04/11/2020

Lope de Vega: "El acero de Madrid" (comedia de capa y espada); análisis y propuesta didáctica

 

León (X-2020) © SVM


LOPE DE VEGA: "EL ACERO DE MADRID" (COMEDIA DE CAPA Y ESPADA)

  1.  ANÁLISIS

1)   Resumen

El acero de Madrid (h. 1608) es una de las comedias más hermosas y divertidas del teatro nacional español. Lope de Vega realizó un prodigio, uno más, de composición teatral pleno de aciertos literarios y humanos. Podemos adelantar que las figuras femeninas ostentan caracteres fuertes, enérgicos y reivindicativos, lejos de mojigaterías o estereotipos.

Belisa y Lisardo, dos jóvenes nobles, se conocen en el entorno de la iglesia (al estilo de Calisto y Melibea, lo que parecería un guiño de Lope al clásico) y se enamoran fulminantemente. Estamos en mayo, con buen tiempo y naturaleza agradable. A Belisa la vigila y protege su tía Teodora, mujer de hábitos y moral aparatosa y estricta. Le obliga a su sobrina a caminar mirando al suelo, temerosa del intercambio de miradas. Lisardo, algo menos noble y de posibles más reducidos, le corresponde con fervor. Ambos se las arreglan para intercambiarse mensajes escritos camuflados en un guante. Todo ello lo favorece su criado Beltrán y su amigo Riselo. Prudencio, el padre viudo de Belisa, se conforma con llevar su noble casa conforme a su categoría social, ayudado por Leonor, una esclava (tal como suena) de cabeza despejada.

Riselo hace que se enamora de Teodora, quien pronto cae rendida a los encantos del joven, por otro lado, muy enamorado de Marcela, una joven independiente y de buena posición. Florencio, otro caballero al uso, requiebra a Marcela, aunque sin correspondencia, puesto que la muchacha ama de veras a Riselo. Las cosas se complican cuando Octavio, primo de Belisa, llega a la casa de visita, acompañado de su criado Salucio. Pronto cae rendido ante los encantos de su prima y sufre de amores.

Belisa levanta una farsa de lo más original: hace que Beltrán, el criado de Lisardo, ejerza de médico y la atienda a ella, enferma fingida de "opilación" (cierre de vías corporales, como las excretoras; solía ser un mal femenino porque se adquiría por tomar barro, o tierra, en pequeñas dosis, para aumentar la palidez y blancura de la piel del rostro; era costumbre muy extendida entre la nobleza barroca). El "médico" Beltrán, acompañado de su "ayudante" Lisardo, receta a Belisa tomar el acero, es decir, beber aguas ferruginosas, al parecer curativas, pues se les suponía curativas y lenitivas. Esas aguas había que tomarlas al amanecer y acompañado el proceso con grandes paseos por el campo. Atocha y El Prado eran las fuentes y lugares más frecuentados para ese tipo de curas. Esta cura permitiría que los dos jóvenes enamorados se pudieran comunicar. Poco después, la receta incluye que a Belisa le hablen cariñosamente para no perder el sentido, a lo que Lisardo accede de buena gana, ante el estupor de Teodora y la teatralización perfecta de Belisa, muy "desmallada" en manos de su amor.

Teodora se rinde ante los encantos de Riselo y lo desea como marido, olvidándose de su antigua vida disciplinada y lejos del amor mundano. Octavio le confiesa a su tío que se ha enamorado de su prima Belisa y le pide su mano, cosa que le concede en el acto; pronto llega la dispensa religiosa y conciertan el matrimonio. Cuando Marcela se entera de Riselo se ha declarado ante Teodora, rechaza al joven, que lucha por recuperarla, aunque sin éxito; además, Marcela favorece a Florencio, su otro pretendiente, y se preocupa de darle celos y tramar su venganza. Riselo lucha entre la fidelidad a su mejor amigo y la amorosa, por lo que se ve en un brete irresoluble.

La trama se embrolla al máximo cuando Prudencio y Octavio capturan a Beltrán y descubren que es un farsante. Éste no tiene inconveniente en confesar la verdad porque piensan torturarlo al modo inquisitorial, así que su futuro no le hace gracia. Sin embargo, Belisa lo libera, en un descuido de su padre y primo, y, disfrazados, huyen a casa de Riselo, donde se hallan su amado, su amigo y Marcela. El padre y el primo les siguen la pista y también se juntan al grupo. El final, lleno de intriga y diversión, es sorprendente y esperable a partes iguales: Marcela y Riselo restauran su relación amorosa; Belisa (descubriendo su rostro, oculto hasta entonces) y Lisardo logran la aprobación de Prudencio y se anuncian bodas; Beltrán y Leonor, criados, también reconocen y anuncian su noviazgo.

Como alguien debe perder, esta vez les toca a Octavio y Lisardo, que quedan compuestos y sin novia; Teodora también sale malparada, pues su descubre su beatería y queda sola. Aquí parece que Lope se encargó de no que no saliera impune su estricta moral de fachada. Tomar el acero puede ser bueno para el amor y la felicidad de las personas, pues favorece la comunicación, la naturalidad y la espontaneidad. No hizo falta "tomar el acero" en el sentido violento, es decir, tirar de espada para arreglar conflictos, pero sí beber las aguas ferruginosas y darse buenos paseos para alcanzar la dicha del amor. El doble sentido del título queda así confirmado con el desarrollo argumental en su sentido más festivo y risueño.

2)   Personajes

Los personajes son consistentes y verosímiles. En concreto, los femeninos nos resultan sorprendentemente modernos. Son mujeres con ideas claras, frescas, determinadas, una punta de rebeldía y otra de protesta por el encorsetamiento social al que se veían sometidas; aceptan el terrible peso de la honra, pero no dejan de sufrir y lamentar su tiranía ritual y social, con la correspondiente obsesión por las relaciones amorosas fuera del manual del matrimonio. Belisa y Marcela muestran tomar decisiones por su cuenta para protegerse y alcanzar lo que desean; no son tontas ni locas: su inteligencia práctica les permite engañar y despistar a los celosos vigilantes de honras ajenas. Su final feliz es una compensación a sus sacrificios de mujer. Aquí, Lope es muy comprensivo con las féminas.

La vieja trampa de convertir a un aficionado en médico es también un tema antiguo y de largo recorrido literario. Lope lo maneja con soltura, gracia y una chispa que desata la sonrisa de los espectadores. Beltrán, personaje que ejerce este papel, habla con dobles sentidos, dilogías, ironías y alusiones con una chispa asombrosa y divertida.

3)   Interpretación

El retrato social de la vida diaria madrileña es de una plasticidad asombrosa, por palabra y por acción. Ante nuestros ojos desfilan oficios, actividades, colores, olores, calles estrechas y malolientes y prados amenos y frondosos. Observamos cómo el pueblo, la gente, en su diario vivir, acude al ocio y al negocio con la rutina esperable. Van a misa, toman el acero, hacen la compra, desayunan opíparamente los ricos y pobremente los alcanzados, etc. Estamos ante un retrato animado de gran belleza y verdad de la capital de España y del imperio. Antes de que Mesonero Romanos y Galdós crearan una imagen literaria de Madrid, Lope se anticipó felizmente con su comedia.

4)   Construcción dramática

En lo demás, la comedia cumple sobradamente los criterios más estrictos de la fórmula lopesca: polimetría, presencia de la música popular y folclórica, discurrir de dos o más acciones, mezcla de elementos cómicos y trágicos, etc. El conjunto forma una de las obras teatrales más auténticas y significativas del teatro lopesco y, en consecuencia, español barroco.

 

  1. PROPUESTA DIDÁCTICA

2.1. Actividades de comprensión lectora

-Resumir el contenido.

-Crear un esquema o mapa conceptual de los personajes, el papel que representan y los tipos de relaciones que se establecen entre ellos.

-Presentar la vida cotidiana de los distintos grupos sociales.

-Explicar el lugar y el tiempo en que se desarrolla la acción dramática.

2.2. Actividades de interpretación y valoración

-Aquilatar la fuerza del amor en los jóvenes y cómo actúa.

-Explicar y valorar los usos médicos en torno a la opilación y tomar el acero.

-Describir la vida de una joven noble, o doncella, en la época, en la capital de España.

-Ordenar los "trucos" de que se valen los enamorados para comunicarse y apreciar su eficacia.

-Inferir y valorar la preocupación principal de: Prudencio, Belisa, Teodora, Leonor, Octavio, Lisardo, Riselo, Marcela y Beltrán. Se puede apreciar así las motivaciones existenciales de la mayoría de la sociedad.

2.3. Sugerencias para actividades de proyecto (ABP)

-Representación de la obra, o una parte de ella; la lectura dramatizada también posee un rendimiento pedagógico muy poderoso.

-Presentación por infograma o diapositivas de la trama y sus accidentes, destacando las causas de los hechos.

-Estudio de la sociedad barroca madrileña en diversos aspectos: amorosos, sociales, económicos, religiosos, ideológicos, etc. Un panel o póster con los resultados es muy esclarecedor.

-Exploración sobre el papel de la mujer en la sociedad barroca española: miedos, esperanzas, actividades, expectativas de vida, etc.

-Indagación sobre los médicos y su mala fama en esa época; buscar otras obras donde se los critique y las razones de esa actitud.

2.4. Comentario de texto

Se ofrece la segunda escena del primer acto de la comedia para comentar, en clase o en casa, oral o escrito, individual o en grupo, aspectos de contenido, métrica, sociológicos, retóricos, etc.

 

(Salen Belisa y Teodora con mantos: la Teodora es tía de Belisa, y ha de traer un hábito de beata, manga en punta, con una Imagen de la Concepción en el escapulario.)

Teodora.- Lleva cordura y modestia:           1

cordura en andar despacio,

modestia en que solo veas

la misma tierra que pisas.

Belisa.- Ya hago lo que me enseñas.           5

Teodora.- ¿Cómo miraste aquel hombre?

Belisa.- ¿No me dijiste que viera

solo la tierra? Pues dime:

¿Aquel hombre no es de tierra?

Teodora.- Yo la que pisas te digo.              10

Belisa.- La que piso va cubierta

 de la saya y los chapines.

Teodora.- ¡Qué palabras de doncella!

Por el siglo de tu madre

que yo te quite esas tretas…                      15

¿Otra, vez lo miras?

Belisa.-                      ¡Yo!

Teodora. ¿Luego no le hiciste señas?

Belisa.- Fui a caer como me turbas

con demandas y respuestas;

y miré quien me tuviere.                           20

Riselo.- Cayó: llegad a tenerla.

Lisardo.- Perdone vuestra merced

el guante,

Teodora.-    ¡Hay cosa como esta!

Belisa.- Besoos las manos, señor:

que, si no es por vos, cayera.                    25

Lisardo.- Cayera un ángel, señora,

y cayeran las estrellas

á quien da más lumbre el sol.

Teodora.- Y yo cayera en la cuenta.

Id, caballero, con Dios.                             30

Lisardo.- El os guarde, y me defienda

de condición tan extraña,

Teodora.- Ya caíste: irás contenta

de que te dieron la mano.

Belisa.- Y tú lo irás de que tengas              35

con que pudrirme seis días.

Teodora.- ¿A qué vuelves la cabeza?

Belisa.- ¿Pues no te parece que es

advertencia muy discreta

mirar en donde caí                                  40

para que otra vez no vuelva

A tropezar en lo mismo?

Teodora. ¡Ay! ¡mala pascua te venga!

¡Y cómo entiendo tus mañas...!

¿Otra vez? ¿y dirás que esta                     45

no miraste el mancebito?

Belisa.- Es verdad.

Teodora.-        iLo confiesas!

Belisa.- Si me dio la mano allí,

¿No quieres que lo agradezca?

Teodora.- Anda: que entrarás en casa,       50

Belisa.- ¡Oh, lo que harás de quimeras!

(Vanse.)

Riselo.- Ya traspusieron la calle.

Lisardo.- ¡Ay de mí!

Riselo.-                ¿Quién es aquella

harpía que la convierte?

Lisardo.- Una tía, que pudiera                 55

ser abuela de la envidia:

porque es entre fraila y dueña;

águila de medio arriba,

de medio abajo culebra.

Todos mis intentos muda:                      60

ni hablarla ni verla deja. 

Escribir es imposible:

con más ojos que Argos vela.

(Sale Beltrán, criado de Lisardo.)

Beltrán. Aguardé que te apartases

de aquella Circe cruel,                          65

para que cierto papel

A diamantes me feriases.

Y es de balde, aunque me dieras

por cada letra un diamante.

Lisardo.- ¿Es burla, Beltrán ?                  70

Beltrán.-                  ¿Delante

de Riselo burla esperas?

Lo menos he referido;

tal favor viene con él

que la funda del papel

se vale lo que te pido,                             75

(Muéstrale un guante.)

Al salir me vio Belisa:

hízome con una estrella señas,

tan linda que en ella vieras

del alba la risa'.

Llegó a la pila del agua:                           80

fingió quererla tomar;

y volviéndome a mirar,..

¡mira el enredo que fragua!

metió un papel en un guante,

y de la cruz lo colgó                                  85

como perdido: a quien yo

luego me puse delante.

Mio es, dije a la gente

que a tomar agua llegaba;

y el sol, que ya caminaba,                         90  

volvió la luz a su oriente.

Riose de la presteza

y gracia con que tomé

el guante.

Lisardo.-     Muestra: y diré

que ha igualado a su belleza                       95

su divina discreción. 

Beltrán.- ¿Pues no lo agradeces más?

Lisardo. A este guante deberás

calzas, ropilla, y jubón.

Beltrán.- ¡Oh milagro soberano                100

y de ningún hombre oído,

que un guante hiciese un vestido

siendo oficio de la mano!

¿Y el papel? ¿qué das por él?

Lisardo.- Camisas por él tendrás.             105

Beltrán.- Oh papel que has hecho

más que un molino de papel

y tan semejante fuiste,

que os quedáis los dos parejos,

pues todos mis lienzos viejos                   110

limpios y nuevos hiciste.

Lisardo.- iGuante! si con vos no hago

locuras, es porque quiero

ver este papel primero:

perdonadme si no os pago                        115

el ser cubierta importante

de este precioso favor.

Pobre estaba, pues amor

pidió limosna en tal guante;

pero qué mucho que en él                        120

venga el papel que me envía,

pues allá también cubría

una mano de papel.

Y pues por ella lo gano,

y de mano tanta fe,                                 125

con justa causa diré

que es pliego de aquella mano»

Beltrán.- Encareces con razón

la mano por su hermosura

y su fe, pues te asegura                              130

que es papel del corazón.

Lee, señor, por tu vida .

Lisardo.- Leo poniendo en mis ojos

de tanto amor los antojos,

pues hay alma que los pida.                         135

 (Lee el papel.)

"Mientras duerme la envidia de esta tía,

y la esclavilla, si despierta, vela,

te escribo a media noche, lumbre mía.

Y pues vivir no puedo sin cautela,

oye dos cosas que el amor piadoso               140

para nuestro remedio me revela.

Yo voy fingiendo, mi querido esposo,

que estoy descolorida y opilada

para engañar un padre tan zeloso

y una tía tan mal intencionada.                    145

Busca un médico amigo que me vea,

y avísale de todo, si te agrada.

Este dirá que solo quien pasea

con el acero aqueste mes de mayo

sana de aqueste mal. Porque lo crea,           150

yo fingiré también algún desmayo.

Daráme los jarabes de livianas

cosas, aunque mi amor no teme un rayo

Saldré con este achaque las mañanas,

tal vez a Atocha , al Prado , y tal al Soto:    155

que por ti juzgaré las cuestas llanas.

Y por si aqueste velador piloto

de mi nave medrosa va conmigo,

no te espantes del hábito devoto.

Llévate al lado algún discreto amigo,         160

y dile que con ella finja amores:

quizá me dejará que hable contigo.

Esto me enseña amor, que mis temores

vence con su poder: que amar aprisa

no sufre espacio. Si los hay mejores,          165

dime tú los remedios. Tu Belisa."

¿Qué te parece?

Riselo.-              Que creo

que su amor y discreción

no tienen comparación

sino en su mismo deseo.                             170

 

Actividades sobre el fragmento:

1)    Resumir su contenido.

2)    Acotar los temas que se tratan.

3)    Caracterizar los personajes que intervienen.

4)    Explicar la métrica.

5)    Señalar los recursos estilísticos que crean significado.


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