01/11/2020

Juan Ramón Jiménez: "Donador"; análisis y propuesta didáctica

 

Monte San Isidro, León (X-2020) © SVMA


JUAN RAMÓN JIMÉNEZ: “DONADOR” (DE ETERNIDADES, 1918)

 

“Donador”

Yo no soy yo.                                                  1
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo;
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces, olvido.                                    5
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.

  1. ANÁLISIS
  1. Resumen

El poema que comentamos expone toda una teoría ontológica sobre el ser humano, pero no de cualquiera, sino del yo poético en particular. Presenta la certeza de que él no él, sino otro que lo acompaña sin ser visto. Ocasionalmente, el yo poético conocido lo visita, aunque también lo olvida. Pronto establece su naturaleza a base de cuatro antítesis respecto del sujeto hablante en el poema: calla, perdona, pasea y se mantiene para siempre en el mundo, más allá de la muerte del poeta.

  1. Tema  

El tema del poema se puede enunciar así: la verdadera esencia del ser humano es eterna, invisible, bondadosa e inteligente. En otras palabras: el verdadero yo del poeta no es su imagen física conocida, sino otra más inteligente, oculta e imperecedera.

  1. Apartados temáticos

El poema es muy unitario, fluido y trabado en la disposición del contenido. No se pueden apreciar modulaciones temáticas significativas. Todo él se centra de modo compacto y firme en la indagación sobre la esencia del yo poético; es un discurso ontológico asertivo y sin titubeos. Este soy yo, y os lo voy a decir, viene a decir el poema. En este sentido, el poema se presenta como un razonamiento deductivo de lógica implacable: en el primer verso se enuncia la tesis y en todos los demás se ofrecen argumentos de por qué eso es así y no de otra manera.

  1. Aspectos métricos, de la rima y estróficos

Estamos ante un poema en verso libre porque la medida de los versos es irregular (oscila de cuatro sílabas, el primero, a doce, del último) y no se aprecia una rima reconocible con ninguna estrofa. Es cierto que una cierta rima asonante en é y ó se puede rastrear en todos los versos, excepto en el quinto.

Este tipo de combinación métrica es muy común en la poesía moderna. Había comenzado con el Romanticismo una tendencia a la versificación fuera de los moldes clásicos. Justo ahora, en los albores del siglo XX, esta corriente se acentúa mucho, hasta nuestros días.

  1. Análisis estilístico

El poema es un ejemplo perfecto de paradoja continuada. El primer verso comprime muy bien todo el contenido posterior: el yo poético no es el que él mismo se percibe y nosotros percibimos por los sentidos. Entonces, ¿quién es? Los siguientes versos nos dan la respuesta: alguien que va a su lado pero que no lo ve, que visita o se olvida de él; hasta aquí las acciones del yo poético sobre su auténtico yo. Luego nos ofrece, en una serie de antítesis (cuatro, exactamente), expuestas en perfectos paralelismos y anáforas, sobre la esencia del yo verdadero.

Son notas positivas y laudatorias, frente al polo más bien negativo del yo poético que nos habla. Que es así lo muestra muy bien los adjetivos “sereno” (v. 6) y “dulce” (v. 7) aplicados a ese yo oculto. Además, en el último verso del poema, nos desvela la cualidad esencial: la eternidad, bellamente expresada con la metonimia metaforizada “el que quedará en pie” (v. 9). El juego de las personas verbales “él / yo” marca la dinámica del poema; los verbos en primera persona aparecen al final de los versos, y tienen significación negativa; son los aplicados al yo poético. Los verbos en tercera persona aparecen al principio de cada verso y tienen significación positiva; son los aplicados al yo auténtico y escurridizo del emisor poético.

Las antítesis de los versos 4 y 5 expresan muy bien la inconstancia o la inconsciencia del yo poético, que se olvida hasta de sí mismo. La repetición de “a veces” expresa muy bien lo tornadizo del yo poético. Pero al comenzar el verso 6, el poema adquiere un giro inesperado: el yo auténtico toma el rumbo y conocemos lo que hace de verdad: dotar de sentido pleno, bondadoso y significativo a las acciones del yo poético.

Las acciones atribuidas al yo auténtico, callar, perdonar, pasear y quedar en pie (expresadas en los versos 6, 7,8 y 9, respectivamente), son metáforas de la prudencia, la bondad, la acción y la eternidad. Son, justamente, los cuatro pilares sobre los que se asienta la vida del ser humano auténtico, no el faso y superficial que percibimos por los sentidos. Evidentemente, no es fácil de percibir, pero la exploración poética juanrramoniana llega y cala en esa zona recóndita del hombre y de la naturaleza para desvelarnos la verdad.

El poema es extremadamente breve, pero indaga con precisión de bisturí en la ontología del ser humano. El título, en un principio un tanto enigmático, adquiere pleno sentido tras la lectura del poema. El yo auténtico es el que dona sentido y significación a la vida; es el que da entidad y consistencia a la vida, que la hace entendible y vivible con una dimensión transcendente que aspira a la eternidad.

  1. Contextualización autorial y socio-cultural

Juan Ramón Jiménez (Moguer, Huelva, 1881 – San Juan, Puerto Rico, 1958), premio Nobel de Literatura en 1956, es uno de los más intensos y significativos poetas españoles del siglo XX. Como miembro de la Generación del 14, aspira a una depuración verbal y conceptual de la poesía para que adquiera una transcendencia y transparencia que, a su juicio, se había perdido en las décadas anteriores, sobre todo a partir de ciertos excesos románticos y modernistas.

Su producción poética se divide en una etapa sensitiva (1898 – 1916), justamente bajo los efectos del tardorromanticismo y del modernismo simbolista, sentimental, sensitiva y simbolista; una etapa intelectual (1916 – 1936), dominada por una poesía más esencialista, reconcentrada e intelectualizada; y, finalmente, una etapa “suficiente o verdadera” (1936 – 1958), bajo el signo de una poesía metafísica, autorreferencial e integradora de todos los aspectos humanos, incluyendo la vida y la muerte.

El poema que hemos comentado se puede situar en la etapa intelectual porque presenta una concepción esencialista de la naturaleza, en este caso, del propio poeta y, por extensión, del ser humano. El poema presenta un marcado carácter filosófico, argumentativo e indagador de la esencia inmutable del hombre, antes y después de su muerte.

  1. Interpretación

Estamos ante un poema densamente significativo. Nos presenta una reflexión intimista sobre la naturaleza del ser humano. Juan Ramón fusiona la razón y la poesía, los elementos sensitivos con los intelectuales para intentar aprehender tan escurridizo sentimiento. Ya en los primeros versos advierte que el auténtico yo va a nuestro lado sin ser visto. Para poder reconocerlo, hay que pensar y sentir con hondura y sensibilidad. Entonces sí podemos ver nuestro auténtico yo: calla, perdona, pasea y vive para siempre, acaso más allá de nuestra propia consciencia. A nosotros nos presenta el resultado de una indagación filosófica, no el proceso indagatorio. El primer verso establece una tesis firme y clara, aunque a través de una hermosa paradoja: “Yo no soy yo”; luego nos explica quién es en realidad, con razonamientos más que convincentes.

El poeta explora su esencia íntima e invariable. Encuentra su yo auténtico, lejos y a la vez cerca del superficial, dotado de rasgos éticos positivos y bondadosos. Quizá por saberse eterno, quizá por la sabiduría que le hace comprender que las apariencias no son nada, sólo humo que se desvanece en su instante.

El yo poético intenta verbalizar la naturaleza del ser, de su ser, exactamente. Para ello, se vale de percepciones y emociones analizadas a través de la contemplación poética, es decir, transcendidas. Indaga en su propio interior y nos descubre su verdadero ser, el donador de sentido a su vida. El enunciado es grave y serio: se trata de transmitir un pensamiento transcendente.

En muy pocos versos, la mitad muy breves, Juan Ramón quintaesencia el sentido de su vida, seguramente válido para todos los demás, aunque el poeta, humilde, sólo habla en primera persona, de él mismo. Es nuestra responsabilidad aplicarnos la oportunidad que el poeta nos brinda para contestar a la pregunta: y yo, en realidad, ¿quién soy?

  1. Valoración

Como suele ocurrir con la lectura de la buena poesía, el texto expande su significación inicial para ofrecer al lector un itinerario conceptual y estético nuevo y fascinante en sí mismo. Abordar la conceptualización o verbalización de la esencia del ser humano es una tarea poética en sí mismo titánica, y de dudoso final. Nuestro poeta expone una tesis firme y clara luego demostrada por argumentos que remiten a realidades naturales o sensitivas, para buscar en ellas ejemplos que la sustenten.

Juan Ramón Jiménez es un poeta muy laborioso y exigente. Depura sus textos hasta límites casi intolerables para la lengua; elimina todo lo accesorio y que no aporte sentido y densidad. El resultado es un artefacto verbal que parece que se abre en la mente del lector como una fruta madura.

Con palabras e imágenes aparentemente sencillas, el poeta explora el mundo y su persona. Nos ofrece el resultado, con generosidad y humildad al mismo tiempo, para que consideremos la cuestión clave que él se había planteado: ¿quién soy yo? El acto de lectura conlleva una exploración no solo estética, sino existencial y verbal. He aquí el milagro de la poesía lograda, esperando ser degustada por un lector atento.

 

  1. PROPUESTA DIDÁCTICA

(Estas actividades se pueden desarrollar y realizar de modo oral o escrito, en el aula o en casa, de modo individual o en grupo. Algunas de ellas, sobre todo las creativas, requieren material o herramientas complementarias, como las TIC).

2.1. Comprensión lectora

1) Resume el poema (aproximadamente, 100 palabras).

2) Señala su tema y sus apartados temáticos. Para ello, contesta a la cuestión ¿de qué y cómo se expresa el tema principal?

3) Establece la métrica, la rima y la forma estrófica utilizada.

4) Explica el sentido del título del poema y establece su relevancia.

5) Localiza media docena de recursos estilísticos y explica su eficacia significativa y estética.

2.2. Interpretación y pensamiento analítico

1) ¿Por qué el yo poético afirma que “Yo no soy yo” (v. 1)? ¿Es posible esta afirmación en la vida real?

2) Busca y explica las paradojas que señalan las diferencias entre el yo superficial y el profundo y auténtico. ¿Qué desea transmitir con ello?

3) ¿Qué quiere expresar aquí la expresión “Soy este / que va a mi lado sin yo verlo” (v. 2-3)?

4) Explica las paradojas del texto y lo que en realidad quieren decir.

4) Indica los rasgos de la poesía de Juan Ramón Jiménez, miembro de la Generación del 14, perceptibles en este poema.

2.3. Fomento de la creatividad

1) Documéntate sobre el poeta Juan Ramón Jiménez y realiza una exposición en la clase con ayuda de medios TIC, creando un póster, etc.

2) El poema es una exploración sobre nuestro auténtico ser. Expresa cómo te ves tú a ti mismo (puede ser un ser real o imaginario). Puedes hacerlo en papel, por imagen –dibujo, fotografía--, con música, o todos los medios combinados a la vez.

3) Escribe un relato basado en el retrato psicológico de una persona. Realízalo a través de ejemplos de su comportamiento ante diferentes realidades, como ocurre en el poema. Comprueba si es digno de la eternidad que Juan Ramón le concede a su yo.

4) Se puede realizar un recital poético o una declamación de poemas de Juan Ramón Jiménez, acompañado de imágenes alusivas y música, ante la clase o la comunidad educativa. Ahí se pondrá de manifiesto la enorme hondura expresiva de los poemas de nuestro poeta.

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