01/11/2020

Jorge Guillén: "Mar en brega"; análisis y propuesta didáctica

 

Cudillero, Asturias (X-2020) © SVM


JORGE GUILLÉN - MAR EN BREGA (Sección IV de Clamor)

“Mar en brega” 

Otra vez te contemplo, mar en brega      1

Sin pausa de oleaje ni de espuma,

Y otra vez tu espectáculo me abruma

Con esa valentía siempre ciega.

 

Bramas, y tu sentido se me niega,          5

Y ya ante el horizonte se me esfuma

Tu inmensidad, y en una paz o suma

De forma no termina tu refriega.

 

Corren los años, y tu azul, tu verde

Sucesivos persisten siempre mozos      10

A través de su innúmera mudanza.

 

Soy yo quien con el tiempo juega y pierde,

Náufrago casi entre los alborozos

De este oleaje en que mi vida avanza.

 

      Jorge Guillén (Valladolid, 1893 - Málaga, 1984). De “Clamor”, sección de “Aire nuestro”

  1. ANÁLISIS
  1. ANÁLISIS

Jorge Guillén (Valladolid, 1893 - Málaga, 1984) es uno de los más destacados poetas de la Generación del 27. Profesor de literatura, crítico y poeta, nos dejó hermosos poemarios recogidos bajo el título de Aire nuestro; en ellos se integra Cántico, Clamor y Homenaje, los títulos más importantes de su producción. Pasa por ser uno de los más directos discípulos de la “poesía pura” defendida por Juan Ramón Jiménez, centrada en la esencialidad y la depuración de la expresión poética.

  1. Resumen

El poema “Mar en brega” procede de Clamor, segundo volumen recopilatorio de su producción poética; abarca la poesía compuesta desde la década de 1940 en adelante. Recoge poemas de tono algo pesimista, sereno y conciliador respecto de la existencia del hombre en comunión con la naturaleza y el universo, desde una perspectiva existencial y espiritual. El poeta contempla también los aspectos negativos y crueles de la vida humana (guerras, muertes de personas queridas, inquietud ante el fin de la existencia, etc.).

El poema presenta la contemplación reflexiva del mar por parte del yo poético. Destaca del mar elementos visuales: oleaje y espuma en el primer cuarteto; elementos acústicos: bramido en el segundo cuarteto; y, finalmente, elementos cromáticos: azul y verde, en el primer terceto. En medio, se disponen percepciones más abstractas que sirven para acotar el significado del mar para el poeta; como son la pelea o combate contra la costa (“en brega”, v. 1), la reiteración o persistencia (“sin pausa”, v. 2), la “inmensidad” (v. 7), el aspecto juvenil (el mar con años “siempre mozos”, v. 10), y el cambio permanente (“innúmera mudanza”, v. 11).

En el último terceto aparece el yo poético viéndose a sí mismo en la contemplación marítima. La siente como un juego de carácter existencial en el que él mismo pierde. En ese momento se contempla como un “náufrago” del oleaje de la vida que pasa sin cesar. El mar gana, pues siempre es joven y combativo; el poeta pierde, pues se hace mayor.

  1. Tema

El tema del poema se puede enunciar así: la contemplación del mar levanta sentimientos de admiración por la constancia de su brega o pelea inacabable, pero a la vez hace que el poeta sienta su paso del tiempo, en medio de las tormentas de la vida. De otro modo también lo podemos enunciar: el yo poético y el mar libran una dura batalla de final opuesto; gana aquel, pierde este.

  1. Apartados temáticos

El poema se presenta muy compacto en su significación; todo el sentido está como comprimido, muy apretado, sin cesiones a la digresión. No obstante, se pueden distinguir tres apartados temáticos:

-En el primer apartado (vv. 1-11) se describe y explica la contemplación del mar. El poeta destaca elementos sensitivos, pero también otros de naturaleza más intelectual y abstracta. El más importante es la idea de lucha o pelea incesante del mar, sin interrupción, sin desfallecimientos. También nos descubre la paradoja de que el mar cambia constantemente para que todo siga igual. Su “brega” nunca cesa.

-En el segundo apartado (vv. 12-14) se introduce el yo poético a través del pronombre personal “yo” y de los verbos conjugados en primera persona y se establece una comparación implícita entre este y el mar. Este gana, pues siempre se mantiene joven y firme en su combate, en tanto que aquel envejece por el paso del tiempo y se debilita por las refriegas que ha de mantener en “el oleaje” de la vida. La segunda parte presenta un giro de lo exterior a lo interior, de la contemplación a la reflexión.

  1. Aspectos métricos y de rima

El poema está compuesto por cuatro estrofas de versos endecasílabos. La primera estrofa la forman cuatro versos, con rima consonántica (ABBA); exactamente igual es la segunda estrofa. La tercera estrofa está formada por tres versos con rima consonántica (CDE); la cuarta estrofa es análoga a la tercera. Estamos, pues, ante la composición poética del soneto, formado por dos cuartetos y dos tercetos.

  1. Comentario estilístico

El poema tiene un firme carácter contemplativo y, en su apartado final, reflexivo. En la primera parte se presentan y admiran elementos marítimos, percibidos por la vista y el oído. El poeta trata de desentrañar el sentido de esos elementos y sus acciones, que giran en torno a la “brega” (lucha, combate) del mar contra la costa; la acción es constante, indefinida en el tiempo; sin embargo, no provoca el desgaste ni la fatiga del mar, pues siempre se mantiene joven. En el último terceto el yo poético mira hacia su interior y se compara con el mar. Descubre dos cosas: la primera, que su vida es similar al combate del mar; la segunda, que el mar siempre gana y él pierde, pues se ve como un náufrago castigado por el paso del tiempo. Lo cual no es especialmente negativo, pues la vida discurre entre “alborozos”, es decir, en un ambiente de alegría y contento.

La mayoría de los procedimientos estilísticos remiten a imágenes del mar, observado con admiración, respeto y lo que hoy llamamos “empatía”. El primer verbo del soneto, “contemplo” expresa la posición activa del yo poético, sujeto contemplador; pero la primera expresión del poema, “otra vez”, indica que es una acción repetida a lo largo del tiempo. Es importante este matiz porque al final veremos que el tiempo ha pasado, que el sujeto observador ha vivido sus tormentas y que, al fin, se puede identificar con el mar en sus aspectos de perseverancia, de vida tenaz y determinada.

Se dirige al mar a través de una invocación o apóstrofe “mar en brega”, calificando el aspecto combativo del océano, a través de la sustantivación de la cualidad, evitando el adjetivo calificativo. En la misma estrofa primera sobresalen dos metonimias, “oleaje” y “espuma” (v. 2) para referirse al mar; son dos los componentes visuales que el yo poético aprecia en su contemplación. La repetición de “Y otra vez” (v. 3) enfatiza muy bien el movimiento iterativo del oleaje marino; la conjunción “y” añade una sensación de polisíndeton que refuerza el sentido de la repetición de las olas. Esta acción es sentida por el poeta como un “espectáculo” que lo “abruma” (v. 3); de este modo se expresa la grandiosidad marina y el efecto en el yo poético, que se siente asombrado por la escena. Se cierra el primer cuarteto con una sinestesia de gran expresividad: la valentía del mar es “ciega”; es decir, insiste en su acción sin reparar en posibles consecuencias.

El segundo cuarteto se abre con una percepción acústica, “Bramas” (v. 5), aunque el yo poético no le encuentra el sentido último. El polisíndeton de este cuarteto crea una sensación de acumulación y repetición de no fácil comprensión. El poeta alude a la “inmensidad” (v. 7) que llena el horizonte y a la “refriega” (v. 8) del combate marino, polimorfo y heterogéneo. Los encabalgamientos abruptos y los hipérbatos repetidos insisten en la idea de cierto descoyuntamiento del mar embistiendo contra la orilla.

El primer terceto está formado por una sola oración cuyo sujeto es el mar, nombrado a través de dos metonimias sinestésicas, “azul” y “verde”; la introducción del elemento cromático aporta más viveza a las imágenes creadas. La personificación inicial del terceto, “corren los años”, nos advierten que ha pasado el tiempo desde la primera contemplación. Ahora nos encontramos con dos adjetivos calificativos de intensa significación; son “mozos”, referidos a los años del mar; e “innúmera” (v. 11) aplicado a la “mudanza” o cambios que efectúa el mar. Se crea una paradoja de fondo muy interesante: son tantas las formas que adopta el mar, que provoca que siempre se muestre joven.

El último terceto introduce un quiebro semántico de mucha relevancia. El comienzo, con un verbo conjugado en primera persona y su correspondiente pronombre, “Soy yo” (v. 12) colocan de nuevo al yo poético en el centro no de la escena, sino de la contemplación. Y ahora se crea una serie de metáforas, que forman una alegoría, entre el yo poético y el mar; aquel funciona como este, siempre bregando, jugando y perdiendo. No existe un matiz dramático o lúgubre, pues el verbo “juega” imprime una connotación positiva y alegre. El poeta es un náufrago, pero entre penalidades, sino entre “alborozos”, es decir, alegrías, aunque no es del todo, pues “casi” (v. 13) introduce una sombra de duda y titubeo. La última metáfora se crea con “oleaje” (v. 14), es decir, el movimiento de la vida, el ajetreo de la existencia, inherentes al hecho de vivir y del paso del tiempo, pues así “la vida avanza” (v. 14). La vida como una travesía marítima peligrosa, el hombre como un náufrago que ha de esforzarse por salvar su existencia, son imágenes clásicas de largo recorrido en la literatura española clásica, tanto medieval (Jorge Manrique), como renacentista (Fray Luis de León y su “Oda a la vida retirada”). Sin embargo, Guillén despoja la imagen de parte de su dramatismo original y nos la presenta más objetiva y aséptica, como diciendo que es así y no es malo, después de todo. La paradójica expresión del verso 13, “Náufrago casi en los alborozos” explica muy bien cierta valoración ambigua y más bien positiva sobre los tres ejes semánticos del poema: la contemplación del mar, los embates de este contra la orilla y el tiempo que ha pasado de la vida del yo poético, similares a los del propio mar, donde todo adquiere una significación de existencia cabal y dichosa.

Los verbos en tiempo presente nos indican la dimensión atemporal del acto contemplativo y de lo contemplado. El tiempo pasa para el poeta, pero no es un drama porque es natural, igual que lo es el que ese mismo tiempo no cuente para el mar, siempre joven y combativo. La estructura razonadora y deductiva del poema, implícita en el soneto, refuerzan el tono contemplativo y reflexivo de su contenido. La nominalización aporta también una densificación significativa intensa y permanente. Es indudable que imprime al poema cierta gravedad expresiva, incluso algo de solemnidad declamativa.

  1. Contextualización

Jorge Guillén es uno de los más interesantes poetas de la Generación del 27. Su poesía, en la línea de Juan Ramón Jiménez, maestro de todos los poetas del grupo citado, se inscribe en la línea de depuración expresiva, de esencialización de la expresión y de rigor expresivo, podando elementos accesorios y ornamentales.

Se aprecia en la poesía de Guillén de esta etapa de después de la guerra civil española, recogida en Clamor, un tono de moderado pesimismo, de cierta desconfianza por la violencia irracional del hombre, visible en la guerra civil española y en las dos guerras mundiales que tuvieron lugar en la primera mitad del siglo XX. Con todo, la sensación de vida plena, con sentido y belleza, se impone a los elementos desestabilizadores. La expresión serena, contenida, concentrada y comedida contribuye a una creación poética limpia de adherencias sentimentales u ornamentales que adornan, pero no aportan.

Las estructuras estróficas elegidas por Guillén suelen ser breves (el soneto, por ejemplo), por lo que exigen una alta densidad de significación. En fin, estamos ante un poeta que expresa la dicha de la existencia, la armonía o analogía del hombre con la naturaleza, en este caso, el mar, incluso con matices negativos o preocupantes, lo que imprime sombras de dudas y de desaliento existencial.

  1. Interpretación y valoración

Jorge Guillén elabora una poesía esencialista, muy sobria en la expresión y reconcentrada en el contenido. “El mar en brega” es un hermoso poema en el que se canta la grandeza oceánica, el embate o combate sin fin del mar contra la orilla; es un espectáculo hermoso y sobrecogedor al mismo tiempo. Esta contemplación sume al yo poético en una reflexión sobre sí mismo, también en lucha, pero entre alborozos y alegrías. El tiempo pasa, es cierto, pero tampoco ha de ser un drama. Muy al fondo, se percibe una armonía sutil que ordena y da sentido a todos los elementos naturales y a la vida del poeta. El poeta contemplador percibe y siente ese “espectáculo” contradictorio, bello y cambiante, de manera plena. Su poema nos trasporta a un estado existencial del poeta, sereno y contento por la dicha de vivir en un mundo a veces incomprensible, siempre bello y alegre.

La extremada desnudez expresiva, bien perceptible en los enunciados breves, la elipsis como recurso recurrente y la escasez de adjetivos imprimen al poema un tono reconcentrado, con la significación comprimida. No se puede decir más con tan pocas palabras.

 

  1. PROPUESTA DIDÁCTICA

(Las siguientes actividades se pueden realizar de modo individual o en grupo; de manera oral o escrita; en clase o en casa; utilizando medios tradicionales o recursos TIC, según las circunstancias lo aconsejen).

2.1. Comprensión lectora

1) Resume el poema (100 palabras, aproximadamente).

2) Señala su tema principal y los secundarios.

3) Delimita los apartados temáticos, atendiendo a las modulaciones de sentido.

4) Analiza los aspectos métricos y de rima; deduce la estrofa empleada.

5) ¿Qué tono tiene el poema: positivo, optimista, esperanzado, o todo lo contrario?

6) Señala las imágenes más importantes que jalonan el poema, sobre todo referidas a elementos naturales y cómo impactan en el poeta.

7) Localiza y explica una docena de recursos estilísticos y cómo crean significado.

2.2. Interpretación y pensamiento analítico

1) ¿Dónde y en qué momento se halla el poeta en su poema?

2) Indica los tipos de emoción que expresa el yo poético.

3) ¿Qué importancia poética posee el mar en el poema?

4) ¿Qué características del mar destaca el poeta en su texto?

5) ¿Aparece el pronombre “yo” en el algún momento? ¿En qué lugar está situado? ¿Es importante la subjetividad del poeta en el conjunto de la significación del poema?

6) En el poema se evidencia cómo actúan algunos de los cinco sentidos en la captación de la “brega” del mar contra la orilla: explícalos.

7) Explica el sentido del último terceto, donde el poeta se ve como un “náufrago” en medio de un “oleaje” más bien alegre.

2.3. Fomento de la creatividad

1) Compón un poema o texto en prosa que exprese la admiración por elemento geográfico.

2) Imagina y transcribe una conversación o plática entre el mar y Jorge Guillén.

3) Realiza una exposición sobre Jorge Guillén, su poesía y su tiempo, para ser presentada ante la clase o la comunidad escolar, con ayuda de medios TIC o pósteres, fotografías, pequeña exposición bibliográfica, etc.

4) Aporta o crea imágenes de paisajes marítimos idóneos para contemplarlos e “identificarse” con ellos, siguiendo el ejemplo de Jorge Guillén.


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