01/11/2020

"Historia del jorobado y sus peligrosos enemigos" (de "Las mil y una noches); análisis y propuesta didáctica

 

Río Bernesga, León (XI-2020) © SVM

LAS MIL Y UNA NOCHES: “HISTORIA DEL JOROBADO Y SU INCREIBLE MUERTE” (ANÓNIMO)

a) Texto adaptado

Entonces Sherezade dijo al rey Shariar, su marido:

—He llegado a saber, ¡oh rey afortunado! que en la antigüedad del tiempo y en lo pasado de las edades y de los siglos, hubo en una ciudad de la China un hombre que era sastre y estaba muy satisfecho de su condición. Amaba las distracciones apacibles y tranquilas y de cuando en cuando acostumbraba a salir con su mujer, para pasearse y recrear la vista con el espectáculo de las calles y los jardines. Pero cierto día que ambos habían pasado fuera de casa, al regresar a ella, al anochecer, encontraron en el camino a un jorobado de tan grotesca facha, que era antídoto de toda melancolía y haría, reír al hombre más triste, disipando toda pesar y toda aflicción.

Inmediatamente se le acercaron el sastre y su mujer, divirtiéndose tanto con sus chanzas, que le convidaron a pasar la noche en su compañía. El giboso hubo de responder a esta oferta como era debido; uniéndose a ellos, llegaron juntos a la casa. Entonces el sastre se apartó un momento para ir al zoco antes de que los comerciantes cerrasen sus tiendas, pues quería comprar provisiones con que obsequiar al huésped. Compró pescado frito, pan fresco, limones, y un gran pedazo de tarta para postre. Después volvió, puso todas estas cosas delante del jorobado, y todos se sentaron a comer.

Mientras comían alegremente, la mujer del sastre tomó con los dedos un gran trozo de pescado y lo metió por broma todo entero en la boca del corcovado, tapándosela con la mano para que no escupiera el pedazo, y exclamó:

—¡Tienes que tragarte ese bocado de una vez sin remedio, o si no, no te suelto!

Entonces, el jorobado, tras muchos esfuerzos, acabó por tragarse el pedazo entero. Pero desgraciadamente para él, había decretado el Destino que en aquel bocado hubiese una enorme espina. Y esta espina se le atravesó en la garganta ocasionándole en el acto la muerte.

Cuando el sastre vio morir de aquella manera al jorobado, exclamó:

—¡Sólo Alá él Altísimo y Omnipotente posee la fuerza y el poder! ¡Qué desdicha que este pobre hombre haya venido a morir precisamente entre nuestras manos!

Pero la mujer replicó:

—¿Y qué piensas hacer ahora?

Su marido respondió:

—No sé, en verdad, qué hacer.

Pero su mujer ordenó:

—Levántate, que entre los dos lo llevaremos, tapándole con una colcha de seda, y lo sacaremos ahora mismo de, aquí, yendo tú detrás y yo delante. Y por todo el camino irás diciendo en alta voz: “¡Es mi hijo, y ésta es su madre! Vamos buscando a un médico que lo cure. ¿En dónde hay un médico?”

Al oír el sastre estas palabras, se levantó, cogió al corcovado en brazos, y salió de la casa en seguimiento de su esposa. Y la mujer empezó a clamar:

—¡Oh mi pobre hijo! ¿Podremos verte sano y salvo? ¡Dime! ¿Sufres mucho? ¡Oh maldita viruela! ¿En qué parte del cuerpo te ha brotado la erupción?

Y al oírlos, decían los transeúntes: “Son un padre y una madre que llevan a un niño enfermo de viruelas.” Y se apresuraban a alejarse.

Y así siguieron andando el sastre y su mujer, preguntando por la casa de un médico, hasta que los llevaron a la de un médico judío. Llamaron entonces, y en seguida bajó una criada, abrió la puerta, y vio a aquel hombre que llevaba un niño en brazos, y a la madre que lo acompañaba. Y ésta le dijo:

—Traemos un niño para que lo vea el médico. Toma esta moneda de plata y dásela por adelantado a tu amo, rogándole que baje a ver al niño, porque está muy enfermo.

Volvió a subir entonces la criada, y en seguida la mujer del sastre traspuso el umbral de la casa, hizo entrar a su marido, y le dijo:

—Deja en seguida ahí el cadáver del giboso. Y vámonos a escape.

 El sastre soltó el cadáver del jorobado, dejándolo arrimado al muro, sobre un peldaño de la escalera, y se apresuró a marcharse, seguido por su mujer.

En cuanto a la criada, entró en casa de su amo el médico judío, y le dijo:

—Ahí abajo queda un enfermo, acompañado de un hombre y una mujer, que me han dado para ti esta moneda de plata para que recetes algo que le alivie.

Cuando el médico judío vio la moneda, se alegró mucho y se apresuró a levantarse; pero con la prisa no se acordó de coger una luz para bajar. Y por esto tropezó con el jorobado, derribándole. Y muy asustado, al ver rodar a un hombre, le examinó en seguida. Al comprobar que estaba muerto, se creyó causante de su muerte. Y gritó entonces:

—¡Oh Señor! Por las diez palabras santas! He aquí que acabo de tropezar con este enfermo, y le he tirado rodando por la escalera. Pero ¿cómo salgo yo ahora de casa con un cadáver?

De todos modos, acabó por cogerlo y llevarlo desde el patio a su habitación, donde lo mostró a su mujer, contando todo lo ocurrido. Y ella exclamó aterrorizada:

—¡No, aquí no lo podemos tener! ¡Sácalo de casa cuanto antes! Como continúe con nosotros hasta la salida del sol, estamos perdidos sin remedio. Vamos a llevarlo entre los dos a la azotea y desde allí lo echaremos a la casa de nuestro vecino el musulmán. Ya sabes que es el proveedor de la cocina del rey, y su casa está infestada de ratas, perros y gatos, que bajan por la azotea para comerse las provisiones de aceite, manteca y harina. Por tanto, esos bichos no dejarán de comerse este cadáver hasta no quedar nada de él.

El médico judío y su mujer cogieron al corcovado y lo llevaron a la azotea, y desde allí lo hicieron descender pausadamente hasta la casa del proveedor, dejándolo de pie contra la pared de la cocina. Después se alejaron tranquilamente camino de su casa.

Al poco de que el giboso se hallara arrimado contra la pared, el proveedor, que estaba ausente, regresó a su casa, abrió la puerta, encendió una vela, y entró. Y encontró a un hombre de pie en un rincón, junto a la pared de la cocina. Sorprendidísimo, exclamó:

—¿Qué es eso? He aquí, que el ladrón que acostumbraba a robar mis provisiones no era un bicho, sino un ser humano. Este es el que me roba la carne y la manteca, a pesar de que las guardo cuidadosamente por temor a los gatos y a los perros. Bien inútil habría sido matar a todos los perros y gatos del barrio, como pensé hacer puesto que este individuo es el que bajaba por la azotea.

Y en seguida agarró el proveedor una enorme estaca, yéndose para el hombre; le dio de garrotazos y, aunque le vio caer, le siguió apaleando. Pero como el hombre no se movía, el intendente advirtió que estaba muerto, y entonces dijo desolado:

—¡Malditas sean la manteca y la carne, y maldita esta noche! Se necesita tener toda la mala suerte que yo tengo para haber matado así a este hombre. Y no sé qué hacer con él.

Después lo miró con mayor atención, comprobando que era giboso. Y lo recriminó:

—¿No te basta con ser corcovado? ¿Querías también ser ladrón y robarme la carne y la manteca de mis provisiones? ¡Oh Dios protector, ampárame con el velo de tu poder!

Y como la noche se acababa, el proveedor se echó a cuestas al jorobado, salió de su casa y anduvo cargado con él hasta que llegó a la entrada del zoco. Se paró, colocó de pie al giboso junto a una tienda, en la esquina de una bocacalle y se fue.

Y al poco tiempo de estar allí el cadáver del jorobado, acertó a pasar un cristiano copto que era comerciante. Aquella noche estaba beodo; en tal estado, iba a los baños a asearse. Su borrachera le incitaba a las cosas más curiosas, y se decía: “¡Vamos, que eres casi como el Mesías!” Marchaba haciendo eses y tambaleándose; acabó por llegar adonde estaba el jorobado.

De pronto vio al jorobado delante de él, apoyado contra la pared. Al encontrarse con aquel hombre, que seguía inmóvil, se le figuró que era un ladrón y que acaso fuese quien le había robado el turbante, pues iba sin nada en la cabeza. Entonces se abalanzó contra aquel hombre, y le dio un golpe tan violento en la nuca que lo hizo caer al suelo. En seguida empezó a dar gritos llamando al guarda del zoco. Con la excitación de su embriaguez, siguió golpeando al corcovado y quiso estrangularlo, apretándole la garganta con ambas manos. En este momento llegó el guarda del zoco y vio al copto encima del giboso, dándole golpes y a punto de ahogarlo. Y el guarda dijo:

—¡Deja a ese hombre y levántate!

El comerciante copto se levantó. El guarda del zoco se acercó al jorobado, que se hallaba tendido en el suelo, lo examinó y vio que estaba muerto. Y gritó:

—¿Cuándo se ha visto que un copto tenga la audacia de golpear a un musulmán y matarlo? Y el guarda se apoderó de él, le ató las manos a la espalda y le llevó a casa del walí. El copto se lamentaba y decía:

—¡Oh Mesías, oh Virgen! ¿Cómo habré podido matar a ese hombre? ¡Y qué pronto ha muerto, sólo de un puñetazo! Se me pasó la borrachera, y ahora viene la reflexión.

Llegados a casa del walí, el comerciante y el cadáver del corcovado quedaron encerrados toda la noche, hasta que el walí se despertó por la mañana; interrogó al comerciante copto, que no pudo negar los hechos referirlos por el guarda, del zoco. Y el walí no pudo hacer otra cosa que condenarlo a muerte. Ordenó pregonar por toda la ciudad la sentencia de muerte del copto. Luego mandó que levantasen la horca y se llevasen a ella al sentenciado.

Entonces se acercó el verdugo, preparó la cuerda, hizo el nudo corredizo y se lo pasó por el cuello. Ya iba a tirar de él, cuando, de pronto, el proveedor del sultán hendió la muchedumbre y abriéndose camino hasta el copto, que estaba de pie junto a la horca, dijo al verdugo:

—¡Detente! ¡Yo soy quien ha matado a ese hombre!

El walí le preguntó:

—¿Y por qué le mataste?

El proveedor respondió:

—Vas a saberlo. Esta noche, al entrar en mi casa, advertí que se había metido en ella descolgándose por la terraza, para robarme las provisiones. Y le di un golpe en el pecho con un palo, y en seguida le vi caer muerto. Entonces le cogí a cuestas y le traje al zoco, dejándole de pie arrimado contra una tienda. Y he aquí que ahora, con mi silencio iba a ser causa de que matasen a este comerciante copto, después de haber sido yo quien mató a un musulmán. ¡A mí, pues, hay que ahorcarme!

Cuando el walí hubo oído las palabras del proveedor, dispuso que soltasen al copto. Ordenó al verdugo:

—Ahora mismo ahorcarás a este hombre, que acaba de confesar su delito.

Entonces el verdugo tomó la cuerda que había pasado por el cuello del copto y rodeó con ella el del proveedor y lo llevó juntó al patíbulo. Cuando lo iba a levantar en el aire, de pronto el médico judío atravesó la muchedumbre, y dijo a voces al verdugo:

—¡Aguarda! ¡El único culpable soy yo! —Luego contó así la cosa—: sabed todos que este hombre me vino a buscar para consultarme, a fin de que lo curara. Y cuando yo bajaba la escalera para verle, como era de noche, tropecé, con él y rodó hasta lo último de la escalera, convirtiéndose en un cuerpo sin alma. De modo que no deben matar al proveedor, sino a mí solamente.

Así las cosas, el walí dispuso la muerte del médico judío. El verdugo quitó la cuerda del cuello del proveedor y la echó al del médico judío. De pronto, se vio llegar al sastre, que, atropellando a todo el mundo, dijo:

—¡Detente! Yo soy quien lo maté. Y he aquí lo que ocurrió. Salí ayer de paseo y regresaba a mi casa al anochecer. En el camino encontré a este giboso, que estaba borracho y muy divertido, pues llevaba en la mano una pandereta y se acompañaba con ella cantando graciosamente. Me detuve para contemplarle y divertirme, y tanto me regocijó, que lo convidé a comer en mi casa. Y compré pescado entre otras cosas. Cuando estábamos comiendo, tomó mi mujer un trozo de pescado, que colocó en otro de pan, y se lo metió todo en la boca a este hombre y el bocado le ahogó, muriendo en el acto. Entonces lo cogimos entre mi mujer y yo y lo llevamos a casa del médico judío. Bajó a abrimos una criada, y yo le dije una mentira. Después le di una moneda de plata para su amo. Y mientras ella subía, agarré en seguida al jorobado y lo puse de pie contra el muro de la escalera. Yo y mi mujer nos fuimos a escape. Entretanto, bajó el médico judío para ver al enfermo; pero tropezó con el jorobado, que cayó en tierra, y el judío creyó que lo había matado él.

Y en este momento, el sastre se volvió hacia el médico judío y le preguntó:

—¿No fue así?

El médico repuso:

—¡Esa es la verdad!

Entonces, el sastre, dirigiéndose al walí, exclamó:

—¡Hay, pues, que soltar al judío y ahorcarme a mí!

El walí, prodigiosamente asombrado, afirmó:

—En verdad que esta historia merece escribirse en los anales y en los libros—. Después mandó al verdugo que soltase al judío y ahorcase al sastre, que se había declarado culpable. Entonces el verdugo llevó al sastre junto a la horca, le echó la soga al cuello, y dijo:

—¡Esta vez va de veras! ¡Ya no habrá ningún otro cambio! –-y tomó la cuerda.

El corcovado, no era otro que el bufón del sultán, del que ni una hora podía separarse de él. Se había emborrachado aquella noche y se había escapado de palacio, permaneciendo ausente toda la noche.

Al otro día, cuando el sultán preguntó por él, le contaron la muerte del jorobado y el lío con los asesinos. El sultán, sin querer escuchar más, llamó a un secretario y le dijo:

—Baja en seguida en busca, del walí y ordénale que traiga a toda esa gente que está junto a la horca.

El secretario bajó, y llegó junto al patíbulo, precisamente cuando el verdugo iba a ejecutar al sastre. El secretario, horrorizado, gritó:

—¡Detente!

En seguida le contó al walí que esta historia del jorobado había llegado a oídos del rey. Se llevó ante el sultán al walí, al sastre, al médico judío, al proveedor de palacio y al comerciante copto, mandando transportar también el cuerpo del jorobado.

Cuando el walí se presentó ante el rey, se inclinó, besó la tierra y refirió toda la historia. El sultán, al oír tal historia, se maravilló mucho. Después mandó a los escribas de palacio que escribieran esta historia con aguja de oro. Y luego preguntó a todos los presentes:

—¿Habéis oído alguna vez historia semejante a la del jorobado?

 El comerciante copto avanzó un paso, besó la tierra entre las manos del rey, y dijo:

—¡Oh rey! Sé una historia mucho más asombrosa que nuestra aventura con el giboso. La referiré, con tu venia, porque es más sorprendente, más extraña y más deliciosa que la del jorobado.

Y replicó el rey:

—¡Ciertamente! Desembucha lo que hayas de decir para que lo oigamos.

Entonces, el comerciante copto contó la historia de un joven de Bagdag al que le cortaron la mano derecha en El Cairo, de donde él era, por robar, tras haberse arruinado por el amor de una mujer; la mujer había ahorrado el dinero de los regalos del joven, ahora manco; se casaron, pero ella murió de pena unos meses después; el viudo le cedió parte de sus ganancias al comerciante copto y regresó a El Cairo.

Al rey no le agradó mucho la historia y mandó que los ahorcaran a todos por haber asesinado al bufón. El proveedor, muerto de miedo, solicitó contar una historia más maravillosa que la del copto. El sultán le dio permiso y prometió liberarlos si era tan inaudita como decía.

El proveedor relató la historia de un hombre de Bagdag que se enamoró de una joven muy bella. Pero en la noche de bodas comió un plato de arroz con fuerte sabor a ajo. La mujer lo rechazó y le mandó cortar los dedos índices de ambas manos, y aun de los pies. Luego lo perdonó y vivieron felices, pero ella murió al año.

Al rey no le agradó mucho la historia y mandó que los ahorcaran de todos modos. El médico judío, muerto de miedo, solicitó contar una historia más maravillosa que la del proveedor. El sultán le dio permiso y prometió liberarlos si era tan inaudita como decía.

El médico contó la historia de un muchacho que le habían cortado la mano derecha por haber robado un collar de perlas, según una falsa acusación. Sin saberlo, se había enamorado de la hija mayor del gobernador de Damasco; está mató a su hermana por celos. Al fin, se casó con la tercera hermana, sin el brazo derecho.

Al rey no le agradó mucho la historia y mandó que los ahorcaran de inmediato. El sastre, muerto de miedo, solicitó contar una historia más maravillosa que la del judío. El sultán le dio permiso y prometió liberarlos si tan asombrosa era.

El sastre contó la historia de un joven de Bagdag que perdió una pierna huyendo del palacio del gobernador de la ciudad. Estaba allí porque era enamorado de su hija, pero un barbero muy charlatán y presuntuoso lo seguía y descubrió su escondite. Huyendo del palacio, perdió la pierna. Luego el joven se encontró con el barbero en un convite donde estaba el sastre, y relató su historia, pero se quería ir por no coincidir con el causador de su cojera.

En ese convite, el barbero afirmó que era persona juiciosa y contó una historia para demostrarlo. Tras librarse de ser decapitado por su tontería, cuenta la historia de sus seis hermanos: Babuk, el sastre cojo, castigado públicamente por intentar seducir a una mujer casada. El-Haddar, sin oficio, necio, fue ridiculizado por unas mujeres que lo maquillaron como a fémina y lo pasearon en un burro, montado al revés, por Bagdag. Bacbac, el tercer hermano, ciego, era pordiosero, castigado por avaricioso y algo estúpido. El-Kuz, tuerto, carnicero y zapatero, castigado por el engaño inducido por una bruja. El-Aschar, el desorejado y desnarigado por unos ladrones, muy gordo, al que engañó una vieja y le robó todo. Schakalik, el pobre, con los labios cortados; se los mutilaron en una peregrinación a La Meca y fue seducido por la mujer de su amo, que lo expulsó de su casa.

El sastre y los otros invitados encerraron al barbero en una habitación oscura entre ratas. El rey, al oír esta historia, mandó llevar a su presencial al barbero, lo que rápidamente se hizo, siguiendo las indicaciones del sastre.

El barbero era un hombre mayor y de pelo canoso. Agradeció al rey su liberación. Al ver el cadáver del giboso, afirmó:

—Este hombre aún tiene el alma en el cuerpo.

—Pues demuéstralo o pagarás tu majadería por afirmar eso –replicó el rey, irritado.

Ante el asombro de todos, sacó de su zurrón unas largas tenazas de hierro, las introdujo en el garguero del giboso, manipuló en varios sentidos, y las sacó al fin, llevando en ellas el pedazo de pescado y la espina, causa de su ahogamiento. Éste estornudó estrepitosamente, abrió los ojos, volvió en sí, se palpó la cara con las manos, dio un brinco, se puso en pie y exclamó:

—¡Mohamed es el Enviado de Alá!

Y todos los circunstantes quedaron estupefactos y llenos de admiración hacia el barbero. Tras reponerse de su emoción, empezaron a reír a carcajadas al ver la cara del jorobeta. El rey exclamó:

—¡Qué ventura tan prodigiosa! ¡En mi vida he visto nada más sorprendente y extraordinario! —y añadió—: ¡Oh vosotros, aquí presentes! ¿Habéis visto alguno que así se muera un hombre para resucitar después? Si no hubiese estado aquí este barbero el día de hoy habría sido el último de la vida del corcovado. Y sólo por la ciencia y el mérito de este barbero admirable y lleno de capacidad hemos podido salvar su vida --todos los presentes asintieron.

El rey, lleno de júbilo, mandó que inmediatamente se escribieran con letras de oro la historia del jorobado y la del barbero, y que se conservasen en los archivos del reino. Así se ejecutó puntualmente. En seguida regaló un magnífico traje de honor a cada uno de los acusados, al médico judío, al comerciante copto, el proveedor y al sastre, y los agregó al servicio de su persona y del palacio, y les mandó hacer las paces con el jorobeta. A éste le hizo maravillosos regalos, le colmó de riquezas, le nombró para altas cargos y lo eligió como compañero de mesa y bebida. Al barbero le hizo vestir un suntuoso traje de honor y lo nombró barbero y peluquero de su persona y del reino.

Siguieron viviendo la vida más próspera y más dichosa, hasta que puso término a su felicidad la Arrebatadora de todo goce, la Dislocadora de toda intimidad, la Separadora de los amigos.

Al terminar su relato, la discretísima Sherezade dijo al rey:

—No creas, ¡oh rey! que esta historia sea tan notable y sorprendente como la de Ghanem ben-Ayub y su hermana Fetnah.


b) Análisis

“El jorobado y su increíble muerte” es uno de los cuentos más interesantes de Las mil y una noches. Este es un libro de origen tradicional oriental; entró en Occidente a través de la literatura española, primero; después, a través de traducciones en francés y otras lenguas a principios del siglo XVIII y centurias siguientes. Este texto recoge una enorme corriente fabuladora de literatura cuentística oral y popular, a través de muchos siglos, en distintos países y culturas. El conjunto abarca doscientos cuentos aproximadamente, lo que nos da una idea de su abrumadora riqueza y variedad. Las lenguas originarias de creación fueron el hindi, el persa, el árabe y el turco, y acaso algunas más. Aquí hemos adaptado libremente uno de los cuentos, con el fin de proporcionar una extensión, variedad y fluidez conforme a los estándares de escritura creativa de hoy.

1. Resumen

Sherezade, joven noble y bella, ha contraído matrimonio recientemente con el rey Shariar. Para que no la ejecute, cada noche le relata un cuento con tan buena maña, dosificando la intriga e interrumpiendo el texto en el clímax narrativo, que deja en ascuas al rey, quien pospone su decisión hasta el día siguiente. En este caso, Sherezade le relata la historia del jorobado, un bufón de una corte oriental. Un sastre lo invita a cenar a su casa, pero en una broma el giboso se atraganta y muere. Se deshacen del cadáver en casa del proveedor del gobernador, que piensa que lo ha matado él a golpes. Se deshace del cuerpo en casa de un médico judío, que piensa que lo aniquilado en un tropiezo desgraciado. Abandona el cuerpo en la calle y un comerciante copto lo apalea pensando que le había robado el turbante. La autoridad se dispone a ahorcar a este último, pero aparece el anterior “asesino” y confiesa su culpa, y así los cuatro. Al fin, se entera el rey y manda que los lleven a todos a su presencia. Pronto el rey decide ajusticiarlos a todos por haber liquidado a su bufón preferido. Pero los “asesinos” le piden por gracia contar una historia muy interesante. Entre ellas sobresale la del sastre, que había conocido ese mismo día a un barbero lenguaraz e imaginativo, quien había contado la historia de sus seis hermanos. Un manco también cuenta la suya, harto interesante porque considera al barbero el causante de sus desgracias. El rey pide ahora que busquen al barbero, que había quedado encerrado en una cámara lúgubre. Ante su presencia, aplica un ungüento al cuello del corcovado; tras una hora, le extrae con unas grandes tenazas el pescado atragantado y vuelve a la vida. El rey, agradecido por el milagro, premia a todos dadivosamente. Sherezade anuncia una nueva historia aún más intrigante.

2. Tema

El tema principal se puede enunciar así: el miedo y la valentía, junto con el azar, dan grandes vuelcos a la vida, siempre imprevisible y sometida a la voluntad de los dioses.

Existen otros temas secundarios, que enumeramos: la habilidad para contar historias puede salvar la vida, la codicia acarrea grandes males, la lujuria es parte de la vida y conduce al hombre al abismo, la honestidad suele tener premio para las personas y, finalmente, el milagro y la magia obra consecuencias inesperadas, etc.

3. Apartados temáticos

Este cuento, de autor anónimo y tradición popular, posee una estructura clásica. Por eso encontramos tres partes. Pero como estamos ante un cuento introducido en otro, posee un apartado final donde se anuncia el siguiente relato:

-Una primera parte introductoria donde Sherezade presenta a los personajes e introduce la trama. Este breve apartado ocupa hasta el fin de la primera intervención de Sherezade.

-La segunda parte es muy amplia. Abarca desde el tercer párrafo hasta los cuatro párrafos finales, que quedan excluidos. Aquí hay muchos subapartados, que operan por concatenación. De un personaje con sus acciones o su historia se pasa al siguiente, que surge del anterior. Es una anadiplosis narrativa muy amplia y muy bien trabada.

-La tercera parte vuelve a ser muy breve. Estamos ante el desenlace o conclusión, donde todos los hilos narrativos confluyen.

-La cuarta parte está constituida por la breve intervención de Sherezade, donde anuncia “la notable y sorprendente como la de Ghanem ben-Ayub y su hermana Fetnah”. Es un modo de captar la atención de su marido el iracundo rey Shariar.

Como vemos, estamos ante una división temática lógica y coherente. El lector percibe los cambios de cuento en cuento, perfectamente concatenados. Aunque aquí se ha suprimido en aras a la brevedad, en el original se marcan los cambios de noche y las intervenciones de fin y cierre de narración de cada noche por parte de Sherezade. La voz narrativa está ahí e imprime coherencia al conjunto de cuentos; es un modo eficaz de ordenar y facilitar la lectura.

4. Personajes

Los protagonistas son los cuatro “asesinos” del jorobado: el sastre musulmán, el proveedor también musulmán, el médico judío y el comerciante copto. Nótese la variedad de oficios y religiones. Todos ellos son cobardes y miedosos, pero honestos y valientes a su debido tiempo.

El corcovado ocupa un papel pasivo; no habla en toda la obra, ni apenas actúa: sólo morirse y resucitar. A su mismo nivel está el rey de China, que es quien decide si las historias tienen la suficiente calidad como para salvar la vida de los cuatro “homicidas”. Se muestra bastante colérico, impaciente y severo, pues amenaza con la muerte a los implicados si no aplacan sus ansias literarias –escuchar una buena historia-- de modo inmediato y satisfactorio.

También el barbero adquiere una gran relevancia. Es un personaje secundario, pues aparece más tarde y no está involucrado en el “homicidio” inicial del giboso, pero es quien obra el milagro con un aceite y unas buenas tenazas: “resucita” al bufón cuando todos lo daban por muerto. Su carácter es literariamente rico porque oscila entre lo enfadoso y lo gracioso, entre lo repugnante y estúpido, y lo admirable por su inteligencia.

Un personaje significativo, aunque está como entre bambalinas, es la propia narradora, Sherezade. No actúa, solo habla, pero de manera inteligente, dosificada y cautivadora para sus oyentes y para nosotros. Secretamente, vamos admirando su habilidad contadora y su ingeniosa elocuencia, lo que le permite salvar su vida noche a noche.

5. Narrador

Sherezade es la narradora principal, del relato marco. Pero luego muchos personajes cuentan una historia, o varias, como el locuaz barbero. Aquí podemos apreciar el alto grado de elaboración narrativa. Primero tenemos a una narradora general, que dice que desea contar una historia a su marido real, pues es el modo de salvar su vida un día más. Esta misma narradora reaparece en el último apartado, donde anuncia una nueva historia. En el texto original asoma al final de cada noche y al principio de la siguiente.

Los autores anónimos componen con la estructura de relato marco, también conocido como técnica de mise en abyme: un relato dentro de otro relato, y así sucesivamente, a modo de muñecas rusas o cajas chinas. Es una técnica perfecta para potenciar la trama y diversificar el contenido.

6. Lugar y tiempo de la acción narrada

En cuanto al lugar, genéricamente estamos en Oriente. Aparecen ciudades clásicas (El Cairo, Bagdag, Alepo, Mosul, etc.) y el reino de China, el más oriental. Los cuentos nacieron justamente en esas tierras, así que es lógico que la acción narrativa discurra allí. Para el lector occidental, posee un ingrediente de exotismo, misterio, fascinación... pues las diferencias culturales y la lejanía --al menos, en los siglos pasados-- abonan la imaginación y la fantasía lectora.

El tiempo de la escritura no se puede determinar con precisión. Estamos ante un libro que ha cristalizado por decantación a lo largo de los siglos, cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos. Muchos cuentos de diversas procedencias y culturas, con modificaciones frecuentes, dieron como resultado este hermoso libro dado a conocer en Occidente, como bloque unitario, en los primeros años del siglo XVIII, gracias a la labor de Jean Antoine Galland.

El tiempo de la acción narrada también ofrece una perspectiva difusa. Estamos en una época primitiva, más o menos antigua, acaso medieval: caravanas de comerciantes, vida urbana en las grandes ciudades orientales y oficios cotidianos propios de lo que en Europa identificamos con la Edad Media, pero bien podían ser anteriores. Aunque dentro de un cuento marco se insertan una docena de cuentos, guardan una evidente unidad cronológica porque muchos cuentos son narrados por personajes del cuento previo; y en muchos casos recrea su vida anterior o la de otros personajes que conoce, presentándose como narrador testigo, o coprotagonista.

La duración de la acción es multiforme y muy rica. El relato marco de Sherezade dura varios días --cuatro o cinco--, en relación al hecho de contar en voz alta para su marido. Inmediatamente surge la extensión temporal del relato principal: la muerte y “resurrección” del corcovado, que dura un día. A continuación, vienen los relatos de muchos personajes, que suelen durar años. Por ejemplo, las biografías de los hermanos del barbero se extienden por treinta o cuarenta años cada una, la edad de sus protagonistas. Observamos así una gran variedad, lo que enriquece la amenidad lectora.

7. Análisis estilístico

Como estamos ante una literatura colectiva, oral y popular, el estilo es sencillo, económico y claro. No podemos hablar de una voluntad de estilo o de una elaboración formal intencionadamente compleja, pues va en contra del origen y naturaleza de estos cuentos. La economía narrativa se percibe muy bien en el ritmo narrativo vivo y ligero. También en la presentación ligera y precisa de los personajes, por lo que tienden al estereotipo. No se profundiza en ellos, el narrador deja que vayan cristalizando con sus acciones y palabras.

El manejo de los recursos estilísticos también es primario: comparaciones, hipérboles, exclamaciones retóricas y muchas elipsis son las herramientas embellecedoras más comunes. El léxico es sencillo y popular; carece de florituras, pero con el sabor de la realidad cotidiana. Evita exabruptos y disfemismos, recurriendo a eufemismos y alusiones, sobre todo en asuntos sexuales y escatológicos, como se aprecia muy bien en el final del cuento. No se mienta la muerte, sino que, a base de circunloquios, se la trae a colación, con todo el temor que provoca. En cuanto a la sintaxis, se aprecia un dominio del periodo corto; las oraciones cortas predominan sobre las largas. También es bien perceptible una cierta tendencia a la concatenación de palabras y períodos, lo cual es lógico porque aportan coherencia y trabazón lógica.

El cuento posee un ritmo bastante vivo. No puede ser de otro modo, si tenemos en cuenta que dentro del cuento marco se incrustan otra docena de ellos. No ha lugar a digresiones o descripciones pormenorizadas. Podríamos decir que el esquema narrativo es: presentación del personaje principal: realiza una acción debido a una causa e inmediatamente sucede una consecuencia, fatal o no. Los golpes de fortuna tienen su importancia (el protagonista gana o pierde una fortuna, se enamora o desenamora, viaja o queda confinado, enferma o sana rápidamente, etc.) e introducen aventura y variedad.

8. Contextualización de la época y del autor

“El jorobado y su increíble muerte” es uno de los centenares de cuentos de Las mil y una noches, libro de tradición oriental, producto de una fértil y poderosa tradición literaria oral, popular y colectiva. En este cuento captamos muy bien los rasgos básicos de esta literatura cuentística popular:

A) Preferencia por motivos y asuntoscontemporáneos: personajes, acciones y modos de vivir y sentir son los propios de civilizaciones orientales en épocas pretéritas. Se presenta la vida en su cotidiano vivir: comer, dormir, amar, odiar, viajar, trabajar en diversos oficios, etc., son las acciones de los personajes. La lectura nos deja una vívida imagen de la vida diaria, real y concreta, con sus miserias y grandezas.

B) Focalización en las peripeciasde la vida cotidiana, mayormente provocados por el deseo de riqueza, de poder, de amor o de diversión. Los impulsos contrarios también aparecen y tienensu importancia.

C) Los personajes, sobre todo los protagonistas, actúan comopersonas delcumún, guiados por el amor en muchas de sus variantes –muchas veces no pasa de un impulso erótico superficial y momentáneo--, la codicia, el poder honor, la valentía y la honra.

D) El marco urbano de ciudades orientales importantes es el preferido en la narración: El Cairo,Bagdag, Alepo, Damasco, etc. son las ciudades que se citan. Conviene tener en cuenta que el relato marco se desenvuelve en China, de la que, sin embargo, no se alude a ninguna ciudad.

E) El final feliz se impone. Tras muchas peripecias, el ejercicio y cultivo de ciertas virtudes (honestidad, pues los cuatro “homicidas” confiesan su “crimen” aun a sabiendas de que pueden ser ejecutados; locuacidad, pues cuentan buenas historias al rey de China, lo que les salva de morir ejecutados, etc.). Algunos finales de los cuentos insertados son tragicómicos, como los que relatan la vida de los hermanos del barbero.

F) El sentimiento religioso posee un peso específico. Los personajes pueden ser miserables, pero todos son temerosos de la ley de Dios. Análogamente, el acatamiento de la autoridad política esindudable: todos obedecen y acatan las leyes civiles sin mayor contratiempo.

G) El misterio, lo desconocidoy los golpes de fortunason elementos constitutivos del relato. Es un modo de potenciar la intriga y la suspensión, para deleite del lector.

H) Si se observa con atención, vemos que los personajes representan a las tres grandes religiones monoteístas y a distintas culturas orientales. Conviven conforme a sus creencias sin mayor contratiempo, aunque con roces. De cualquier modo, todos ellos se emborrachan, muestran lujuria y codicia, temor y cobardía, junto con valentía y honradez a partes iguales.

Este cuento es un ejemplo maravilloso de cómo la literatura universal forma un gran río alimentado de muchos afluentes y fuentes. También de cómo la literatura popular y folclórica se ha cultivado y expandido a lo largo de los siglos. La comunicación entre culturas, pueblos y lenguas asume aquí un sentido estético y de intercambio, favorecedor de la tolerancia, que se constituye en ejemplo de convivencia entre gentes, pueblos y religiones distintos y, a veces, distantes.

9. Interpretación

Este cuento nos relata una historia de aventura, amor, muerte y resurrección. Pero al mismo tiempo, nos desliza un cuadro amplio de la vida cotidiana en ciudades orientales en épocas pretéritas: el mercado, los oficios, los afanes de cada día, los miedos y esperanzas de personas que se esfuerzan por alcanzar o mantener una posición social destacada.

La viveza y expresividad del relato permite que el lector recree un modo de vida, una sociedad heterogénea y bullente. El lector imagina con facilidad otras vidas y otras culturas que, sin duda, enriquecen su visión del mundo.

La factura literaria del cuento es notable: ritmo rápido, aventuras sin fin, relatos que nacen de otros relatos, perfectamente engarzados, proporcionan una intensa satisfacción lectora y estética. La economía narrativa y la predilección por la acción favorecen una lectura vivaz y fluida.

El pensamiento político y religioso es netamente conservador. Todo es tolerable con tal de que se respeten las buenas costumbres, la autoridad con mando (todas son monarquías) y las formas sociales exteriores. De puertas adentro, ya es otro cantar...

10. Valoración

Hemos leído un magnífico cuento de la tradición literaria oriental, lleno de valores artísticos e ideológicos, los cuales nos permiten entender otras culturas y civilizaciones. Los autores anónimos supieron imprimir variedad temática, diversidad anecdótica y una clara preferencia por el suspense, la intriga y lo extraordinario –un muerto resucita— en un marco de vida cotidiana normal y corriente. La lectura es amena y enriquecedora para el lector, que se ve transportado a otros lugares. Al compartir con los protagonistas sus cuitas cotidianas, esas sí, iguales en todo el planeta, se crea una corriente de simpatía y complicidad lectora.

La arquitectura narrativa está muy lograda. El relato marco muestra una alta elaboración y una reflexión narrativa nada desdeñable. Aquí se percibe muy bien el gusto por contar algo divertido, distinto y original, a la par que moralizante. La difuminación de las fuentes de la narración y la variedad de protagonistas y peripecias es un imán para el lector de cualquier tiempo.

Cientos de años después de su escritura, acaso un milenio, este cuento goza de una frescura y una originalidad narrativa inauditas. Hoy, como ayer, cuando surgió del ingenio popular, se lee con gozo y satisfacción lectora porque logra lo que alcanza la buena literatura: trasladar al lector de su mundo cotidiano a otro muy distinto, que conoce y recrea en su imaginación gracias al manejo maestro del lenguaje y la imaginación. Por eso Las mil y una noches forman parte de nuestros clásicos.

 

c) Propuesta didáctica 

(Estas actividades se pueden desarrollar y realizar de modo oral o escrito, en el aula o en casa, de modo individual o en grupo. Algunas de ellas, sobre todo las creativas, requieren material o herramientas complementarias, como las TIC).

2.1. Comprensión lectora

1) Resume el texto.

2) Señala su tema principal y los secundarios.

3) Delimita los apartados temáticos.

4) Analiza los personajes principales.

5) Explica cómo funciona la figura de Sherezade.

6) Señala los aspectos de lugar y tiempo relativos al cuento.

7) Localiza y explica media docena de recursos estilísticos.

2.2. Interpretación y pensamiento analítico

1) ¿Qué rasgos orientales se aprecian en el texto?

2) Indica la razón de los cuatro “homicidas” para actuar como lo hacen.

3) Realiza lo mismo respecto del barbero y de Sherezade.

4) ¿Cómo se aprecia en el texto la convivencia entre culturas y religiones distintas?

5) Lo maravilloso aparece en el relato: ¿cómo?

6) ¿Qué pensar de la actitud del rey Shariar, esposo de Sherezade? Razona plausiblemente.

7) ¿Cómo podemos juzgar la actitud del rey, amenazando primero y premiando después a los contadores de cuentos? Aporta hipótesis verosímiles.

2.3. Fomento de la creatividad

1) Escribe un cuento de misterio y aventura como el que has leído, en una época que te guste especialmente, incluida la contemporánea.

2) Cambia el final del cuento en el sentido que consideres más idóneo.

3) Transforma parte del texto en una obra dramática para ser representada ente la clase o la comunidad escolar, lo que se puede llevar a cabo si las circunstancias lo permiten.

4) Aporta imágenes de paisajes, palacios, ciudades, etc. que pudieran ser buenos escenarios en el que ocurrieron los hechos del cuento oriental.

5) Realiza una presentación o exposición, con cartel o con medios TIC, ante la clase o la comunidad educativa sobre Las mil y una noches.

No hay comentarios: