” (vv.14, 17 y 19), en forma de
anáfora, para aumentar la tensión de significación. Repite siete veces la
palabra “flor” a partir del verso 13; de este modo se incrementa la elipsis, al
eludir el nombre de la flor, solo señalada por el hiperónimo.
La belleza trasciende lo sensorial a
través de la metáfora “lecho de esmeraldas” (v. 17); señala que su pureza y su
valor son incomparables. Esta significación se refuerza con la repetición de
“encanto” (vv. 19 y 21); una vez acompañada con “misterioso” y otra con “ideal,
indefinible”. Estos adjetivos forman sinestesias evocadoras de una belleza
superior, misteriosa, más allá de lo mero físico.
El poema se cierra con un epifonema: “¡la
violeta!” (v. 24) realmente hermoso. Ha ido conteniendo la identidad de la flor
que lo apasiona hasta el ultimísimo momento; y de pronto, lo desvela con una
exclamación que refleja la admiración ante esa flor. El penúltimo verso aclara
muy bien el tono subjetivo del poema: “Una flor para mí como ninguna” (v. 23).
Nos desvela su subjetivismo, del que es consciente; y, al mismo tiempo, señala,
con una hipérbole, la belleza suprema de la violeta.
6. Contextualización
Delmira Agustini (Montevideo, Uruguay,
1886 - 1914) es una de las voces poéticas más relevantes de la poesía en lengua
española en la primera mitad del siglo XX. Recibió una educación esmerada, lo
que unido a su talento natural y a su vocación poética, dio como resultado una
de las voces líricas más originales y sugestivas de la poesía en lengua
española en los albores del siglo XX. En 1900 ya aparecieron sus primeras
colaboraciones en prensa, índice de su don natural en el manejo de la palabra.
Su vida, sin embargo, fue muy accidentada
y con un final trágico. Su matrimonio en 1913 con Enrique Job Reyes resultó un
fracaso al poco tiempo. En los pasos finales de su separación legal, en 1914,
él la mató y luego se suicidó. Apenas contaba con 27 años y ya había alcanzado
una gran madurez poética. Fue una terrible pérdida para la poesía en lengua
española.
Escribió y publicó tres poemarios en vida
(desde los 21 años hasta el año previo a su muerte; en una cadencia de uno cada
tres años, lo que es asombroso): El libro
blanco (1907), Cantos de la mañana
(1910) y Los cálices vacíos (1913).
Se recogieron en varios libros póstumos otros poemas, prosa y correspondencia
particular en el que se desvelan sus sentimientos más íntimos, teñidos de
erotismo y sexualidad. Desgraciadamente, esta faceta se ha impuesto sobre sus
otros méritos literarios, en claro perjuicio de su formidable calidad poética.
Agustini posee un mundo poético propio:
percibe el mundo y lo interioriza con extraordinaria sensibilidad, analiza sus
emociones, sus filias y fobias y las vierte en hermosos poemas que rezuman
sentimientos ahogados, ansias de felicidad y miedo a lo desconocido y
misterioso, aunque también la atraen poderosamente. Destacamos cuatro notas
compositivas de su poesía, que fue evolucionando de un tardorromanticismo
becqueriano a un modernismo avanzado, casi a las puertas de las vanguardias, lo
que se aprecia muy bien en su último libro Los
cálices vacíos:
-Mirada intimista hacia el mundo: todo lo
exterior lo contempla con mucho cuidado, atenta a los mínimos detalles; e
inmediatamente lo interioriza y vierte en su poesía su reacción emocional y
espiritual ante lo contemplado, sea una mera flor, a la gente pasar, el mar,
los usos sociales, como el carnaval, etc.
-Expresión plástica y visual: sus poemas
nos permiten crear imágenes en nuestra mente sobre lo que está escribiendo, sea
de tono más narrativo, o más lírico, no importa. Se imbrican en armonía los
aspectos externos del contenido y los elementos sentimentales, reflexivos o
espirituales que los acompañan.
-Preferencia por las formas poéticas
sencillas y la expresión transparente. Siguiendo la huella de Bécquer, de
Machado, de Juan Ramón Jiménez, algo mayores que ella, opta por una expresión
más natural, lejos de la sofisticación, más cercana a la poesía popular. Es
algo más que un capricho compositivo, pues se acerca más a una expresión
esencialista, honda, popular en el más genuino sentido de esta palabra (ella lo
expresó muy bien en el poema donde reflexiona sobre su herencia española y
germánica).
-Lirismo comunicativo subjetivo: Agustini
se centra en la recepción interior del mundo, en su asimilación y en cómo
determina su modo de vivir. La naturaleza, la sociedad, la historia mitificada
son elementos que la conmueven. En sus poemas, nos transmite con un gran deseo
de comunicación por qué ha observado y vivido de una determinada manera.
Agustini desea contarnos sus pliegues íntimos más recónditos con el fin de
entenderse y de ser entendida. Muchos de estos poemas están al borde de lo
dialógico, pues establecen un diálogo sutil entre el yo lírico y el mundo,
entre el emisor y el receptor, o entre aquel y algún protagonista de sus
versos.
7.
Interpretación y valoración
El poema “La violeta” se publicó por
primera vez en setiembre de
1902, sin firma, en La Petite Revue
(Montevideo, año I, N.º 12); luego se recogió en su primer poemario. Agustini
tenía dieciséis años cuando escribió el poema; es asombroso que con esa edad
poseyera un conocimiento del mundo natural tan amplio y preciso, y,
simultáneamente, la madurez intelectual y literaria para plasmar de modo tan
armónico y melodioso su visión natural de la flores desde una perspectiva
estética y subjetiva.
Delmiri
repasa el mundo de las flores, admira su belleza, destaca una nota cromática de
cada una y, finalmente, se decanta por la violeta. Ciertamente, es una flor muy
bella, pero la elegida podía haber sido otra. Esto lo admite la poeta cuando
escribe “para mí”. Se trata, pues, de una visión personal del mundo de las
flores, sin arrogancia, sin grandilocuencia. Expresa con naturalidad y
espontaneidad su gusto. Y es aquí donde radica la gracia y frescura del poema:
parece que este es parte de una charla espontánea sobre qué flor es la más
bella. El yo lírico comunica con franqueza y sencillez su preferencia por una
flor. Al lector se le acumulan las nueve imágenes de las nueve flores citadas
como en una película.
El
epifonema final recalca la belleza de la violeta, pero lo hace sin
estridencias, simplemente reivindicando la hermosura escondida de una humilde
flor. El poema es muy eficaz a efectos comunicativos porque, sin negar el
encanto de otras flores, reivindica, en suspensión, pues el nombre no aparece
hasta el final, la sencillez armónica de la flor elegida: la violeta. No
importa que el lector esté de acuerdo con esa elección; lo significativo es la
empatía que el lector establece con el yo lírico en su proceso intelectivo y
expresivo que despliega el poema.
2. PROPUESTA DIDÁCTICA
(Las siguientes actividades
se pueden realizar de modo individual o en grupo; de manera oral o escrita; en
clase o en casa; utilizando medios tradicionales o recursos TIC, según las
circunstancias lo aconsejen).
2.1. Comprensión lectora
1) Resume el poema (100 palabras,
aproximadamente).
2) Señala su tema principal y los
secundarios.
3) Delimita los apartados temáticos,
atendiendo a las modulaciones de sentido.
4) Analiza los aspectos métricos y de
rima; deduce la estrofa empleada.
5) ¿Qué tono tiene el poema: positivo,
optimista, esperanzado, o todo lo contrario?
6) Señala las imágenes más importantes que
jalonan el poema, sobre todo referidas a las percepciones sensoriales al mar, y
cómo impactan en el poeta y, después, en el lector.
7) Localiza y explica media docena de
recursos estilísticos y cómo crean significado.
2.2. Interpretación y
pensamiento analítico
1) ¿Qué palabra es la que más se repite en
el poema y sirve para nuclear el sentido del poema?
2) La poeta, ¿qué sentimientos muestra
hacia las flores?
3) Localiza las imágenes naturales con las
que se explica la belleza de las flores individualmente. ¿Qué sensación
aportan?
4) ¿Cómo se aprecia en el texto la
importancia del “encanto”? ¿Ejerce una influencia positiva o negativa sobre el
yo lírico?
5) ¿Cuáles son las flores que enumera?
6) Observa detenidamente los adjetivos que
acompañan a cada flor. ¿Qué tipo de cualidad resaltan? ¿Por qué sentido se
percibe esas características? ¿Qué podemos deducir de la capacidad de
observación de la poeta?
2.3. Fomento de la
creatividad
1) Elabora un poema o texto en prosa que
exprese la predilección por un elemento natural determinado; insiste en su
contemplación atenta y minuciosa. Puedes imprimir un sentido intimista, como ha
realizado Delmira Agustini.
2) Imagina y transcribe una conversación o
plática entre la clase y la poeta Delmira Agustini a propósito de su poema y de
su vida.
3) Realiza una exposición sobre Delmira
Agustini, su poesía y su tiempo, para ser presentada ante la clase o la
comunidad escolar, con ayuda de medios TIC o pósteres, fotografías, pequeña
exposición bibliográfica, etc.
4) Aporta o crea imágenes
que sirvan para expresar un elemento natural, como una flor, por ejemplo, a
través de una contemplación intimista; serán reflejo de un sentimiento especialmente relevante para
ti, como el de admiración por la belleza, siguiendo el ejemplo de Delmira
Agustini.
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