30/10/2020

Gabriela Mistral: "La mujer fuerte"; análisis y propuesta didáctica

 

Escultura de Fernando Botero, Oviedo (IX-2017) © SVM


 Gabriela Mistral - “La mujer fuerte”

LA MUJER FUERTE

 

Me acuerdo de tu rostro que se fijó en mis días,   1

mujer de saya azul y de tostada frente,

que en mi niñez y sobre mi tierra de ambrosía

vi abrir el surco negro en un abril ardiente.

     

Alzaba en la taberna, honda la copa impura         5

el que te apegó un hijo al pecho de azucena,

y bajo ese recuerdo, que te era quemadura,

caía la simiente de tu mano, serena.

     

Segar te vi en enero los trigos de tu hijo,

y sin comprender tuve en ti los ojos fijos,             10

agrandados al par de maravilla y llanto.

     

Y el lodo de tus pies todavía besara,

porque entre cien mundanas no he encontrado tu cara

¡y aun te sigo en los surcos la sombra con mi canto!

                         Desolación (1922)

  1. ANÁLISIS
  1. Resumen

Gabriela Mistral (Vicuña, Chile, 1889 - Nueva York, EEUU, 1957) es una magnífica poeta que nos dejó un legado literario hondo y profundo en nuestra lengua española. La intensidad y fuerza de su poesía no ha perdido un ápice de actualidad a lo largo de los años. Sus textos se caracterizan por la emotividad, la atención a las personas humildes, la denuncia del sufrimiento, una total empatía con la naturaleza y la transparencia verbal.

El poema que comentamos, “La mujer fuerte” presenta el retrato de una mujer campesina entregada a sus labores agrícolas y el impacto que su contemplación admirativa produce en el yo poético. De la mujer campesina apenas sabemos el color “tostado” de su frente y que viste un “sayal”, prenda rústica de lana propia de las personas humildes. De esa mujer nos llegan tres imágenes exteriores: laborea la tierra, siembra y recoge la cosecha. También se nos ofrece una imagen interior: se acuerda, con amargura, del hombre con quien tuvo un hijo; él frecuenta la taberna, ella cultiva la tierra. El contraste es lacerante y vivaz. Las dos últimas estrofas nos muestran al yo poético observando a la mujer en su dura faena agrícola, al tiempo que crece su admiración y respeto por ella. Admira su tesón y lamenta su triste y duro destino, de ahí la “maravilla y llanto” que despierta en el yo poético. Este se siente atraído por esa figura femenina, al punto que la sigue, entre los surcos, con sus versos de agradecimiento y admiración. Las referencias temporales son abril y enero: siembra y cosecha. En la estrofa final se produce un movimiento temporal al presente, donde el yo poético sigue buscando, sin éxito a la “mujer fuerte”.

Estamos ante un poema que combina hábilmente una imagen exterior, la de la campesina, con la consecuencia de su visión por parte del yo poético, de carácter interior o subjetivo. Alaba su resistencia, su tenacidad y su lucha sufrida a pesar de haber sido traicionada por el hombre con quien tuvo un hijo, acaso en turbias circunstancias. Como para compensarla de su sufrimiento, el yo poético muestra su admiración respetuosa ante esa mujer que se aleja por el surco, del que solo nos llega ya su sombra, acompañada por el canto del sujeto lírico.

2. Tema  

El tema del poema es la admiración conmocionada que una sufrida y tenaz campesina despierta en el yo poético, hasta el punto de que la sigue para conocerla más y transmitirnos su hondo respeto.

3. Apartados temáticos

El contenido del poema se modula en cuatro secciones temáticas, una por cada estrofa. Así, encontramos:

-Primera parte  (vv. 1-4): El yo poético interviene para evocar la figura de la campesina; la rescata de sus recuerdos infantiles y la describe con solo dos trazos precisos: ropa humilde y color de piel propio de la persona pobre expuesta al sol. Está laborando las tierras para la siembra.

-Segunda parte (vv. 5-8): en la segunda estrofa se produce un viaje al interior de la mente de la mujer. Mientras siembra, se acuerda del hombre, seguramente vil y alcohólico, que la dejó embarazada y abandonada en la vida. Contrasta con la serenidad de su mano esparciendo las semillas en los surcos.

-Tercera parte (vv. 9-11): la observa recoger la cosecha y el yo poético transmite su honda admiración por ella. Sin saber por qué, se siente atraído por esa figura digna y fuerte.

-Cuarta y última estrofa (vv. 12-14): muestra la admiración total del yo poético por esa mujer, de rostro irrepetible, humilde y grande a la vez. El yo poético no escapa de su hechizo y sigue la débil imagen que de ella aún conserva (“sombra”) para rendirle un tributo con su poema.

4. Métrica y rima

El poema está compuesto por catorce versos tetradecasílabos o alejandrinos; en la primera estrofa se observa la rima consonante ABAB; en la segunda, CDCE; en la tercera, EEF; y en la cuarta y última, GGF. Las dos primeras estrofas las podemos considerar serventesios en alejandrinos (que por los años veinte innovó y popularizó el modernismo, singularmente Rubén Darío); las dos últimas casi son tercetos, aunque con una disposición original. De este modo, el conjunto se puede identificar con un soneto en alejandrinos. No es una forma estrófica clásica, sino una variante en boga en los albores del siglo XX. Se trata de una estrofa poéticamente eficaz y musical. Al ser el verso más largo, admite más contenido y el ritmo imprime una musicalidad cadenciosa, suave y como melancólica, podríamos decir.

5. Análisis estilístico

Este poema nos ofrece una historia y su impacto emocional en el yo poético. Hay, pues, dos protagonistas, la mujer y el sujeto lírico. De hecho, el primer verbo del poema está conjugado en primera persona: “me acuerdo” (v. 1); es la memoria de este la que activa el poema. Se retrotrae a su niñez para fijar la imagen de la mujer campesina; nos la transmite con varias metonimias: “saya azul” y “tostada frente” (v.2). Dos adjetivos cromáticos acompañan a los dos sustantivos que, como metonimias, nos ofrecen la imagen de la mujer: rústica, humilde y de piel oscurecida. Lo cual contrasta con la feracidad y felicidad de la tierra, expresada con la metáfora “ambrosía” (v. 3), el alimento de los dioses que podía conceder la inmortalidad. Los adjetivos cromáticos poseen una especial expresividad; así, al surco se le llama “negro”, metáfora del dolor y sufrimiento de la mujer. Abril es un mes “ardiente”, metáfora también de los calores extremos y del duro trabajo agrícola de la mujer solitaria. Vemos que son los adjetivos los que aportan el mayor contenido metafórico; tras una primera significación cromática, nos deja ver una vida de dolor y esfuerzo.

La segunda estrofa cambia radicalmente de contenido; realiza como un travelling: vemos a un hombre, fanfarrón y alcohólico, en la taberna, acaso brindado; ¿por qué? No lo sabemos, acaso por sus hazañas amatorias. La baja catadura moral de ese hombre nos llega a través de las metáforas y metonimias contenidas en “honda la copa impura” (v. 5). Es el responsable del hijo que la mujer ha concebido. El recuerdo de esa relación lacerante y ardiente, expresado por “quemadura” (v. 7), la mujer siembra el terreno de laboreo. Se establece una viva antítesis de esas imágenes negativas con la mano “serena” (v. 8) de la mujer, metáfora de su firmeza y templanza, a pesar de los sinsabores de la vida.

Se repite el verbo “vi” (v. 9), evocación de la contemplación del yo poético, entonces niño, de la perseverancia de la mujer. Por entonces, no comprendía qué le fascinaba de esa mujer, que le provocaba admiración y dolor al mismo tiempo, expresadas ambas emociones con dos hondas metáforas, “maravilla y llanto” (v. 11); los dos sustantivos, uno abstracto y otro concreto, se completan a la perfección. La forma de los ojos del yo poético “fijos” y “agrandados” (vv. 10 y 11) expresan vivamente la sorpresa y hasta conmoción que le provocaba la visión de esa mujer.

El último terceto posee un carácter conclusivo y consecutivo. El yo poético vuelve al presente (se aprecia muy en los verbos conjugados en tiempos verbales en conexión con el presente; el presente de indicativo “sigo” (v. 14) lo expresa claramente). La admiración y respeto por esa mujer sigue intacto, como lo expresa la metáfora, con tintes dramáticos e hiperbólicos “Y el lodo de tus pies todavía besara”; esta imagen, de resonancias bíblicas, nos muestra la honda conmoción que esa mujer provocó en el alma del yo poético. En una ambigua y algo oscura metáfora, nos explica que nunca más vio a otra mujer tan valiente y tenaz como ella. El verso final forma un bello y hondo epifonema: la sigue recordando y admirando, por eso sigue la “sombra” (metáfora de la imagen debilitada que solo el recuerdo le trae ya) y la admira y la canta, a través, precisamente, de este poema que nos entrega a nosotros. La inmortaliza con su “canto” (metáfora de su poesía), para que quede un testimonio perdurable de esa mujer sin nombre, metáfora en sí misma de todas las mujeres vejadas y maltratadas por los hombres y la vida. Esas que, en silencio y con gran determinación, siguieron luchando para alimentar a sus hijos, en soledad y dolor, pero con la dignidad intacta.

6. Contextualización

Gabriela Mistral (Vicuña, Chile, 1889 - Nueva York, EEUU, 1957) es una de las más grandes poetas iberoamericanas de todos los tiempos. En su poesía se combina emoción, contemplación y misterio a partes iguales. Mistral extiende su mirada hacia los niños y las personas desvalidas, de las que se conduele en su sufrimiento y su soledad. Como poeta, ni crea una torre de marfil, ni se entrega a denuncias de poesía social más o menos ideologizada. Antes al contrario, asume con gran lirismo el sufrimiento ajeno y lo transmite con gran hondura y perfección poética. Sus formas métricas se amoldan muy bien a su contenido: no busca la sofisticación, sino la intensidad y la autenticidad de fondo y de forma.

Sun poemarios más importantes son Desolación (1922), libro del que procede el poema que hemos comentado, Tala (1938) y Lagar (1954). En todos ellos, su voz se eleva potente, limpia y honda, expresando ideas y sentimientos de ternura, dolor y angustia ante la vida y sus avatares 

7. Interpretación y valoración

Este soneto transmite dos historias, la de la mujer fuerte, campesina abandonada con un hijo, y la del yo poético, identificable con la poeta Mistral, recordando a la primera. Nos llegan, pues, dos historias, dos relatos, aunque entre los dos “personajes” nunca hubo una comunicación o reconocimiento personal.

La “mujer fuerte” es adulta cuando el yo poético la conoce, siendo esta una niña. Pero ya nunca la olvidará. Entró en su memoria y en su corazón casi sin comprenderlo. Vio en ella, en el momento de la escritura, al fin, las razones de su admiración: era una mujer perseverante, resistente y luchadora. A pesar de los reveses de la vida, traicionada por un hombre que le hizo un hijo y luego se desentendió de ella, continúa con tesón hacia adelante, trabajando la tierra para obtener los frutos que alimentarán a su hijo.

El epifonema final muestra el hondo impacto que le causó a la poeta, indeleble a lo largo del tiempo. El poema ofrece una forma métrica novedosa, algo rara y extrañamente adecuada para el contenido: cuenta dos historias y transmite una emoción. Todo ello se conjunta con musicalidad, hermosura, transparencia y autenticidad. Los ingredientes, como sabemos, de toda buena poesía.

 

2. PROPUESTA DIDÁCTICA

(Las siguientes actividades se pueden realizar de modo individual o en grupo; de manera oral o escrita; en clase o en casa; utilizando medios tradicionales o recursos TIC, según las circunstancias lo aconsejen).

2.1. Comprensión lectora

1) Resume el poema (100 palabras, aproximadamente).

2) Señala su tema principal y los secundarios.

3) Delimita los apartados temáticos, atendiendo a las modulaciones de sentido.

4) Analiza los aspectos métricos y de rima; deduce la estrofa empleada.

5) ¿Qué tono tiene el poema: festivo, narrativo, ligero o denso?

6) Señala las imágenes más importantes que jalonan el poema. Presta atención a las metáforas visuales y a los recursos de repetición.

7) Localiza y explica media docena de recursos estilísticos y cómo crean significado.

2.2. Interpretación y pensamiento analítico

1) Explica razonadamente en qué tiempo se desarrolla la acción poética.

2) ¿A quién recuerda el yo poético? ¿Qué sentimientos despierta en él?

3) ¿Qué importancia poética posee la naturaleza en el poema? Razona tu respuesta.

4) ¿Qué dos percepciones sensitivas predominan en el poema? 

5) Caracteriza “la mujer fuerte”, objeto poético de la composición.

6) ¿Qué otro personaje aparece en el poema? ¿Qué relevancia posee?

2.3. Fomento de la creatividad

1) Elabora un poema o texto en prosa que tome un tipo de persona, como la mujer fuerte, para expresar un estado de ánimo o un modo de vivir. Puedes imprimir un sentido real o imaginario, individual o colectivo, como ha realizado Gabriela Mistral.

2) Imagina y transcribe una conversación o plática entre la clase y la poeta Gabriela Mistral a propósito de su poema y de su vida.

3) Realiza una exposición sobre Gabriela Mistral, su poesía y su tiempo, para ser presentada ante la clase o la comunidad escolar, con ayuda de medios TIC o pósteres, fotografías, pequeña exposición bibliográfica, etc.

4) Aporta o crea imágenes que sirvan de metáfora sobre el destino de las personas, como el de la mujer fuerte, de una manera de entender la vida y afrontar la existencia, resaltando algún elemento fundamental, siguiendo el ejemplo de Gabriela Mistral.

 


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