31/10/2020

José Ángel Valente: "Serán ceniza..." (de "A modo de esperanza"); análisis y propuesta didáctica



 

Monte San Isidro, León (X-2020) © SVM

JOSÉ ÁNGEL VALENTE - “SERÁN CENIZA…” (DE A MODO DE ESPERANZA, 1955)

 

“SERÁN CENIZA…”

 

Cruzo un desierto y su secreta                                         1

desolación sin nombre.

El corazón

tiene la sequedad de la piedra

y los estallidos nocturnos                                                 5

de su materia o de su nada.

 

Hay una luz remota, sin embargo,

y sé que no estoy solo;

aunque después de tanto y tanto no haya

ni un solo pensamiento                                                   10

capaz contra la muerte,

no estoy solo.

 

Toco esta mano al fin que comparte mi vida

y en ella me confirmo

y tiento cuanto amo,                                                       15

lo levanto hacia el cielo

y aunque sea ceniza lo proclamo: ceniza.

 

Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora,

cuanto se me ha tendido a modo de esperanza.

                                    

                                       José Ángel Valente: A modo de esperanza, 1955

  1. ANÁLISIS
  1. Resumen

Este poema es el primero del poemario inicial de José Ángel Valente, A modo de esperanza (1955). Estamos ante el texto inaugural de la poesía valentiana; y sin embargo, ya posee los rasgos comunes que luego se confirmarán en el resto de su producción: hondura, reflexión, combinación de lo subjetivo con lo objetivo exterior, limpieza y transparencia expresiva a través de una cuidadosa selección léxica y de una equilibrada estructura poética.

El poema nos presenta a un yo poético en plena travesía, tanto de naturaleza física como mental. Cruza un paraje desierto, innominado y desolado. Su corazón aparece seco y exhausto, sin razones para seguir adelante, pues solo aparece la “nada”. En la segunda estrofa se produce un quiebro optimista. El yo poético descubre que no está solo, pues una “luz” irrumpe entre sus tinieblas interiores. No se hace ilusiones, por eso admite que nada vence a la muerte; sin embargo, en su trayecto, reitera que no está solo. La compañía se corporeiza en la mano de la persona que ama, a la que “tienta” para confirmar que no está solo. “Ceniza” en lo que acabará todo, pero antes la vida tuvo un sentido. En la última estrofa admite la disolución de la existencia, pero antes, la luz ha sido una razón “a modo de esperanza” que ha dotado de plenitud y razón a la existencia. 

2. Tema  

El asunto principal de este poema es la reivindicación del amor como eje fundamental de la existencia, pues la dota de sentido y ahuyenta la angustia de la soledad y lo absurdo. Lo podemos enunciar de otro modo: contemplación de la trayectoria vital plagada de asperezas y desalientos, pero al fin justificada por el amor y la compartición.

3. Apartados temáticos

El contenido del poema se modula en distintas secciones temáticas, tantas como estrofas. Así, encontramos:

-Primera parte y estrofa (vv. 1-6): Funciona a modo de introducción expositiva sobre el lamentable estado emocional del yo poético, en correspondencia con el mundo que lo rodea. Aridez y deflagraciones en la noche producto de su “materia o de su nada”.

-Segunda parte y estrofa (vv. 7-12): Se abre una rendija de esperanza en el sombrío panorama existencial del yo poético. La compartición de su vida con alguien retira a la soledad de su existencia, y eso funciona como una “luz remota”, es decir, un elemento optimista y positivo. Lo enuncia como aliviado de tanta pesadumbre anterior.

-Tercera parte y estrofa (vv. 13-17): Se explicita el fin de la soledad a través de cuatro acciones físicas tangibles: tocar la mano del ser amado, tentar lo que ama, levantarlo hacia el cielo y proclamarlo. Esta es la convicción de que no está solo.

-Cuarta parte y estrofa (vv. 18-19): Reafirmación de su esperanza existencial al vencer a la soledad y compartir su vida con otra persona, y eso aun a sabiendas de que todo acabará en ceniza, incluyendo las esperanzas presentes sobre el futuro.

4. Métrica y rima

El poema está compuesto por diecinueve versos de medida variable. Oscila desde el tetrasílabo (cuatro sílabas, v. 12) al tetradecasílabo (catorce sílaba, los tres últimos versos del poema); el contenido se distribuye en cuatro estrofas de seis, seis, cinco y dos versos cada una, respectivamente. No se mantiene una rima estable identificable con una estrofa definida. Estamos, por tanto, ante un poema en verso libre, estructura poética muy extendida en la literatura desde el siglo XX. 

5. Análisis estilístico

El yo poético marca su presencia en la primera palabra del poema, “Cruzo”. Nos está transmitiendo su experiencia actual, según nos lo advierte el empleo del verbo en presente de indicativo. El sujeto ficcional atraviesa un “desierto” desolado e innominado. Pronto descubrimos su valor metafórico; no es un paraje natural, sino el estado de su “corazón” (v. 3), seco y duro como la piedra, que emite crujidos nocturnos de su núcleo vacío. En esta primera estrofa se acumulan las sinestesias metaforizadas (“sequedad de la piedra”, v. 4) y personificaciones, atribuibles al desierto y al corazón, para crear imágenes negativas, tenebrosas y desalentadoras. 

La segunda estrofa adopta un tono optimista. Frente a lo “nocturno” de la estrofa anterior, el yo poético descubre “luz” (v. 7), metáfora de vida y de esperanza. Es “remota”, aunque le permite saber que no “no estoy solo” (v. 8). Las dos conjunciones adversativas (“sin embargo” y “aunque”) indican muy bien que el sujeto lírico sale adelante y encuentra su salida a pesar de las dificultades y escollos, como la “muerte” (v. 10). Esta se sobrelleva mejor en compañía porque dota de sentido y sentimiento a la travesía de la vida. La repetición de “no estoy solo” (vv. 8 y 12), siendo el único sintagma que ocupa todo el verso 12 expresa enfáticamente la alegría de saber que está acompañado.

La tercera estrofa comienza con un verbo en primera persona del singular del presente de indicativo, como ya lo vimos en la primera, índice claro de la presencia reivindicada y explícita del sujeto lírico. Pero aún hay más: en esta estrofa aparecen seis verbos en primera persona del singular del mismo tiempo verbal; esta repetición expresa con énfasis que su sujeto está vivo, siente algo parecido a la felicidad y desea comunicarlo a sus lectores. Los verbos indican acciones sensitivas y con movimiento, metáfora, pues, de la vida y de la comunicación amorosa; se elude al amor, precisamente, a través de una alusión: “Tiento cuanto amo” (v. 15).

La metonimia de “mano” por la persona acompañante y amada expresa a la perfección la corriente de comunicación entre ambos personajes. Es curioso reseñar que se elude la descripción de esa persona acompañante; sólo se indica de ella que “al fin comparte mi vida” (v.13); se ofrece un rasgo metonímico para resaltar la importancia de que se ha roto la soledad y ahora todo es más llevadero. Y ello a pesar de que, tras la muerte, ambos y todo serán ceniza, lo “proclamo”, es decir, lo asume resueltamente, ante el destino mismo, metaforizado en “cielo” (v. 16). La repetición de “ceniza” (v. 17) en el mismo verso --volverá a aparecer, a modo de concatenación, en el primer verso de la última estrofa-- nos señala la asunción de la materia mortal de que estamos compuestos, pero no por ello derrotados, pues hay vida y un trayecto por recorrer en compañía y con amor. Este mismo sentido se deriva del polisíndeton y la anáfora creados con la conjunción “y” en una posición privilegiada, como es el principio de verso (vv. 14, 15 y 17).

La última estrofa posee un sentido compilatorio y conclusivo-consecutivo. Comienza con la conjunción “aunque” (v. 18), como ya había ocurrido en la primera estrofa; el yo poético admite las dificultades de la travesía existencial; sin embargo, no lo arredran, sino que las asume como propias del camino. A pesar de que “cuanto tengo hasta ahora” no pase de ceniza, lo mismo que “cuanto se me ha tendido a modo de esperanza” (v. 19), el sujeto lírico se aferra enérgicamente a la vida y su sentido, atisbado o comprendido porque ha descubierto la comunicación y el amor.

El título y el desarrollo del poema presentan un elemento de intertextualidad muchas veces señalado. Es bien conocido el verso de Quevedo “serán ceniza, mas tendrá sentido”, cuyo sujeto había aparecido tres versos antes, “venas que humor a tanto fuego han dado”, procedente de su soneto “Amor constante más allá de la muerte”. Valente ha tomado un sintagma de un soneto amoroso del gran clásico barroco para establecer un diálogo a través del tiempo en el que el mensaje coincide: el amor es la única fuerza capaz de sustentar al hombre en la travesía vital, aun con la sombra incómoda, acechante e inevitable de la muerte (aludida a través de una metonimia, “ceniza”) en el horizonte lejano.

Los verbos en tiempo presente de indicativo y primera persona imprimen al poema una inmediatez casi física. El sujeto lírico no cuenta una historia, sino que abre su corazón para presentar sus temores y anhelos con una sinceridad total, viva y expresiva. El poema entero es como una fotografía interior de un hombre viviendo, con sus sombras y luces, sus miedos y esperanzas.

6. Contextualización

José Ángel Valente Docasar (Ourense, 1929 - Ginebra, Suiza, 2000) es un excelente poeta adscrito a la Generación del 50 o Generación del Medio Siglo. Ejerció la docencia en Oxford y se desempeñó de traductor para la OIT durante décadas. Su infancia ourensana se complementa muy bien con su madurez almeriense.

Aunque también transitó por la poesía de tono social y denuncia política propia de esos poetas en sus fases iniciales, recorrió un camino poético propio a través de la poesía de influencia mística de diferentes religiones y tendencias. Persigue e indaga sobre la expresión de lo inefable, el sentido de lo nombrado, la verdadera esencia de las cosas, el origen y proceso del acto creador, etc. Este tipo de poesía se ha etiquetado como “poesía del silencio” (la expresión de lo inefable, o la escucha de lo que no tiene sonido) y “poesía del conocimiento”, pues el acto poético es herramienta para explorar, conocer y saber cómo conocemos, en conexión con la hermenéutica.

Estamos, pues, ante una poesía esencialista, indagatoria del ser, bastante conceptual y transcendental. Su lenguaje poético se caracteriza por la concentración expresiva y la claridad y precisión de significación. Sus poemarios de mayor relevancia son A modo de esperanza (1955), Punto cero (1972; recoge toda su producción anterior), Mandorla (1982), No amanece el cantor (1992), etc.

Valente dejó importantes libros de ensayos literarios, estéticos e interpretativos sobre autores y asuntos de su querencia. Son de especial significación Las palabras de la tribu (1971), La piedra y el centro (1982), etc. También tradujo poetas de otras lenguas y creó obras en las que se trabaja con la palabra y la imagen (fotografía, pintura, etc.) al alimón con pintores como A. Tàpies.

7. Interpretación y valoración

José Ángel Valente es un poeta grave, profundo y sintético. Sus poemas son artefactos significativos y estéticos sometidos a una fuerte tensión y comprensión de sentido. Con pocas palabras, las justas, se nos invita a una reflexión, una contemplación o una participación en una especulación sobre la existencia, las formas de las cosas, los modos de conocer, etc. Y todo ello en un envoltorio poético sobrio y comedido, pero tremendamente eficaz por el uso feliz de un léxico sustancioso y unos recursos estupendamente elegidos.

Lo podemos comprobar en el poema que estamos analizando. Estamos ante una fotografía del interior del yo poético: nos abre su corazón y nos permite ver sus dudas y temores, sus anhelos y esperanzas. A pesar de la constatación de que la existencia se pulveriza con la muerte, la compañía o la comunión de la ruta vital, a veces por el desierto, le da a aquella un sentido pleno y superior. El hombre solo está ciego, la carencia del amor nos conduce al absurdo. Tan pronto como descubrimos la compartición y el amor, las cenizas del final del trayecto adquieren una trascendencia que le da sentido pleno a la existencia y sus vicisitudes. Este bello y contenido poema manifiesta así el deseo de vivir,  amar y compartir para que el derrotero existencial adquiera, en su tragedia, plenitud. 


2. PROPUESTA DIDÁCTICA

(Las siguientes actividades se pueden realizar de modo individual o en grupo; de manera oral o escrita; en clase o en casa; utilizando medios tradicionales o recursos TIC, según las circunstancias lo aconsejen).

2.1. Comprensión lectora

1) Resume el poema (100 palabras, aproximadamente).

2) Señala su tema principal y los secundarios.

3) Delimita los apartados temáticos, atendiendo a las modulaciones de sentido.

4) Analiza los aspectos métricos y de rima; deduce la estrofa empleada.

5) ¿Qué tono tiene el poema: festivo, narrativo, ligero o denso?

6) Señala las imágenes más importantes que jalonan el poema, sobre todo referidas a cómo la poesía se asentó en el yo poético.

7) Localiza y explica media docena de recursos estilísticos y cómo crean significado.

2.2. Interpretación y pensamiento analítico

1) La muerte es el fin de la vida, pero hay algo que dota a esta de sentido. Señálalo razonadamente.

2) ¿Cuál es el estado espiritual del yo poético en la primera estrofa? Coincide con el de la segunda?

3) ¿Qué importancia poética poseen los efectos de repetición en el poema? Razona tu respuesta.

4) Cuando el poeta habla de “mano” y “ceniza”, ¿a quién se refiere?

5) En una de las estrofas aparecen bastantes verbos conjugados en primera persona del singular del presente de indicativo. ¿Qué efecto produce?

6) ¿Cómo apreciamos en el poema el contraste entre oscuridad y claridad (noche / luz)? Fíjate en la primera estrofa e interpreta su sentido.

2.3. Fomento de la creatividad

1) Elabora un poema o texto en prosa que exprese la imagen de la vida como un camino o travesía y las dificultades que surgen. Puedes imprimir un sentido real o imaginario, individual o colectivo. Puedes dotarlo de un sentido simbólico, como ha realizado José Ángel Valente.

2) Imagina y transcribe una conversación o plática entre la clase y el poeta José Ángel Valente a propósito de su poema y de su vida.

3) Realiza una exposición sobre José Ángel Valente, su poesía y su tiempo, para ser presentada ante la clase o la comunidad escolar, con ayuda de medios TIC o pósteres, fotografías, pequeña exposición bibliográfica, etc.

4) Aporta o crea imágenes que sirvan de metáfora de una manera de entender la vida y afrontar la existencia, resaltando algún elemento fundamental, como el amor, siguiendo el ejemplo de José Ángel Valente.

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