Esgos, Ourense (IV-2021) © SVM |
SAN JUAN DE LA CRUZ – Glosa a lo divino
Por
toda la hermosura 1
nunca
yo me perderé,
sino
por un no sé qué
que
se alcança por ventura.
I
Sabor
de bien que es finito 5
lo
más que puede llegar
es
cansar el apetito
y
estragar el paladar
y
assí por toda dulçura
nunca
yo me perderé 10
sino
por un no sé qué
que
se halla por ventura.
II
El
coraçón generoso
nunca
cura de parar
donde
se puede passar 15
sino
en más difficultoso
nada
le causa hartura
y
sube tanto su fee
que
gusta de un no sé qué
que
se halla por ventura. 20
III
El
que de amor adolesce
de
el divino ser tocado
tiene
el gusto tan trocado
que
a los gustos desfallece
como
el que con calentura 25
fastidia
el manjar que ve
y
apetece un no sé qué
que
se halla por ventura.
IV
No
os maravilléis de aquesto
que
el gusto se quede tal 30
porque
es la causa del mal
ajena
de todo el resto
y
assí toda criatura
enajenada
se vee
y
gusta de un no sé qué 35
que
se halla por ventura.
V
Que
estando la voluntad
de
divinidad tocada
no
puede quedar pagada
sino
con divinidad 40
mas,
por ser tal su hermosura
que
sólo se vee por fee,
gústala
en un no sé qué
que
se halla por ventura.
VI
Pues,
de tal enamorado 45
dezidme
si abréis dolor
pues
que no tiene sabor
entre
todo lo criado
solo
sin forma y figura
sin
hallar arrimo y pie 50
gustando
allá un no sé qué
que
se halla por ventura.
VII
No
penséis que el interior
que
es de mucha más valía
halla
gozo y alegría 55
en
lo que acá da sabor
mas
sobre toda hermosura
y
lo que es y será y fue
gusta
de allá un no sé qué
que
se halla por ventura. 60
VIII
Más
emplea su cuydado
quien
se quiere aventajar
en
lo que está por ganar
que
en lo que tiene ganado
y
assí, para más altura 65
yo
siempre me inclinaré
sobre
todo a un no sé qué
que
se halla por ventura.
IX
Por
lo que por el sentido
puede
acá comprehenderse 70
y
todo lo que entenderse
aunque
sea muy subido
ni
por gracia y hermosura
yo
nunca me perderé
sino
por un no sé qué 75
que
se halla por ventura.
1.
ANÁLISIS
1)
Resumen
El
yo poético anuncia en el estribillo el tema de su poema: no se entregará a
cualquier tipo de hermosura, sino a otra cosa indefinible que solo se halla con
mucha suerte. En la primera estrofa explica que todos los excelentes sabores,
efímeros, acaban por cansar y fastidiar, así que lo mejor es dejarlos a un
lado. Por el contrario, solo se perderá por algo indefinido que se halla por
suerte. En la segunda estrofa afirma que el corazón generoso no se preocupa de
lo fácil, sino que busca lo difícil porque eso aumenta su fe y puede degustar
de ese indefinido “no sé qué”. La tercera estrofa es más explícita. Advierte
que al afectado por el amor divino se le trastornan los sentidos; tanto, que es
como el hombre enfermo que aborrece manjares y reclama, sin embargo, ese “no sé
qué”. La cuarta estrofa sigue el razonamiento de la previa; se dirige a los
lectores y les dice que no se sorprendan que pase eso, pues la causa del
enamoramiento de Dios es muy distinta a la de otras afecciones y afecta a la
persona hasta llevarla al enajenamiento o locura. La quinta estrofa afirma que
la divinidad entra de tal modo en la persona enamorada de él que este busca más
de aquella, pues su belleza es especial. Por ejemplo, solo se ve si se tiene fé
y así puede degustar el “no sé qué”. De nuevo se dirige a los lectores en la
sexta estrofa, y les pide que sean compasivos con ese enamorado de Dios, pues
está solo, desfigurado, andando como en una niebla, aunque gozando de su “no sé
qué”. Advierte en la séptima estrofa que ese enamorado no encuentra
satisfacción interna en las cosas sensitivas o mundanas; sin embargo, sí gusta
de esa cosa escondida que es eterna e imperecedera. La octava estrofa está
protagonizada por el yo poético; no se preocupa de las metas alcanzadas, sino
de las que están por delante y hay que ganarlas, pues son más elevadas y
sublimes. La novena y última estrofa, de carácter conclusivo. Afirma el yo
poético que las cosas mundanas que pueden comprenderse sensitivamente, aunque
parezcan muy hermosas, a él no le importan. Lo que de verdad lo mueve es ese
“no sé qué” que se pierde por él, es decir, lo anhela profundamente.
2)
Temas del poema
Los
temas más importantes del poema son los siguientes:
-
Búsqueda
de un amor indefinido, espiritual, nombrado como un “no sé qué” que le
proporciona gran felicidad, aunque solo se halla “por ventura”, es decir, con
mucha suerte.
-
La dicha
del hombre no está en este mundo, sino en el celestial, aquí solo entrevisto a
través de algo que no se puede definir.
-
La
visión o degustación espiritual
de la divinidad es la única fuente de placer y felicidad infinitos que
puede alcanzar el hombre en su vida terrenal.
-
La
presencia de Dios dentro del hombre es como un
disfrute de manjares exóticos nunca vistos, imposibles de definir.
3)
Apartados temáticos
El
poema presenta una estructura muy coherente. Se podría entender que todo el
poema forma una unidad de contenido, homogénea en sí misma. Por otro lado,
podemos apreciar una estructura lógica que consta de:
-Una
presentación del asunto (el estribillo desarrollado; forma la primera estrofa):
hay un placer superior a todo lo sensorial, que es un “no sé qué” que hace que
yo lírico se vuelva loco por él, pues lo anhela profundamente.
-Un
desarrollo de ese tema en las estrofas 2-7: explica los efectos de la posesión
de ese amor espiritual, ajeno a todo lo humano.
-Una
tercera parte formada por las dos últimas estrofas (8 y 9): el yo poético habla
en primera persona y concluye que él siempre buscará ese amor celestial y
divino, pues es el único que vale la pena perseguir hasta la muerte.
4)
Análisis de la rima y de la
estrofa empleada
La
estructura métrica de este poema de setenta y seis versos es muy original. Cada
estrofa está formada por ocho versos octosílabos (excepto la primera,
constituida por cuatro versos). La forman dos redondillas (cambiando la rima de
la primera redondilla en cada una de ellas, pero no en la segunda, que es
fija), con la estructura: 8a, 8b, 8b, 8a, 8c, 8d, 8d, 8c. La rima de la segunda
estrofa viene exigida por el estribillo, formado por “un no sé qué / que se
halla por ventura”. Como se puede notar, el estribillo contiene las cuatro
últimas sílabas del penúltimo verso y todas las del último, completo. Es una
estructura original, fresca, comunicativa y tremendamente expresiva. Por otro
lado, el poema es una glosa, es decir, un tipo de estrofa de la poesía española.
La define muy bien el DLE:
“Composición poética a cuyo final, o al de cada una de sus estrofas, se hacen
entrar rimando y formando sentido uno o más versos anticipadamente propuestos”.
Y esto es exactamente lo que San Juan de la Cruz ha elaborado: una magnífica
glosa con una coherencia y belleza sorprendentes.
5) Comentario
estilístico
Este
bellísimo poema presenta una construcción admirable. En la primera estrofa,
formada por una redondilla, se presenta el tema de un modo firme y claro: hay
una “hermosura” superior, celestial; solo por ella el yo poético pierde los
sentidos y lo deja todo por alcanzarla, pues anhela su posesión. El poema
descansa en la expresión “un no sé qué”, de carácter popular y coloquial.
Nuestro poeta elige una expresión familiar para definir el amor divino; es como
una paradoja interna de enorme potencial expresivo. Y se potencia ese tono
coloquial con el último verso del estribillo y, por tanto, de cada estrofa:
“que se alcança por ventura”. La expresión “por ventura”, que significa “por
azar, por casualidad”, también es propia el habla coloquial; refuerza así,
definitivamente, un aire de sencillez que recorre el poema. Pero no lo
olvidemos: para hablar de la experiencia mística, es decir, el arrobamiento, el
contacto con la divinidad. Estamos en el ámbito de la poesía religiosa mística,
pero expresada con palabras sencillas y propias del habla coloquial. Aquí
radica parte de la extremada belleza del poema.
Existen
varias metáforas nucleares que se repiten varias veces. Forman, pues, una
alegoría. La primera es la del amor divino; se expresa en términos del amor
humano, pero lo trasciende; el amante está descontentadizo, nada le place, todo
lo incomoda y busca algo distinto que le aporte felicidad y paz; es,
lógicamente, el amor de Dios, que procede de su contemplación (se trata del
famoso estado de éxtasis o arrobamiento). Por eso habla de “fee” (v. 18). Por eso, también, se repite la palabra “amor”
en muchas ocasiones (por ejemplo, v. 21).
La
segunda metáfora reiterativa es la de los placeres sensoriales (gusto, sabores,
manjar, gustar). Alude por metáfora al placer que produce el amor divino en la
persona que lo experimenta. Por contraste, queda claro que los placeres
mundanos, procedan del sentido que sea, son solo una mala sombra del verdadero
placer, que es felicidad (como afirma en la primera estrofa), la de compartir
el amor con Dios.
La
tercera estrofa se refiere a la fuente de esa felicidad, que es Dios mismo.
Esquiva nombrarlo directamente, recurriendo a elisiones y alusiones constantes.
Sin embargo, va deslizando su verdadera naturaleza a través de palabras
metaforizadas (a veces, casi con sentido literal, no trasladado). Son “fe”,
“divino”, “ajena de todo el resto”, “divinidad”, “lo que es y será y fue”
(parece que estamos leyendo a Quevedo; esta puede ser una posible fuente), etc.
La
cuarta estrofa es la amorosa. Por eso aparecen los términos “hermosura” (se
repite cuatro veces este término a lo largo del poema), “bien”, “corazón”,
“amor”, “adolescer”, “enajenada”, “gustar”, “enamorado”, “gozo”, “alegría”,
etc. Existen otras metáforas y metonimias que refuerzan esta interpretación del
poema. Por ejemplo, “acá” (v. 66) alude al mundo físico, el nuestro. “Lo que
está por ganar” (v. 59) se refiere a la vida eterna. “Y lo que es y será y fue”
(v. 58) remite a la eternidad del alma humana, etc.
Asismismo,
es importante reseñar el tono apelativo y ligeramente coloquial del poema. El
yo poético se dirige a nosotros, lectores, en varias ocasiones (“dezidme”, v.
46, “No penséis”, v. 53, etc.). Trata de persuadirnos de la bondad de su
razonamiento y pensamiento. El yo poético se deja ver explícitamente en la
estrofa seis con el pronombre personal “me”. El pronombre “yo” (vv. 66 y 74)
refuerza el aire coloquial y hasta conversacional.
Ya
se ha repetido en varias ocasiones que en la poesía mística se expresa el
concepto del amor divino, la unión del alma del hombre con Dios, a través de
términos y conceptos humanos; sin embargo, conviene insistir en la naturaleza
religiosa de la experiencia del sujeto lírico: abandona sus condicionantes
físicos para adentrarse en una dimensión espiritual.
6. Contextualización
San
Juan de la Cruz (Fontiveros, Ávila, 1542 – Úbeda, Jaén, 1591) representa una de
las cimas de la literatura española; sin duda, es el más sublime poeta místico
en lengua española. Sus tres obras poéticas más importantes son Cántico espiritual, Llama de amor viva,
que es la que ahora estamos analizando, y Noche
oscura del alma. También compuso otros poemas sueltos, como el que ahora
comentamos. Completó los textos en verso con unos Comentarios al Cántico espiritual, de naturaleza más didáctica y
explicativa. Su prosa tersa, precisa y expresiva mantienen un alto nivel en
todo momento.
En
su corta vida, San Juan de la Cruz hubo de lidiar con situaciones feas y
complicadas a causa de las reformas religiosas en su Orden carmelita. Sin
embargo, supo cultivar con increíble acierto su talento poético, movido por sus
experiencias espirituales, de orden superior.
7. Interpretación
El
poema Glosa a los divino desea ser la
expresión de los efectos benéficos, eternos y dichosos de que el hombre busque
a Dios, aunque sea a ciegas y nadie le garantice el éxito de su empresa. El
sujeto lírico siente en su interior un fuego que le da vida; equivale a otro
modo vivir más intenso, eterno y feliz; los placeres mundanos son ricículos,
comparado con el conocimiento de la divinidad. Es como un proceso de
enamoramiento, lo que provoca un éxtasis o arrobamiento, con la conciencia
desconectada, donde la dicha es lo único que existe.
Como
ya dijimos en otro lugar a propósito del cántico espiritual, Según la teoría
mística, existen tres fases en el camino de la fusión espiritual: la purgativa,
la iluminativa y la unitiva; desde el desprendimiento de las pasiones humanas
hasta la desnudez total para alcanzar la disolución con Dios, el hombre recorre
un camino de desprendimiento y concentración en lo esencial. No es una senda
física, sino espiritual. En los momentos intermedios, el alma pasa por una
“noche obscura”, como un flotar a ciegas, sin asideros de ningún tipo, hasta alcanzar
el reparo de Dios mismo, en cuya esencia se diluye. En un famoso mapa alegórico
de esa experiencia –-fácilmente accesible en internet, a lo que exhortamos-–,
San Juan escribió que, en esos territorios, no había ni pasaba “nada”, vocablo
repetido en varias ocasiones. Es como una llama de amor que da luz y calor;
vive en la felicidad más elevada. Es este camino de fusión espiritual es el que
San Juan nos presenta literariamente en el Cántico
espiritual (1584). En este poema trata de explicar el estado de inquietud
feliz que embarga al alma cuando atisba a Dios.
El
lenguaje poético profano es el material más idóneo (y, probablemente, el único)
para expresar con palabras esta experiencia espiritual, de por sí inefable.
Esto implica que nuestro poeta, que conocía muy bien la poesía castellana de su
tiempo, toma temas, tópicos, imágenes y lenguaje poético para su empresa
literaria-espiritual (el amor como un fuego arrasador es una de las comunes).
Por supuesto, el influjo de la poesía italianizante y, en concreto, del
magistral Garcilaso de la Vega (fallecido casi medio siglo antes para cuando
San Juan compone su poema) es continuo e intenso. La poesía amorosa profana es
el modelo tomado, pero transcendido, por los poetas místicos.
San
Juan de la Cruz utiliza una serie de símbolos básicos que transfiguran
completamente la poesía profana: el amado es Dios; la amada es el poeta o el
místico; el amor es la fusión de ésta en la naturaleza sublime de Él; la
búsqueda de ella, disfrazada de pastora o cualquier otra convención, se
identifica con la búsqueda espiritual y el camino místico de las tres fases
antes mencionado. Estamos, pues, ante una experiencia de orden espiritual que
implica un arrobamiento, una anulación de los sentidos y un encuentro amoroso
de orden superior.
El
“no sé qué” representa el anhelo del alma por descubrir y unirse a Dios. Es un
momento en el que la espiritualidad de nuestro poeta alcanza una dicha mística
de naturaleza inefable. Apenas se puede expresar con palabras la sensación de
fusión espiritual con Dios. Desde nuestra ladera, como afirmó el eminente
filólogo Dámaso Alonso, nos conformamos con admirar su talento poético y con la
contemplación de su arrobamiento, entre el asombro y la perplejidad.
8. Valoración
Este
bellísimo poema nos presenta la experiencia espiritual más sublime que un alma
puede sentir: la búsqueda de Dios y una premonición de hallarlo pronto. San
Juan de la Cruz compone un texto bajo las convenciones literarias de la época;
se apropia de su lenguaje para transmitir una experiencia superior, divina e
inefable. Aquí radica la gran belleza y el asombroso hallazgo de nuestro poeta
místico. Con palabras propias de la convención poética de su tiempo, nos acerca
al interior de su alma inquieta que espera descubrir a Dios aunque sea “por
ventura”.
2. PROPUESTA DIDÁCTICA
(Estas
actividades se pueden desarrollar y realizar de modo oral o escrito, en el aula
o en casa, de modo individual o en grupo. Algunas de ellas, sobre todo las
creativas, requieren material o herramientas complementarias, como las TIC).
2.1. Comprensión lectora
1)
Resume el poema (aproximadamente, 120 palabras).
2)
Señala su tema y sus apartados temáticos. Para ello, contesta a la cuestión ¿de
qué se habla y cómo se expresa?
3)
Establece la métrica, la rima y la forma estrófica utilizada.
4)
Distingue y aclara los conceptos del yo poético y el concepto de “no sé qué”.
5)
Localiza una docena de recursos estilísticos y explica su eficacia
significativa y estética.
2.2. Interpretación y pensamiento
analítico
1)
El yo poético, ¿cómo sabe que la felicidad del “no sé qué” es superior a toda
experiencia humana? Razona la respuesta.
2)
Indica las alusiones al gusto y el placer culinario que aparecen en el poema.
3)
¿Cómo es el “no sé qué” que busca el sujeto lírico?
4) ¿Qué expresa el verso final del estribillo?
2.3. Fomento de la creatividad
1)
Documéntate sobre San Juan de la Cruz y realiza una exposición en la clase con
ayuda de medios TIC, creando un póster, etc., sobre su vida y obra literaria.
2)
Transforma el poema en un relato en prosa, o teatral, en el que recoja una
experiencia mística.
3)
Imagina un encuentro de San Juan de la Cruz con tu grupo de clase. Idea
preguntas sobre su poesía; otros compañeros pueden dar las respuestas que
podrían ser acordes con San Juan.
4)
Se puede realizar un recital poético o una declamación de poemas de San Juan de
la Cruz, acompañado de imágenes alusivas y música, ante la clase o la comunidad
educativa. Ahí se pondrá de manifiesto la enorme hondura expresiva y la gran
musicalidad de los poemas de nuestro principal poeta místico.
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