Gabriela Mistral: “Himno
al árbol”
[1] Árbol hermano, que
clavado 1
por garfios pardos en el
suelo,
la clara frente has elevado
en una intensa sed de
cielo;
[2] hazme piadoso hacia la
escoria 5
de cuyos limos me mantengo,
sin que se duerma la
memoria
del país azul de donde
vengo.
[3] Árbol que anuncias al
viandante
la suavidad de tu
presencia 10
con tu amplia sombra
refrescante
y con el nimbo de tu
esencia:
[4] haz que revele mi
presencia,
en las praderas de la vida,
mi suave y cálida
influencia 15
de criatura bendecida.
[5] Árbol diez veces
productor:
el de la poma sonrosada,
el del madero constructor,
el de la brisa
perfumada, 20
el del follaje amparador;
[6] el de las gomas
suavizantes
y las resinas milagrosas,
pleno de brazos agobiantes
y de gargantas
melodiosas: 25
[7] hazme en el dar un
opulento
¡para igualarte en lo
fecundo,
el corazón y el pensamiento
se me hagan vastos como el
mundo!
[8] Y todas las
actividades 30
no lleguen nunca a
fatigarme:
¡las magnas prodigalidades
salgan de mí sin agotarme!
[9] Árbol donde es tan
sosegada
la pulsación del
existir, 35
y ves mis fuerzas la
agitada
fiebre del mundo consumir:
[10] hazme sereno, hazme
sereno,
de la viril serenidad
que dio a los mármoles
helenos 40
su soplo de divinidad.
[11] Árbol que no eres otra
cosa
que dulce entraña de mujer,
pues cada rama mece
airosa
en cada leve nido un
ser: 45
[12] dame un follaje vasto
y denso,
tanto como han de precisar
los que en el bosque
humano, inmenso,
rama no hallaron para
hogar.
[13] Árbol que donde quiera
aliente 50
tu cuerpo lleno de vigor,
levantarás eternamente
el mismo gesto amparador:
Monte San Isidro, León (X-2020) © SVM |
[14] haz que a través de
todo estado
--niñez, vejez, placer,
dolor-- 55
levante mi alma un
invariado
y universal gesto de amor!
Ternura (1924)
- ANÁLISIS
- Resumen
Gabriela Mistral (Vicuña, Chile, 1889 -
Nueva York, EEUU, 1957) es una magnífica poeta que nos dejó un legado literario
hondo y profundo en nuestra lengua española. La intensidad y fuerza de su
poesía no ha perdido un ápice de actualidad a lo largo de los años. Sus textos
se caracterizan por la emotividad, la atención a las personas humildes, la
denuncia del sufrimiento, una total empatía con la naturaleza y la
transparencia verbal.
El poema que ahora comentamos es un himno,
como bien reza en el título. Estamos ante un poema de exaltación y de
celebración, expresando júbilo o entusiasmo. El objeto celebrado es el árbol,
contemplado de un modo genérico o colectivo, sin individualizar. En general, el
poema establece un ritmo dual en cuanto a su contenido: el yo poético observa
admirativamente una cualidad del árbol, en una estrofa; en la siguiente le pide
que le conceda a él ese mismo rasgo; siempre bajo el común denominador de
generosidad, serenidad y presencia benéfica; el poema está sometido a un
intenso proceso de personificación, e incluso deificación, del árbol. La
primera palabra del poema es “árbol”; luego se repetirá en muchas estrofas; nos
indica muy bien cuál es el foco poético. La segunda palabra es “hermano”;
expresa la corriente de amor fraternal que une al yo poético con el árbol;
existe un lazo indisoluble entre ambos elementos que recorre ya desde el
principio todo el poema. En la primera estrofa destaca la naturaleza dual del
árbol: tierra (raíces) y cielo (ramas); en la segunda estrofa el yo poético le
suplica que lo haga “piadoso”, es decir, bondadoso, como él, para saber
integrar humildemente esas dos naturalezas en su ser, el limo del suelo y lo
celestial o aéreo.
En la tercera estrofa se destaca la sombra
del árbol como un alivio para el caminante; del mismo modo, el yo poético le
pide en la cuarta estrofa que él mismo sea, en su vida, un elemento benéfico
para los demás, que sirva de alivio donde olvidar las penas.
La quinta y sexta estrofas resaltan la
feracidad del árbol, su capacidad productiva: nos proporciona frutos sabrosos,
madera, sombra, aromas agradables, sustanciosas apreciadas como resinas con
muchas utilidades y, finalmente, una suave música del viento al pasar entre las
ramas; en la séptima y octava estrofas el yo poético le ruega que lo haga
pródigo con los demás, generoso con todos, abundante e inagotable en su ayuda y
entrega para con los demás.
La novena estrofa celebra la serenidad
amable del árbol, pues nunca se irrita ni cae en la desesperación; el yo
poético le suplica en la décima estrofa que le insufle el sosiego y aplomo
suficientes para avanzar en su vida con tranquilidad y buen ánimo, como un
hombre íntegro, parecido a las estatuas clásicas.
La undécima estrofa presenta la naturaleza
acogedora y generadora de vida del árbol; del mismo modo, el yo poético le
ruega, en la duodécima estrofa, que él también sea, como una madre amorosa con
sus hijos, una persona hospitalaria, benigna y propicia.
Ya, en un tono recopilatorio, en la décimo
tercera estrofa el yo poético le ruega al árbol que, como él mismo es
hospitalario y benévolo para todos los demás, que del mismo modo él mismo sea,
como expresa en la décimo cuarta y última estrofa, amoroso para todo el mundo,
es decir, generoso y dulce, independientemente de su edad o su estado de
ánimo.
2. Tema
El tema del poema se puede enunciar así:
alabanza o loa al árbol, descrito en términos físicos y espirituales muy
positivos, al que el yo poético le ruega que le traspase sus dones o sus rasgos
de carácter, especialmente el amor desprendido que ofrece a todo aquel que se
le acerca. Como se puede apreciar, el poema posee un hondo sentido
transcendental, existencial y espiritual. De una contemplación, pasamos a una
declaración ética de hondo calado.
3. Apartados temáticos
El contenido del poema se modula en seis
secciones temáticas; en cada una de ellas primero se describe un rasgo positivo
del árbol; después el yo poético le ruega que le traspase a él mismo esas
características. Así, encontramos:
-Primera parte (vv. 1-8, dos primeras estrofas): se presenta
la dualidad de tierra y cielo que posee el árbol, y lo mismo desea para sí el
yo poético.
-Segunda parte (vv. 9-16, estrofas tercera
y cuarta): se destaca la sombra benéfica y el perfil sagrado del árbol, con su
“nimbo” (círculo que rodea a la figura de los santos) consolador; del mismo
modo el yo poético pretende ser un alivio con quien se encuentre.
-Tercera parte (vv. 17-33, estrofas 5-8):
en este apartado las dos primeras estrofas describen la feracidad del árbol, su
variedad productiva; en las estrofas séptima y octava el yo poético ruega ser
igual de multiplicador de dones para los demás.
-Cuarta parte (vv. 34-41, estrofas 9 y
10): el yo poético pinta el sosiego, la serenidad y templanza que emana el
árbol, en la primera estrofa; en la segunda le ruega que él también sea un
punto de calma y tranquilidad a quien él se acerque, como un buen hombre haría.
-Quinto apartado (vv. 42-49, estrofas 11 y
12): presenta primero el carácter maternal del árbol, su capacidad para hacer
crecer vida; le ruega después que él también sepa ser acogedor y generador de
vida.
-Sexto apartado (vv. 50-57, estrofas 13 y
14): el yo poético destaca, en la primera estrofa del apartado, el “gesto
amparador” o acogedor del árbol e igualmente le pide para él poder desprender
amor para todos los demás.
4. Métrica y rima
El poema está compuesto por cincuenta y
siete versos eneasílabos (nueve sílabas), distribuidos en catorce estrofas de
cuatro versos cada una, excepto la quinta, que posee cinco versos. Los versos
riman en consonante ABAB, es decir, primero con tercero y segundo con cuarto;
como son de arte mayor, estamos ante un serventesio; pero se trata de una
variación, pues esta estrofa normalmente está compuesta por versos
endecasílabos. La quinta estrofa, al estar compuesta de cinco versos, no se
atiene al serventesio y se identifica con el quinteto (ABABA).
5. Análisis estilístico
El poema es muy rico en el empleo de
figuras retóricas de embellecimiento expresivo. Lo primero que llama la
atención es el tono invocativo (o de apóstrofe) y dialógico: el yo poético se
al árbol, uno cualquiera, pues está generalizando, y habla con él. Inmediatamente
le suplica o ruega que le ayude a adquirir sus propias virtudes para ser mejor
persona.
En la primera estrofa el yo poético apela
al árbol; destaca su afinidad emocional con él, por eso lo adjetiva como
“hermano” (v. 1). Continúa resaltando la naturaleza terránea y aérea del
vegetal. Los “garfios pardos” (v. 2) contrastan vivamente con “clara frente”
(v. 3); lo mismo sucede con “clavado” y “elevado”; son antítesis que refuerzan
la doble naturaleza del árbol; asentado en la tierra, sube a lo alto por su
“intensa sed de cielo” (v. 4); en esta metáfora personificada se hace hincapié
en la búsqueda de elevación del árbol. La segunda estrofa contiene la petición
del yo poético al árbol: piedad y memoria; la primera, para considerar “la
escoria” (v. 5), metáfora de las cosas humildes y bajas, como algo valioso,
pues es el alimento de los seres vivos. La memoria sirve para tener presente la
imagen de “el país azul” (v. 8), metáfora de sus ideales nobles y espirituales.
La tercera estrofa anuncia, a través de
una sinestesia triple (“suavidad de amplia sombra refrescante”, vv. 10-12) el
alivio que supone para el caminante encontrarse la sombra de un árbol; incluso
puede emanar un “nimbo” (v. 12), es decir, un círculo brillante a su alrededor,
casi como símbolo de su divinidad; estamos ante una bella metáfora de los
efectos benéficos del árbol. La cuarta estrofa presenta otra súplica: al igual
que el árbol, el yo poético le pide a este que sepa ser una “suave y cálida
influencia” (v. 15). En esta sinestesia, a través de los adjetivos, se hace
hincapié en la naturaleza acogedora y amorosa del árbol. Por otro lado, la
metáfora, a través de un circunloquio, contenida en “criatura bendecida” (v.
16), nos recuerda el tono espiritual del conjunto del poema, desbordando los
aspectos sensitivos de mera visión de un árbol.
La quinta y sexta estrofas poseen carácter
descriptivo y explicativo; encuentra su justa correspondencia en la séptima y
la octava. Primero se presenta el carácter generoso del árbol, “productor” (v.
17) de: frutas, madera, perfumes, sombra, savia, resinas y música que el viento
produce al pasar entre las ramas. Son seis paralelismos, con sus
correspondientes anáforas y elipsis (se suprime el verbo correspondiente), que
aparecen en los versos 18-23. En general, cada uno de los adjetivos encierra
una metáfora o metonimia; así, la poma es “sonrosada” (v. 18); el madero es
“constructor” (v. 19), etc. Todas estas figuras literarias insisten en la
naturaleza feraz y bondadosa del árbol como fuente de vida. La metáfora
“gargantas melodiosas” (v. 25) resulta especialmente atractiva por su imagen:
las ramas de los árboles cantan armónicamente al contacto con el viento. Las
dos estrofas siguientes (7 y 8) exponen la súplica al árbol para que el yo
poético sea “opulento” (v. 26) en el dar a los demás. Dos exclamaciones
retóricas inciden en la vehemencia de los deseos del yo poético. Junto con
símiles hiperbólicos (“el corazón y el pensamiento / se me hagan vastos como el
mundo”, vv. 28-29) y algunas antítesis (“Y todas… / ...nunca a fatigarme”, vv.
30-31) expresan con viveza los anhelos de generosidad y entrega a los demás por
parte del yo poético.
La novena y décima estrofas recuperan la
estructura bimembre ya explicada de exposición arbórea y petición consiguiente.
Ahora se destaca la serenidad y sosiego del árbol y se le pide esta cualidad
para sí mismo. La repetición paralelística de “hazme sereno, hazme sereno” (v.
38) ahonda en el vivo deseo del yo poético. Se asocia la serenidad a una
cualidad del hombre, frente a la dulzura y acogimiento de la mujer, que es la
cualidad destacada en las estrofas 11 y 12. Ahora se identifica al árbol con la
mujer (vv. 42-43). La metáfora contenida en “dame un follaje vasto y denso” (v.
46) se refiere a la incansable capacidad de la mujer de ayudar a los demás,
sobre todo a los desamparados, a los que se ofrece un “hogar” (v. 49). La
identificación del “leve nido” (v. 45) con la ternura hogareña explica también
esta cualidad del árbol, transferida y deseada por el yo poético.
Ahora el yo poético se fija en la figura o
forma del árbol, vigoroso pero “amparador” (v. 53). Ofrece seguridad y refugio
a las personas; por eso el yo poético pretende ofrecer a los demás un “gesto”
(vv. 53 y 57, no casualmente en la misma posición final de cada estrofa). Ahora
destacan las personificaciones o prosopopeyas aplicadas al árbol (es cierto que
todo el poema resulta una gran prosopopeya del árbol, en realidad casi
divinización). Existe una enumeración doble en el verso 55 muy significativa:
“niñez, vejez” se refiere a las distintas edades del hombre; “placer, dolor”
alude a los distintos estados de ánimo por los que se pasa a lo largo de la
vida. Al estar unidas, se fusionan los cuatro sustantivos en una realidad
nueva, inseparable y firme; es un modo de afirmar que la vida se compone de
estadios temporales de tiempo en los que las alegrías y la penas se
entremezclan. Todo, sin embargo, tiene sentido a través del “amor” (v. 57),
última palabra del poema, reforzando así su significado. Si la relacionamos con
la primera palabra, “Árbol”, el círculo se cierra: el elemento vegetal es y
simboliza lo más noble del alma humana: el amor, que nos redime de nuestras
penas y nos dota de una naturaleza generosa y bondadosa casi celestial.
Como hemos podido comprobar, la riqueza
literaria del poema es sorprendente y altísima. Lo que parece una mera
contemplación arbórea adquiere una gran intensidad y densidad significativa al
contener todas las aspiraciones espirituales del hombre; posee también
implicaciones éticas, espirituales y existenciales de gran relieve. El texto
alcanza un delicado equilibrio entre una ligereza festiva y un pensamiento más
hondo y vehemente sobre la naturaleza, el hombre y la vida, además de las
relaciones que se establecen entre ellos.
6. Contextualización
Gabriela Mistral (Vicuña, Chile, 1889 -
Nueva York, EEUU, 1957) es una de las más grandes poetas iberoamericanas de
todos los tiempos. En su poesía se combina emoción, contemplación y misterio a
partes iguales. Mistral extiende su mirada hacia los niños y las personas
desvalidas, de las que se conduele en su sufrimiento y su soledad. Como poeta,
ni crea una torre de marfil, ni se entrega a denuncias de poesía social más o
menos ideologizada. Antes al contrario, asume con gran lirismo el sufrimiento
ajeno y lo transmite con gran hondura y perfección poética. Sus formas métricas
se amoldan muy bien a su contenido: no busca la sofisticación, sino la
intensidad y la autenticidad de fondo y de forma.
Sun poemarios más importantes son Desolación (1922), libro del que procede
el poema que hemos comentado, Tala
(1938) y Lagar (1954). En todos
ellos, su voz se eleva potente, limpia y honda, expresando ideas y sentimientos
de ternura, dolor y angustia ante la vida y sus avatares.
7. Interpretación y valoración
Este poema transmite un mensaje muy claro
y explícito: debemos contemplar, comprender e imitar la generosidad del árbol
para con los hombres. Es generoso y dadivoso sin reparo. De igual modo,
nosotros debemos aprender a ofrecer a los demás lo mejor que llevamos dentro,
resumible en la palabra “amor”. La estructura métrica es sencilla y
transparente; sin embargo, el engranaje verbal es muy denso y hermoso porque
las connotaciones expresivas, de naturaleza metafórica, nos adentran en un mundo
natural y humano de belleza y amor que está ahí, delante de nosotros, pero que
parece que esquivamos o rehuimos.
El texto posee un tono dialógico muy bello. Parece que el yo poético “habla” con el árbol, escuchando sus consejos y replicando con sus anhelos más sentidos. El texto exhibe una gran musicalidad, casi en acordancia con un mundo natural bello y armonioso, poseedor de una melodía secreta, de un rumor melodioso que nos habla a nuestros corazones. Es por eso que podemos concluir que este bellísimo poema desprende autenticidad, transparencia y belleza literaria, además de una honda reivindicación de valores éticos y espirituales a menudo olvidados.
2.
PROPUESTA DIDÁCTICA
(Las siguientes actividades se pueden
realizar de modo individual o en grupo; de manera oral o escrita; en clase o en
casa; utilizando medios tradicionales o recursos TIC, según las circunstancias
lo aconsejen).
2.1. Comprensión lectora
1) Resume el poema (100
palabras, aproximadamente).
2) Señala su tema principal
y los secundarios.
3) Delimita los apartados
temáticos, atendiendo a las modulaciones de sentido.
4) Analiza los aspectos
métricos y de rima; deduce la estrofa empleada.
5) ¿Qué tono tiene el
poema: festivo, narrativo, ligero o denso?
6) Señala las imágenes más
importantes que jalonan el poema. Presta atención a las metáforas visuales y a
los recursos de repetición relativos a la naturaleza y a la estación del año
celebrada.
7) Localiza y explica media
docena de recursos estilísticos y cómo crean significado.
2.2. Interpretación y pensamiento analítico
1) Explica razonadamente si
el texto parece un diálogo entre el yo poético y el árbol.
2) ¿Está personificado y
deificado el árbol? Razona la respuesta.
3) ¿Qué doble naturaleza
del árbol destaca en la primera estrofa
del poema? Argumenta tu respuesta.
4) El árbol, ¿qué tipos de
sentimientos inspira? ¿Los ves justificados?
5) Localiza la primera y
última palabras del poema y relaciona su sentido; interpreta esta coincidencia.
6) El árbol, ¿respira?
Localiza los versos donde aparece esta significación e interpreta su sentido.
2.3.
Fomento de la creatividad
1) Elabora un poema o texto
en prosa que tome un elemento natural (río, animal, vegetal, etc.), para
expresar un estado de ánimo, o un modo de vivir, o una petición de orden ético.
Puedes imprimir un sentido real o imaginario, individual o colectivo, como ha
realizado Gabriela Mistral.
2) Imagina y transcribe una
conversación o plática entre la clase y la poeta Gabriela Mistral a propósito
de su poema y de su vida.
3) Realiza una exposición
sobre Gabriela Mistral, su poesía y su tiempo, para ser presentada ante la
clase o la comunidad escolar, con ayuda de medios TIC o pósteres, fotografías,
pequeña exposición bibliográfica, etc.
4) Aporta o crea imágenes que sirvan de
metáfora sobre el modo de vivir o, de una manera de entender la vida y afrontar
la existencia, resaltando algún elemento fundamental, como el árbol, siguiendo
el ejemplo de Gabriela Mistral. Aquí el apoyo musical y pictórico pueden ser
muy enriquecedores.
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