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LUIS CERNUDA – "DONDE HABITE EL OLVIDO"
Donde habite el olvido
[1] Donde habite el olvido,
1
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios. 5
[2] Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
[3] En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
10
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
[4] Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen
suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente. 15
[5] Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
20
[6] Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.
- ANÁLISIS
Luis Cernuda (Sevilla,
1902 – Ciudad de México, 1963) es uno de los más destacados y hondos poetas de
la Generación del 27. Fue un hombre que sufrió mucho en vida, lo que se
traslada inmediatamente a su poesía. Su sensibilidad a flor de piel, su
disconformidad con el mundo que le rodea y el hecho de partir para el exilio
tras la guerra civil son algunas de las causas de que en su poesía se
manifieste una constante frustración, que genera amargura. El choque entre “La
realidad y el deseo” (título de su obra poética completa) es tan agudo y
lacerante que envuelven su poesía amargura y pesimismo. El poema “Donde habite
el olvido” procede del libro del mismo título; recoge la poesía compuesta en
1932-1933; cae dentro de la sección de poesía neorromántica.
- Resumen
El poeta imagina dónde estará su tumba. Ese lugar no es otro que “donde habite el olvido”, es decir, dominado por la soledad, el olvido y la paz imperturbable, pues ya no sufrirá ni anhelará nada más. En la primera estrofa acota ese lugar: naturaleza oscura (“vastos jardines sin aurora”); también es desolado y batido por un viento que aúlla su “insomnio”. En la segunda estrofa destaca dos consecuencias de su muerte: la durabilidad del sueño eterno de un cuerpo inerte, que ya no desea nada. La tercera estrofa destaca un beneficio de la muerte: el amor, “ángel terrible”, ya no lo atormentará más con sus traicioneros halagos. La cuarta estrofa ahonda en la naturaleza del amor: exigencia de entrega y exclusividad, los dos amantes se dan el uno al otro, y ese es el núcleo de su felicidad; eso ya no existirá tras la muerte. La quinta estrofa generaliza sobre el efecto de la muerte: ya no habrá ni alegrías, ni penas, ni recuerdos, especialmente el de su España lejana. Al fin, todo será como una niebla liberadora o una ausencia imperceptible. La sexta y última estrofa, muy breve, aunque densa de significado, repite el verso inicial: “Donde habite el olvido”, añadiéndole el matiz de la lejanía (“Allá, allá lejos”). Su muerte solo implica olvido, de él para sí mismo, de los demás para con él, y viceversa. También acarrea un tipo de liberación, sobre todo de la memoria y de la necesidad de amar para ser feliz.
- Tema
El tema de este poema lo podemos enunciar así: la muerte traerá el olvido y la liberación del yo poético, libre ya de toda servidumbre humana. Dicho de otra manera: la extinción de la vida se puede entender como un fin de las servidumbres y tormentos del hombre, aunque la negra soledad y el olvido eterno serán el precio a pagar.
- Apartados temáticos
El poema presenta un
sentido circular porque la primera y última estrofa se enlazan por su sentido:
la muerte del yo poético traerá olvido y soledad eternas, repiten. Dentro de
esa circularidad, se aprecian tres secciones de contenido:
-La primera sección
ocupa la primera estrofa (vv. 1-5): se ofrece el hecho y el marco temporal; es
decir, la muerte y el lugar donde estará la tumba; es un lugar frío, siniestro
y oscuro. Esté mismo significado se repite en la estrofa final, añadiendo el matiz
de la lejanía, es decir, apartado de todo contacto humano.
-En la segunda sección
(estrofas 2-4, vv. 6-15) se explica que la muerte conlleva el fin de todo
deseo, sobre todo el amoroso. Es visto como una liberación porque el amor es
muy exigente, ya que exige la entrega total y sin límites a la otra persona,
aunque la traición acecha a cada momento, con la crueldad consiguiente.
-La tercera sección (estrofa 5, vv. 16-20) aclara que la muerte tiene algo de bueno, pues lleva implícito el fin de las penas y dichas; de los recuerdos y de la memoria, sobre todo, de la patria, España; liberación de toda posible injuria o penalidad; y, en fin, disolución en la niebla o en la nada etérea y casi imperceptible.
- Métrica, rima y estrofa
El poema que analizamos está compuesto por 22 versos de medida variable. El más breve es el verso 20, con seis sílabas (hexasílabo); el más extenso es el verso 13, con dieciocho sílabas. En general, predominan los de arte mayor (nueve versos), frente al menor (ocho versos). No existe una rima clásica reconocible; sin embargo, se percibe cierta tendencia a la rima en a y en o en versos alternos, sin orden fijo. Estamos ante un poema en verso libre.
- Comentario estilístico
Este poema es el fruto
de una extraordinaria y densa elaboración. La lectura crea una sensación de
angustia abrumadora. Dos notas estilísticas llaman la atención: el hecho de que
todos los verbos estén en presente de indicativo nos indica el sentido de inmediatez
y, al mismo tiempo, de atemporalidad: así son las cosas ahora y para siempre,
parece querer decirnos. La segunda nota es que todas las estrofas poseen un
enunciado, más bien de carácter explicativo, al que le falta un verbo o una
expresión que lo dote de sentido completo; ese enunciado puede ser “allí estará
mi tumba”, que es, precisamente, el que aparece en el poema de Bécquer (rima
LXVI, “¿De dónde vengo?... El más horrible y áspero”). En él se inspiró Cernuda
para componer su maravilloso poema, titulado con el último verso del poema de
Bécquer, “Donde habite el olvido”. Cernuda hace explícita su fuente de
inspiración, su paisano y gran poeta romántico Gustavo Adolfo Bécquer. Se crea
una complicidad íntima y fuerte que afecta al contenido y al tono.
La personificación o
prosopopeya inicial, que ocupa el primer verso y el último, encierra la esencia
del significado del poema: “Donde habite el olvido”; se refiere a la
desmemoria, propia y ajena, que implica la muerte del yo poético. Sigue una
perífrasis combinada con una sinestesia, honda y terrible: “en los vastos
jardines sin aurora” (v. 2); la oscuridad es total; se alude al mundo de las
tinieblas perpetuas. El pronombre “yo” (v. 3) introduce el segundo elemento
semántico más importante del poema: el poeta habla de sí mismo, de su muerte
entrevista. La alusión a la lápida a través de la metonimia “memoria de una
piedra sepultada entre ortigas” crea una viva imagen de soledad y abandono. La
metáfora personificada del último verso de esta estrofa, “sobre la cual el
viento escapa a sus insomnios” introduce un matiz auditivo, casi onírico, que
refuerza la idea de un mundo de pesadilla. La repetición anafórica del
pronombre “donde”, que se irá reiterando a lo largo de todo el poema, crea una
sensación lectora de incertidumbre y congoja, pues nunca aparece el antecedente
al que debe referirse, que es lugar de la tumba, pero el poeta lo omite
deliberadamente.
En la segunda estrofa
también aparece la misma anáfora, intensificando su significación. Una metonimia
y metáfora combinadas para dar idea de la soledad y el olvido del yo poético
muerto dominan la estrofa: “Donde mi nombre deje / Al cuerpo que designa en
brazos de los siglos”. El nombre escrito en la lápida será acunado por el paso
del tiempo: es la eternidad vacua. A continuación, se introduce un quiebro del
significado; parece que el poeta se siente aliviado de que ese es el lugar
“Donde el deseo no exista” (v. 8).
Ahora comprendemos que
el poeta desea que no exista el amor, pues se identifica, a través de una bella
imagen metafórica, con un “ángel terrible” (v. 9) que parece amable, pero es
cruel y traidor. Su “ala”, que se diría amable, se torna en objeto de tortura,
pues crea “tormento” (v. 11). El símil de “como acero”, referido al efecto del
amor nos evoca un arma, una daga, por ejemplo, que hiere con crueldad y sin
contemplaciones. La paradoja implícita en “sonriendo lleno de gracia aérea
mientras crece el tormento” (v. 12) nos permite comprender la naturaleza
ambivalente del amor, aunque predominan los aspectos negativos asociados a la
sedición, aunque con apariencia amable, felizmente expresada esta con una
sinestesia muy bella: “gracia aérea”.
La estrofa cuarta
ahonda en los estragos del amor. Tiene un matiz explicativo, pues el yo poético
nos aclara por qué no quiere más amor en su vida: se entrega por completo, como
un esclavo que pide un “dueño” (v. 13), “sometiendo” (v. 14) su vida
voluntariamente a la otra persona, que pasa a ser su razón de vida, hondamente
expresado con la metáfora “sin más horizonte que otros ojos frente a frente”.
Esta concepción del amor, intuimos nosotros, le ha hecho sufrir al yo poético y
desea que desaparezca para siempre.
La quinta estrofa
posee un sentido conclusivo que ahonda en el carácter negativo y amargo de la significación
del poema. En la metonimia de “penas y dichas” (v. 15) se comprime la vida
entera, con sus momentos malos y buenos; todos ellos quedan reducidos a
cáscaras sin contenido, es decir, “nombres”, metáfora de la pérdida de
identidad. Como suele ocurrir en Cernuda, alude a su patria, España, esta vez
en un tono comedido. En la metonimia “cielo y tierra nativos” (v. 17), a su vez
en construcción paralela con la del verso 15, sintetiza su emoción por su país,
definitivamente reducido a “recuerdo”, camino de la nada. Todos los efectos que
provoca la muerte solitaria generan algo bueno, nos da a entender el poeta: la
libertad y la disolución final. La concatenación o anadiplosis que se crea con
el vocablo “ausencia” refuerzan esa imagen del vacío final, la vacuidad; que,
por cierto, es “leve” (v. 20); esta sinestesia parece introducir algo de alivio
ante la muerte. El símil final es chocante y crudo: “Como carne de niño” (v.
20). Crea una antítesis implícita, pues relaciona vejez y muerte con la niñez y
la ligereza.
La estrofa final, muy
breve, pues solo la componen dos versos, adensa y comprime el significado
poético total. Insiste en la lejanía a través de la repetición de retórica de
“allá” (v. 21), aplicado al adverbio “lejos”. El último verso es repetición del
primero: de este modo, se crea una significación cerrada, comprimida y
definitiva. “Donde habite el olvido” es algo más que un verso; se trata de la
segunda parte de una oración adverbial de la que se ha omitido la oración
principal, “mi tumba estará”. Recoge el sentimiento de soledad, de angustia y
desamparo que siente el yo poético.
El conjunto del poema
posee una musicalidad muy bella, producto de una distribución acentual acertada
y meditada. Se crea un ritmo elegíaco y trágico que imprime una melodía intensa
y angustiada.
Este poema es muy hermoso; presenta una factura poética impecable, limpia, intensa y densamente connotativa. Se trata de una visión del futuro, es decir, una previsión, de lo que pasará con el yo poético tras su muerte. El carácter amargamente pesimista y desolador del mismo se impone sobre el lector. Con todo, como el poema de Bécquer resuena en nuestra cabeza, podemos captar el juego literario, la intertextualidad implícita, el tributo de admiración que Cernuda realiza sobre Bécquer.
- Contextualización
Luis Cernuda es un
extraordinario y magnífico poeta de la Generación del 27, uno de los grupos
poéticos más significativos de la literatura española. Su poesía se ha
clasificado en cuatro fases, atendiendo a un criterio cronológico: inicial y de
tanteo (1927-1928); neorromántica y surrealista (1929-1939); de madurez y
serenidad elegíaca, al estilo garcilasiano (1940-1951); y final o esencial y
depurada (1952-1962). El poema que comentamos pertenece a la segunda etapa,
neorromántica, becqueriana, con predominio de la sentimentalidad y las imágenes
y lenguaje procedentes del surrealismo.
Cernuda es un poeta
con un altísimo dominio de la técnica poética. La influencia de los autores
franceses e ingleses que tradujo al español y su reflexión rigurosa y documentada
sobre autores y obras le proporcionan una valiosa herramienta para componer su
poesía, cualquier cosa menos descuidada o meramente espontánea. Su poesía
meditativa, casi siempre elegíaca y muy intimista nos permiten ver un corazón
doliente y amargado. Como tituló su último poemario, “Disolución de la
quimera”, la vida se reduce a sueños imposibles que se evaporan con la muerte.
Su aportación a la poesía moderna española es de primer orden. Temas, perspectivas y técnica poética se alían para dejarnos en su obra total, La realidad y el deseo, un ejemplo vivo de lo mejor de la poesía española del siglo XX. La sinceridad de su dolor y amargura se confabulan con una expresión directa, depurada e incisiva, generando un impacto lector de primer orden.
- Interpretación y valoración
“Donde habite el olvido” es un hermoso y
estremecedor poema que nos permite ver lo que Cernuda intuía de su vida y de su
muerte. Tomando como pretexto un poema y un verso de su coterráneo Bécquer,
supo trazar con intensa belleza imágenes lúgubres y angustiosas de su
eternidad.
La lectura del poema
nos permite aprender tanto de su vida real, dominada por la frustración
amorosa, como de sus ideas existenciales: solo el olvido y la soledad eternas
lo aguardan. La imagen de una piedra entre ortigas, con su nombre, abandonada
en un extenso jardín en penumbra perpetua, es tenebrosa y realmente horrible.
El conjunto de las imágenes alude al abandono y la disolución final, lo que nos
permite percibir cierta concepción romántica del poeta y la poesía: aquel es un
ser incomprendido, dotado de cualidades superiores que le permiten ver e
interpretar la realidad de un modo más profundo que el común de los mortales.
La poesía es un vehículo de comunicación para el poeta, que exterioriza así su “genialidad”.
- PROPUESTA DIDÁCTICA
(Las siguientes actividades se pueden realizar de modo individual o en grupo; de manera oral o escrita; en clase o en casa; utilizando medios tradicionales o recursos TIC, según las circunstancias lo aconsejen).
2.1. Comprensión lectora
1) Resume el
poema (100 palabras, aproximadamente).
2) Señala su
tema principal y los secundarios.
3) Delimita
los apartados temáticos, atendiendo a las modulaciones de sentido.
4) Analiza
los aspectos métricos y de rima; deduce la estrofa empleada.
5) ¿Qué tono
tiene el poema: positivo, optimista, esperanzado, o todo lo contrario?
6) Señala
las imágenes más importantes que jalonan el poema, sobre todo referidas a
elementos naturales y cómo impactan en el poeta.
7) Localiza y explica una docena de recursos estilísticos y cómo crean significado.
2.2. Interpretación y pensamiento analítico
1) ¿Qué
parte de la oración falta antes de “donde habite el olvido”?
2) Indica
los sentimientos más importantes a que se refiere el yo poético.
3) ¿Cómo son
el primer y el último verso del poema? ¿Qué quiere decir ello?
4) ¿Por qué
no quiere que haya más amor en su vida o tras su muerte?
5) ¿Aparece
el pronombre “yo” en el algún momento? ¿En qué lugar está situado? ¿Es
importante la subjetividad del poeta en el conjunto de la significación del
poema?
6) En el
poema se habla de “niebla” y “ausencia”: explica su sentido metafórico.
7) Localiza las referencias sensitivas del poema: vista, oído, tacto y olfato. Indica qué connotaciones crean, positivas o negativas.
2.3. Fomento de la creatividad
1) Compón un
poema o texto en prosa que describa un lugar siniestro y tétrico.
2) Ciertos
cementerios poseen una significación especial; localiza alguno, cuanto más
próximo geográficamente a ti será más interesante; aporta imágenes y explica su
interés.
3) Realiza
una exposición sobre Luis Cernuda, su poesía y su tiempo, para ser presentada
ante la clase o la comunidad escolar, con ayuda de medios TIC o pósteres,
fotografías, pequeña exposición bibliográfica, etc.
4) Aporta o crea imágenes de
paisajes raros, siniestros o inquietantes; ¿qué podría ocurrir en ellos? Puedes
escribir un texto gótico, o de novela negra.
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